Vol. 62 (100), 2022, pp. 317-354 - ISSN L 0459-1283  
DE PROFESIONES, OFICIOS Y ALGUNOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO QUE  
PERVIVEN EN EL DICCIONARIO ACADÉMICO1  
Profesora en Castellano, Literatura y Latín, y  
Magíster en Lingüística por la Universidad  
Andrea Yamali Peña Pernía  
Pedagógica Experimental Libertador (UPEL).  
Profesora de la cátedra Español Instrumental en  
el Instituto Pedagógico de Caracas (adscrito a la  
UPEL). Además, es investigadora adscrita al  
Instituto Venezolano de Investigaciones  
Lingüísticas y Literarias “Andrés Bello”  
(IVILLAB). Actualmente cursa el Máster en  
Universidad Pedagógica Experimental Libertador  
Instituto Pedagógico de Caracas  
Venezuela  
Lexicografía  
Hispánica  
y
Corrección  
Lingüística, avalado por la Real Academia  
Española (RAE), la Asociación de Academias  
de la Lengua Española (ASALE) y la  
Universidad de León (ULE).  
Resumen  
Esta investigación realiza una revisión de la estructura lexicográfica del Diccionario  
académico a fin de develar si se filtran estereotipos de género en los venezolanismos que  
refieren profesiones u oficios. Se ha seleccionado el Diccionario de la lengua española (DLE,  
2014) porque conjuga elementos favorables y de interés para la investigación: (a) es la  
versión impresa más reciente del Diccionario académico, (b) plantea enmiendas en función  
de superar realidades hirientes que han venido siendo señaladas por usuarios de la lengua y  
estudiosos, y (c) por tratarse de una obra impresa, ofrece una visión global de la  
estructuración del diccionario, necesaria para el análisis, y que no ofrece la versión digital a  
pesar de ser la más actualizada. La metodología empleada toma técnicas, métodos y  
procedimientos de la metalexicografía (Wiegand, 1984; Rodríguez Barcia, 2001; Rivero  
Belisario, 2017), específicamente, se toman la macroestructura y la microestructura del  
diccionario semasiológico monolingüe como niveles de análisis. Los resultados indican que,  
a través de algunas informaciones macro y microestructurales, el DLE sustenta estereotipos  
de género en el léxico de uso venezolano que refiere profesiones y oficios.  
Palabras clave: Lexicografía, diccionario, diccionario académico, venezolanismos,  
ideología, estereotipos de género.  
Recepción: 31/08/2022 Evaluación: 02/10/2022 Recepción de la versión definitiva: 01/11/2022  
1 Este trabajo se desarrolló dentro de la línea de investigación Español del Venezuela del Instituto Venezolano  
de Investigaciones Lingüísticas y Literarias “Andrés Bello”.  
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De profesiones, oficios y algunos estereotipos ... / Andrea Peña  
Artículo  
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On professions, occupations and some gender stereotypes that persist in the academic  
dictionary  
Abstract  
This research carries out a review of the lexicographic structure of the Academic Dictionary  
in order to reveal whether gender stereotypes are filtered in the Venezuelanisms that refer to  
professions or occupations. The Diccionario de la lengua española (DLE, 2014) has been  
selected because it combines favorable elements of interest for the research: (a) it is the most  
recent printed version of the academic dictionary, (b) it proposes amendments in order to  
overcome hurtful realities that have been pointed out by language users and scholars, and (c)  
since it is a printed work, it offers a global vision of the dictionary structure, necessary for  
the analysis, and which the digital version does not offer despite being the most updated. The  
methodology employed takes techniques, methods and procedures from metalexicography  
(Wiegand, 1984; Rodríguez Barcia, 2001; Rivero Belisario, 2017), specifically, the  
macrostructure and microstructure of the monolingual semasiological dictionary are taken as  
levels of analysis. The results indicate that, through some macro and microstructural  
information, the DLE supports some gender stereotypes in the lexicon of Venezuelan usage  
referring to professions and occupations.  
Keywords: Lexicography, dictionary, academic dictionary, Venezuelanisms, ideology,  
gender stereotypes.  
Des professions, des métiers et de certains stéréotypes de genre survivants le  
dictionnaire académique  
Resume  
Cette recherche effectue un examen de la structure lexicographique du Diccionario  
académico afin de révéler si les stéréotypes de genre sont filtrés dans les vénézuéliens qui  
font référence à des professions ou des métiers. Le Diccionario de la lengua española (DLE,  
2014) a été choisi parce qu'il réunit des éléments favorables et intéressants pour la recherche :  
(a) il s'agit de la version imprimée la plus récente du Diccionario académico, (b) il propose  
des modifications afin de surmonter des réalités blessantes qui ont été signalées par des  
utilisateurs de la langue et des universitaires, et (c) comme il s'agit d'un ouvrage imprimé, il  
offre une vision globale de la structure du dictionnaire, nécessaire pour l'analyse, que la  
version numérique n'offre pas bien qu'elle soit la plus actualisée. La méthodologie employée  
reprend les techniques, les méthodes et les procédures de la métalexicographie (Wiegand,  
1984 ; Rodríguez Barcia, 2001 ; Rivero Belisario, 2017), plus précisément, la macrostructure  
et la microstructure du dictionnaire sémasiologique monolingue sont prises comme niveaux  
d'analyse. Les résultats indiquent que, par le biais de certaines informations macro et  
microstructurelles, le DLE soutient certains stéréotypes de genre dans le lexique d'usage  
vénézuélien qui fait référence aux professions et aux métiers.  
Mots clés : Lexicographie, dictionnaire, dictionnaire académique, vénézuélianismes,  
idéologie, stéréotypes de genre.  
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De profissões, ofícios e alguns estereótipos de gênero sobreviventes no dicionário  
acadêmico  
Resumo  
Esta pesquisa realiza uma revisão da estrutura lexicográfica do Dicionário Acadêmico a fim  
de revelar se os estereótipos de gênero são filtrados nos usos do espanhol venezuelano  
(venezolanismos) que se referem a profissões ou ofícios. O Diccionario de la lengua  
española (DLE, 2014) foi selecionado porque combina elementos favoráveis de interesse  
para a pesquisa: (a) é a versão impressa mais recente do Dicionário acadêmico, (b) propõe  
emendas a fim de superar realidades danosas que foram apontadas por usuários e estudiosos  
do idioma, e (c) por ser uma obra impressa, oferece uma visão global da estrutura do  
dicionário, necessária para a análise, que a versão digital não oferece, apesar de ser a mais  
atualizada. A metodologia empregada utiliza técnicas, métodos e procedimentos da  
metalexicografia (Wiegand, 1984; Rodríguez Barcia, 2001; Rivero Belisario, 2017),  
especificamente, a macroestrutura e a microestrutura do dicionário semasiológico  
monolingue são tomadas como níveis de análise. Os resultados indicam que, através de  
algumas informações macro e microestruturais, o DLE suporta alguns estereótipos de gênero  
no léxico de uso venezuelano que se refere a profissões e ofícios.  
Palavras-chave: Lexicografia, Dicionário, Dicionário Acadêmico, Usos do Espanhol  
Venezuelano (Venezolanismos), Ideologia, Estereótipos de Gênero.  
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1. INTRODUCCIÓN  
El diccionario es el producto de una ardua tarea de investigación que lleva a cabo el  
lexicógrafo, en él se recogen y explican las voces en uso de una determinada lengua o de una  
materia específica. Como producción escrita con pasado histórico, goza de un ingente  
prestigio, incluso nos atrevemos a decir que podría tratarse de la obra más consultado por los  
hablantes de una lengua, ello se debe a que esta, de alguna manera u otra, legitima el léxico  
de uso. La confianza construida en torno a los diccionarios ha conllevado la idea de que son  
obras despersonalizadas, descriptivas, neutras y puramente pedagógicas. Sin embargo,  
considerando la estrecha relación que existe entre la lengua, la cultura y el contexto en que  
se emplean (Whorf, 1971 [1956]; Sapir, 1954 [1921], 1963), cabe la posibilidad de concebir  
el diccionario como el objeto en el que se materializa la memoria cultural de una determinada  
comunidad.  
Es por ello que recientemente se habla del diccionario como un objeto cultural, como  
una obra en la que también podemos hallar una cosmovisión de mundo (Lara, 1990, 1997;  
Porto Dapena, 2002; Pérez, 2000a, 2000b, 2005; Forgas Berdet, 2009). Visto así el  
diccionario, y con la posibilidad de que refleje no solo visos ideológicos de la cultura, sino  
también de sus hacedores, algunos lingüistas se inclinan por la idea de que debe tratar de  
mantenerse la neutralidad en la labor lexicográfica (Casares (1992 [1951]; Bajo Pérez, 2000;  
Medina Guerra, 2003); no obstante, otros ven el reflejo de la visión de mundo en los  
diccionarios como una cuestión inevitable (Pascual y Olaguíbel, 1992; Forgas Berdet, 1996;  
Pérez, 2005; San Vicente, Garriga y Lombardini, 2011).  
