Artículo  
LA DISTOPÍA LITERARIA COMO ARTEFACTO MODERNO  
Profesor asistente del área socio-filosófica del  
Departamento de Componente Docente del Instituto  
Pedagógico de Maracay. Mg Sc. en Ciencia Política  
por la Universidad Simón Bolívar, Venezuela.  
Doctorando en Ciencia Política en la misma  
Universidad.  
Héctor Jiménez Esclusa  
Universidad Pedagógica Experimental Libertador  
Instituto Pedagógico de Maracay, Venezuela  
Resumen  
Este artículo estudia las novelas distópicas Un mundo feliz, 1984, Fahrenheit 451 y El  
cuento de la criada dentro de la teoría moderna (Bauman, Habermas) que sostiene que la  
modernidad no ha terminado y que distingue cambios dentro de ella, pero no su clausura.  
Esta aproximación a la modernidad encaja con el hallazgo de características diferentes entre  
el género distópico en la fase de la modernidad que siguió a la Revolución industrial del  
que cobró auge en la modernidad tardía. Por su parte, el método que se usa como sostén de  
este trabajo consiste en un ejercicio de comparación entre las dos primeras novelas  
mencionadas y la última, partiendo de la intuición de que los diferentes momentos en los  
que fueron escritas inscriben en ellas contrastes signados por las distintas etapas de la  
modernidad.  
Palabras clave: novelas distópicas, teoría moderna, modernidad, género distópico.  
Literary dystopia as a modern artifact  
Abstract  
This article studies the dystopian novels Brave New World, 1984, Fahrenheit 451 and The  
Handmaid's Tale within the modern theory (Bauman, Habermas) that argues that modernity  
has not ended and that changes can be made within it, but not its complete closure. This  
approach to modernity fits with the findings of different characteristics between the  
dystopian genre in the phase of modernity that followed the Industrial Revolution and the  
one that boomed in late modernity. The method used to support this work consists of a  
comparative exercise between the first two novels mentioned above and the last one, based  
on the intuition that the different moments in which they were written imprint them with  
contrasts marked by the different stages of modernity.  
Keywords: dystopian novels, modern theory, modernity, dystopian genre.  
Recepción: 16/02/2023 Evaluación: 09/06/2023 Recepción de la versión definitiva: 19/06/2023  
Artículo  
La dystopie littéraire comme artefact moderne  
Résumé  
Cet article étudie les romans dystopiques Brave New World, 1984, Fahrenheit 451 et The  
Handmaid's Tale dans le cadre de la théorie moderne (Bauman, Habermas) qui soutient que  
la modernité n'est pas terminée et qu'elle distingue des changements dans son sein, mais pas  
sa fermeture. Cette approche de la modernité s'inscrit dans le constat de caractéristiques  
différentes entre le genre dystopique dans la phase de la modernité qui a suivi la révolution  
industrielle et celui qui s'est imposé à la fin de la modernité. Pour sa part, la méthode  
utilisée pour étayer ce travail consiste en un exercice comparatif entre les deux premiers  
romans mentionnés et le dernier, basé sur l'intuition que les différents moments où ils ont  
été écrits y inscrivent des contrastes marqués par les différentes étapes de la modernité.  
Mots-clés : romans dystopiques, théorie de la modernité, modernité, genre  
dystopique.  
La distopia letteraria come artefatto moderno.  
Riassunto  
Questo articolo studia i romanzi distopici Un mondo felice, 1984, Fahrenheit 451 e Il  
racconto dell'ancella, nella teoria moderna (Bauman, Habermas) che sostiene ciò la  
modernità non è finita e che distingue i cambiamenti al suo interno, ma non la sua chiusura.  
Questo approccio alla modernità si adatta alla scoperta di caratteristiche diverse tra il  
genere distopico nella fase della modernità che ha seguito dopo la Rivoluzione Industriale  
del che è successo dopo e che ha guadagnato popolarità nella tarda modernità. Da parte sua,  
il metodo utilizzato per sostenere Il presente lavoro consiste in un esercizio di confronto tra  
i primi due romanzi accennato e l'ultimo, partendo dall'intuizione che i diversi momenti in  
cui che furono scritti inscrivono in essi contrasti segnati dalle diverse fasi del modernità.  
Parole chiavi: romanzi distopici, teoria moderna, modernità, genere distopico.  
A distopia literária como dispositivo moderno  
Resumo  
Este artigo estuda os romances distópicos Admirável Mundo Novo, 1984, Fahrenheit 451 e  
O Conto da Aia (The Handmaid's Tale) dentro da teoria moderna (Bauman, Habermas) que  
argumenta que a modernidade não acabou e que distingue as mudanças dentro da  
modernidade, mas não seu encerramento. Essa abordagem da modernidade se encaixa na  
constatação de características diferentes entre o gênero distópico na fase da modernidade  
que seguiu à Revolução Industrial e aquele que ganhou destaque na modernidade tardia.  
Por sua vez, o método utilizado para fundamentar este trabalho consiste em um exercício  
Artículo  
comparativo entre os dois primeiros romances mencionados e o último, com base na  
intuição de que os diferentes momentos em que foram escritos inscrevem neles contrastes  
marcados pelos diferentes estágios da modernidade.  
Palavras-chave: romances distópicos; teoria moderna, modernidade, gênero  
distópico  
Artículo  
Dada la imposibilidad de poner un orden lógico  
ideas tan disímiles como estas, el  
a
posmodernismo se presenta extenso en gestos y  
corto en argumentos.  
Mark Lilla. Pensadores temerarios  
Introducción  
Este artículo estudia las novelas distópicas Un mundo feliz, 1984, Fahrenheit 451 y  
El cuento de la criada dentro de la teoría moderna (Bauman, Habermas) que sostiene que la  
modernidad no ha terminado y que distingue cambios dentro de ella, pero no su clausura.  
Esta aproximación a la modernidad encaja con el hallazgo de características diferentes entre  
el género distópico en la fase de la modernidad que siguió a la Revolución industrial del  
que cobró auge en la modernidad tardía. De la escogencia de la teoría moderna como marco  
para estudiar las novelas seleccionadas se deriva la primera definición en este artículo.  
Sin embargo, antes de pasar al marco teórico y referencial se indicará el método que  
se usa como sostén de este trabajo, porque en realidad consiste en un ejercicio de  
comparación entre las dos primeras novelas mencionadas y la última, partiendo de la  
intuición de que los distintos momentos en los que fueron escritas inscriben en ellas las  
diferencias entre etapas de la modernidad a las que se aludió al inicio.  
Ahora, sin pretender agotar el tema hay que establecer si el tiempo actual está  
inserto dentro de la modernidad. Cuando Nietzsche crítica a la razón, a finales del siglo  
XIX, está atacando la modernidad, pero se mantiene la duda sobre si esa crítica inaugura un  
tiempo distinto. Aún, si el período terminó, existe el problema de la capacidad de la teoría  
para pensar la etapa siguiente.  
En una entrevista, Ricardo Menéndez Salmón, el ganador del Premio Biblioteca  
Breve de Novela otorgado en 2016 por la distopía El Sistema, insistía en: la posibilidad de  
un tiempo poshumano(Geli, 2016). Su novela en puridad, una ucroníanarra una línea  
de tiempo diferente a partir de la crisis económica de 2008. Lo relevante de la referencia —  
aunque se entiende que poshumano no es sinónimo de posmodernoes que, aunque se  
declara influenciado por Orwell; Menéndez Salmón se ubique a sí mismo en algo distinto  
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de la modernidad. Podría inferirse que escribe una distopía porque es lo que corresponde a  
ese tiempo distinto1.  
La utopía es, en tanto género literario y modelo teórico, uno de los más definitivos  
artefactos modernos. Una afirmación que se fundamenta en la premisa de toda utopía,  
literaria, política o del tipo que sea: puede construirse racionalmente una sociedad mejor.  
