Para González-Sanmartín y Yanacallo-Pilco (2020) la cultura influye en la valoración
del éxito y el fracaso y determina si se enfatiza el logro individual o la contribución al grupo.
De allí que, el contexto social y cultural en el aula afecta las interacciones entre estudiantes y
maestros, así como las dinámicas de participación y resolución de conflictos. Los valores
educativos, difieren entre culturas, de allí la importancia de la educación formal de los alumnos
porque les permite el acceso a diferentes tipos de conocimiento.
Por su parte, Fuentes y Arriagadas (2020) destacan la idea que, mientras algunas culturas
integran naturalmente la tecnología en la educación, otras pueden percibirla como ajena o
incluso amenazante. De allí que, la comprensión de la diversidad cultural es esencial para crear
entornos educativos que respeten las distintas formas en que las personas aprenden y se
reconozcan tanto la riqueza y como la complejidad que aporta la cultura ancestral al proceso
educativo.
En relación con los resultados, Jaramillo et al. (2018) destacan que, el acceso a
información relevante sobre prácticas higiénicas y medidas preventivas constituye un
beneficio clave de la educación. Los programas educativos y materiales didácticos brindan a
los estudiantes conocimientos esenciales sobre la importancia del agua potable, el lavado de
manos y la inocuidad alimentaria, construyendo una base sólida para la adopción de
comportamientos saludables. Además, la educación no solo transmite información, sino que
contribuye al desarrollo de habilidades críticas, capacita a los estudiantes para evaluar,
comprender y aplicar estos conocimientos en sus vidas diarias.
Por ejemplo, algunos estudiantes reconocerán la importancia de consultar a un médico
en situaciones de salud graves o persistentes. Esta perspectiva refleja un entendimiento más
avanzado de la diarrea como un síntoma que puede indicar una condición médica subyacente
que requiere atención profesional. Las concepciones de la comunidad wayúu, de ambos
municipios (Guajira y Mara), varían ampliamente, ya que están influenciadas por factores
individuales, educativos y culturales. Las experiencias personales, las enseñanzas familiares y
la exposición a información sobre salud pueden contribuir a la formación de estas creencias.
Abordarlas de manera pedagógica, con información precisa sobre la prevención y el
tratamiento de la diarrea, es crucial para promover prácticas de salud efectivas y una
comprensión más completa de la salud gastrointestinal.
Es importante resaltar cómo la cultura impacta al individuo. Por ejemplo, cuando los
estudiantes que están más inmersos en el grupo étnico (Guajira) no consideran la posibilidad
de medicamentos farmacéuticos, ni consultas con médicos. Para ellos, la diarrea puede ser
atendida en casa por sus familiares. Los del municipio Mara reconocen que en ocasiones sí
amerita la intervención médica.
Para Villalobos Aguayo et al. (2015), la educación desempeña un papel activo en el
cambio de actitudes y la promoción de prácticas saludables en las comunidades indígenas,
porque al desafiar actitudes arraigadas y fomentar una comprensión más profunda de la
relación entre ciertos hábitos y la salud, también capacita a los estudiantes para convertirse en
agentes de cambio. Esta participación activa se traduce en un empoderamiento de los
estudiantes indígenas quienes, al adquirir conocimientos y habilidades críticas, se convierten
en defensores de la prevención de enfermedades gastrointestinales en sus comunidades, para
contribuir al bienestar general.