Al entramado de posturas anteriores se suma la de Pérez (2000b) y Rodríguez Barcia  
(2011), quienes nos acercan al cuestionamiento del diccionario como un discurso que posee  
olvidos y ocultamientos que pudieran ser deliberados y, por ende, toman peso y valor  
ideológico. En este sentido, ya no hablaríamos de una visión de mundo como reflejo  
inevitable de la cultura y la sociedad, sino de un pensamiento emanado de los discursos de  
poder. Este panorama mueve el interés de esta investigación y nos lleva a preguntarnos no  
solo si el diccionario es realmente una obra objetiva o si en ella la subjetividad viene dada  
por la emergencia de elementos ideológicos, sino también cómo se configuran esos  
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elementos, y si son producto de una práctica de poder subyacente en la configuración  
estructural.  
En el marco del planteamiento anterior, debemos decir que se han suscitado las más  
variadas investigaciones, encaminadas a tratar de determinar si una obra de carácter  
pedagógico como el diccionario trasluce ideología y explicar cómo se deja entrever en la  
estructura lexicográfica. Por tanto, la mirada adoptada para la revisión que llevamos a cabo  
no pasa por el tamiz de una lectura tradicional, sino que se orienta a otro tipo de lectura de  
los diccionarios, prestando atención a esas parcelas que podrían resultar reveladoras. Esto ha  
llevado a descubrir que campos léxicos como el sexual, la cuestión de género, el relacionado  
con procesos metabólicos, la política, la religión, las denominaciones raciales… resultan, en  
algunas ocasiones, censurados o se les da un tratamiento tendencioso.  
Objeto por excelencia de estas investigaciones ha sido el Diccionario académico, aquí  
nos decantamos por el estudio de esta obra; en general, porque constituye la obra de  
referencia del español, sobre la cual se ha construido un gran prestigio a lo largo de los años,  
por eso, goza de aceptación entre los hablantes. Investigaciones como las de Lledó Cunill  
(1996); Calero Fernández (2002); Forgas Berdet (1999, 2009, 2011), y Lledó Cunill, Calero  
Fernández y Forgas Berdet (2004) revelan focos sexistas y estructuras estereotipadas en el  
diccionario. No obstante, la tendencia de la Academia se inclina a la revisión y enmienda, en  
las sucesivas ediciones, de aquellas voces que claramente no reflejan la sociedad actual y  
muestran una inclinación ideológica. En este marco, nos preguntamos qué tan significativas  
son las enmiendas realizadas, qué tratamiento le está dando el Diccionario de la lengua  
española a la construcción de lo femenino y lo masculino, asunto este que abordamos desde  
el estudio del léxico de uso venezolano que se recopila en el DLE y que refiere profesiones  
y oficios.  
Estos planteamientos nos remiten a los siguientes objetivos: el primero de ellos,  
identificar las estructuras lexicográficas del DLE que filtran estereotipos de género en el  
ámbito de las ocupaciones y, el segundo, describir el andamiaje metalexicográfico en función  
de su participación en la transmisión de estos estereotipos.  
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2. METODOLOGÍA  
2.1. La metalexicografía  
La lexicografía, en los últimos años, no solo se conoce por la elaboración de  
diccionarios y otros productos lexicográficos, pues el interés por estudiar la historia y  
estructuración de este tipo de obras ha desarrollado otra vertiente que cuenta con un cuerpo  
de conocimientos propios, métodos y técnicas de investigación. Así pues, esta disciplina  
lingüística se define por dos componentes: uno de ellos es su componente práctico o aplicado,  
encargado de la confección de repertorios lexicográficos y, el otro, denominado lexicografía  
teórica o metalexicografía, dedicado a la investigación histórica y la crítica de diccionarios  
con la finalidad de intervenir en el mejoramiento de la práctica lexicográfica, lo cual es  
posible mediante la revisión y reflexión de los criterios y técnicas lingüísticas empleados en  
la elaboración de estas obras.  
El plan trazado, a fin de cumplir con los objetivos planteados, es factible con la  
aplicación de métodos especializados en el ámbito de la lexicografía. Si consideramos el  
diccionario como un texto discursivo, tal y como lo concibe Dubois (1971), solo será posible  
evaluarlo desde un punto de vista lingüístico. Para acercarnos y comprender los diccionarios  
deberemos recurrir a la propia estructura interna, la cual nos dirá qué elementos debemos  
evaluar. En este sentido, tomamos como andamiaje metódico la metalexicografía, la cual es  
considerada como un método. Según lo refiere Anglada Arboix (1991) esta “cuenta con una  
metodología propia y dispone de cierto corpus de conocimientos, así como de medios  
particulares de descripción de los métodos y problemas que plantea la técnica de componer  
diccionarios” (p. 7).  
Claramente, la metalexicografía nos proporciona los procedimientos y técnicas  
necesarios para la recolección y el análisis de los datos. Para ello debemos considerar que la  
lexicografía como disciplina práctica constituye el sujeto de una teoría general de la  
lexicografía, por ende, todo aquello que escribamos “sobre lexicografía es parte de la  
metalexicografía” (Wiegand, 1984, p. 13)2. En este caso, abordaremos el estudio de un  
2 “We must bear in mind that writing on lexicography is part of meta-lexicography and that the theory of  
lexicography is not part of lexicography”.  
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producto lexicográfico, como lo es el Diccionario académico, y la recolección de datos,  
hallazgos y reflexiones forman parte de la metalexicografía.  
Por otro lado, Wiegand (1984) sostiene que “una teoría general de la lexicografía debe  
procesar y explicar sistemáticamente las razones del conocimiento requerido para que los  
lexicógrafos puedan llevar a cabo su trabajo de manera adecuada y lo mejor posible”3 (pp.  
14-15), y es por ello que el lingüista nos proporciona los campos temáticos que debemos  
considerar a la hora de realizar una investigación que se proponga como objetivo el análisis  
de una obra lexicográfica. Estos campos son: (1) Historia de la lexicografía; (2) Teoría  
General de la lexicografía, que incluye otros subcampos: Sección general, Teoría de la  
organización, Teoría de la investigación lexicográfica sobre el lenguaje y Teoría de la  
descripción lexicográfica del lenguaje; (3) Investigación sobre el uso del diccionario y (4) la  
Crítica de los diccionarios.  
Siguiendo los planteamientos de investigación establecidos por Wiegand (1984) en el  
ámbito de la metalexicografía, nuestra investigación se inscribe dentro de la crítica de  
diccionarios, entendida esta como la plantea Hernández Hernández (1998), en el sentido de  
que:  
no debe limitarse, sin más, a la censura y la descalificación (el diccionario perfecto  
es una utopía y es grande el riesgo de incurrir en injusticia en la valoración de estas  
obras); antes bien, su objetivo debe ser el de hacer patentes las virtudes de los  
diccionarios, en unos casos, y los errores y carencias, en otros, con la doble finalidad  
de informar y orientar a sus potenciales usuarios y para ir allanando el camino a una  
lexicografía más responsable y profesional. (p. 7)  
En este marco, nuestro estudio pretende realizar una revisión crítica del Diccionario  
académico, si consideramos que “la metalexicografía se ocupa, stricto sensu, del estudio y  
análisis de los repertorios lexicográficos con el ánimo de mejorar y hacer más eficaces los  
diccionarios y enciclopedias” (Ahumada Lara, 2016, p. 9), este estudio tiene un propósito  
metacrítico, que concuerda con el sentido metalexicográfico de ayudar en la evaluación de  
los repertorios lexicográficos.  
3 “A general theory of lexicography must systematically process and explain the reasons for the knowledge  
required to enable lexicographers to carry out their work appropriately and as well as possible”.  
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Ahora bien, es pertinente que mencionemos cuáles son los elementos estructurales del  
diccionario considerados para la revisión crítica, al respecto, tomamos la propuesta de  
evaluación de Rodríguez Barcia (2011, pp. 146-148), enfocada específicamente en el estudio  
de la ideología en el diccionario, a partir de la cual elaboramos el siguiente cuadro.  
Cuadro 1  
Niveles de análisis para el estudio de la ideología en los diccionarios  
Macroestructura  
Microestructura  
Textos preliminares y anexos:  
introducciones, advertencias, notas al  
lector, prólogos, apéndices.  
Orden de las acepciones.  
Lemas, y lematización: elección de  
formas canónicas, flexión de género y  
voces ausentes.  
.
Primer enunciado de la definición:  
- Información gramatical.  
- Marcas pragmáticas, diastráticas  
y diafásicas, y marcas de  
transiciones semánticas.  
- Marcas diacrónicas, marcas  
diatópicas  
- Indicaciones y recomendaciones  
de uso.  
Segundo enunciado de la definición:  
- Contorno de la definición,  
restricciones del significado  
(aposiciones especificativas e  
incisos explicativos).  
- Recursos de modalización  
discursiva (epistémica, deóntica,  
volitiva y valorativa).  