Es una manifestación de la razón lo que apreciamos en las calles ordenadas de Utopía; el  
pensamiento humano estructurado, lógico; transformado en la simetría de la ciudad  
imposible2. Neusüss (1971) lo explica:  
El principio utópico se puede superponer efectivamente al concepto de planificación  
si con éste no se quiere dar a entender simplemente «economía planificada y  
centralizada» (…), sino como postulados y acciones generadas que, en su conjunto,  
persiguen un cambio y una nueva estructuración de la comunidad humana de  
acuerdo con determinadas perspectivas de la razón. (p. 51)  
En los más de dos siglos de modernidad se pueden distinguir etapas que van desde  
la Ilustración hasta la modernidad tardía. Es la etapa más reciente la que es objeto de  
1
Algo idéntico hacen escritores como Russell Hoban con Riddley Walker (1980), J. G. Ballard con Hello  
America (1981), Vladimir Voinóvich con Moscú 2042 (1982), Haruki Murakami con El fin del mundo y un  
despiadado país de las maravillas (1985) y 1Q84 (2009-2010), respectivamente; José Saramago con Ensayo  
sobre la ceguera (1995) y Ensayo sobre la lucidez (2004), respectivamente; Michel Houellebecq con La  
posibilidad de una isla (2005), Stephen King con Under the dome (2009), Anna North con America Pacifica  
(2009), Vanessa Veselka con Zazen (2011), Emily St. John Mandel con Station Eleven (2014), Claire Vaye  
Watkins con Gold Fame Citrus (2015), Paolo Bacigalupi con The Water Knife (2015), Ben H. Winters con  
Underground Airlines (2016), Omar El Akkad con American War (2017) y Betina González con América  
Alucinada (2017); entre otros muchos. Aunque herederos de Zamiatin, Huxley, Orwell y Bradbury, todos  
estos autores nótese cómo la mayoría son mujeres y estadounidensesy varios otros no listados aquí; con  
sus desastres naturales que ya no son las advertencias de los 70, sino la realidad hoy; con sus pandemias, sus  
regímenes posdemocráticos, etc., escriben distopías que ya no pertenecen a la primera modernidad. Al  
respecto, hay todo un subgénero distópico; la distopía ecológica, que pone el acento, no del todo  
recientemente, en el cambio climático. Una lista no exhaustiva de novelas agrupadas bajo esta etiqueta  
publicadas a partir de la modernidad tardía debería incluir: ¡Make Room! Make Room! (1966) de Harry  
Harrison; en la que luego se inspiraría la película Soylent Green (1973), Parable of the Sower (1993) de  
Octavia E. Butler, Mara y Dan (1999) de Doris Lessing, La chica mecánica (2009) de Paolo Bacigalupi, Far  
North (2009) de Marcel Theroux, Odds Against Tomorrow (2013) de Nathaniel Rich, Maddaddam (2013) de  
Margaret Atwood, Distancia de rescate (2014) de Samanta Schweblin que ganó prominencia al ser  
traducida al inglés como Fever Dream en 2017, Void Star de Zachary Mason (2017), Walkaway (2017) de  
Cory Doctorow y New York 2140 (2017) de Kim Stanley Robinson.  
2
Es inmejorable el libro de Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles, para ilustrar la construcción utópica de  
ciudades como un juego de la razón.  
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debate: ¿es eso, una nueva fase de la misma modernidad o el inicio de un tiempo distinto?  
Ritzer (2003) enumera tres respuestas: para algunos pensadores continúa la modernidad con  
algunos cambios que solo alcanzan para hablar de una nueva etapa dentro de ella, para otros  
sí existe un quiebre radical que impide continuar hablando de modernidad en el tiempo que  
nos signa, mientras que una tercera posición asume una continuidad disruptiva; la  
posmodernidad como evolución de la modernidad. (p. 579)  
Una lista breve de sociólogos que se adscriben a la primera tesis debe incluir a  
Anthony Giddens, Ulrich Beck, el ya citado George Ritzer (con su definición de  
macdonaldización), Zygmunt Bauman con el trajinado concepto de modernidad líquida o  
tardía que, sin embargo, usaremos ampliamente, y a Jürgen Habermas3, respectivamente.  
Dentro de la segunda cabría nombrar a Inglehart (2001) quien advierte: la modernización  
no es la fase final de la historia. El surgimiento de la sociedad industrial avanzada provoca  
otro cambio de los valores básicos, perdiendo importancia la racionalidad instrumental que  
caracterizaba a la sociedad industrial(p. 5), adicionalmente estarían también Baudrillard o  
Deleuze. En la tercera postura destaca Fredric Jameson.  
Ahora pareciera lógico tratar de definir modernidad. Un concepto sencillo es el que  
la define como una etapa histórica en la cual se intenta imponer la razón como único y  
exclusivo paradigma. Usándolo como base se puede entonces comprender porqué para  
Bauman (2003) solo nos hallamos en presencia de otra modernidad, no de ninguna  
posmodernidad:  
La sociedad que ingresa al siglo XXI no es menos «moderna» que la que ingreso al  
siglo XX; a lo sumo, se pude decir que es moderna de manera diferente. Lo que la  
hace tan moderna como la de un siglo atrás es lo que diferencia a la modernidad de  
cualquier otra forma histórica de cohabitación humana: la compulsiva, obsesiva,  
continua, irrefrenable y eternamente incompleta modernización; la sobrecogedora,  
inextirpable e inextinguible sed de creación destructiva (o de creatividad  
destructiva, según sea el caso: «limpieza del terreno» en nombre de un diseño  
«nuevo y mejorado»; «desmantelamiento», «eliminación» (…). (p. 33)  
3
Aunque en este trabajo se presta más atención a Bauman, lo cierto es que no se pierde de vista la similitud  
de su idea sobre la continuación de la modernidad con el pensamiento de Habermas en Modernity versus  
Postmodernity (1981)  
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Bauman (2003) le adjudica al diseño nuevo y mejorado la finalidad de aumentar la  
productividad o la competitividad, pero esa limpieza de terreno, ese desmantelamiento, son  
idénticos a los procesos de ingeniería social que identificamos con las utopías y que no  
tienen el exclusivo objetivo de producir más, porque los utopistas/distopías de toda laya  
crean un orden social no solo para que los mercados sean más competitivos sino también  
para que lo sean menos, para que los hombres se zafen del yugo del mercado y vivan en un  
paraíso proletario de igualdad, o para imponer la justicia y la felicidad, o para edificar por  
fin y para siempre el reino de dios en la tierra.  
Bauman (2003) asimila el tiempo presente, ese al que denomina modernidad  
líquida, con la distopía, en la que hay un cambio cualitativo importante:  
A diferencia de la mayoría de los casos distópicos, este efecto no ha sido  
consecuencia de un gobierno dictatorial, de la subordinación, la opresión o la  
esclavitud; tampoco ha sido consecuencia de la «colonización» de la esfera privada  
por parte del «sistema». Más bien todo lo contrario: la situación actual emergió de  
la disolución radical de aquellas amarras acusadas justa o injustamentede  
limitar la libertad individual de elegir y de actuar. (p. 11)  
Lo que Bauman (2003) denomina efecto, y que va a retomar en el concepto de  
retrotopía en sus dos escritos póstumos (Retrotopía y Síntomas en busca de objeto y  
nombre, respectivamente), no es más que la vida en las sociedades occidentales  
posindustriales, la forma en la que se vive hoy. Slavoj Žižek (2016), con algo de ironía,  
hace la misma descripción: Este mundo dividido, que tiene cada vez más miedo de sí  
mismo, es la realidad de la utopía capitalista, liberal, globalizada y unida que  
imaginábamos hace 25 años, cuando creímos en el fin de la historia(s.n.)4.  
En el pensamiento de Bauman (2003), además, pareciera no haber alternativas, lo  
que se deduce de sobreponer al eje modernidad/modernidad tardía la dupla utopía/distopía.  
4
En su momento el profesor Francis Fukuyama fue atacado sobre todo por pensadores marxistas —Žižek lo  
hace en este artículo, lo que trae aparejada una ironía ideológica. La dictadura del proletariado es también  
el último estadio de la historia humana.  
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De acuerdo con él: La modernidad pesada/sólida/condensada/sistémica de la era de la  
‘teoría crítica’ estaba endémicamente preñada de una tendencia al totalitarismo” (p. 31), si  
se acepta esta premisa, entonces debe concluirse que toda utopía de la primera modernidad  
estaba fatalmente contaminada de totalitarismo, algo que la historia pareciera corroborar y  
que además concuerda con Popper (2013) y la crítica liberal, pero, si además, y como ya  
vimos; él define la modernidad tardía como la distopía por antonomasia, entonces desde el  
Renacimiento no hay un tiempo que no sea distópico.  
Aun si se considera el sesgo izquierdista del pensamiento de Bauman (2003) y  
Žižek (2016), su crítica no es infundada, de hecho, no siquiera es original, algunos de los  
aspectos de la vida política, económica o cultural de hoy son el desarrollo de condiciones  
denunciadas ya desde finales del siglo XIX. Lo vemos en las mismas distopías desde H. G.  
