https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3291
Vol. 64 (105), 2024, pp.511-546 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
Página
515
1. Introducción
Los procesos estandarizadores que han primado en Hispanoamérica, como lo refieren Rojas (2013) o Chávez Fajardo (2021a), entre otros, han sido de carácter racionalista (Geeraerts, 2003), algo que se puede detectar claramente en el contenido de las codificaciones allí publicadas (diccionarios, gramáticas, ortografías, manuales, textos escolares y afines). En otras palabras, ha prevalecido el modelo que norma la lengua española siguiendo una lengua ejemplar (Coseriu, 1990), es decir, un estándar o pauta de referencia para las variedades. Esta lengua ejemplar se ha entendido como una variedad monocéntrica (sobre todo la variedad centro-norteña española) y su referente ha sido la Real Academia Española y cada una de sus publicaciones. Por esta razón, los diccionarios fundacionales , por lo general, se ceñían a una ejemplaridad y su función era, las más veces, dar cuenta de las incorrecciones, barbarismos, disparates, vulgarismos, entre otras calificaciones que han dado los propios autores. Como sea, hay mucho más que estas calificaciones en este tipo de productos lingüísticos. En efecto, al leer estos diccionarios se puede detectar que existe una tensión entre normar y describir o entre validar y censurar una palabra diferencial o un determinado uso. En un número relevante de estos diccionarios el contenido es, grosso modo, dar cuenta de lo diferencial, sea para darlo a conocer y para que la regia entidad reconozca estas voces. También para dar cuenta de lo diferencial para censurar la diatopía, porque ya existen “sinónimos” o referentes similares dentro de la lengua ejemplar. Asimismo, en estos diccionarios hay una concentración de información normativa para que el usuario pueda conocer y usar la lengua ejemplar de la mejor manera posible. Por lo tanto, en estos diccionarios hay concentrada una información valiosísima en donde la cancelación y la defensa de ciertos usos conviven en esta interesante dicotomía.
En esta dinámica, el campo semántico de los alimentos es un espacio ideal para analizar el funcionamiento lexicográfico que se acaba de mencionar. Como se verá a lo largo de este
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Aurora Camacho Barreiro (2008) en la propuesta de periodización que hizo para la historia de la lexicografía
en Cuba habló de una primera etapa, que es la fundacional, algo que se aleja de la nominación “precientífica ” que se ha solido utilizar en este ca so. El adjetivo “fundacional”, en relación con los primeros trabajos lexicográficos y filológicos monolingües en Hispanoamérica, es pertinente hasta que este tipo de trabajo quedó en manos de filólogos y lingüistas (es decir, a mediados del siglo XX). En Chávez Fajardo 2022, se ha seguido trabajando con el adjetivo “fundacional” al hacer referencia al trabajo que se hizo desde la década del treinta del siglo XIX en Hispanoamérica y que da cuenta de una producción no menor.