Vol. 62 (100), 2022, pp. 355-370 - ISSN L 0459-1283  
HISTORIAS DE LA MARCHA A PIE: LA ESTÉTICA DEL TEDIO EN LA  
NARRATIVA DE VICTORIA DE STEFANO  
Es Lic. en Letras, egresado de la Universidad Católica  
Andrés Bello donde se desempeña como profesor de las  
Luis Alfredo Álvarez Ayesterán  
cátedras de Teoría Literaria II y Literatura General IV.  
Además, es profesor de planta del Departamento de  
Castellano, Literatura y Latín y Coordinador de la  
Maestría en Literatura Latinoamericana del Instituto  
Pedagógico de Caracas. Ha cursado las maestrías de  
Literatura Latinoamericana en la Universidad Simón  
Bolívar, Filología Hispánica en el CSIC en Madrid,  
España y Filosofía en la UCAB. Ganador de la beca  
total de la Fundación Carolina para realizar estudios en  
España. Autor de diferentes artículos y libros.  
Universidad Católica Andrés Bello  
Universidad Pedagógica Experimental Libertador  
Instituto Pedagógico de Caracas  
Venezuela  
Resumen  
Victoria De Stefano ha sido considerada por sus pares como una de las escritoras más  
importantes de Venezuela. Su profunda sensibilidad ante el devenir existencial, traducido en  
una escritura no exenta de poeticidad, la convierten en un referente ineludible a la hora de  
establecer un canon de la novela contemporánea de habla hispana. La presente disertación  
pretende una aproximación a la relación de la escritura de la autora con el tedium a partir de  
las ideas expuestas por filósofos como Giorgio Agamben, Lars Svendsen, Elizabeth  
Goodstein, entre otros. Para ello, se explicarán algunos conceptos en relación a la familia de  
la acedia, la melancolía y el aburrimiento en relación a la “metapoiesis” literaria. Para luego  
establecer las correspondencias con los textos más emblemáticos de la escritora, haciendo  
hincapié en su novela Historia de una marcha a pie y, finalmente, bosquejar su estética.  
Palabras clave: Victoria De Stefano, novela, tedium, melancolía, estética.  
Stories of the march on foot: the aesthetics of tedium in the narrative  
of Victoria de Stefano  
Abstract  
Victoria De Stefano has been considered by her peers as one of the most important writers in  
Venezuela. Her profound sensitivity to the existential becoming, translated into a writing that  
is not exempt of poeticism, makes her an unavoidable reference when it comes to establishing  
a canon of the contemporary Spanish-speaking novel. This dissertation aims to approach the  
relationship between the author's writing and tedium from the ideas put forward by  
philosophers such as Giorgio Agamben, Lars Svendsen, Elizabeth Goodstein, among others.  
To do so, some concepts will be explained in relation to the family of acedia, melancholy  
and boredom in relation to the literary "metapoiesis". To then establish the correspondences  
with the most emblematic texts of the writer, emphasizing her novel Historia de una marcha  
a pie and, finally, sketch her aesthetics.  
Keywords: Victoria De Stefano, novel, tedium, melancholy, aesthetics.  
Recepción: 01/09/2022 Evaluación: 10/10/2022 Recepción de la versión definitiva: 01/11/2022  
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Histoires de la marche à pied : l'esthétique de l'ennui dans le récit de Victoria de  
Stefano  
Resume  
Victoria De Stefano a été considérée par ses pairs comme l'un des écrivains les plus  
importants du Venezuela. Sa profonde sensibilité au devenir existentiel, traduite dans une  
écriture non dénuée de poésie, en fait une référence incontournable lorsqu'il s'agit d'établir  
un canon du roman contemporain en langue espagnole. Cette thèse vise à aborder la relation  
entre l'écriture de l'auteur et l'ennui sur la base des idées avancées par des philosophes tels  
que Giorgio Agamben, Lars Svendsen et Elizabeth Goodstein, entre autres. Pour ce faire,  
certains concepts seront expliqués par rapport à la famille de l'acédie, de la mélancolie et de  
l'ennui en relation avec la " métapoïèse " littéraire. Il s'agira ensuite d'établir des  
correspondances avec les textes les plus emblématiques de l'écrivain, en mettant l'accent sur  
son roman Histoire d'une marche à pied, et enfin d'esquisser son esthétique.  
Mots clés : Victoria De Stefano, roman, ennui, mélancolie, esthétique.  