Wells aunque para él fuesen utopíasy obviamente aún más en Huxley, Orwell o  
Bradbury.  
La primera modernidad en Huxley, Orwell y Bradbury  
En el presente artículo se considerarán solo tres rasgos de la primera modernidad, de  
un conjunto que obviamente es mucho más amplio. Se estudiará el tratamiento de los  
rasgos seleccionados en las novelas indicadas, que a su vez fueron escogidas por formar  
parte del canon de la literatura distópica.  
Libertad moderna: leer y fornicar  
Este rasgo se estudiará usando dos indicadores: el ataque al lenguaje mediante la  
destrucción de libros, sobre todo, aunque no exclusivamente, en Fahrenheit 451, ya que  
también está presente en Un mundo feliz, en 1984 y en El cuento de la criada y la represión  
de la sexualidad.  
Se considera que destruir libros delata la modernidad porque alude a una forma de  
producir, pero sobre todo de consumir productos culturales, que le es propia por  
antonomasia. Aunque el paso de la cultura oral a la cultura escrita es un rasgo que aparece  
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ya en la Antigüedad, durante mil años luego de la caída de Roma, la sociedad medieval  
aprenderá al menos exclusivamente durante la primera mitad de la Edad Media, de lo  
poco y mal que un sacerdote podía enseñar usando los vitrales de las iglesias5; la  
modernidad será precisamente el paso de esa civilización de la imagen a la civilización  
textual a decir de George Steiner (2007), con un alcance inédito en la historia humana.  
Sometamos a examen el primer aspecto, el de la producción moderna de bienes  
culturales, específicamente el de libros y periódicos. La actualización que de la imprenta  
hace Gutenberg con los tipos móviles es un ejemplo de industrialización y de capitalismo  
tempranos, con su uso de los tipos móviles dejó obsoleta la labor del copista del  
monasterio, y si bien en sus primeros tiempos los libros impresos imitaban a los libros  
manuscritos6, la producción en serie de objetos idénticos que anula la creación de objetos  
únicos, artesanales, es un rasgo de la economía moderna. Pero la característica más  
relevante es la masificación que permite la imprenta, como bien lo explica Sartori (1998):  
Leer, y tener algo que leer, fue hasta finales del siglo xv un privilegio de  
poquísimos doctos. El homo sapiens que multiplica el propio saber es, pues, el  
llamado hombre de Gutenberg. Es cierto que la Biblia impresa por Gutenberg entre  
1452 y 1455 tuvo una tirada (que para nosotros hoy es risible) de 200 copias. Pero  
aquellas 200 copias se podían reimprimir. Se había producido el salto tecnológico.  
Así pues, es con Gutenberg con quien la transmisión escrita de la cultura se  
convierte en algo potencialmente accesible a todos. (p. 25)  
El que el libro se convirtiese en el principal vehículo de trasmisión de ideas en la  
modernidad no hubiese sido posible sin esa masificación7, pero además sin la ascensión de  
la clase media, de la burguesía europea que seculariza y hace domésticas las bibliotecas.  
5
Un proceso que comienza con San Nilo y en el que las imágenes hacen un recorrido que va desde las  
paredes de yeso primero, luego de madera, piedra y vidrio, hasta los libros de imágenes popularizados hacia  
finales del siglo XIV y hasta el final de la Edad Media, los mal llamados Bibliae Pauperum o Biblias de los  
Pobres, con apenas unas pocas palabras en escritura gótica (Manguel, 1999, pp. 140-143).  
6
Como se sabe, la Biblia de 42 líneas, el primer libro editado por Gutenberg, reproduce el tipo de letra y la  
diagramación de la página de los manuscritos iluminados.  
7
Aunque con antecedentes en el trabajo de retóricos medievales incluso anteriores a Lovati o Mussato y a la  
no menos importante conformación de bibliotecas universitarias y reales, gabinetes de libros de humanistas y  
eclesiásticos al final de la Edad Media (Steiner, 2007, p. 85).  
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Más adelante, al menos en Occidente, leer y escribir se convertirán en las habilidades  
mínimas de las masas que alimentarán simultáneamente la política, las fábricas y el  
mercado, espoleando así la aparición del periódico como el primer medio de comunicación  
masivo.  
En Fahrenheit 451 es obvio como el ataque al lenguaje por medio de la destrucción  
de libros es el fundamento de la narración distópica, un rasgo que distingue a esta novela de  
las otras estudiadas, en las que la biblioclastia, aunque importante no es definitoria. Sin  
embargo, no deja de estar presente en Un mundo feliz: El DIC lo miró con inquietud.  
Corrían extraños rumores acerca de viejos libros prohibidos ocultos en un arca de seguridad  
en el despacho del interventor. Biblias, poesías…” (Huxley, 2009, 50) o 1984: «La caza y  
destrucción de libros se había realizado de una forma tan completa en los barrios proles  
como en todas partes. Era casi imposible que existiera en toda Oceanía un ejemplar de un  
libro impreso antes de 1960» (Orwell, 2006, p. 95).  
¿Qué hay en los libros? Montag intuye la respuesta, pero no alcanza a enunciarla:  
Tiene que haber algo en los libros, cosas que no podemos imaginar, para que una mujer se  
deje quemar viva. Tiene que haber algo. Uno no muere por nada(Bradbury, 2015, p. 55).  
Más adelante, en la novela, el jefe de bomberos Beatty lanza el anatema que ha justificado  
la censura siempre pero que ciertas personas no pueden dejar de retar, el lema que  
debería inscribirse en la entrada de todas las policías políticas del mundo: ¡Los libros no  
dicen nada! Nada que puedas aprender o creer(Bradbury, 2015, 65).  
La respuesta que da Steiner (2007) es una de las conclusiones adelantadas de este  
trabajo: «los libros son nuestra contraseña para llegar a ser lo que somos» (p. 60), esa  
contraseña se expresa en un código, el lenguaje articulado, y esa es, además, nuestra  
respuesta sobre lo que contienen los libros: lenguaje; eso que nos hace humanos  
ofreciéndonos sentido individual y político, además, porque:  
El autor y su lector están vinculados por una promesa de sentido. En su esencia  
misma, la escritura es normativa. (…) En todos los aspectos, incluso bajo el disfraz  
de la ligereza, los actos de escritura y su consagración en los libros manifiestan  
relaciones de fuerza. (Steiner, 2007, p. 80)  
Artículo  
Sin embargo, el mismo Steiner (2007) describe cómo, entre la Ilustración y el  
quiebre definitivo de la civilización moderna que representó la Segunda Guerra Mundial, el  
libro también fue amenazado por filósofos, escritores y por los que denomina críticos  
sociales. Esta aseveración es particularmente relevante en el contexto de un estudio sobre la  
utopía porque Steiner (2007) comienza su inventario de las amenazas modernas al libro con  
lo que denomina pastoralismo radical inserto en la pedagogía utópica de Rousseau que  
sobrepone al saber libresco; el que se deriva de la experiencia vital para continuar luego  
con una corriente cercana al ascetismo iconoclasta de los Padres del Desierto(p. 88) que  
se pregunta a cuántos hambrientos se puede alimentar con lo que vale un incunable. Por  
último, Steiner (2007) menciona como amenaza moderna la necesidad de reescribir el  
pasado.  
No importa el formato tal vez una versión 2.0 de la novela de Bradbury (2015)  
describiría hoy cómo se destruyen tabletas y otros dispositivos electrónicos de lectura con  
virus informáticos en vez de tomos con fuego8, los libros son vehículos del lenguaje, al  
impedir que se lea se le destruye exactamente igual a como lo hacen los compiladores de  
neolengua de Orwell.  
Repasemos ahora la respuesta de Bradbury (2015) a la pregunta de su Montag:  
»Primero: ¿Sabe usted por qué un libro como éste es tan importante? Porque tiene  
calidad. ¿Y qué significa esta palabra? Calidad, para mí, significa textura. Este libro  
tiene poros. Tiene rasgos (…) Cuantos más poros, cuantos más pormenores vivos y  
auténticos pueda usted descubrir en un centímetro cuadrado de una hoja de papel,  
más «letrado» es usted. Ésa es mi definición, por lo menos. Narrar pormenores.  