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2.2. Identificación del corpus  
La fuente de revisión y objeto de estudio de la investigación es el Diccionario  
académico, obra de particular relevancia simbólica en el ámbito social para los hablantes del  
español, puesto que en ella se reflejan los usos de esta lengua, por lo tanto, es la obra  
fundamental de referencia de la lengua española, tanto así que Haensch y Omeñaca (2004  
[1997]) sostienen que “desde que existen los diccionarios de la Real Academia Española,  
toda la lexicografía española depende de ellos y se nutre de su sustancia” (p. 202).  
Es de precisar que el Diccionario académico cuenta con veintitrés ediciones, de las  
cuales hemos seleccionado específicamente la vigesimotercera edición por tratarse de la  
versión impresa más reciente, en la cual se propone una revisión de las voces incluidas con  
la intención de reflejar un léxico más ajustado al uso de los hablantes, además de considerar  
algunas críticas para la reformulación de aquellas descripciones que pudiesen resultar  
hirientes.  
Así pues, el corpus de la investigación está representado tanto por los elementos  
macroestructurales como por los elementos microestructurales del DLE; ya los elementos  
de una sola obra lexicográfica constituyen una enorme masa de volumen que pudiera resultar  
poco manejable a efectos del análisis e interpretación, esta es otra de las razones por las que  
hemos decidido trabajar, de entre todas las fuentes, con una sola obra, el Diccionario de la  
lengua española (2014). Por otro lado, delimitamos los datos de estudio, a fines de que sean  
tanto significativos como manejables, tomando un conjunto de voces con características  
similares, que resultan relevantes para la investigación; es decir, de ese gran universo léxico  
representado en el diccionario, extraemos para el estudio el léxico de uso venezolano.  
2.3. Procedimientos para el análisis del corpus  
Presentado el corpus que constituye nuestro objeto de análisis, es preciso que  
describamos cómo serán analizados estos datos. En los niveles de análisis de la ideología en  
los diccionarios hemos adelantado la codificación de los resultados de esta investigación, que  
viene dada por la metodología metalexicográfica, porque nos permite reconocer a partir de  
la propia estructuración del diccionario los criterios de análisis para examinar el corpus  
seleccionado, determinar si hay sesgos ideológicos en los venezolanismos que refieren  
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profesiones u oficios, y precisar cómo se encuentran expresados. En otras palabras,  
realizamos el análisis en dos instancias, a saber, se evalúa la macroestructura y la  
microestructura con los elementos compositivos de cada una de ellas. El análisis general del  
corpus se completa en varias fases, para lo cual nos apoyamos en los planteamientos de  
Rivero Belisario (2017) y los adaptamos a nuestros intereses, puesto que su estudio se sitúa  
muy cercano a nuestra investigación. Así, las fases de este proceso son las siguientes:  
Fase 1: análisis del Diccionario de la lengua española  
El propósito de esta etapa es delimitar los elementos perceptibles en la macroestructura  
y microestructura del diccionario. Para ello es conveniente, en primera instancia, restringir  
el número de voces que serán objeto de análisis, puesto que el volumen total de entradas de  
la obra es de 93 111, lo que puede resultar una masa poco manejable y, por ende, poco  
efectiva a los alcances de la investigación. De manera que se optará por el aislamiento de  
voces, y hemos decidido tomar una muestra léxica del diccionario con características  
similares, a saber, se han seleccionado como datos aquellos usos venezolanos que poseen  
explícitamente la marca diatópica de Venezuela, así como aquellos que, no poseyéndola, se  
enuncia en la definición lexicográfica. La recolección de estos datos consiste en una lectura  
detallada y minuciosa, línea por línea, del diccionario; pues se debe realizar una revisión  
total, cuidadosa e individual de cada lema. Este procedimiento nos permite ir prefigurando  
un análisis preliminar para la interpretación, los datos se van sistematizando en función de  
categorías. De todas las categorías emergentes hemos tomado la categoría de interés para  
nuestro estudio: Profesiones u oficios, en la cual se incluyen las más diversas ocupaciones.  
Ya aclarada la selección y organización de los datos, es preciso que comentemos cómo serán  
analizados.  
Paso 1: Análisis de la macroestructura. Se identifican y se realiza una lectura de los  
elementos de la macroestructura del diccionario. Son objeto de análisis:  
(a) Los textos preliminares. En el caso del DLE, los apartados que nos proporcionan  
información son el preámbulo, la guía de uso y las advertencias. De estos hemos  
realizado una lectura global del contenido para indagar si se asoman criterios  
ideológicos que puedan enlazarse a la cuestión de género.  
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(b) El hábeas del diccionario. Se identifican los venezolanismos que registra el DLE y  
que se agrupan en la categoría Profesiones u oficios.  
(c) Las formas canónicas de las entradas. Se presta especial atención a aquellos lemas  
sometidos a procesos morfológicos que tienen que ver con las formas del género  
masculino y femenino, se determinan los puntos de encuentro de estos con el campo-  
temático de interés en función de explicar e interpretar la emergencia de ideología.  
Paso 2: Análisis de la microestructura. Se enfoca en el artículo lexicográfico y su  
constitución, son de especial interés para el análisis la lectura de:  
(a) Los elementos que conforman el primer enunciado de la definición. Aporta datos  
relevantes a la investigación la información gramatical, particularmente la  
subcategoría gramatical que indica género (masculino y femenino), ya que esta es  
susceptible de sustentar estructuras ideológicas sociales. En la revisión de la  
subcategoría gramatical nos enfocamos en aquellos lemas sustantivos que refieren a  
seres animados, pues es en estos en los que la marca de un género u otro pudiera ser  
indicativo de sesgos sexistas. La subcategoría gramatical, además, constituye un  
engranaje con la lematización, debido a que ambas están implicadas con aspectos  
referidos al género, por lo que se refuerzan una a otra.  
(b) El segundo enunciado de la definición. Esta revisión se centra en la definición  
lexicográfica, que ofrece información sobre el contenido semántico del lema. Los  
enunciados son susceptibles de ser analizadas en función de la modalización  
discursiva, implica que es necesario acudir a elementos de análisis que nos permitan  
ubicar patrones ideológicos, por lo que nos apoyamos en Kerbrat-Orecchioni (1987  
[1980]). Prestamos atención sobre todo a las desinencias verbales que expresen valor  
de tiempo pasado, presente o futuro, elección mediante la cual el enunciador puede  
dar por acabado algo o vincularlo al presente; a los sustantivos que pudieran contener  
desvaloraciones o valor laudativo y que nos indican una apreciación del enunciador;  
a los adjetivos con valor afectivo, evaluativo o axiológico; y a los verbos subjetivos  
que expresan algún tipo de valoración.  
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Fase 2: Contrastación y reinterpretación  
Obtenida una primera interpretación, se procede a realizar una reinterpretación de los  
hallazgos previos, con la intención de presentar los datos en nudos entrelazados que refuerzan  
estereotipos de género. Asimismo, se contrastan los hallazgos tanto con elementos históricos  
y culturales como con otras investigaciones, a modo de establecer relaciones que dirán en  
qué distan y en qué coinciden los diferentes estudios sobre los discursos estereotipados en el  
diccionario, además de indicar la relación que se halla entre los datos, la sociedad y la cultura.  
3. PRESENTACIÓN Y ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN  
En este apartado hemos recopilado los incidentes lexicográficos que se desprenden de  
los datos y que permiten ofrecer una lectura de la construcción de lo femenino y lo masculino  
en el diccionario a través del léxico de uso venezolano. Esta visión viene dada por el conjunto  
de creencias y concepciones sociales, no se puede soslayar la concepción del diccionario  
como un objeto cultural, en este sentido, es la cultura la que sostiene al diccionario (Forgas  
Berdet, 1999); por ello, a pesar de ser producto de una labor sistemática, pudiera verse en él  
la huella del lexicógrafo, también como un reflejo de la misma sociedad a la cual pertenece.  
Así, para llegar a la construcción de lo femenino y lo masculino en el ámbito de las  
profesiones u oficios, se esbozan los incidentes a través de la organización macro y  
microestructural. Estos fenómenos se visualizan de manera sintética en el siguiente cuadro,  
cuya sistematización hemos tomado de Rivero Belisario (2017) y la hemos adaptado a  
nuestros datos.  
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Cuadro 2  
De profesiones, oficios y algunos estereotipos de género que perviven en el Diccionario académico  
LECTURA DE LA MACROESTRUCTURA  
LECTURA DE LA M  
Campo léxico-  
temático  
Materia Léxica  
Lemas que  
participan de  
ideologías  
Lematización  
Categoría gramatical Definición  
(87 lemas)  
(22 lemas)  
-Lemas en  
masculino:  
-Lemas con marca de  
masculino:  
cargador,  
Perú, R. D  
alambiquero-ra  
antologador-ra  
asaltabancos  
atracador-ra  
bastonero-ra  
billetero-ra  
bombero-ra  
brujeador  
bastonero-ra  
brujeador  
caballericero  
cabrón-na  
caletero2-ra  
cantaclaro  
captor-ra  
cargador-ra  
cateador  
coleador-ra  
conscripto  
criandera  
curioso2  
encasquillador  
espaldero  
gorila  
hacendado-da  
pelotero2-ra  
rabón-na  
Profesiones u  
oficios  
brujeador  
caballericero  
cantaclaro  
cateador  
bastonero  
brujeador  
caballericero  
cabrón-na  
caletero2-ra  
cantaclaro  
captor-ra  
cargador-ra  
cateador  
mozo, za.  
ponía en l  
hombro a  
contratarlo  
hacer algú  
coleador  
conscripto  
curioso2  
bastonero  
rufián, na  
la prostituc  
buhonero-ra;  
caballericero  
(…)  
encasquillador  
espaldero  
coleador  
conscripto  
brujeador  
cimarronas  
noche, sin  
curioso2  
-Lemas en femenino: encasquillador  
espaldero  
gorila  
criandera  
caballeric  
caballeriz  
hacendado-da  
pelotero2-ra  
recluta  
recorrida  
sabanero-ra  
cateador.  