Histórias da marcha a pé: a estética do tédio na narrativa de Victoria de Stefano  
Resumo  
Victoria De Stefano tem sido considerada por seus pares como uma das escritoras mais  
importantes da Venezuela. Sua profunda sensibilidade ao devir existencial, traduzida em uma  
escrita que não é desprovida de poética, faz dela um ponto de referência inevitável quando  
se trata de estabelecer um cânone do romance contemporâneo em língua espanhola. Esta  
dissertação visa abordar a relação entre a escrita do autor e o tédio com base nas ideias  
apresentadas por filósofos como Giorgio Agamben, Lars Svendsen e Elizabeth Goodstein,  
entre outros. Para isso, alguns conceitos serão explicados em relação à família da acédia,  
melancolia e tédio em relação à "metapoiesis" literária. Em seguida, o trabalho estabelecerá  
correspondências com os textos mais emblemáticos da escritora, com ênfase em seu romance  
Historia de una marcha a pie e, finalmente, delineará sua estética.  
Palavras-chave: Victoria De Stefano, Romance, Tédio, Melancolia, Estética.  
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Mi cabeza giraba libremente como la piedra de afilar en el vacío  
Victoria de Stefano en Historias de una marcha a pie  
Introducción  
La paradoja es la principal protagonista de la novela y más cuando queremos establecer  
un canon en la heterogénea y, muchas veces, iconoclasta producción de dicho género en  
Venezuela. Desde sus orígenes, la novela es un espacio dialógico donde los escritores han  
tratado establecer la conciencia estética de las múltiples potencialidades de los modos de  
representación dentro de contextos determinados por su relativismo. A mayor conciencia,  
mayor reflexión sobre la insubordinación de los márgenes del género novelístico; pero  
también mayor capacidad de los escritores de propiciar sus propios diálogos, sus  
interacciones, sus angustias, sus influencias y, como consecuencia, sus formas de  
legitimación e institucionalización dentro mapa literario del país.  
En ese sentido, la escritura de Victoria de Stefano es imprescindible la hora de marcar  
las señas de tan vasta cartografía de la novela en Venezuela. Reconocida por la crítica  
nacional e internacional como una novelista más dotada del país gracias no sólo a la constaten  
y sufrida reflexión que hace en y sobre el género, sino también a la construcción de un  
discurso que muestra la problemática existencial de la actividad escrituraria. Victoria de  
Stefano convierte a la novela en lugar donde se dibuja su propia poética, entendida como la  
puesta en escena del agobio que significa la infructuosa representación del pensamiento en  
potencia.  
A partir de Historias de la marcha a pie- publicada inicialmente en 1997 y reeditada  
en 2013-, y de sus otros textos, pretendemos aproximarnos a la estética que nos permite  
configurar la novelística de Victoria de Stefano.  
Empecemos esta disertación presentando dos referentes. En primer lugar, la película  
del director estadounidense Terrence Malick, titulada To the wonder. La historia es un  
leitmotiv: un relato de encuentro y desencuentro amoroso; una “chatura” discursiva de amor,  
si nos atenemos a lo formulado por Roland Barthes (1993), que se caracteriza por subordinar  
las palabras a las hermosas locaciones, el pendular entre cálidos y fríos fotogramas y la  
ambigua gestualidad de la tristeza en el rostro de los personajes. El film es definitivamente  
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lento; tiene pocos atractivos para satisfacer el acostumbrado horizonte de expectativas del  
espectador común. Además, hay una pintura recurrente del fracaso que se expresa en los  
espacios, en las tomas, en el vestuario, en el soundtrack. La actriz Olga Kurylenko aparece  
postrada y eufórica, llorando y sonriendo, temerosa, perdida, aburrida.  
En segundo lugar, atendamos al clásico preámbulo retórico del símil que introduce lo  
que será la descripción y reflexión que hace el personaje narrador de la pajarera vacía que  
se observa desde la habitación donde convalece Bernardo en la novela Historia de una  
marcha a pie (2013): Así como una persona que se aburre, y no teniendo otra cosa que hacer,  
con la esperanza de reducir el tiempo en que transcurre su aburrimiento acude a buscar  
motivos de distracción a su alrededor, di con un objeto bajo cuyos efes de encantamiento ya  
no conseguí apartarme…(p.187).  
