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centralidad. Cualquier otro modo de saber (entre ellos, las TIC) era y aún es subvalorado
por el sistema escolar siendo interpretado como un atentado directo a su autoridad
legitimadora. Secretarías de educación, rectores, maestros y, en menor medida, algunos
alumnos veían en las TIC una amenaza latente contra la forma “natural” de dar las clases.
Bartolomé (2002), por ejemplo, reconoce que los profesores, quienes por tradición han
desempeñado el papel de explicadores autorizados y evaluadores de lo correcto y lo
incorrecto, a veces se ven tentados a valorar y juzgar el uso de la tecnología en el aula.
En muchos casos, este juicio resulta desfavorable, lo que puede llevar a la resistencia
hacia la integración de la tecnología en la enseñanza o a considerarla como un
componente marginal en el proceso educativo.
El mundo globalizado de hoy exige a los estudiantes el dominio de las nuevas
tecnologías para establecer contacto con otras culturas, acceder a desarrollos técnico-
científicos y encontrar mejores oportunidades laborales a nivel local, nacional e
internacional. De allí que, para Sánchez (2009), la alfabetización tecnológica entendida
como “la capacitación no sólo instrumental, sino la adquisición de las competencias
necesarias para la utilización didáctica de las tecnologías y poder acceder al
conocimiento” (p.13), sea fundamental para consolidar una apuesta de formación integral.
Precisamente aquí la escuela debe convertirse en el eje articulador a partir del cual se
tejan diversas relaciones para que el alumno se convierta en sujeto activo y protagonista
de su propio proceso de aprendizaje.
Las TIC, bien entendidas, pueden convertirse en excelentes herramientas didácticas
si tanto profesores como estudiantes entienden cómo aprovecharlas en función de sus
planes de clases, actividades curriculares y extracurriculares. Las nuevas tecnologías,
por sí solas, no garantizan el éxito de los procesos de enseñanza y aprendizaje, pero sí
pueden convertirse en el impulsor que enriquezca los procesos cognitivos y evaluadores
con estrategias como la lúdica, la creación multimedia y la programación. Así pues, de lo
que se trata entonces es de aprovechar al máximo las ventajas de las TIC y tratar de
sobrellevar sus limitaciones. En esto consiste el desafío de las nuevas generaciones
docentes: formar hombres y mujeres que puedan hacer aportes a la construcción de una
sociedad más justa e incluyente en todos los ámbitos.