Méx., Par  
busca veta  
recluta  
recorrida  
sabanero-ra  
coleador,  
de toros y  
de una res  
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-Lemas con marca de  
femenino:  
encasquill  
criandera  
rabona  
Hombre qu  
rabón, na  
solía acom  
en campañ  
recorrida.  
de supervi  
sabanero,  
Nic., Perú,  
sabanear.  
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Los incidentes hallados en los venezolanismos que se agrupan en Profesiones u oficios  
pueden asociarse a nociones ideológicas en la construcción de la figura femenina y masculina,  
lador. 1. m. Cuba, Méx., Ur. y Ven.  
ue encasquilla (ǁ hierra).  
y se desprenden de los niveles macroestructurales y microestructurales de la obra  
a. 3. f. Bol., Ec., Perú y Ven. Mujer que  
lexicográfica estudiada. A nivel de la macroestructura los lemas y la lematización forman  
mpañar a los soldados en las marchas y  
ña.  
un engranaje que permite llegar a discursos emanados por la sociedad y que son reflejados  
. m. Ven. Soldado que tenía la función  
en el diccionario, cuando no sustentados por este. A nivel microestructural, los incidentes se  
isar los puestos de vigilancia.  
observan sobre todo en la categoría gramatical y la definición lexicográfica.  
, ra. 4. m. Col., C. Rica, Cuba, Hond.,  
En principio, nos centraremos en el abordaje de los incidentes que se desprenden de la  
, R. Dom. y Ven. Hombre encargado de  
macroestructura, luego los iremos enlazando en el análisis oportunamente con los incidentes  
microestructurales, pues notaremos que los puntos discursivos que se tejen en el campo de  
las Profesiones u oficios se relacionan y refuerzan continuamente en ambos niveles de  
organización de la obra lexicográfica.  
Es preciso que se señale que entendemos por profesiones u oficios ocupaciones  
habituales desempeñadas por una persona y por las cuales recibe una retribución, encajan  
aquí los más diversos oficios, tanto los que requieren un alto nivel de profesionalización  
como los que no, asimismo, el concepto no es excluyente del ámbito delictivo ni de aquellos  
cargos, funciones u ocupaciones por los que no se recibe remuneración y se desempeñan  
ocasionalmente, o roles que se ejecutan en algún momento desde un ámbito profesional.  
Dicho esto, es pertinente que presentemos la materia léxica.  
Materia léxica de las profesiones u oficios (87 lemas): alambiquero-ra; antologador-  
ra; asaltabancos; atracador-ra; bastonero-ra; billetero-ra; bombero-ra; brujeador;  
buhonero-ra; caballericero; cabrón-na; cafetero-ra; caletero2-ra; cantaclaro; captor-ra;  
cargador-ra; cateador; chacarero-ra; chaperón-na; chichero-ra; coimero1-ra; coleador-  
ra; computista; conscripto; conuquero-ra; convencionista; criandera; curamichate;  
curioso1-sa; curioso2; datero-ra; despachador-ra; encasquillador; esgrimista;  
espaldero; facilitador-ra; faculto-ta; farmaceuta; fildeador-ra; fletero-ra; gandolero-ra;  
gerente-ta (para f. u. gerenta en Ven.); gorila; gremialista; gruero-ra; guardaparques  
(Tb. guardaparque en Ven.); hacendado-da; intendente-ta (para el f. u. intendenta en  
Ven.); impulsador-ra; laboratorista; lanzador-ra; latero-ra; líder-resa (para el f. u.  
lideresa en Ven.); locero-ra; malandro-dra; manicero-ra; manicurista; mantequillero-  
ra; maquillista; maraquero-ra; marchante2-ta; mesonero-ra; miniteca; monticulista;  
operático-ca; pailero-ra; patotero-ra; pelotero2-ra; pícher; plagiador-ra; plagiario-ria;  
pulpero1-ra; rabón-na; receptor-ra; recluta; recorrida; rezandero-ra; rugbista;  
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ruletero-ra; santero-ra; sabanero-ra; sisalero-ra; sobandero-ra; toletero-ra;  
uniformado-da; velerista; yerbatero-ra.  
Puede apreciarse que la materia léxica de Profesiones u oficios consta de 87 lemas de  
uso venezolano que aluden a ocupaciones de los más variados ámbitos. Los lemas refieren  
profesiones que requieren un alto nivel de especialización (antologador-ra, esgrimista,  
facilitador-ra, farmaceuta…), oficios que no requieren de alto nivel de especialización y que  
en algunos casos se asocian a ocupaciones informales (alambiquero-ra, billetero-ra,  
bombero-ra, buhonero-ra, cargado, chichero-ra…), ocupaciones delictivas (asaltabancos;  
atracador-ra, bastonero-ra, cabrón, captor, malandro-dra, patotero-ra, plagiador-ra,  
plagiario-ria), ocupaciones del ámbito militar o policial (conscripto, rabona, recluta,  
recorrida, uniformado-da) y oficios que se circunscriben al ámbito rural (brujeador,  
caballericero, cafetero-ra, cateador, coleador…). Por ello, podríamos afirmar que la materia  
léxica, en cuanto a venezolanismos se refiere, que recoge el DLE es heterogénea e inclusiva.  
La distribución de los 87 lemas viene dada por 14 nuevas adiciones, esto es, se  
incorporan 14 profesiones que no se registran en el DRAE-01, se trata de las voces  
antologador-ra, asaltabancos, convencionista, fildeador-ra, guardaparques, importado-da,  
impulsador-ra, inicialista, maquillista, monticulista, pícher, rugbista, toletero-ra, velerista.  
Los otros 73 lemas restantes se registran en el DRAE-01 y en el DLE, y en la mayoría de las  
ocasiones no reportan variación o modificación alguna.  
Reportan variación lemas como gandolero, gruero, mantequillero, sabanero y  
uniformado, que en el DRAE-01 se lematizan en masculino, en el DLE se presentan con  
moción de género (gandolero-ra, gruero-ra, mantequillero-ra, sabanero-ra, uniformado-da),  
esta modificación también afecta la microestructura en la categorización gramatical, pues, en  
la nueva edición del diccionario los lemas mencionados se categorizan con las marcas m. y  
f., para masculino y femenino respectivamente. Algunos lemas como ruletero-ra, lanzador-  
ra y bombero-ra que se presentan con moción de género en la lematización en el DRAE-01,  
pero que se categorizaban en masculino, son modificados en el DLE a nivel de la  
microestructura, presentando la marca del masculino y el femenino.  
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Cuadro 3  
Enmiendas, adiciones y lemas que siguen entrelazándose con estereotipos de género  
Lemas que reportan estereotipos de  
género en el DLE  
(22 lemas)  
bastonero-ra; brujeador; caballericero; cabrón-na; caletero2-  
ra; cantaclaro; captor-ra; cargador-ra; cateador; coleador;  
conscripto; criandera; curioso2; encasquillador; espaldero;  
gorila; hacendado-da; pelotero2-ra; rabón-na; recluta;  
recorrida; sabanero-ra.  
Lemas enmendados del DRAE-01 al  
DLE, tanto en la macroestructura  
como la microestructura, en función  
del género  
(8 lemas)  
billetero-ra,  
bombero-ra,  
gandolero-ra,  
gruero2-ra,  
mantequillero-ra, pulpero1-ra, ruletero-ra, uniformado-da.  
Lemas registrados en el DLE que no  
se registran en el DRAE-01y que no  
reportan estereotipos de género  
(14 lemas)  
antologador-ra, asaltabancos, convencionista, fildeador-ra,  
guardaparques, importado-da, impulsador-ra, inicialista,  
maquillista, monticulista, pícher, rugbista, toletero-ra, velerista.  
Estos cambios pueden deberse a un aspecto que estudiosos y usuarios de la lengua han  
venido apuntalando a la Academia sobre sesgos sexistas, por esta misma razón en el  
PREÁMBULO (p. XI) de la vigesimotercera edición se indica que estas realidades  
constantemente denunciadas pueden considerarse como ya superadas, lo que puede  
observarse en los cambios ya señalados, los cuales se dan en función de que la lengua incluya  
a la mujer en algunos ámbitos de trabajo en los que se le había estado invisibilizando.  