Tanto en la película de Malick como el fragmento extraído de la novela de Victoria de  
Stefano observamos que el tedio es el núcleo que justifica la construcción de una estética. El  
tedio y sus variantes caracterizan toda la producción cinematográfica del director  
estadounidense y se refleja en la desaparición cada vez mayor de los diálogos, de las voces,  
de los parlamentos en una construcción discontinua de la narrativa de los fotogramas.  
Pareciera que el tedio sólo puede ser fotografiado en su mudez.  
Por el contrario, consideramos que es tedio el que impulsa en la obra de Victoria de  
Stefano a hablar, aunque el contenido esté vacío, como la jaula que sólo embellece el espacio  
del sujeto enfermo. Obra marcada por un fuerte sentido estético que sólo es posible en el  
tedio.  
Consideraciones teóricas  
Entendemos por estética al modo de representar y organizar ciertas percepciones sobre  
un determinado fenómeno u objeto. Dichas representaciones no tienen una finalidad  
necesaria con la epistemología, pero bajo sus égidas, los objetos o fenómenos pueden ser  
aprehendidos, interpretados, reflexionados porque se organizan y mitologizan. En otras  
palabras, la estética es una epifanía que revela sensitivamente, hace interesante lo que de otra  
manera estaría inadvertido.  
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Ahora bien, ¿cómo explicar que la negatividad y, por tanto, su carencia de interés se  
haga interesante en el momento en que se convierte en un objeto estético? En otras palabras,  
¿es posible hablar de estética del tedio sin caer en una contradicción? Esta paradoja la  
podemos exponer si entendemos el tedio en su estrecha relación con lo que deviene en  
interesante en el imaginario moderno.  
Uno de los significados de la modernidad se encuentra en el cambio constante, en la  
angustiosa búsqueda de novedades. El gusano de la curiosidad que se impresiona ante lo  
nuevo, pero que inmediatamente se vuelve viejo. Entendido el interés como parte de la  
subjetividad moderna, el tedio sería aquello que ha perdido intensidad, y ha perdido sentido.  
El tedio no se entendería sin esa caducidad y de ahí su posibilidad estética: la representación  
de una negatividad. En el fondo, la modernidad es el relato de una ausencia de certezas ya  
que lo interesante no es sostenible en el tiempo.  
Giorgio Agamben en su ensayo titulado Estancias (2006) reflexiona sobre el espacio  
en que se puede gozar lo que no puede ser poseído y la posesión de lo que no puede gozarse  
(p. 13). Ese lugar adjudicado a la crítica, es el mismo que conferimos a la estética cuando nos  
referimos al tedio: lo que está recluido en la “estancia” de la crítica es nada, pero esta nada  
custodia la inapropiabilidad como su bien más precioso (Ibidem)  
La “estancia” es entendida por Agamben como el espacio literario por antonomasia. El  
concepto de Dante Alighieri en su Tratado de la lengua vulgar (1987), o mejor conocido  
como Vulgari Eloquentia, publicado en el siglo XIII señala:  
Puesto que afirmamos que la canción es un conjunto de estancias, si se ignora lo  
que es estancia, se ignora también, necesariamente, lo que es canción, desde el  
momento que llegamos al conocimiento de lo definido por la estructura de la  
definición. Por consiguiente, debemos tratar qué es y qué queremos tratar por ese  
término. Debemos saber que dicho vocablo se formó solamente en relación con  
el arte, es decir, como continente total del arte de la canción. A esto se llama  
estancia, es decir mansión capaz o receptáculo de todo arte. (p. 119).  
La estancia es el lugar soberano porque se considera un estado de excepción: espacio  
donde su única funcionalidad es el canto y no unas correspondencias de sentidos que  
terminen por justificar una realidad. La única realidad es lo literario.  
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Agamben subraya que en la stanze el hombre inscribe la tarea imposible de apropiarse  
de lo que, de todos modos, sigue siendo inapropiable. Ahora bien, ¿Cómo apropiarse de un  
objeto que no existe? Mediante la ilusión que permite el espacio literario. Sin embargo, ese  
deseo de hacerse en la impotencia genera y degenera en la figura de la acedia, la melancolía  
y el fetichismo.  