Frescos pormenores. Los buenos escritores tocan a menudo la vida. Los mediocres  
la rozan rápidamente. Los malos la violan y la abandonan a las moscas. (p.82)  
8
El historiador Roger Chartres explica que el soporte en el que está inscrito todo texto condiciona su  
interpretación Clifford Geertz nos enseñó que la cultura es un texto, una consideración que lo lleva a  
concluir que: «La técnica digital revoluciona al mismo tiempo el soporte de lo escrito, las relaciones con los  
textos y su inscripción y difusión. Por ende, ninguna comparación histórica supone una revolución semejante  
a la revolución digital» (Citado en Marín, 2013, s.n.). Por lo que se reitera que más que una apología al libro  
en formato de códice, una lectura actualizada de las distopías debería sugerir la defensa del libro en el formato  
que sea uno incluso ajeno a la lógica de texto coherente y totalizante de la modernidad, o más  
ampliamente de la lectura.  
Artículo  
Vida, es la respuesta a la pregunta de Montag, eso hay en los libros, vida  
individual, con accidentes lo que el autor llama porosque retan la disolución del  
individuo en la sociedad, el partido o la iglesia, que retan en última instancia toda  
utopía/distopía. Por eso la distopía literaria representa la casi constante descripción del libro  
como último reducto de cordura cuando la sociedad ha sido destruida9.  
Ahora bien, quemar libros o lectores10, destruir bibliotecas, censurar tachando  
en negro sobre cartas; periódicos o libros, o teniendo un ejército de ciber soldados que filtre  
el contenido en la red, encarcelar o asesinar caricaturistas, escritores y blogueros es  
ineficiente11. Esa especie de elegía de Sebastián Castello lo explica: Hominem occidere non  
est doctrina tuere, sed est hominemn occidere (asesinar a un hombre no es matar las ideas,  
es asesinar a un hombre), a la que podría incluso agregarse la interpretación de que destruir  
un libro no es destruir las ideas, es solo destruir libros de hecho al final de la novela de  
Bradbury (2015) vemos cómo las personas se convierten en libros, preservando así las  
ideas, por lo que se impone como premisa distópica destruir las ideas mismas como  
requisito para la destrucción de la cultura.  
Como ya se dijo, leer se convertirá en el siglo XIX en la destreza sine qua non para  
estar informado; el libro en forma de códice es, ya desde mucho antes, el principal vehículo  
de trasmisión de ideas en Occidente, eso, aunado al ya mencionado carácter masivo del  
periódico a partir de mediados del mismo siglo convertirá a los medios impresos en  
instrumentos determinantes en la trasmisión de ideología y de ahí en la consolidación del  
9
En Quema (2015) de Ariadna Castellarnau (Premio Las Américas de Narrativa Latinoamericana) cuando el  
mundo entero arde, una niña lee.  
10 Es obligado copiar la profética frase que Heine, cuyos libros irónicamente también fueron quemados por los  
nazis el 10 de mayo de 1933, escribió en Almanzor: Allí donde queman libros, acaban quemando hombres”.  
Sobre esta quema, la sardónica respuesta de Freud merece citarse: En la Edad Media ellos me habrían  
quemado. Ahora se contentan con quemar mis libros (…)” (Citado en Báez, 2004, p. 223).  
11  
Esta lista enumera varias de las formas de vigilancia y censura usadas hoy y que poseen un alcance  
inimaginable para Orwell, en buena medida porque los ciudadanos coadyuvan hoy en ser espiados. A lo largo  
de 1984 vemos cómo Winston y Julia tratan de escapar de la vigilancia de las omnipresentes telepantallas,  
pero en la actualidad las personas se esfuerzan por ponerse a la vista de todos, todo el tiempo, en el panóptico  
digital, algo que Dave Eggers fabula en El círculo (2014) en clave distópica con el concepto de  
hipervisibilidad prefigurado ya en la arquitectura de la Casa de Cristal (1949) de Philip Johnsonque se  
insertaría en la noción más amplia de sociedad de la transparencia de Byung-Chul Han, In the society of  
exhibition, every subject is also its own advertising object. Everything is measured by its exhibition value. The  
society of exhibition is a society of pornography. Everything has been turned outward, stripped, exposed,  
undressed, and put on show(2015b, p. 11).  
Artículo  
Estado moderno con todos sus accesorios: partidos políticos de masas, ideología, opinión  
pública, etc. Esto, hasta que a mediados del siglo XX la televisión comience a sustituir la  
palabra por la imagen devolviéndonos a una versión posmoderna de la Edad Media, en un  
cambio que pareciera consolidarse hoy. He aquí la forma en la que Bradbury (2015) lo  
registra por medio de uno de sus personajes: “—Lo que tiene ahí, ¿no es un libro? Creía  
que hoy se instruía a la gente con películas(p. 96).  
Sartori (1998) explica la potencialmente distópica consecuencia de ese cambio  
sobre la polis cuando define al vídeo-niño como «el niño que ha crecido ante un televisor»  
(p. 38). Cuando se pregunta si ese niño crece, responde que sí, pero solo para convertirse en  
un adulto mutilado: es, pues, un adulto marcado durante toda su vida por una atrofia  
cultural(Satori, 1998, p.38.), la atrofia cultural que menciona no se refiere a la  
incapacidad de leer los clásicos en su idioma original, porque de seguida ofrece dos  
significados de cultura, el primero es el concepto en sentido amplio que la define como el  
universo simbólico en el que vive el hombre, mientras que el segundo es el concepto  
restringido en el que cultura es saber, lo que complementa con al definir una de persona  
culta como: “una persona que sabe, que ha hecho buenas lecturas o que, en todo caso está  
bien informada(Satori, 1998, p.39).  
El hombre solo puede saber seguimos parafraseando a Sartori (1998)si domina  
el “‘lenguaje-palabra’, el lenguaje de nuestra habla” (p. 24) que está formado, como bien  
nos recuerda el maestro florentino, por palabras denotativas y connotativas,  
respectivamente. A estas últimas las denomina también, palabras abstractas, por su  
capacidad de expresar conceptos cuyo significado no se puede trasladar ni traducir en  
imágenes(Satori, 1998, p. 45) que son a su vez las herramientas sine qua non de la vida  
política, porque:  
toda nuestra capacidad de administrar la realidad política, social y económica en la  
que vivimos, y a la que se somete la naturaleza del hombre, se fundamenta  
exclusivamente en un pensamiento conceptual que representa -para el ojo desnudo-  
entidades invisibles e inexistentes. (Satori, 1998, p. 46)  
Artículo  
Dada la incapacidad de la imagen para encarnar conceptos, abstracciones, algo que  
es vital para la polis, el Homo Videns está condenado a ver sin entender(Satori, 1998, p.  
11), al postpensamiento o incapacidad de pensar(Satori, 1998, p. 149). Un hombre tal es  
incapaz de cuestionar un orden político opresivo porque ni siquiera advierte que vive en  
uno.  
Pero el aspecto que hace de leer libros en forma de códices una actividad moderna  
tiene una dimensión política aún más profunda relacionada con el concepto de libertad. La  
escisión del individuo en una esfera pública y otra privada es un hito moderno, comienza en  
el Renacimiento mismo. Por eso, todo el liberalismo es, como buen producto del siglo  
XVIII, un intento de proteger la esfera individual del poder del Estado. Aron (2007) lo  
explica en estos términos:  
El hombre de la sociedad civil, empeñado en el trabajo, en la industria y el  
comercio, permanece encerrado en sí mismo, en su particularismo. Como  
ciudadano, participa en la universalidad del Estado, pero esa participación se sitúa al  
margen de la vida privada, (…) (p. 31)  
La introspección que exige leer demanda un individuo libre en sentido moderno12,  
más bien ilustrado, un individuo que a diferencia del polites griego13, no tiene empacho en  
disgregarse de la esfera pública sin ser considerado por ello un idión, una persona que tiene  
una habitación propia, material y figuradamente su menteajena al poder político. No  
otra cosa describe Steiner (2007):  
Los lectores poseen ahora, a título privado, los recursos de su lectura, de unos libros  
salidos de un marco oficial o público. Esta posesión requiere, a su vez, un espacio  
12 Es un tópico de la filosofía política esta distinción entre libertad de los antiguos y libertad de los modernos  
que inaugura Benjamin Constant con su Discurso sobre la libertad de los antiguos comparada con la de los  
modernos (1819), que luego actualizará Isaiah Berlin en Dos conceptos de libertad (1958) como libertad  
positiva y libertad negativa, respectivamente.  