Ahora bien, algunos lemas registrados en el DLE, también registrados en el DRAE-01,  
parecen indicar que en el diccionario hay ciertas realidades que no han sido del todo  
superadas. A pesar de tratar de subsanar discursos inclinados a las desigualdades, algunas  
voces no van a la par de las transformaciones sociales y, además, no parecieran, tal y como  
se reseña en el propio DLE, que estos sentidos acogidos sigan “estando perfectamente  
vigentes en la comunidad social” (PREÁMBULO, p. XI). Es por ello que consideramos  
pertinente revisar estos lemas de los que hablamos, se trata de: bastonero, brujeador,  
caballericero, cabrón-na, caletero2-ra, cantaclaro, capto-rar, cargador-ra, cateador,  
coleador-ra, conscripto, criandera; curioso2, encasquillador, espaldero, gorila, hacendado-  
da, pelotero2-ra, rabón-na; recluta, recorrida, sabanero-ra.  
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De entrada, nos preguntamos qué concepciones giran en torno a la construcción de lo  
femenino y lo masculino en las tareas desempeñadas por unos y otros. En este sentido,  
observamos que los lemas pueden agruparse en (a) oficios que implican fortaleza física o  
algún tipo de esfuerzo físico: brujeador, caballericero, caletero, cargador, cateador,  
coleador, encasquillador, espaldero, sabanero; (b) cargos u oficios asociados a capacidades  
intelectivas u otras facultades: cantaclaro, curioso2, hacendado; (c) ocupaciones  
relacionadas con el ámbito político y militar: conscripto, gorila, rabona, recluta, recorrida;  
(d) ocupaciones relacionadas con el ámbito delictivo o criminal: bastonero, cabrón, captor;  
(e) profesiones del ámbito deportivo: pelotero2; (f) oficios implicados en el crianza:  
criandera.  
A simple vista, esta materia léxica así constituida nos arroja algunos indicios del  
discurso que se teje en el diccionario, a este elemento sumemos otro: la mayoría de estos  
lemas están inscritos exclusivamente en la esfera masculina; en otras palabras, se trata unas  
veces de oficios o profesiones que se adjudican socialmente a hombres. De manera que  
nuestro siguiente paso consiste en examinar los mecanismos lexicográficos que en el  
diccionario se estarían empleando para sustentar estos estereotipos. Para ello debemos revisar,  
en principio, un aspecto de la macroestructura que, por estar relacionado con las formas  
canónicas en que se les da entrada a las voces recopiladas en las obras lexicográficas, es  
susceptible de servir como andamiaje en el sustento y transmisión de realidades  
estereotipadas, nos referimos a la lematización. No en vano, lingüistas como Forgas Berdet  
(2007); San Vicente, Garriga y Lombardini (2011) han señalado que las ausencias del  
femenino en la lematización de los diccionarios es un elemento trasmisor de ideología. En  
este contexto, presentamos el siguiente cuadro con los lemas que tienen entrada en el DLE,  
bien en masculino o en femenino.  
Cuadro 4  
Lematización de las profesiones u oficios  
Entradas lematizadas en masculino  
Entradas lematizadas en femenino  
brujeador, caballericero, cantaclaro, cateador, coleador, criandera  
conscripto, curioso2, encasquillador, espaldero  
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Puede observarse que, en la lematización de algunas profesiones u oficios, que según  
procesos morfológicos de la lengua pueden perfectamente aparecer con moción de género,  
el lema solo toma la forma del masculino: brujeador, caballericero, cantaclaro, cateador,  
conscripto, curioso2, encasquillador, espaldero, cuando no, la forma del femenino:  
criandera. Así, estos lemas que pudieran presentarse como brujeador-ra, caballericero-ra,  
cantaclaro-ra, cateador-ra, conscripto-ta, curioso2-sa, encasquillador-ra, espaldero-ra  
toman tan solo la forma masculina.  
Con este procedimiento morfológico de selección de las unidades léxicas que dan  
entrada a los artículos, el diccionario nos está indicando que los oficios presentados en  
masculino se desempeñan exclusivamente por uno de los géneros, excluyendo al otro de estos  
ámbitos de trabajo, cuestión que no hace sino afianzar la idea de que existe una división  
conforme a las diferencias sexuales, las mujeres realizan un tipo de trabajo y los hombres  
otros, relegando a la mujer sobre todo a los ámbitos domésticos, y ello se observa en los  
contextos a los que pertenecen los oficios, asociados a fortaleza física (brujeador,  
caballericero, cateador, encasquillador, espaldero), a capacidades intelectivas u otras  
facultades (cantaclaro, curioso), al ámbito político y militar (conscripto), y a la crianza  
(criandera).  
Al respecto, conviene realizar una lectura en conjunto de estos lemas y observarlos  
desde los ámbitos temáticos en los cuales se están inscribiendo, pues parece indicar que  
estamos frente a una suerte de estereotipación de las profesiones que presenta a la mujer  
como poco apta para desempeñar oficios que impliquen algún tipo de esfuerzo físico o  
aquellos que requieren ciertas capacidades intelectivas, también se hace notoria la ausencia  
de la mujer en el ámbito militar, concibiéndola, tal vez, como criadora o cuidadora. Bien  
puede alegarse que ocupaciones como conscripto o criandera no estarían siendo partícipes  
de ideologías emanadas de la estructura lexicográfica y se corresponden más bien con  
estructuras sociales que recoge el diccionario, lo cual es completamente cierto, pues no  
podemos negar que en la constitución histórico-social del ámbito militar la figura femenina,  
en principio, ha tenido poca participación. Por otro lado, son las mujeres quienes han sido  
crianderas porque, conforme a su constitución biológica, son las únicas que pueden  
amamantar; con ello queremos aclarar que no pretendemos que el diccionario cambie la  
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lematización de criandera sin que se corresponda con la realidad a la que alude; no obstante,  
la razón por la que hemos incluido este lema en nuestro análisis es porque, siendo la única  
voz lematizada en femenino, su lectura adquiere relevancia dentro del conjunto total de  
entradas del campo léxico-temático Profesiones u oficios que dejan rastro ideológico  
mediante la lematización; así, la tendencia se inclina a mostrar al hombre como capacitado  
para desempeñar profesiones militares o trabajos pesados y, en este contraste, a la mujer  
como criandera.  
A los planteamientos anteriores, habría que agregar que no pasamos por alto que la  
Academia parte de un corpus oral y escrito que sustenta cada una de las voces que se acogen  
en el diccionario, de manera que priva el registro de los usos emanados por la sociedad; sin  
embargo, no es menos cierto que con esta premisa normalmente se intentan invalidar los  
argumentos que señalan que el no desdoblamiento en las entradas que refieren profesiones  
conlleva una condición ideológica, y justificar el hecho de que el Diccionario académico por  
años ha venido arrastrando este lastre. La incorporación del femenino en profesiones y oficios  
se hace necesaria toda vez que rompe el hilo con una construcción discursiva discriminatoria  
y, además, porque considera el hecho social de que la mujer ha ido asumiendo cargos y  
ocupaciones que antes no desempeñaba (Haensch, 1982).  
Así pues, resulta pertinente que realicemos una lectura global, en la que enlacemos los  
lemas antes señalados, que presentan incidentes de tipo ideológico en la lematización, con  
los lemas restantes, para obtener un panorama más completo. De manera que el siguiente  
paso es revisar los fenómenos que se hallan en la microestructura y que se engranan  
discursivamente con la macroestructura, esto nos permite ahondar en esas parcelas que  
reflejan focos sexistas en la construcción de lo femenino y lo masculino.  
Los fenómenos hallados en el nivel microestructural se desprenden de la categoría  
gramatical y la definición lexicográfica. Ya hemos presentado la lematización de las  
profesiones de manera general, lo que ha permitido observar que en el ámbito militar y en las  
ocupaciones que requieren esfuerzo físico hay estereotipación en cuanto que subyace en el  
diccionario una división de trabajos, los realizados por hombres y los que desempeñan  
mujeres, esto forma un engranaje discursivo con la categorización gramatical, pues viene a  
reforzar el género de las ocupaciones ya lematizadas, bien en masculino o en femenino.  
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En otras ocasiones, encontramos que algunas de las profesiones que se presentan con  
moción de género en el lemario se categorizan en masculino, con lo que la estereotipación se  
hace visible tan solo en la microestructura a través de la categoría gramatical. A este  
engranaje lematización-categorización se le suma la definición lexicográfica, que mediante  
la selección de hiperónimos refuerza la figura masculina en un tipo de ocupación específica.  
Comencemos por revisar la categorización de los lemas y posteriormente se irán engranando  
los incidentes con la lematización y la definición.  
Cuadro 5  
Categorización de las profesiones u oficios  
Lemas marcados masculino  
Lemas marcados en femenino  
bastonero-ra, brujeador, caballericero, cabrón- criandera, rabona.  
na, caletero2-ra, cantaclaro, captor-ra,  
cargador-ra, cateador, coleado, conscripto,  
curioso2, encasquillador, espaldero, gorila,  
hacendado-da pelotero2-ra, recluta, recorrida,  
sabanero-ra.  