La acedia es entendida como una forma de tristeza que se produce cuando se desea un  
objeto, pero no la vía para conseguirlo. Por eso el objeto del deseo se hace inaccesible por  
impotencia. El acidioso, como el monje medieval, desespera en la espera de lo que no termina  
por revelarse o producirse. Agamben (2006), además, agrega que:  
Precisamente la ambigua polaridad negativa de la acedia se convierte de este  
modo en la levadura dialéctica capaz de invertir la privación en posesión. Puesto  
que su deseo permanece fijo en lo que se ha vuelto inaccesible, la acidia no es  
sólo una fuga de..., sino también una fuga por…que comunica con su objeto bajo  
la forma de negación y de carencia. Como en esas figuras ilusorias que pueden  
interpretarse unas veces de una manera y otras de otra, así cada uno de sus rasgos  
dibuja en su concavidad la llenazón de aquello de lo que se desvía y cada gesto  
que cumple en su fuga da fe de la perduración del vínculo que la une a ello. (p.34).  
El acidioso insiste en su objeto del deseo, pero por la vía de la negación. Por eso  
sucumbe a la inacción de la pereza o los excesos propios del que se sale de las reglas que  
demarcan el camino tradicional para el logro de la meta. Se regodea en algo que ya no es  
posible porque se hundió en el tedio de la espera.  
El melancólico revive el eros perverso del acidioso de lo inaccesible de su propio deseo.  
Pero al contrario del acidioso que tiende a desesperarse, el melancólico genera una  
fantasmagoría que sustituye el objeto del deseo por una encarnación de la imposibilidad. El  
melancólico empuja a la imaginación y a la memoria a dirigirse obsesivamente hacia una  
imagen espectral. Como el escritor, el melancólico construye un fetiche de la escritura a  
sabiendas de que la misma es una materialización de la ausencia. Por eso, el fetiche es un  
objeto concreto y tangible, que sustituye a un objeto ausente al que remite continuamente, es  
inmaterial e intangible. La literatura y el arte en general están estrechamente ligado a la  
erótica melancólica. Al respecto Agamben afirma:  
El objeto perdido no es sino la apariencia que el deseo crea al propio cortejar del  
fantasma, y la introyección de la libido es sólo una de las facetas de un proceso  
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en el que lo que es real pierde su realidad para que lo que es irreal se vuelva real.  
Si el mundo externo es en efecto negado narcisistamente por el melancólico como  
objeto de amor, el fantasma recibe sin embargo de esa negación un principio de  
realidad y sale de la muda cripta interior para entrar en una nueva y fundamental  
dimensión. No ya fantasma y todavía no signo, el objeto irreal de la introyección  
melancólica abre un espacio que no es ni la alucinada escena onírica de los  
fantasmas ni el mundo indiferente de los objetos naturales; pero en este lugar  
intermediario y epifánico, situado en la tierra de nadie entre el amor narcisista de  
sí y la elección objetual externa, es donde podrán colocarse un día las creaciones  
de la cultura humana, el entrebescar de las formas simbólicas y de las prácticas  
textuales a través de las cuales el hombre entra en contacto con un mundo que le  
es más cercano que cualquier otro y del que dependen, más directamente que de  
la naturaleza física, su felicidad y su desventura (p. 63).  
Por otra parte, Lars Svendsen, en su libro la Filosofía del Tedio (2006) explica la  
relación del concepto con la falta de contenido en los significados y el advenimiento como  
consecuencia de la inconformidad. Pareciera que, ante la curiosidad nunca satisfecha, el  
hombre moderno estuviese condenado al tedio. El catedrático noruego argumenta:  
El hombre es adicto al significado. Todos tenemos un gran problema: nuestra  
vida debe tener algún tipo de contenido. No soportamos vivir sin algún tipo de  
contenido que se puede ver como constitutivo del significado. La falta de  
dirección es aburrida. El tedio puede ser descrito metafóricamente como una  
perdida significada. El aburrimiento puede ser comprendido como una  
inconformidad en la comunicación porque la necesidad de significados no está  
siendo satisfecha. Para eliminar esta molestia, atacamos los síntomas en lugar de  
atacar la propia enfermedad intentando todo tipo de significados sustitutos.  
(p.32).  
El tedio, entendido de esta manera, se manifiesta a través de una saturación de formas  
sin sentidos porque no existen o son perecederos. De allí la relación del tedio con cierto  
esteticismo y que en el caso de Victoria de Stefano lo evidenciamos en la pulcritud de su  
escritura.  
El vacío de contenidos es calificado como una enfermedad que debe ser atacada. Desde  
la antigüedad se relacionó con una anomalía por los campos de poder o mecanismos  
reguladores.  