13 Aquí se emplea la definición de Sartori en el ya citado ¿Qué es la democracia? El concepto alude, como se  
desprende del texto, al individuo que solo tiene la dimensión política. Lo relevante es que Sartori explica que  
este es un ciudadano posible solo en ese muy limitado contexto de las pocas décadas que duró la democracia  
ateniense, sugiriendo además que no es exactamente una persona libre quien solo tiene una dimensión  
política.  
Artículo  
reservado, el de una estancia tapizada de estantes, con diccionarios y obras de  
consulta que hacen posible una lectura seria. (p. 86)  
Virginia Woolf alude a lo mismo cuando escribe en Una habitación propia (1929)  
sobre la necesidad de que la mujer tenga su propio espacio material y psíquico, y sus  
propios libros, algo que Atwood (2021) hará que exija su personaje principal: Mi  
habitación, entonces. Al fin y al cabo, ha de existir algún espacio que pueda reivindicar  
como mío, incluso en estos tiempos(p. 86). Aquí, la escritora está aludiendo a un tipo  
específico de emancipación, el de la mujer, que, sin embargo, puede ser extrapolado a  
cualquier otro grupo de personas.  
Uno de los pocos momentos de libertad que experimenta Winston Smith además  
en un mundo en el que el ruido nunca cesaes precisamente leyendo: El inefable  
sentimiento de estar solo, leyendo el libro prohibido, en una habitación sin telepantalla,  
seguía llenándolo de satisfacción (…) El libro le fascinaba o, más exactamente, le calmaba”  
(Orwell, 2006, p.183). En este último sentido es imposible no repetir la conseja de Steiner  
(2007): los libros son nuestra contraseña para llegar a ser lo que somos(p. 60).  
Claro, leer también es peligroso porque permite dominar la estructura de poder, ser  
más hábil que los otros que pelean por él. Orwell (2006) hace que la policía del  
pensamiento elimine a Syme, un lexicógrafo, precisamente por ser muy inteligente,  
mientras que Atwood (2021) contempla tal posibilidad cuando escribe sobre uno de sus  
personajes, un miembro de la élite de su teocracia: Pertenecía a la línea dura, y Limpkin  
hace la siguiente observación con respecto a él: ‘Nuestro gran error fue enseñarle a leer. No  
volveremos a cometerlo’” (p. 406).  
Por todo esto es congruente que se destruyan libros: es una necesidad obvia del  
poder de ahí que exista, desde mucho antes de la modernidad algo que invalida  
parcialmente la tesis expuesta, una historia de la quema de libros que además han sido  
destruidos, por fuego o no, desde que existen.  
Aunque las bibliotecas tienden a dejar de ser esas ágoras y ateneos que hemos  
venido describiendo, lo cierto es que su vínculo con la utopía/distopía se remonta al mismo  
Renacimiento: en la Cristianópolis de Andreae el edificio más importante es una biblioteca  
Artículo  
que reúne todos los libros que se han perdido en el mundo14. De ahí que el servicio secreto  
de Gilead, la teocracia de Atwood, está ubicado precisamente en la Biblioteca Widener, la  
más relevante de la Universidad de Harvard (Atwood, 2017, s.n.)15.  
Las distopías están signadas por el colectivismo; en una sociedad tal, el sexo, o aún  
más, elegir con quién se tiene sexo o se amatienen que ser reprimidos, controlados.  
Pero además la represión sexual que hallamos en la literatura distópica se emparenta con  
uno de los rasgos del ur-fascismo a decir de Eco (1995): la voluntad de poder fascista se  
transfiere al sexo lo que origina el machismo traducido a su vez en el desprecio a la mujer y  
la intolerancia hacia el sexo no convencional16. El Estado debe imponer cómo y con quien  
se acuesta cada quien precisamente para anular esa subversiva posibilidad que es todo  
orgasmo libre. Winston Smith lo sabe perfectamente:  
En los viejos tiempos, pensó, un hombre miraba el cuerpo de una muchacha y veía  
que era deseable y aquí se acababa la historia. Pero actualmente no se podía sentir  
amor puro o deseo puro. Ninguna emoción era pura porque todo estaba mezclado  
con el miedo y el odio. Su abrazo había sido una batalla, el clímax, una victoria. Era  
un golpe contra el Partido. Era un acto político. (Orwell, 2006, p. 120)  
Un acto político que busca la lealtad al poder encarnado en el partido; suprimir la  
posibilidad de cualquier otro vínculo que no sea ese, así, seguimos leyendo: «El instinto  
sexual será erradicado. La procreación será una formalidad anual como la renovación de la  
cartilla de racionamiento. Suprimiremos el orgasmo. Nuestros neurólogos ya están  
trabajando en ello. No habrá lealtad, excepto la lealtad al Partido.» (Orwell, 2006, p. 245).  
Un catecismo del miedo.  
14 En la exposición de arte contemporáneo documenta 14 (2017), la instalación efímera de la artista argentina  
Marta Minujín; el Partenón de los libros, reproduce un Partenón a escala real hecho con 100 mil ejemplares  
de libros censurados, desde la modernidad en adelante (excepto los que llaman al odio), insertados en barras  
de metal.  
15  
The Secret Service of Gilead is located in the Widener Library, where I had spent many hours in the  
stacks, researching my New England ancestors as well as the Salem witchcraft trials. Would some people be  
affronted by the use of the Harvard wall as a display area for the bodies of the executed? (They were.).  
16  
Since both permanent war and heroism are difficult games to play, the Ur-Fascist transfers his will to  
power to sexual matters. This is the origin of machismo (which implies both disdain for women and  
intolerance and condemnation of nonstandard sexual habits, from chastity to homosexuality). Since even sex  
is a difficult game to pay, the Ur-Fascist hero tends to play with weaponsdoing so becomes an ersatz  
phallic exercise”.  
Artículo  
Revisemos aún más la sexualidad en la distopía: en Un mundo feliz el sexo es un  
sucedáneo de un opiáceo junto al muy real somapara hombres y mujeres por igual, un  
mecanismo de control social, y no está destinado a la reproducción en una sociedad en la  
que los seres humanos se fabrican en serie en líneas de montaje; en 1984, como ya se vio,  
se describe una sociedad que reprime al sexo (uno de los apéndices del partido se denomina  
Liga Anti-Sex), que lo convierte en una experiencia desagradable, disgregadora de hombres  
y mujeres, salvo que sean miembros del partido: “Su objetivo verdadero y no declarado era  
eliminar todo placer del acto sexual. El enemigo no era tanto el amor como el erotismo,  
dentro del matrimonio y fuera de él(Orwell, 2006, p. 69), en Oceanía el sexo debe ser,  
como todo, un instrumento del Partido, específicamente para darle hijos, además replica la  
concepción machista que excluye del placer a la mujer: Éste sabía lo que significaba  
buensexo, es decir, el coito normal entre marido y mujer con el solo propósito de engendrar  
hijos y sin placer físico por parte de la mujer; todo lo demás era sexocrimen(Orwell, 2006,  
p. 279).  
En cierta medida, en Fahrenheit 451 la sociedad distópica en la que se queman  
libros es asexuada porque está infantilizada, aunque en una forma algo distinta a la que  
vemos en Un mundo feliz: la velocidad, las drogas, el entretenimiento, ocupan el lugar de la  
copula, imposibilitando además las relaciones entre mujeres y hombres. Montag lo  
describe:  
Y recordó que había pensado entonces que si ella se moría, él, Montag, no  
derramaría ni una lágrima. Pues sería como la muerte de una mujer desconocida, de  
una cara de la calle, de una imagen del periódico, y de pronto todo le pareció tan  
falso (…). Un hombre tonto y vacío que vivía con una mujer tonta y vacía, (…)  
(Bradbury, 2015, p. 48)  
Así como la novela de Bradbury (2015) gira en torno a la quema de libros, El cuento  
de la criada lo hace alrededor de la represión de la mujer, vale decir; una represión sexual:  
cultura de la violación, jerarquización según oficios domésticos, entre otros, a diferencia de  
las otras tres novelas, esta represión es un instrumento del patriarcado. Por este motivo, este  
Artículo  
aspecto de la novela de Atwood (2021) no se estudiará aquí, sino en la sección sobre el  
patriarcado (p. 114).  
Fordismo  
Una breve definición del término luce pertinente. Puede entenderse al fordismo  
como un sistema económico que produce bienes baratos por medio del uso de tecnologías  
inflexibles, aunque no exclusivamente, como la cadena de montaje, la estandarización del  
trabajo y el aumento de la producción (Ritzer, 1993, p. 198), creando así un mercado de  
masas.  