Este conjunto de lemas, categorizados unos en masculino y otros en femenino, pueden  
agruparse para su análisis en ideas trasmisoras de estereotipos, las cuales examinaremos a  
continuación:  
(a) La mujer y el ámbito militar  
Los lemas conscripto, gorila, recluta y recorrida se marcan gramaticalmente en  
masculino, en tanto que rabona se marca en femenino. ¿Qué podrían estar arrojando estos  
incidentes considerando que, del total de lemas para profesiones registradas en el DLE, los  
que refieren el ámbito militar son estos, más uniformado-da, que es el único de este ámbito  
que se lematiza y categoriza en ambos géneros?  
Estamos frente a una suerte de invisibilización de la mujer en la institución castrense,  
cuestión esta que, en principio, está siendo emanada de la estructura social y recogida por el  
diccionario. Recordemos que a lo largo de la historia las fuerzas militares han estado  
ocupadas por la figura masculina y, según Rial (2009, p. 38), refiriéndose al caso  
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latinoamericano: “Las personas que quieren ser parte de una fuerza militar y no son hombres  
han debido acomodarse a una institución históricamente masculina”.  
En el caso particular de Venezuela la participación de las mujeres en las fuerzas  
armadas data de los años 50 con la figura de asimiladas, mujeres no formadas en instituciones  
militares, sino que se integran como profesionales del área médica o como auxiliares (Tovar  
Weffe, 2004, p. 115), esto concuerda con Rial (2009, p. 43-44) al señalar que existen unos  
prejuicios en las fuerzas armadas respecto a la figura femenina, por lo que hay una tendencia  
en la institución castrense a reclutarla para puestos administrativos y logística. Pese a estas  
ideas, en el caso venezolano, en el año de 1978, ya no bajo la figura de asimiladas, ingresan  
las primeras alumnas a la Escuela Técnica de la Fuerza Aérea, un grupo de 43 jóvenes. En  
1979 se incorpora otro grupo de jóvenes a las filas de la Armada. Estos alistamientos a las  
filas militares fueron el preludio en la historia de que ocuparían los cargos más altos.4  
En este contexto, entendemos que lemas como conscripto, gorila, recluta y recorrida  
posean en el diccionario la marca gramatical de masculino, pues la figura de la mujer en las  
filas militares fue en un principio, si no del todo ausente, sí relegada al oficio de rabona, a  
acompañante, en muchas ocasiones de sus maridos, para asistir a los hombres en la guerra.  
En Venezuela hasta el año 2014, que se hacen cambios en la Ley de Registro y  
Alistamiento para la Defensa Integral de la Nación (art. 5), el reclutamiento era forzoso,  
cumplir con el servicio militar era obligatorio para los hombres, estos datos nos proporcionan  
el marco en el que se inscriben conscripto, recluta y recorrida e incluso gorila con el sentido  
de golpista, pues siendo los hombres quienes ocupaban cargos militares, eran estos los que  
podían tomar acciones de cualquier tipo en este ámbito. No obstante, es oportuno que  
revisemos la correspondencia de estos cuatro lemas del ámbito militar con la historia y la  
realidad venezolana, pues tal como los presenta el DLE, marcados gramaticalmente en  
masculino, pareciera que en Venezuela la institución castrense es inminentemente masculina.  
4
Datos tomados de la Red de Seguridad y Defensa de América Latina (RESDAL). (2010). IX  
CONFERENCIA DE MINISTROS DE DEFENSA DE LAS AMÉRICAS. Línea Temática B: Democracia,  
Fuerzas Armadas, Seguridad y Sociedad. Subtema I: Participación de la Mujer y Equidad de Género en las  
Fuerzas Armadas e Instituciones de Defensa, País relato: Venezuela. (En Bolivia, mayo de 2010).  
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La información anterior nos da pie para afirmar que la marcación gramatical en  
masculino en el diccionario está siendo parte de estereotipaciones de la mujer en el campo  
militar. Pero no solo se trata de que se percibe que las mujeres venezolanas han estado  
ausentes en la institución castrense, sino que también se les puede estar concibiendo como  
incapaces de una participación militar desde la violencia y la toma de poder forzosa, se puede  
apreciar en el lema gorila, cuyo sentido es “individuo, casi siempre militar, que toma el poder  
por la fuerza”. Es por esto que nos preguntamos ¿será acaso que la mujer venezolana no ha  
sido partícipe de ideas revolucionarias?, ¿será que se les concibe como incapaces de violencia?  
Al respecto, hemos hallado registros que indican que la mujer militar en la historia de  
Venezuela ha participado de tomas de poder, tómese como ejemplo la rebelión militar del 27  
de noviembre de 1992 contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, en la que participaron la  
teniente Yllermina Celis Salas, la capitana María Eugenia Lasala Serrano, la teniente Maritza  
Camargo y la mayor Marisela Arévalo Rausseo5. Si bien es cierto que estas figuras no  
fungieron de regente principal en la rebelión, no se podría negar su participación en  
movimientos revolucionarios, con ello, la marca gramatical del masculino en un lema como  
gorila afianza la idea de una mujer ausente en las filas militares.  
Por ello, es oportuno recordar que desde 1978 las mujeres venezolanas han ido  
haciéndose un espacio en el ámbito militar de Venezuela, que los reclutas, los conscriptos,  
ya no son exclusivamente hombres y que el servicio militar ya no es obligatorio, es decir,  
cualquier persona que lo desee puede enlistarse en las filas militares, sean hombres o mujeres,  
y esto está asentado en la Ley de Registro y Alistamiento para la Defensa Integral de la  
Nación (art. 6, numeral 1), en la que el contingente se entiende como un “grupo de hombres  
y mujeres, que en condición de tropa alistada, forman parte de la Fuerza Armada Nacional  
Bolivariana”. Cabría preguntarse, entonces, si los sentidos y la vigencia de estos lemas van  
acorde con la realidad actual de Venezuela, para ello revisemos algunas definiciones.  
rabón, na. 3. f. Bol., Ec., Perú y Ven. Mujer que solía acompañar a los soldados  
en las marchas y en campaña.  
5 Ibidem.  
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recorrida. m. Ven. Soldado que tenía la función de supervisar los puestos de  
vigilancia.  
Véase que en la definición de rabona y recorrida se emplean verbos en pretérito  
imperfecto, la selección de los tiempos verbales, por así decirlo, distancian al enunciador,  
tienden a borrar su huella, y nos sumergen en un hecho que en relación con el presente indica  
anterioridad. Así, estas ocupaciones fueron ejecutadas en el pasado, el papel de las rabonas  
fue, en un momento de la historia, oficio desempeñado por mujeres, como se refuerza con el  
hiperónimo “mujer” que se selecciona en la definición; en este caso, el diccionario está  
reflejando una realidad social emanada de la estructura social en algún momento, y de hecho  
en el DRAE-01, en la definición, se selecciona el verbo en presente “que suele acompañar”,  
esta misma relación aplica para recorrida, se señala un oficio de una época de la historia en  
que la participación de las mujeres en el ámbito militar se restringía a atender a los hombres  
de la guerra. No obstante, no es así para recluta y conscripto, cuyas definiciones mantienen  
una relación con el presente, por ende, el discurso entra en relación directa con el enunciador  
y el momento de la enunciación, tómese como ejemplo la siguiente definición:  
conscripto. m. Arg., Bol., Chile, Ec., Méx., Par., Perú, Ur. y Ven. Soldado  
mientras recibe la instrucción militar obligatoria.  
Estaríamos, así, frente a una exclusión de las mujeres de las filas militares, incluso  
podemos afirmar que el diccionario no está reflejando la realidad venezolana, de manera que  
lemas como conscripto, gorila, recluta y recorrida con marca gramatical del masculino  
transmiten una construcción estereotipada de la institución castrense venezolana, cuando en  
realidad los hechos y datos históricos indican que hay una participación de la mujer en el  
ámbito político-militar.  
(b) La mujer y las profesiones u oficios que implican esfuerzo físico  
Ya hemos anunciado esta idea en la lematización de las profesiones u oficios cuando  
presentábamos los lemas brujeador, caballericero, cateador, encasquillador y espaldero que  
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tienen entrada en el DLE en masculino, género que toman también en la categorización. A  
estos lemas se suman otros cuyo fenómeno de estereotipación se hace visible a través de la  
microestructura mediante la categorización en masculino, nos referimos a los lemas:  
caletero-ra, cargador-ra, cateador, coleador-ra y sabanero-ra. Respecto a estos lemas y  
otros oficios que implican algún esfuerzo físico, como cafetero-ra, chacarero-ra, gandolero-  
ra, gruero-ra, pailero-ra y sisalero-ra, observamos que en estos últimos, tanto la  
lematización como la categorización gramatical, se presentan en masculino y femenino.  
Los lemas cafetero-ra, chacarero-ra, y sisalero-ra, aunque implican algún tipo de  
esfuerzo físico, a diferencia de brujeador, caballericero, caletero-ra, cargador-ra, cateador,  
encasquillador, espaldero y sabanero-ra, refieren el mundo agrícola, están implicados con  
actividades del cultivo, y el lema pailero-ra, además de relacionarse con el componente de  
esfuerzo físico, es una actividad en el que se implica la cocina. ¿Qué queremos decir con ello?  
