Las actitudes no son un concepto aislado, pues están íntimamente
relacionadas con factores como la motivación, la percepción y la personalidad,
lo que permite comprender el mundo desde una perspectiva psicosocial, y que
las actitudes son importantes para las organizaciones (p. 45)
Por su parte, Sallenave (2004), en su libro La Gerencia Integral, menciona las tres
fuerzas principales del triángulo gerencial, refiriéndose a la estrategia, la organización y la
cultura; mencionando que:
La cultura determina la forma como funciona una empresa. La cultura se
refleja en las estrategias, en las estructuras y en los sistemas implementados a
lo largo de los años de funcionamiento empresarial, por lo que son vitales las
actitudes del gerente y de los actores educativos por ser individuos sociales. La
cultura organizacional registra el histórico de los éxitos y fracasos de la
empresa desde su inicio y durante su desarrollo, a través de los que se puede
decidir omitir o crear algún comportamiento favorable o desfavorable para el
crecimiento mediato o inmediato (p. 78)
Es por ello que, dentro de la cultura, la actitud que adopten los actores educativos al
manejar las diversas situaciones que se manifiesten, definirán en gran medida el rumbo
del plantel que dirigen. En especial aquellas posturas vinculadas con el profesorado, ya
que de cierta forma existe algunos códigos de equidad de rangos entre estos dos
personajes (Directivo-Profesor), a pesar de la posición que ocupa cada uno dentro de la
organización, lo que sugiere mantener estrechos lasos de respeto, como toda relación
humana, de lo contrario surgirán dificultades que afectarán de manera sustancial la
sinergia que debe existir en la institución, provocando posibles desajustes en cuanto al
cumplimiento de actividades, procesos, y obligaciones propias del papel que desempeñan
estos actores. Esta especie de equidad como lo describe Sallenave (2004), se da porque:
Ambos son profesionales de la docencia, y en dicho gremio, más que un
ascenso por años de servicios, no existe una clasificación según las funciones
que se cumplan, lo que provoca la aparición de rivalidades, ambiciones y hasta
deseos de superación (aceptables), por ciertos puestos dentro de la estructura
organizativa del plantel; y aunque esto no deba ser una razón preponderante