Bauman (2003) ofrece el antecedente del concepto cuando indica que fue usado por  
primera vez por Antonio Gramsci y Henri de Man, y que adquirió relevancia justo cuando  
las prácticas fordistas entraban en su ocaso (p. 62); porque como explica el citado Ritzer,  
los marxistas contemporáneos debaten sobre la transición al posfordismo en el contexto  
más amplio de una eventual transición posmoderna (p. 198). El ocaso de esta práctica  
económica lo que no significa su desaparición completa para pensadores como el mismo  
Ritzer (1993) quien lo traduce hoy en el neologismo Mcdonaldismo (p. 200), mientras que  
para otros como David Harvey sí hay una transición/continuidad entre fordismo y  
posfordismo (citado en Ritzer, 1993, p. 579) , que signó el siglo XX, habría comenzado  
con la crisis del petróleo de 1973 y el declive de la industria automotriz estadounidense,  
uno de los hitos de la sociedad posindustrial, un momento que coincide con el auge del  
pensamiento distópico que venimos estudiando en las sociedades occidentales.  
El fordismo la religiónde Un mundo feliz establece sin dudas su lugar dentro  
de la modernidad. La racionalidad económica tiñe la novela de principio a fin: el Gran  
Hermano de Orwell es sustituido aquí por Su Gran Fordería. La producción en serie en Un  
mundo feliz ofrece una pavorosa analogía entre la producción homogénea de bienes y la de  
seres humanos; ambas son el resultado de una cadena de producción como la que mejoró y  
usó icónicamente Henry Ford, dándole quizás una última vuelta de tuerca al capitalismo a  
inicios del siglo XX, y que hoy podemos ver en las estaciones de un restaurante de comida  
rápida. Pero incluso si obviásemos, el resultado del fordismo, lo que produce; tendríamos  
Artículo  
las trazas distópicas en el proceso mismo de producción en serie, según nos explica  
Bauman (2003):  
Algunos de los íconos fundamentales de esa modernidad fueron: las fábricas  
fordistas, que reducían las actividades humanas a simples y rutinarios movimientos  
fuertemente predeterminados que debían seguirse de manera obediente y mecánica  
sin intervención de las facultades mentales y manteniendo a raya todo sesgo de  
espontaneidad e iniciativa individual. (p. 31)  
Se debe considerar cuidadosamente esta analogía. Hoy se producen bienes  
destinados a no durar; la obsolescencia programada que, juicios de valor aparte, responde a  
una racionalidad económica. Esto ya está prefigurado en la novela de Huxley (2009) en la  
que los objetos parecen desechables y se alienta un consumo vacuo (algunas ediciones en  
rústica de la novela en español muestran en su portada las piezas de una muñeca de  
plástico). Esto último se entiende mejor si se toma en cuenta la fecha en la que se publicó  
Un mundo feliz; 1932, justo en medio de la Gran Depresión. Es como si Huxley (2009) nos  
advirtiera que la alternativa que la sociedad capitalista puede llegar a avizorar para evitar  
otro colapso económico es fabricar genética y conductistamente consumidores como  
describe aquí:  
Condicionamos a las masas de modo que odien el campo concluyó el director.  
Pero simultáneamente las condicionamos para que adoren los deportes campestres.  
Al mismo tiempo, velamos para que todos los deportes al aire libre entrañen el uso  
de artilugios sofisticados. Así, además de utilizar trasportes, consumen artículos  
manufacturados. De ahí estas descargas eléctricas. (p. 39)  
Una implicación de lo anterior fácilmente deducible es que si bienes y personas se  
producen de forma similar, entonces también las personas tendrían una fecha de  
vencimiento, serían descartables (bajando o subiendo las edades de jubilación de acuerdo al  
vaivén de las crisis económicas, legalizando la eugenesia; pero sobre todo la eutanasia,  
sustituyendo personas por robots en un amplio rango de trabajos o marginando aún más a  
Artículo  
niños, mujeres, ancianos y extranjeros) según las necesidades del mercado, la sociedad o  
cualquier otra entelequia17.  
Sin embargo, el concepto de fordismo es importante en el marco del pensamiento  
utópico/distópico porque más que una forma de producir es un modelo de industrialización,  
en palabras del mismo Bauman (2003), para él es: «un sitio de construcción epistemológica  
sobre el cual se erigía toda la visión del mundo y que se alzaba majestuosamente  
dominando la totalidad de la experiencia vital» (p. 62). La episteme fordista produce orden  
durante la primera modernidad mediante la reproducción de la fábrica fordista18 en cada  
ámbito de la vida humana.  
Bauman (2003) explica que el sino de la fábrica fordista es la distinción binaria  
entre «planificación y ejecución, iniciativa y cumplimiento de órdenes, libertad y  
obediencia, invención y decisión» (p. 62), en un entorno pesado que fija en un lugar el  
capital, el trabajo y la administración, y que al trasladarse fuera de ella replica esa  
estructura de dominación en las que unos mandan y otros obedecen en cada resquicio de la  
sociedad, estableciendo el «marco de referencia metafórico para cualquiera que intentara  
comprender el funcionamiento de la realidad humana en todos los niveles» (Bauman, 2003,  
p. 62). Al observar las novelas tratadas aquí esa distinción se hace patente, tanto es así, que  
la forma más eficaz de resumirlas es establecer cuáles personajes tiene poder y cuáles no, y  
derivar las interacciones más importantes entre ellos. No en balde para Bauman (2003): «El  
17  
Kazuo Ishiguro actualiza esa posibilidad en Nunca me abandones, su novela ya mencionada, en la que se  
fabrican clones de los que se extraen órganos una y otra vez hasta que mueren y también Lidia Yuknavitch  
con The Book of Joan (2017) en la que todos son ejecutados a los 50 años para que el agua de sus cuerpos  
pase a la reserva que sostiene la colonia humana que orbita una Tierra devastada.  
18  
El fordismo necesita una fábrica con sus inmensas naves industriales que albergan las líneas de montaje,  
sus instalaciones para almacenar materias primas y para dar servicios a los trabajadores en turnos continuos,  
todas interconectadas, que se inscribe dentro de una arquitectura utópica representada por el movimiento  
moderno con sus formas asépticamente ahistóricas que pretende cambiar al hombre imponiendo un rediseño  
de la arquitectura. Las primeras dos fábricas, en Detroit, en las que se produjeron los modelos T, la Ford  
Piquette Avenue Plant y la Highland Park Ford Plant ambas anteriores al menos en un año a la Fábrica  
Fagusson ejemplos de la arquitectura moderna con sus aciertos y sus excesos; pero a los fines de este  
trabajo resalta Fordlândia, una ciudad que Ford mandó a construir en 1928, en mitad del Amazonas brasileño,  
con la intensión de aprovechar el caucho para la producción de piezas y neumáticos para sus carros. Aquí, la  
muy específica racionalidad utópica de Albert Kahn, el arquitecto de sus fábricas en Estados Unidos que  
pretendió trasplantar la utopía urbana del Medio Oeste estadounidense a la selva brasileña, fracasó casi desde  
el inicio.  
Artículo  
debate entre Orwell y Huxley, así como la confrontación entre el socialismo y el  
capitalismo, era, en este sentido, una mera riña familiar» (p. 63).  
Podemos usar la explicación que más adelante ofrece Bauman (2003) sobre la  
decadencia del fordismo para identificar las relaciones entre los personajes de las novelas;  
pero, y más importante aún, para entender el paso de la primera modernidad a la  
modernidad tardía. Citando a Daniel Cohen, un economista francés, Bauman (2003) explica  
cómo el salario es la cadena que ataba a los trabajadores a la fábrica. Ese encadenamiento,  
asociado a las metáforas de pesadez y fijeza, con sus fábricas de mortero y ladrillo llenas de  
trabajadores para toda la vida que tienen su tiempo rutinizado, es el núcleo del fordismo (p.  
64) y, por extensión, de la primera modernidad o modernidad pesada con su corolario de  
distopías encarnado en Zamiatin, Huxley u Orwell.  
El cambio a la modernidad tardía o líquida se verifica precisamente cuando caduca  
el fordismo transformándose en lo que denomina capitalismo liviano; con sus distopías  
líquidas emparentadas con la sociedad del cansancio de Han (2015a, pp. 18, 19)19.  