Que tal vez estamos frente a una sectorización del trabajo, ¿acaso esté el diccionario  
sustentando la división del trabajo por atributos que ubiquen a la mujer dentro de las  
actividades que implican fortaleza física en la agricultura más que en otro ámbito?  
Tal pareciera que lemas como brujeador, caballericero, caletero-ra, cargador-ra,  
cateador, coleador, encasquillador, espaldero y sabanero-ra, que requieren quizás una  
mayor rudeza, están siendo adjudicados al género masculino, no así sucede con aquellos en  
que el esfuerzo físico requiere labores de cultivo. Puede suceder que, como en las  
ocupaciones militares, estos lemas estén refiriendo trabajos que antaño fueron desempeñados  
por hombres, y que hoy por hoy no reflejan la realidad venezolana en la que la mujer participa  
de los diferentes campos de trabajo. De manera que no podríamos negar que hay una suerte  
de división por género de los oficios, lo hemos observado en la lematización y la  
categorización de los lemas, y a esto tendríamos que sumarle el fenómeno que hemos hallado  
en la definición lexicográfica, que está afianzando la figura masculina en algunos de estos  
campos de trabajo, revisémoslo continuación:  
brujeador. m. Ven. Hombre que captura bestias cimarronas persiguiéndolas  
durante el día y la noche, sin dejarlas descansar.  
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cateador. 2. m. Arg., Bol., Chile, Cuba, Ec., Méx., Par., Perú y Ven. Hombre  
que catea (ǁ busca vetas mineras).  
coleador, ra. 2. m. Méx. y Ven. En las corridas de toros y en los hatos, hombre  
que tira de la cola de una res para derribarla en la carrera.  
encasquillador. 1. m. Cuba, Méx., Ur. y Ven. Hombre que encasquilla (ǁ hierra).  
sabanero, ra. 4. m. Col., C. Rica, Cuba, Hond., Nic., Perú, R. Dom. y Ven.  
Hombre encargado de sabanear.  
La idea de los oficios que requieren fuerza física como “trabajos de hombres” se  
refuerza en la selección de los hiperónimos de estas definiciones. Si bien observamos que  
estos lemas poseen la categoría gramatical en masculino y otras tantas veces la lematización  
en este género, la selección del hiperónimo podría ser diferente, optando por uno que sea  
neutro, procedimiento que suele aplicarse en el mismo diccionario cuando emplea, por  
ejemplo, el hiperónimo de definición “persona”. No obstante, el enunciador, en los lemas  
brujeador, cateador, coleador-ra, encasquillador y sabanero-ra, opta por el hiperónimo  
“hombre”, no dejando lugar a dudas sobre la figura masculina como la única que desempeña  
estos trabajos. Esta situación quizás sería menos problemática si el diccionario pudiera darnos  
pistas de que las realidades reflejadas obedecen al pasado, tal como sucede en la siguiente  
definición:  
cargador, ra. 11. m. Cuba, Ec., El Salv., Méx., Perú, R. Dom. y Ven. mozo de  
cuerda.  
mozo, za. ■ mozo de cuerda. m. mozo que se ponía en los lugares públicos con  
un cordel al hombro a fin de que cualquiera pudiera contratarlo para llevar cosas  
de carga o para hacer algún mandado.  
El lema cargador-ra, que remite a mozo de cuerda, una subentrada (construcción  
sustantiva), también marcada en masculino, es el único lema de este subconjunto que en la  
definición “mozo que se ponía en los lugares públicos…” nos remite a una ocupación  
histórica, desempeñada por hombres. No obstante, los demás lemas (brujeador, caballericero,  
caletero2, cateador, coleador, encasquillador, espaldero, sabanero) le ofrecen al usuario del  
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diccionario una lectura vigente, le dicen que cada uno de estos oficios son desempeñados en  
la actualidad por hombres, la mujer no aparece reflejada en los venezolanismos que refieren  
trabajos que requieren de fuerza física, valga esta evidencia para afirmar que el diccionario  
está sustentando no solo un discurso social discriminatorio, sino un estereotipo de género que  
concibe a la mujer como incapaz de realizar trabajos pesados, y esto no deja de ser ideológico  
a pesar de que el Diccionario Académico parte de un corpus oral y escrito. Dicho esto, nos  
parece que esta imagen que presenta el DLE no es objetiva, coincide con una premisa de  
correspondencia social que ya Pascual y Olaguíbel (1992, p. 73-74) advierten y es que “no  
existe un mundo real objetivo, sino el que corresponde al modelo social dominante”.  
Por otro lado, sería todavía menos problemático el asunto de que el género masculino  
sea el que el diccionario tome como referencia en estas ocupaciones si pudiéramos decir con  
toda certeza que las mujeres no han desempeñado estos trabajos o los esté desempeñando en  
este momento, tal como sucede con un lema como curamichate para referirse a los curas.  
Pues es entendible que en algunas ocasiones sucede que la poca o nula participación de  
mujeres en algunos ámbitos incide en las designaciones que pasan de un hablante a otro en  
forma masculina, dejando de lado a la figura femenina y, por ende, invisibilizándola de estos  
contextos, este aspecto señalado ciertamente no recae en los diccionarios, sino más bien en  
la estructura social.  
Sin embargo, ese no parece ser el caso que emana de los venezolanismos que refieren  
ocupaciones que implican esfuerzo físico. Pese a que pudiera haber o hubo poca participación  
de la figura femenina en la ejecución de estas labores, corre la impronta de que, si tan solo  
una mujer desempeña, e incluso desempeñó, alguno de estos oficios, se le esté excluyendo  
en el diccionario bajo ideas que pueden ser precisamente estereotipos que ubican a la figura  
femenina en esa concepción de sexo débil, en contraposición del hombre como el sexo fuerte.  
Con esto podemos decir que el diccionario, mediante los mecanismos lexicográficos  
macro y microestructurales (lematización, categorización y definición), sustenta  
desigualdades, lo que se hace aún más abismal considerando la aceptación y credibilidad que  
la obra tiene en la comunidad de hablantes.  
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(c) El hombre y las ocupaciones ilícitas  
Se ha rastreado, en los venezolanismos registrados en el DLE para ocupaciones del  
ámbito delictivo, una parcela que refiere oficios ilícitos con la marca gramatical de masculino,  
estos lemas son: bastonero-ra, cabrón-na y captor-ra, los dos primeros con el sentido de  
“tráfico de la prostitución” y el último cercano al oficio de la piratería. Se precisa que de  
entre las ocupaciones del ámbito delictivo (asaltabancos; atracador-ra, bastonero-ra,  
cabrón, captor, malandro-dra, patotero-ra, plagiador-ra, plagiario-ria) las señaladas son  
las únicas que poseen marca gramatical en masculino, el resto poseen categorización  
gramatical en masculino y femenino.  
¿Qué observamos en esta parcela?  
En principio, diremos que posiblemente se esté estigmatizando la figura masculina al  
concebirla como la individualidad con mayor tendencia a participar de ocupaciones ilícitas,  
en tanto que se le opondría la figura femenina con menor incidencia, sobre todo en el campo  
del proxenetismo.  
En el ámbito de la piratería hallamos un elemento interesante, este oficio está asociado  
también a marinos, y el campo náutico ha estado históricamente dominado por la figura  
masculina. Por un lado, tendríamos que un “captor” puede ser partícipe de esta ocupación  
delictiva precisamente porque social e históricamente no se ha considerado el oficio de  
navegante como una ocupación de mujeres y, por el otro, como ya hemos señalado, que se  
está estigmatizando la figura masculina asociándola a asuntos ilícitos.  
En lo que respecta al ámbito del proxenetismo, examinemos los artículos lexicográficos  
de las voces adscritas a este campo para luego presentar nuestras observaciones:  
cabrón, na. 9. m. Bol., Chile, Ec. y Ven. Rufián que trafica con prostitutas.  
bastonero, ra. 6. m. Ven. rufián.  
rufián, na. 1. m. y f. Persona sin honor, perversa, despreciable.2. m. Hombre  
dedicado al tráfico de la prostitución.  
En el lema bastonero, asociado a la prostitución, se refuerza la figura masculina en el  
ejercicio del proxenetismo a través de la categoría gramatical. Es el mismo caso para el lema  
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cabrón, en el cual, además, se emplea como hiperónimo de definición el sustantivo “rufián”,  
al examinar las definiciones de este, encontramos dos acepciones, una asociada al sentido de  
cualidades deshonrosas y otra al proxenetismo como ocupación. Así, observamos que el  
hiperónimo seleccionado conlleva en sí una carga semántica negativa, que resulta valorativa  
del oficio y, por ende, subjetiva en la definición de cabrón. Adicionado a lo anterior, en la  
lengua de definición de rufián, lema al que remiten cabrón y bastonero, se emplea como  
hiperónimo de definición el sustantivo “hombre” en la segunda acepción que alude a  
proxeneta, de modo que no solo la marca gramatical en masculino basta para indicar que es  
un oficio desempeñado por hombres, el hiperónimo escogido no deja lugar a dudas.  
