A su vez, Díaz (2021) aporta una perspectiva crítica sobre la ética en la educación y
su papel en la formación de ciudadanos conscientes y responsables abordando la
importancia de la ética en la educación, la ciencia y la tecnología, y cómo se relaciona con
el bucle tetralógico de Morín en la cual destaca una interacción entre la educación-
ciencia-tecnología-ética como elementos que interactúan entre sí como base esencial para
el desarrollo del Homo como especie que tiene la capacidad de razonar. Asimismo, Díaz
(2021) señala las siguientes interrogantes ¿es el desorden necesario para la ética en la
actualidad? De tal manera que, invita a generar nuevas concepciones sobre el bucle
tetralógico aplicado a elementos puntuales que interaccionan entre sí.
La Educación como Proceso Transformador: Perspectivas Clásicas y Modernas
La educación es un tema ampliamente debatido y analizado por numerosos
pensadores, psicólogos, sociólogos, educadores y filósofos a lo largo de la historia,
desarrollada desde diferentes perspectivas teóricas, entendida como un proceso
multidimensional, multiétnico y pluricultural que implica la transmisión de conocimientos,
valores, costumbres y formas de pensar, ser, sentir y convivir de una sociedad. Según el
influyente filósofo John Dewey, la educación no debe ser vista como un preludio a la vida,
sino como una manifestación activa de ella.
Para Dewey (1938), la educación debe estar intrínsecamente ligada a la experiencia
y al crecimiento personal, y debe promover la interacción entre el estudiante y su
entorno. La concepción de este autor, plasmada con elocuencia en su obra Experience and
Education, representa un punto de inflexión en la pedagogía moderna, argumentando que
la educación no debe ser vista como una mera transmisión de conocimientos estáticos,
sino como un proceso vivo, dinámico y profundamente arraigado en la experiencia. Creía
que el conocimiento es más efectivo cuando se adquiere a través de la interacción activa
con el mundo, en lugar de a través de la memorización pasiva de hechos y figuras.
Esta perspectiva coloca al estudiante en el centro del proceso educativo,
animándolo a participar activamente y a tomar un papel protagonista en su propio
aprendizaje. La educación basada en la experiencia no solo implica hacer, sino también