Hay una amplia bibliografía que no sólo describe los males espirituales de la acedia o  
la melancolía, sino que despliega una amplia gama de terapias, ejercicios y preceptos que no  
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sólo intentan curar sino controlar los males que ponían y ponen en peligro la productividad  
y la consecución de fines en provecho de su bienestar y su relación con valores  
trascendentales.  
Desafortunadamente, no es el espacio para profundizar sobre la relación del tedio con  
los imaginarios históricos de la acedia y la melancolía. Sin embargo, es necesario señalar que  
ambas surgen a partir de una imposibilidad de lograr lo que se desea y que trae como  
consecuencia la tristeza como gestualidad y la negación como postura vital. El acidioso, el  
melancólico y el aburrido se recrean en la “fantasmática” de lo irrealizable. Sólo es posible  
un discurso en la ausencia del objeto. Agamben dirá: En la medida en que su tortuosa  
intención abre un espacio a la epifanía de lo inasible, el acidioso da testimonio de la oscura  
sabiduría según la cual sólo para quien ya no tiene esperanza ha sido dada la esperanza, y  
sólo para quien en cada caso no podrá alcanzarlas han sido asignadas metas (op.cit. p.35).  
El tedio es un acicate que conmueve a la actividad. Paradoja, repetimos, reafirmada por  
la escritora Victoria de Stefano en sus Diarios (2016): Cuando me pongo a escribir me siento  
a salvo del tedio por el que, aburridos de todos y de nosotros mismos, nos vence el  
desasosiego y la impaciencia. Cuando me pondo a escribir me olvido de todo (p.14).  
El aburrido es un ser que, negándose, subvierte el orden establecido, transgrede los  
imaginarios legitimados y, alienado por el trabajo, rehúsa someterse a él. De esta forma el  
abúlico, más allá del calificativo de perezoso, es un ser que, al no actuar, subraya su  
soberanía.  
La literatura, como espacio del afuera, es la estancia que permite la posibilidad de la  
negación, la “performatización” del tedio. Ya George Bataille en su célebre texto La  
literatura y el mal (2010) indicó que lo literario es el lugar donde se pervierte el estado de  
las cosas y se potencia lo imposible. La literatura es un excedente, un gasto, un lujo que  
violenta el sentido común para dar paso a nuestro malestar de la cultura.  
Dejando a un lado estas fragmentarias apreciaciones teóricas, volvamos a la estética  
del tedio que pretendemos configurar dentro la novelística de Victoria de Stefano.  
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La estética de Vitoria de Stéfano:  
Como ya lo adelantamos, Historias de la marcha a pie es considerada por Ednodio  
Quintero (2012) como obra fundamental del canon de la novela en Venezuela: La apuesta  
mayor..., su opera magna. Por otra parte, Enrique Vilas Mata (2006) se ha admirado ante la  
obra de Victoria De Stefano, sostiene:  
una escritora extraordinariamente sensible que inicia una larga marcha en la que  
monologa sobre vida y literatura de una forma inolvidable, pues el monólogo  
deviene lentamente un diálogo lúcido con la realidad misma del lector, al que  
parece querer recordarle, al estilo de Himket, que vivir es nuestra tarea. Creo que  
Victoria de Stefano, venezolana de Rímini, escribe como la lluvia. Me recuerda  
a una frase de Dante en el Purgatorio: "Llovió después en la alta fantasía".  
Leyendo a Victoria de Stefano es imposible ignorar que la alta fantasía es un  
lugar en el que siempre llueve. (párr. 8).  
Victoria de Stafano, más allá de las valoraciones críticas a su obra, ha sido galardonada  
con el Premio Municipal y finalista del prestigioso premio Rómulo Gallegos. Sin duda una  
autora que ha caminado piano piano por el sendero del éxito del complejo campo literario  
nacional e internacional.  
En una entrevista realizada por el periodista Hugo Prieto (2017) con motivo de la  
celebración de los 80 años de la escritora, Victoria De Stefano apunta algunas claves sobre  
la novela de una estética donde predomina la relación de la escritura y el lento caminar de la  
experiencia:  
Las Historias de la marcha a pie, por ejemplo, parte de un verso del poeta  
ecuatoriano César Dávila Andrade, que me citaba Juan Sánchez Peláez. “El  
destino es algo que hay que recorrer todo a pie”. Dávila Andrade, que vivió  
exiliado en Venezuela, fue publicado por la Biblioteca Ayacucho. Busqué ese  
verso, pero no lo encontré. No importa, para mí es importante eso que él dice. El  
destino hay que recorrerlo todo a pie. También está un poema de la autora rusa,  
Marina Tsvietáieva. Ella tiene un poema, cuyo título es Oda de la marcha a pie.  