En este contexto, pudiéramos llegar a la conclusión de que estos lemas refieren una  
realidad social, sobre la cual el diccionario media como registrador, asunto este que no  
negamos, por lo que efectivamente estamos ante voces que en la sociedad se han empleado  
en masculino porque referían entidades masculinas, en tanto que existen voces como madama  
que en este mismo ámbito aluden a las figuras femeninas. Sin embargo, definidos en la forma  
en que están los lemas bastonero, cabrón y rufián pudieran estar perpetuando sentidos que  
ya no están en vigencia y que pueden sustituirse por un sentido más actual como el de  
proxeneta, que a ojos de Calero Fernández (2014, p. 43) resulta transparente y usual.  
Otra observación se desprende del hecho de que, en nuestro corpus, bastonero y cabrón  
son los únicos lemas referidos a la prostitución en el marco ilícito. Esto pudiera estar cercano  
a una ideología sexista en la que las mujeres no intervienen en el tráfico de la prostitución  
porque son precisamente los objetos del tráfico, con ello se estigmatiza a la mujer como el  
único sujeto que ejerce este oficio. Pese a ello, no podemos saltar a conclusiones definitivas  
sobre este tema, pues, dada la selección del corpus de esta investigación, trabajamos con una  
parcela del léxico de la prostitución, sería interesante y esclarecedor en futuras  
investigaciones abordar el universo léxico del DLE en su totalidad con miras a determinar si  
el foco del ejercicio de la prostitución de vuelca sobre la figura femenina, esto tal vez nos  
confirmaría si hay una visión que estigmatiza a la mujer como la única en el ejercicio de esta  
ocupación.  
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Otros lemas que se categorizan en masculino dan pie a las siguientes reflexiones que  
se conectan con las ideas anteriores en tanto que hay estereotipos reforzados por el DLE en  
torno a la construcción de lo femenino y lo masculino:  
(d)  
Lemas como cantaclaro y curioso2 que aluden a oficios que requieren  
alguna aptitud para su desempeño podrían estar reforzando la idea de que las mujeres  
no son aptas o no poseen las cualidades necesarias, en el caso de cantaclaro, para ser  
coplera, y en el caso de curiso2, para ser curandera. Aunado a esto, habría que  
considerar si estas designaciones poseen vigencia entre los hablantes venezolanos, si  
históricamente fueron designaciones para oficios desempeñados por hombres; no  
obstante, nos apegamos a elementos ya argumentados anteriormente, lo que nos lleva  
a observar que, por ejemplo, la definición de cantaclaro ofrece una lectura actual,  
“coplero que improvisa al pie del arpa llanera”, que sirve de andamiaje en la  
invisibilización de la mujer.  
(e)  
Por otro lado, podríamos enlazar el lema criandera con el sentido de  
rabona en la transmisión de una idea anclada a la mujer al ámbito doméstico. Pues  
encontramos que criandera, un oficio histórico, se lematiza y categoriza en femenino,  
esto lo entendemos en el contexto de que está asociado al acto de amamantar y a  
condiciones biológicas de la mujer. Sin embargo, habría que revisar su vigencia, su  
sincronización con la realidad actual, en tanto que en el sentido del lema ama al que  
remite: “Mujer que amamanta a una criatura ajena”, no hay una huella en la selección  
de los tiempos verbales que indique que se trata de un oficio que fue desempeñado  
antaño. En este contexto, el diccionario, a través del lema criandera, refuerza una  
concepción social histórica de la mujer cuidadora, dedicada a la crianza, y en el caso  
de rabona, al acompañamiento y cuido del marido.  
(f)  
El lema hacendado-da, en la acepción para venezolanismo, se categoriza  
gramaticalmente con el masculino, por lo que refuerza una idea sexista de las mujeres  
como desposeídas de tierras o bienes, e incapaz de administrarlos. Este estereotipo se  
asocia a concepciones emanadas de épocas que no se corresponden con la realidad  
actual, por lo que el DLE sustentaría una realidad que no tiene vigencia en los tiempos  
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que corren. En este sentido, la categorización de hacendado-da, en masculino y  
femenino, por la que opta el Diccionario de americanismos de ASALE se ajusta con  
pertinencia a nuestros tiempos, reconociendo la figura de la mujer a la par de la del  
hombre como regente de tierras.  
(g)  
El léxico referido a profesiones del ámbito deportivo, específicamente el  
asociado al béisbol (fildeador-ra, impulsador-ra, lanzador-ra, monticulista, pícher,  
receptor-ra y toletero-ra), posee la marca gramatical de masculino y femenino para  
indicar que son ocupaciones desempeñadas tanto por hombres como mujeres, pero ya  
en el lema pelotero la marcación se hace en masculino, lo que pudiera indicar tal vez  
un olvido accidental en la marcación lexicográfica o una discrepancia en las reglas  
generales de la categorización del masculino y el femenino cuando sube la jerarquía  
de las profesiones.  
Una vez aplicados procedimientos metalexicográficos al DLE para su evaluación, cabe  
preguntarnos: ¿A qué nos ha conducido la revisión? ¿Qué resultados se obtuvieron? ¿Las  
estructuras lexicográficas del DLE filtran estereotipos de género? ¿Qué estructuras filtran  
ideología? En el siguiente apartado, responderemos a estos cuestionamientos.  
4. CONCLUSIONES  
En el apartado en que presentamos la información de análisis hemos examinado los  
datos en atención a la macroestructura y la microestructura del DLE. Este estudio nos  
permitió determinar que en subconjuntos de lemas que conforman la materia léxica de  
Profesiones u oficios se sustentan algunos estereotipos emanados de la sociedad en torno a  
los trabajos que desempeñan hombres y mujeres. La lematización, la marca gramatical y las  
definiciones son los andamiajes que legitiman los roles sociales por oposición de sexo.  
Vemos que las ocupaciones asociadas a capacidades intelectivas y de gerencia, al ámbito  
militar y aquellos oficios que implican fuerza física se asignan a hombres, hay aquí  
definitivamente una relación entre sexo y género gramatical, tal y como lo advierten Lakoff  
(1995 [1975], Calero (1999) y García Meseguer (2001). En este contexto, la selección de los  
hiperónimos son sustantivos que están reportando ideología, según los postulados de Kerbrat-  
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Orecchioni (1987 [1980]: 99-100), los sustantivos son elementos importantes a ser  
considerados en la subjetividad de los discursos, de manera que el subjetivema nominal  
“hombre” en las definiciones es un elemento enunciativo que adquiere un valor axiológico,  
participa de un entramado sexista, pues esta palabra en el contexto adecuado no tendrían el  
valor ideológico que en el discurso lexicográfico del DLE adquiere.  
Lo que estaríamos observando, así como ya lo han señalado Lakoff (1995 [1975],  
Calero (1999), Cabeza Pereiro y Rodríguez Barcia (2013), y Forgas Berdet (2001), es que  
hay moldes sociales que todavía sustentan roles atribuidos a las mujeres y a los hombres. Hay  
ciertos roles serviles que se le han atribuido históricamente a la mujer, se perpetúa la imagen  
del sexo débil, en tanto que, como lo indica Lakoff, R. (1995 [1975], p. 89), se puede  
interpretar que “a la mujer se le niega sistemáticamente el poder con la excusa de que es  
incapaz de ejercerlo”. Es por ello que en algunos momentos se percibe la idea de la mujer  
como incapacitada para ciertos roles de trabajo.  
En el marco de las reflexiones anteriores, los estereotipos que vienen emanados de la  
sociedad, y que se sustentan en el DLE, los resumimos en las siguientes ideas generales:  
La institución castrense está dominada por la figura masculina.  
Los oficios que implican fuerza física se consideran “trabajos de hombre”.  
El hombre es la figura tendiente a desempeñar ocupaciones ilícitas. Algunas  
ocupaciones de este ámbito se adjudican a los hombres, con ello se estigmatiza la  
figura masculina. No obstante, los oficios ilícitos relacionados con el  
proxenetismo, que se adjudican a hombres, también estigmatizan indirectamente  
a la figura femenina en el campo de la prostitución, pues el diccionario transmite  
la concepción de mujer-prostituta, hombre-proxeneta. Si nos fijamos, esto también  
implica un tipo de relación de poder ejercida de hombres sobre mujeres.  
Las ocupaciones que requieren algún tipo de capacidad o competencia son  
desempeñadas por hombres.  
El campo de trabajo de la mujer se ve asociado a la domesticidad, a la crianza y al  
cuido del marido.  
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Se da una imagen de la mujer como desposeída de tierras o incapaz de  
administrarlas.  
En el ámbito del deporte que domina por excelencia la escena venezolana, el  
béisbol, no se excluye la participación femenina, pero se sustenta una  
desvalorización de la mujer en la jerarquía más alta de denominación de los roles  
desempeñados en el deporte.  
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Niemeyer.  
Instituto Venezolano de Investigaciones  
Lingüísticas  
y
Literarias Andrés Bello”  
De profesiones, oficios y algunos estereotipos ... / Andrea Peña  
Artículo  
354  
Instituto Venezolano de Investigaciones  
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