Vol. 64 (105), 2024, pp.103-138 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
Página
111
https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3276
A partir de mediados del siglo
XX, con la constitución de la sociolingüística como
disciplina científica independiente, nuevos elementos de análisis se incorporaron a la dialectología tradicional, incluyendo una dimensión social, cultural y sincrónica de estos. Asimismo, el estudio de los dialectos se encaminó hacia el habla urbana; hasta ese momento el habla rural había sido el espacio hacia donde se había dirigido, mayormente, la atención de los estudios dialectológicos, dejando por fuera la creciente población de las ciudades. De hecho, para Trudgill (1983) no fue la sociolingüística la que nutrió los estudios dialectológicos; al contrario, fueron los dialectólogos urbanos quienes permitieron que se consolidaran los aspectos metodológicos de la sociolingüística, al centrarse en la descripción de la variación lingüística en una comunidad de habla, a partir de una estratificación dada.
De este modo, la dialectología no solo busca establecer mapas dialectales geográficos, sino sociales; en estos, variables sociales se relacionan con determinadas variaciones lingüísticas. Esta mirada estudia el cambio lingüístico no solo como un fenómeno dado, observable, tal como lo hacía la dialectología tradicional, sino que, además, busca establecer sus causas a partir de diferentes características sociales. Las variaciones lingüísticas obedecen a factores extralingüísticos, y el interés del sociolingüista es establecer las relaciones entre unas y otros, a partir de los fenómenos de estratificación. Desde este punto de vista, el estudio de las variaciones de la lengua no se interesa solo en registrar el cambio lingüístico, sino también en indagar acerca del porqué de este en una estructura social dada.
Por su parte, la geolingüística (Trudgill & Chambers, 1991) o dialectología moderna busca integrar metodologías y teorías de la dialectología tradicional, la sociolingüística y la geografía humana. En este sentido, se deben tomar en cuenta tanto las variables sociales como algunas herramientas de la geografía humana, que posibilitan el cálculo preciso de un rasgo lingüístico en un área o casilla geográfica, la densidad de su uso y su distribución social. La geografía humana dotará al dialectólogo de un aparato teórico y metodológico que le permita establecer las relaciones entre los diferentes núcleos, en particular la forma en que las innovaciones se extienden de unos a otros, explicando no solo las modalidades de esta difusión, sino la intensidad y la dirección de uno a otro núcleo.