Ambos versos, digamos, tienen el mismo sentido. En mi novela aparecen muchos  
personajes que forman parte de mis caminatas o de las conversaciones con mis  
amigos, que caminan conmigo, que son Miguel Arroyo y Gerd Leufert. Fueron  
más de 14 años caminando todos los viernes. Ahora leo esto y me produce un  
dolor infinito, porque prácticamente he dejado de caminar (párr. 5).  
Hay varios elementos que podemos resaltar tanto de lo sostenido por el escritor catalán  
Vila- Matas y la entrevista realizada por Hugo Prieto (2017). Por un lado, la magnanimidad,  
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paciencia y reflexión del y sobre el quehacer escriturario que borran las fronteras con la  
poesía y, por otra parte, la alusión constante al caminar y su lentitud, contraria a la velocidad  
y el vértigo. Victoria de Stefano se aplica a un ritmo pausado que, a su vez, marca una idea  
melancólica de la vida.  
En Historia de la marcha a pie está conformada por una pluralidad de relatos que se  
circunscribe a la monotonía de la linealidad de un viaje cuya reiteración radica en la visita a  
un enfermo. Argel se transforma en el marco que permite la explosión de la memoria tanto  
del visitante personaje femenino como del anciano moribundo, Bernardo. Ambos se  
sumergen en el intercalado de monólogos donde dan a luz sus recuerdos y en, especial, la  
figuración de su tedio, de su cansancio. La novela nos recuerda, con sus cercanías y  
distancias, a grandes autores que han escrito sobre las potencialidades del sujeto enfermo  
como Thomas Mann y su Montaña mágica, Gesualdo Bufalino con su Perorata del apestado  
o Thomas Bernhard con sus Relatos autobiográficos.  
Victoria de Stefano, a partir de un magistral manejo de la retórica, hace de su personaje  
un flâneur no sólo por su errar, sino un exiliado que se recrea en la percepción de un mundo  
que se le torna ajeno. Por eso, lo transforma en un recorrido escriturario. No olvidemos que  
Victoria de Stefano es autora del ensayo Baudelaire, poesía y modernidad (2006) y allí hace  
referencia al callejero como el sujeto que no tiene un sitio y vaga. El flâneur sólo registra lo  
que observa si un fin, sin una utilidad. A la manera del poeta maldito, los personajes se  
regodean en una “intriga superflua”. Dice el poeta francés en sus Poemas en prosa (1994):  
Nunca estoy bien en parte alguna, y siempre creo que estaría mejor en cualquier otro sitio  
del que estoy. Por eso el azota calles se pierde en las fragmentarias pinturas de la poesía.  
Esa estancia del tedio es exclamada, de igual manera por el personaje de Historia de la  
marcha a pie:  
Qué feroz e inoportuno y marchito fastidio el de la existencia estrecha en la que  
todo volvía a estar del mismo modo, en qué portento de fastidio podía llegar a  
convertirse de no ser por ese curso, rápido, gozoso, en que me transportaban todas  
esas imágenes con que se actualizaba una porción tan grande de mi tan remoto  
como recalcitrante pasado. (p. 248).  
Aburrimiento potenciado en imágenes. La narración surge como la confirmación del  
vacío existencial, la pérdida de contenido.  
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Victoria de Stefano logra con su novela representar las modalidades estéticas del tedio  
que Lars Svendsen (2006) clasifica en situacional y existencial. La primera se manifiesta en  
el lenguaje corporal, en los gestos como estirar las piernas, bostezar, dejar de trabajar,  
caminar sin rumbo, escribir, colocar la mano izquierda en la cara y dejarse llevar por la  
ensoñación melancólica. La segunda, no se manifiesta, es inexpresiva, es hierática,  
predomina el silencio. Ambas categorías forman parte de un relato que refleja la degradación  
de todo cuerpo y, por tanto, la caída en el tiempo de toda ansia trascendental. Aburrirse es  
tomar conciencia de ello.  
