Vol. 64 (105), 2024, pp.49-70 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
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https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3274
cuatro− tiene su origen en este sistema lingüístico; junto a esta lengua, pero a una distancia más que considerable, se pueden citar los seis vocablos procedentes de las Antillas, equivalentes a un 12% del total, y los tres préstamos quechuas, mientras que el resto de los códigos lingüísticos presentes en el corpus −en concreto, el cumanagoto, el cuna y el maya− tienen una presencia puramente anecdótica, reducida en todas las ocasiones a una única unidad léxica. Pues bien, tal y como se señaló anteriormente, es obvio que tal estado de cosas no resulta casual, sino que guarda una vez más relación con determinados hechos históricos: así, no cabe duda de que el abrumador predominio del náhuatl responde claramente al papel prestigioso que ocupa este idioma en el ecosistema lingüístico de la Nueva España durante toda la época colonial (Ramírez Luengo, 2007), pero también al intenso y continuado contacto de los españoles del Altiplano Central con una cultura autóctona que, expresándose en esta lengua, va a contribuir en gran medida a la configuración de la gastronomía de México; en cuanto a las voces de los otros códigos lingüísticos, no es difícil percibir que en este caso concreto su aparición guarda una estrecha relación con el traslado y la incorporación de productos procedentes de diversas zonas del Nuevo Mundo al actual territorio mexicano, por lo que parece posible concluir que estos resultados lingüísticos no constituyen sino el reflejo (léxico) del proceso de mestizaje cultural que, a partir de múltiples influencias y realidades externas que se incorporan a la sociedad novohispana, terminan por producir una cocina novedosa y original que muestra ya en la época colonial su potente personalidad .
En clara relación con esta última idea, conviene también tener en cuenta la relevancia que poseen estos indigenismos para conformar la identidad léxica que, en este ámbito concreto de la realidad, presenta el español dieciochesco del Altiplano Central mexicano, lo que implica necesariamente analizar el estatus de americanismo que tales vocablos presentan en la época. A este respecto, la ambigüedad que encierra la interpretación del americanismo (Chávez Fajardo, 2021) obliga una vez más a explicitar cómo se entiende aquí este concepto
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Desde un punto de vista lingüístico, además, este hecho constata “los trasvases de vocabulario y las
influencias mutuas que establecen entre sí las distintas variedades americanas del español ” y, por tanto, “la compleja historia que se esconde tras los usos léxicos que regionalmente muestran en el momento actual tales variedades” (Ramírez Luengo, en prensa). Se descubre, por tanto, un proceso léxico que resulta paralelo al que se produce en el caso de los realia a los que los indigenismos hacen referencia, pues en ambas ocasiones elementos foráneos se incorporan a la vida mexicana gracias a que los españoles los trasladan desde su solar originario.