Razón defectuosa: la puerta al totalitarismo  
Se reitera: la modernidad entroniza la diosa razón y la utopía es moderna; ergo, la  
utopía está signada por la razón. Ese silogismo nos conecta con el pensamiento de Karl  
Popper (2013). Como es conocido, en La sociedad abierta y sus enemigos (1945), Popper  
hace un alegato contra la ingeniería social, vale decir, contra el utopismo, porque  
invariablemente degenera en totalitarismo, algo que para él radica en el pensamiento de  
Platón contenido en la República, que consiste en reconstruir una ciudad del pasado, si  
19  
There must be another answer to why all human activities in late modernity are sinking to the level of  
mere laboringand, more still, why such hectic nervousness prevails», «The reaction to a life that has  
become bare and radically fleeting occurs as hyperactivity, hysterical work, and production. The acceleration  
of contemporary life also plays a role in this lack of being. The society of laboring and achievement is not a  
free society. It generates new constraints. Ultimately, the dialectic of master and slave does not yield a society  
where everyone is free and capable of leisure, too. Rather, it leads to a society of work in which the master  
himself has become a laboring slave”.  
Artículo  
bien vinculada con el presente(p. 48)20 un Estado ideal, que se parece en demasía a la  
arcadia perdida a la que pretenden volver las utopías.  
En su ensayo Utopía y violencia, dos años posterior, Popper (2013) distingue entre  
una racionalidad correcta y otra errónea, esta última da origen al utopismo (1971, p. 132).  
Para explicar qué entiende por racionalidad errónea afirma que toda acción política es  
racional solo si pretende alcanzar unos fines determinados previamente, la falencia  
insalvable radica en que es imposible establecer racionalmente esos fines últimos hacia los  
que apunta toda acción política  
Si la política es teleológica entonces el impulso utópico, la acción política por  
antonomasia, lo es también. Pero si, siguiendo a Popper (2013), asumimos que: «No hay  
ninguna manera científica de elegir entre dos fines» (p 133), que no pueden ser  
determinados del todo racionalmente, no habría forma de establecer racionalmente en qué  
utopía transformarnos. Si solo podría hacerse desde la irracionalidad, para Popper (2013)  
tal elección tendría carácter religioso (p. 135), equivaldría a la defensa que cada secta hace  
de su dios, con el peligro terrible, como ya se habrá advertido, de que se pondría la  
racionalidad al servicio de la irracionalidad, porque: «no puede haber tolerancia alguna  
entre esas diferentes religiones utópicas» (ibid.).  
Por lo que, en suma; solo violentamente se puede imponer la utopía como objetivo  
político. En esto consiste el intento de materializar utopías y es al mismo tiempo lo que las  
condena a degenerar en distopías. Una violencia que tiende a ser absoluta y de largo plazo,  
porque como sigue explicando Popper (2013)  
[Se] Tiene que ser muy radical en la eliminación y extirpación de todas las  
concepciones heréticas rivales. Pues el camino hacia el objetivo utópico es largo.  
Por ello, la racionalidad de su acción política requiere la constancia del objetivo  
durante mucho tiempo futuro; y esto sólo puede lograrse si no se limita a aplastar a  
20  
If we want to understand Plato’s views about the origin, breeding, and education of his ruling class, we  
must not lose sight of the two main points of our analysis. We must keep in mind, first of all, that Plato is  
reconstructing a city of the past, although one connected with the present in such a way that certain of its  
features are still discernible in existing states, for instance, in Sparta; and secondly, that he is reconstructing  
his city with a view to the conditions of its stability, and that he seeks the guarantees for this stability solely  
within the ruling class itself, and more especially, in its unity and strength”.  
Artículo  
las religiones utópicas rivales, sino que hasta extirpa en la medida de lo posible–  
toda memoria de ellas. (p. 35)  
Por ello no cabe tampoco cambiar de objetivo porque los ingenieros sociales —  
Popper (2013) los llama planificadores utópicos o ingenieros utopistasson infalibles. Las  
novelas que cribamos lo corroboran: La idea de que aquel individuo pretendiera darle  
lecciones a él sobre el orden social era realmente demasiado grotesca(Huxley, 2009, p.  
164), En el vértice de la pirámide está el Gran Hermano. Éste es infalible y todopoderoso”  
(Orwell, 2006, p.191), Por suerte, gente rara como ella aparece pocas veces. Los curamos  
casi siempre en estado larval” (Bradbury, 2015, p. 64), Estamos luchando con el fin de  
darle un pequeño jardín a cada una de vosotras (…) y eso es sólo un ejemplo” (Atwood,  
2021, p. 228).  
Las ideas de Popper (2013) se conjugan con lo que Huxley (1985) escribió en  
Nueva visita a un mundo feliz: En política, el equivalente de la aplicación completa de una  
teoría científica o de un sistema filosófico es una dictadura totalitaria(p. 39). En ese mismo  
libro, Huxley (1985) hace una férrea defensa de la individualidad del hombre, basada  
curiosamente en la biología, esa misma herramienta que emplea en Un mundo feliz para  
colectivizarlo. Si el individuo es irreductiblemente eso: un individuo; el intento racional de  
construir una sociedad en la que se subordine al todo es una quimera de la razón.  
Todo lo anterior se manifiesta en las distopías fundamentalmente en el ejercicio del  
poder: El poder no es un medio, sino un fin. No se establece una dictadura para  
salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura. (…) Y el  
objeto del poder no es más que el poder(Orwell, 2006, p. 242). Así se tiene una  
teleología: las sociedades distópicas que fabrica la literatura y muchas de las que propone  
la teoría políticatienen un fin; mantener el poder, la siguiente pregunta es cómo. El mismo  
Orwell (2006), por boca de uno de sus personajes, O’Brien, nos ilustra:  
Todas las oligarquías del pasado perdieron el poder porque se anquilosaron o  
porque se hicieron excesivamente blandas. O bien se volvían estúpidas y arrogantes,  
incapaces de adaptarse a las nuevas circunstancias, y eran vencidas, o bien se  
volvían liberales y cobardes, haciendo concesiones cuando debieron usar la fuerza,  
Artículo  
y también fueron derrotadas. Es decir, cayeron por exceso de conciencia o por pura  
inconsciencia. El gran éxito del Partido es haber conseguido un sistema de  
pensamiento en el que las dos condiciones, tanto la conciencia como la  
inconsciencia, pueden existir simultáneamente. (p. 198)  
Es ahí, en los mecanismos para mantener el poder absoluto, donde se evidencia la  
primera modernidad y su razón defectuosa que impregna los escritos distópicos de Huxley  
(2009), Orwell (2006) y Bradbury (2015) e incluso de Atwood (2021). Todo lo que se ha  
escrito hasta aquí sobre el lenguaje, por ejemplo, haya su justificación en la cita anterior,  
porque como explica Orwell (2006) más adelante, esa realidad escindida entre conciencia e  
inconsciencia es una realidad falsa, una que se construye por medio del lenguaje, de la  
adulteración de la historia y de los demás mecanismos tratados en las páginas anteriores.  
La otra consideración capital en este punto la expresa Atwood (2021) por medio de  
uno de sus personajes: Cuando el poder es escaso, resulta tentador(p. 407). Si se concibe  
el reparto del poder en una sociedad como un juego de suma cero en el que el poder de cada  
grupo solo se adquiere a expensas de otro, algo que de hecho se concibe así en las distopías  
aunque también en buena medida en las utopías, se tiene que estas son sistemas de  
reparto de poder en los que incluso los dominados participan, de ahí su conformidad. En la  
misma novela se ilustra lo anterior:  
Según el material proporcionado por Limpkin, Judd fue desde el principio de la opinión  
de que el modo mejor y más eficaz de controlar a las mujeres en la reproducción y otros  
aspectos era mediante las mujeres mismas. Existen varios precedentes históricos de ello;  
de hecho, ningún imperio impuesto por la fuerza o por otros medios ha carecido de esta  
característica: el control de los nativos mediante miembros de su mismo grupo.  
(Atwood, 2021, p.407)  
Para empezar, tenemos un Estado vertical, centralizado, en el que según Huxley  
(2009): Vemos, pues, que la tecnología moderna ha llevado a la concentración del poder  
económico y política (sic) y al desarrollo de una sociedad gobernada (…) por la Gran  
Empresa y el Gran Gobierno(pp. 34-36), a una sociedad en la que una minoría ejerce el  
poder no es casual que el mismo Orwell (2006) la llame oligarquía como ya vimos; la  
forma corrupta según la añeja clasificación aristotélica en la que unos pocos gobiernan en  
Artículo  
su beneficio. Se tiene, en suma, un Estado policíaco en las narraciones de Orwell (2006),  
Bradbury (2015) y Atwood (2021).  
