Vol. 64 (105), 2024, pp.247-272 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
Página
257
https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3283
Lengua Moxa de Pedro Marbán ”. Según destaca el portal de la Agencia Boliviana de Información, este libro data de hace 321 años y ha sido resguardado por el Museo Nacional de Etnografía y Folklore (Musef) de Bolivia. El autor del texto Arte Vocabulario Cathecismo Menor y Mayor de la Lengua Moxa, el jesuita Pedro Marbán, tenía como principal objetivo cristianizar; sin embargo, para los lingüístas estudiosos del escrito, el jesuita “logró captar importantes claves para entender la organización de los sistemas de parentesco, relaciones de género, las construcciones míticas, políticas, agrícolas, hidráulicas, entre otras, de estas sociedades a partir de sus ontologías” (Agencia Boliviana de Información, 2023).
Suerte de panizo que haze unas mazorcas
Para dar paso a lo que encontramos en el corpus seleccionado en la narrativa de la obra de Rafael Heliodoro Valle, primero contextualizamos teóricamente la etimología en los diccionarios como herramienta para caracterizar el origen de las palabras. Según Fajardo Aguirre (1999), desde el siglo XVII hasta nuestros días, “los diccionarios etimológicos ha sido los propulsores de la investigación etimológica” (p. 155). En 1611 Sebastián de Covarrubias, emulando el trabajo de San Isidoro con la lengua latina, publicó El Tesoro de la lengua castellana o española, considerado el principal gran diccionario etimológico, y monolingüe, del español en los Siglos de Oro (Lope Blanch, 1977; Carriazo Ruiz, 2017). Es en ese diccionario en donde aparecen por primera vez veintitrés voces americanas, según López Blanch (1980), entre ellas: cacique, hamaca, caimán, maíz, también pita, tuna, coca, canoa y nopal. Para este autor, Covarrubias proporciona
no sólo una definición o descripción más o menos detallada, sino también una explicación etimológica, no siempre acertada. En este caso se encuentran acal, Araucana, cacique, hamaca, huracán, mechoacán, México (y mexicano), Motezuma, Perú (y perulero), mico y Tenochtitlan. Para las diez restantes ofrece sólo una definición más o menos afortunada, pero no arriesga etimología alguna. (p. 467)
En cuanto al maíz, Covarrubias (en Blanch López, J. M. 1977) lo define como ‶Suerte de panizo que haze unas mazorcas, y en ellas unos granos amarillos o roxos, tamaños como garbanços, de los cuales modilos haze pan la ínfima gente ″ (p.p. 307-308). Observamos que