Walter Benjamin en El libro de los pasajes (2005) señala la relación del tedio con los  
espacios discontinuos del sueño:  
El tedio es un paño cálido y gris forrado por dentro con la seda más ardiente y  
coloreada. En este paño nos envolvemos al soñar. En los arabescos de su forro  
nos encontramos en casa. Pero el durmiente tiene bajo todo ello una apariencia  
gris y aburrida. Y cuando despierta quiere contar lo que soñó, apenas consigue  
sino comunicar este aburrimiento. Pues ¿quién podría volver hacia afuera, de un  
golpe, el forro del tiempo? Y sin embargo, contar sueños no quiere decir otra  
cosa. Y no se pueden abordar de otra manera los pasajes, las construcciones en  
las que volvemos a vivir como en un sueño la vida de nuestros padres y abuelos,  
igual que el embrión, en el seno de la madre, vuelve a vivir la vida de los  
animales. Pues la existencia de esos espacios discurre también como los  
acontecimientos en los sueños: sin acentos […] (p. 132).  
La novelística de Victoria de Stefano es un curriculum taedii como esos “pasajes” del  
París decimonónico donde discurren los sueños de Benjamin. De ahí el “retornello” deciertos  
tópicos que va delineando una estética muy particular, pero paradójicamente coherente con  
el discurso de la modernidad. Tratemos de sistematizar las características de dicha estética  
convertida en estilo:  
1. La narración como viaje hacia los laberintos del autoconocimiento:  
Aunque la frese pertenece al irracionalista alemán del siglo XVIII, George Hamann,  
aplica muy bien a la estructura narrativa de Victoria de Stefano. Otras novelas que generan  
un corpus unitario con Historias de una marcha pie, tales como El desolvido, Cabo de vida,  
La Noche llama a la noche, El lugar del escritor, Lluvia y Pedir demasiado, transitan a  
contrapunto hacia la reconstrucción de una memoria experiencial de los personajes.  
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Transitividad imposible porque tales recuerdos están inapelablemente desahuciados. De ahí  
el tono melancólico y la dominante atmósfera depresiva que evidenciamos en sus textos.  
Podemos observar cómo su primera novela, El desolvido, publicada en 1974 se marca el  
inicio de la recurrente sensación de derrota. Después vendrán otros textos como la sugerente  
novela, La noche llama a la noche publicada en 1985 donde los personajes no sólo son la  
representación de un proyecto fallido o inconcluso, sino que, a la manera de un onanista, se  
regodearán en la desilusión y esta hace del tiempo un caminar hacia la nada.  
[…]El tiempo se expande y sobre el alma desciende, con pasos gatunos, el  
aburrimiento y la tristeza. No la tristeza con todas las sílabas arrastradas y vueltas  
sobre sí mismas, sino la que nombra sin más y de pasada, desmayada y tenue  
como una tela de araña. La que reverbera de los ojos hacia la sofocante nada, la  
que se desparrama por el mundo. (De Stefano, 2008, p. 55).  
Esa telaraña de lenguaje de la tristeza permite espolear nuestra segunda categoría:  
2. La retórica del tedio:  
Elizabeth Goodstein en su emblemático libro titulado Experiencice without qualities:  
borendon and modernity (2005) resalta la importancia del discurso del tedio para determinar,  
por una parte, la compleja narrativa de la subjetividad en mundo moderno y, por otra, la  
desintegración trascendentalista de la historia como programa ilustrado. La muerte de los  
grandes relatos trae como consecuencia un hombre sin atributos que se solaza en los vestigios  
de un lenguaje que ha perdido el sostén metafísico o divino. De ahí la supremacía de una  
retórica sin contenido. Por eso el discurso el tedio es una forma de revisar la problemática  
del lenguaje.  
Muestra de ello es que la novelística de Victoria de Stefano se reconoce por el manejo  
casi aristocrático del lenguaje que escapa a la simple corrección lingüística, y a las  
singularidades del uso plebeyo de la lengua. La retórica de Victoria de Stefano es decadente  
en la medida en que recurre a una perfección del lenguaje que no se adecúa a su contexto de  
producción. Esto no quiere decir que no comunique, por lo contario. Su lenguaje es efectivo  
como una daga antigua que abre una herida a la impertinencia del mal uso del lenguaje y su  
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anquilosamiento en lugares comunes. Sus personajes, que además “performatizan” el rol del  
escritor, reflexionan sobre las posibilidades del lenguaje como representación de un sujeto  
que ha perdido la fe en los metadiscursos. Un ejemplo de ellos lo tomamos de la novela  
titulada Paleografías (2010). Allí se narra el viaje espeleológico y terapéutico del personaje  
Augusto por la ontología del discurso o el discurso del ser. Leyendo a Hamlet, Augusto  
medita:  
Tenía muy presente lo de Polonio, cuando aún no era del extravío, pero ya en la  
emergencia de que su delirante charlatanería comenzara a engalanarse con las  
pompas de la lengua, le había pedido a su amado hijo Laertes que se grabase en  
la memoria: a todos tus pesares quita lengua. A todos tus pesares quita lengua.  