Aunque en Huxley (2009) hay coerción, no cabría definir su Estado como policíaco:  
hay demasiada conformidad de los individuos con el orden social. La casta de los diez  
interventores mundiales, de los cuales solo conocemos a Mond, un interventor que al  
contrario de los personajes similares en las otras novelas salvo en alguna medida por el  
Comandante de El cuento de la criada, cuestiona el poder que ejerce, no tomándoselo en  
serio, es demasiado benévola además. Con Orwell (2006), en cambio, tenemos al Partido  
único, en Bradbury (2015), es más difuso identificar al grupo que ejerce el poder, sin  
embargo, cuando el capitán Beatty narra el origen de su sociedad, describe un tradicional  
proceso de usurpación del poder que termina con un Estado policiaco en el que una casta  
recurre a la violencia para mantener el poder; mientras que en Atwood (2021) está descrito  
el ascenso al poder de una minoría que, aprovechando el colapso de las instituciones erige  
también sobre sus ruinas su propio Estado policiaco. Ya se ha dicho que Atwood (2021) no  
hace ningún ejercicio de anticipación, que nada de lo que escribe no ha sucedido en algún  
momento de la historia, esto hace, que en este punto podamos leer la novela como si se  
tratase de un periódico.  
El último aspecto con el que se explorará este punto es el de la ideología. Aquí, la  
obra seminal es Ideología y utopía (1929) de Karl Mannheim, de la cual se echará mano.  
Mannheim (1987) hace una distinción entre utopía; un concepto que «trasciende el presente  
y se orienta hacia el futuro» (p. 85) e ideología; que oculta el presente y se esfuerza en  
comprenderlo en términos del pasado(p.85). Bien, en este artículo se sostiene que la  
utopía intenta trascender el presente o solo comentarlo, satirizarlo, las más de las veces—  
mirando inexorablemente al pasado porque hay en ella una aspiración de recuperar una  
acadia, de reconstruir la edad de oro; en suma, de reeditar el pasado para construir una  
sociedad mejor, una utopía, por eso muta en distopía, un proceso que además de refuerza a  
sí mismo, porque resulta obvio que toda distopía sea esta el mal resultado de una utopía o  
una pesadilla per seestá obligada a deformar/ocultar la realidad y ese es el meollo de la  
ideología.  
Artículo  
En suma, la utopía es una forma de pensamiento ideológico; no podía ser de otra  
manera si aceptamos la premisa de Popper (2013) sobre una racionalidad defectuosa. De  
ahí que todo régimen político motorizado por la utopía pueda ser definido como una  
ideocracia. El ejemplo palmario de la primera aseveración lo ofrece la distinción de  
Mannheim (1987) entre conocimiento no ideológico y el que sí lo es, este último  
condicionado por la historia y por el lugar que se ocupa en la sociedad. El ejemplo que da  
del primero es: la proposición 2 × 2 = 4(p.70), es obvio deducir entonces que la  
afirmación 2 × 2 = 5 puede ser errónea lo que no es relevante aquí, pero es  
profundamente ideológica.  
Bien; en uno de los pasajes más célebres de 1984, mientras O’Brien tortura a  
Winston le muestra cuatro dedos pero le dice que para el Partido son cinco, al tiempo que le  
pregunta cuántos ve él; Winston insiste en que ve cuatro dedos a pesar del terrible dolor que  
se le inflige, luego, cuando Winston se derrumba y le pregunta cómo hacer para  
convencerse de que dos y dos no son cuatro, la explicación de O’Brien sobre este punto de  
fe es el sumun de la ideología como rasgo distópico: Algunas veces, Winston; pero otras  
veces son cuatro, cinco y tres a la vez. Tienes que intentarlo más. No es fácil recobrar la  
cordura(Orwell, 2006, p. 232)21.  
Conclusiones  
Un mundo feliz, 1984 y Fahrenheit 451 se insertan dentro de la primera  
modernidad. Esas distopías son una respuesta al totalitarismo comunista y  
nacionalsocialista, y al consumismo capitalista. Por otra parte, se considera que El cuento  
de la criada es una distopía que corresponde a la modernidad tardía como respuesta a lo  
que se percibe como el fracaso de la democracia liberal y la economía de mercado, en  
suma: a la utopía política de Occidente.  
El pensamiento utópico/distópico sufre actualizaciones cíclicas, sin que se cumplan  
del todo sus presagios. Hasta la primera mitad del siglo XX ofrecía el saldo de los grandes  
21  
Esta escena es, como se sabe, una recreación de un eslogan por medio del cual el PCUS aupaba a que el  
segundo plan quinquenal (19331937) se realizase en cuatro años.  
Artículo  
intentos de ingeniería social que encarnaron en el comunismo y en el capitalismo,  
respectivamente. Luego de la Segunda Guerra Mundial si bien permaneció latente la  
advertencia contra el totalitarismo, lo cierto es que la posibilidad de un holocausto nuclear  
tiñó la distopía; a partir de los 70 la preocupación ambiental fue el sino distintivo, influida  
por la crisis del petróleo; durante los 90 abundaron las distopías que prevenían sobre los  
riesgos de la tecnología casi siempre sin advertirlo respondían a la utopía del  
futurismo, pero también sobre la dificultad de la convivencia pacífica entre sociedades  
diferentes; durante la primera década del siglo XXI la distopía reflejaba la simple  
imposibilidad de vivir en sociedad sin que está resultase en alguna pesadilla. Por último, ya  
a mediados de la segunda década del mismo siglo, si bien podemos encontrar todos los  
tópicos anteriores, la deriva política ha llevado al resurgimiento de la distopía política  
clásica y su comentario sobre el fracaso de la modernidad política.  
En el contexto del pensamiento utópico se han identificado dos identidades, por una  
parte, está la identidad modernidad/utopía, las utopías son artefactos modernos per se. La  
otra es la identidad utopía/totalitarismo, porque el motor de toda utopía es una razón  
defectuosa, una versión de la razón instrumental, que se vuelca a conseguir unos fines  
políticos imposibles de seleccionar racionalmente, lo que hace que, al intentar materializar  
toda utopía, fatalmente degenere en la distopía totalitaria.  
Destruir el mercado en la Oceanía de 1984 o en la Gilead de El cuento de la  
criada ya no existe el capitalismoes un mecanismo de control social que mantiene a la  
población ocupada en la mera sobrevivencia. En el Londres de la novela de Huxley (2009)  
o en los Estados Unidos de la de Bradbury (2015) el mercado existe, pero la participación  
en él no denota libertad, sino solo otra forma de servidumbre. He ahí configurado el  
dirigismo como rasgo de la utopía/distopía en la que no puede haber ningún intercambio  
libre.  
Leer de forma silenciosa, es un hito de la Ilustración y de ahí un símbolo de  
individualidad moderna. Pero bien temprano la industrialización comienza a hacerlo  
imposible, porque si bien en sus inicios leer en el ámbito privado, con los medios para ello  
una habitación propia, silencio, otros libros, ocioes un rasgo de la modernidad, luego  
Artículo  
de la industrialización con su ruido, achicamiento del tiempo, gadgets diseñados para  
distraer, será la misma modernidad la que atente contra esta forma de lectura. La última  
vuelta de tuerca la dará la civilización de la imagen de la modernidad tardía que fabrica  
homos videns. Fahrenheit 451 es la crónica disfrazada de ficción especulativa de ese  
fenómeno al mismo tiempo que la advertencia sobre sus consecuencias.  
En cada una de las novelas escogidas para este trabajo percibimos ese ejercicio de  
violencia realizado a través del ataque al lenguaje. Una advertencia insustancial, porque  
constantemente está reeditándose la posibilidad de destruir el lenguaje. A lo que cabría  
agregar que quien ejerce el poder fabrica su audiencia mediante la corrupción del lenguaje.  
Henry Ford concibió la utopía del mercado abastecido perpetuamente por la línea de  
producción que inspira la distopía de Huxley (2009), pero el fordismo se reproduce en cada  
relación social, más allá del mercado, el fordismo es una configuración social y política,  
una forma de organizar el poder, a la que pareciera no haber alternativa.  
Artículo  
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