Vol. 64 (105), 2024, pp.341-380 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
Página
349
https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3286
comparando, por lo que el comparado carece de significado referencial. Acerca del valor pragmático de estas construcciones, el autor afirma:
Como numerosas unidades fraseológicas sustantivas (refranes, dichos, locuciones oracionales, verbales...), se trata de una fórmula comprimida del saber enciclopédico, que sintetiza una parte de la historia de un pueblo o comunidad, convertida así en un argumento de autoridad; una fórmula, además, no autónoma o aislada, sino asociada, a su vez, con otras expresiones del tejido cultural de un pueblo; de ahí su extraordinaria fuerza argumentativa, en gran medida su ingrediente de enunciado enfático. (p. 144)
Con respecto a la sintaxis, la comparación estereotipada puede adoptar las siguientes
estructuras: «V + comp
.»
(bailar como un trompo), «[V] + Adv + N + comp.» ([tener] más
ojos que una piña) y «[[Adv] + A] + comp.» ([[tan] loco] como una cabra, más loco que una cabra). De esta manera, la comparativa con núcleo adjetivo «[[ tan ] ADJ] como X», « más ADJ que X» presenta una parte fija ([tan] … como, más … que) y casillas vacías o slots (ADJ - X) que se actualizan en el discurso y están sujetas a restricciones semánticas (Ivorra Ordines, 2021). La posición del prototipo es rígida, ya que, al funcionar como término comparante, siempre ocupa la posición final.
Debido a los rasgos fronterizos que presentan las estructuras sintácticas de las comparaciones estereotipadas, a medio camino entre colocaciones complejas (V + Loc. Adv. comer como un pajarito, Adj. + Loc. Adv. loco como una cabra) y locuciones verbales (‘comer poco’) o locuciones adjetivas (‘muy loco ’) –dado que se trata de combinaciones de palabras relativamente idiomáticas, por su variabilidad de género y número ( loco[s]/a[s] como una cabra)–, no existe consenso sobre su estatus dentro del universo fraseológico. Así, algunos estudiosos las consideran colocaciones (Alonso Ramos, 1993; Koike, 2001; Luque Durán, 2005; Pamies Bertrán, 2005), mientras que otros las consideran locuciones (Zuluaga Ospina, 1980; Ortega Ojeda, 1990; Corpas Pastor, 1996; Castillo Carballo, 1997-1998; González Rey, 2000; Ruiz Gurillo, 2001; García-Page, 2008b; Montoro del Arco, 2008; Mellado Blanco, 2012; Penadés Martínez, 2012).
Gracias a su naturaleza de estructura fija y su valor superlativo, la comparativa fraseológica puede ser comprendida sin que se conozca el referente del término comparante que tipifica culturalmente la característica, ni sepa explicarse la motivación semántica que permitió forjar la comparación (García-Page, 2018b, p. 322). Sin embargo, podemos