Quita, niega, niega, quita… […] (p. 111).  
Limpieza que alegóricamente se relaciona con la enfermedad y la necesidad de una  
profilaxis del cuerpo. En este caso, el cuerpo de la escritura en Historia de una marcha a pie,  
la presencia constante de lo insalubre lleva a la narradora a una obsesión por la higiene no  
sólo del cuerpo sino del lenguaje. Sólo en la degradación de la carne se puede tener  
conciencia de salud: Ay, el deseo de ejecutar mis hábitos de higiene, esa limpieza, esa  
urbanidad corporal que es inherente al cuerpo sano y cuya forzada pérdida es el primer  
síntoma de la enfermedad (2013, p.27). Por eso la importancia del trabajo dentro del tedio y  
el peligro de que el aburrimiento devenga en asedia.  
Estos nos llevas nuestra última característica:  
3. La metatextualidad melancólica:  
En continuidad con lo anterior, debemos acotar que las novelas de Victoria de Stefano  
no sólo reflexionan sobre el lenguaje, sino sobre el “constructo” de la novela. Plagadas éstas  
de artistas que se sumergen en la narración de la narración como una serpiente que se muerde  
la cola, pero que también, se hunden en la memoria de lo leído. Victoria, además, declara en  
sus Diarios de 1988-89 que también utiliza las recomendaciones autorizadas de sus amigos.  
Lecturas, que además, son citadas, comentadas, y por supuesto, contrastadas como espejos  
con el tedio vitae del propio escritor o de los personajes que oscilan en los textos. En novelas  
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como El lugar del escritor publicada en 1993 se encuentran elementos metatextuales como  
el siguiente:  
Mis novelas en el fondo si de algo tratan es de todos esos trabajos con que nos  
erosionan la vida: el peor de todos, el trabajo de ser feliz, esto es, de no ser de  
todos infelices. Todos mis personajes están exhaustos, si callan es porque ahorran  
el aire para la última boqueada, y si a veces responden es como sonámbulos a  
quienes de golpe gritan sus nombres…son la inmutabilidad de sus inmensos  
dolores… (De Stefano, 2010, p. 40).  
La metatextualidad responde a una retórica de la experiencia que no encuentra, en los  
referentes tradicionales, las representaciones que se adecúen a los problemas existenciales  
del sujeto. Por eso, insistimos, sobre la reflexión melancólica sobre los modos dramáticos de  
ser y hacer del lenguaje. Un ejemplo de ello lo podemos evidenciar en novela Lluvia (2002),  
quizá la novela más auto referencial de Victoria de Stefano:  
Demasiado espíritu crítico, como sí mismo enemigo de sí mismo acechando en  
el desfiladero, además de la vieja e infortunada proclividad al signo destructivo  
del detalle eran los responsables de que su humor mudara al extremo de querer  
renunciar a los combates de lo que le restaba de vida y, a continuación, no desear  
ni tan siquiera abrevar la sombra de un anhelo de esa nada en que, con la rotación  
del enjambre oscuro delante de los ojos, el tumulto de la imágenes se dispersaba  
y el líquido de la sangre, subiendo por los pies, se desecaba y se retraía. (p. 54).  
Conclusión  
Para concluir este acercamiento, queremos agregar que el tedio en la narrativa de  
Victoria de Stefano potencia lo literario para subvertir la inopia de la existencia. Por otra  
parte, es un acto subversivo que acentúa la soberanía ante los discursos modeladores del  
poder. En una Venezuela de imposturas polarizadas, la obra de Victoria de Stefano funge  
como “el preferiría no hacerlo” de Bertlebly que convierte su negatividad en un acto de  
violencia contra el estado de conformidad. La estética del tedio es otras de la forma de  
representar la dolorosa consciencia.  
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