https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3286
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352
Artículo
escatología), partes del cuerpo, juego con la polisemia; Argos (1996): hombre (aspecto físico, idiosincrasia, actividades, otros aspectos humanos), ambiente y ensaladilla de exageraciones; Hernández Jiménez (2001): dificultad, peligro, vejez, apariencia, modo de ser, molestia, creimiento, ordinariez y recientes; Pamies Bertrán (2005): físico, intelecto, estado de ánimo, alcoholismo y ética; Aristizábal Alzate (2007): apariencia, dificultad, ecología, economía, mal gusto, modos de ser, molestia, peligro, profesiones, salud, vanidad, vejez y otros.
Por otra parte, debido a que la elección del estereotipo (prototipo) de estas construcciones no obedece a razones lingüísticas (semántico-estructurales), sino principalmente idiosincrásicas, esto es, socioculturales, encontramos múltiples estudios contrastivos: español-portugués (García Benito, 1998), español-italiano (García-Page, 1999), español-francés (González Rey, 2000; Mogorrón Huerta, 2002; Herrero Cecilia, 2006), español-ruso (Guillén Monje, 2007), español-alemán (Mellado Blanco, 2012); español-chino (Yongsheng y Luque, 2017). Además, las comparaciones estereotipadas son de interés de la fraseodidáctica en español (Rodríguez Ponce, 2006a, 2006b; Ghezzi, 2012; Nomdedeu, 2018; Almaraz, 2020; Nieto y Umaña, 2024).
2.4.- La exageración como rasgo idiosincrásico del habla en Colombia
Narizón de sábana. Gracias a la exageración hay narizones que usan sábana y no pañuelo, cucarachas de 30 cm., trapeadores que le sacan sangre a la baldosa y hombres altos con nieve en la cabeza. ¡Tan exageradas! En conversación, carta, modal y gesto; con alusiones o en directo; con finura o palabrotas o en silencio; siempre entre los extremos. La exageración es asunto de cultura; encierra un código comprensible para quien está habituado a ella. Le suena a mentira (así le ocurrió a Cervantes) y a mal gusto, a quien no la maneja. (Restrepo Santamaría, 2000, p. 26)
Para Téllez (1962), la exageración en el concepto y la desmesura en las palabras, características del lenguaje de los colombianos, son una tradición heredada de los españoles que, durante más de cuatro siglos, hemos conservado sin esfuerzo y enriquecido con aportes insólitos. Y añade en El reino de la exageración (Téllez, 1979):
Parece evidente que los escritores colombianos somos muy exagerados en las palabras y, por consiguiente, en los conceptos. Parece evidente que somos muy tropicales.