Vol. 64 (105), 2024, pp.49-70 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
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América en la cocina: los indigenismos léxicos en el vocabulario
culinario del México dieciochesco
(A la memoria de M. A. Peña Becerra)
RESUMEN
La historia léxica de la gastronomía constituye un tema cada vez más presente en la
bibliografía, pero lo cierto es que queda aún mucho por investigar al respecto, muy
especialmente en el caso de América, que se ofrece como un campo prácticamente
desconocido desde este punto de vista. En esta línea, el presente trabajo pretende contribuir
a la descripción histórica del léxico culinario mexicano a través del estudio de los
indigenismos presentes en el Recetario mexiquense de Dominga de Guzmán (siglo XVIII),
con el propósito no solo de inventariar y analizar tales vocablos, sino también de valorar su
importancia en la dialectalización de un campo xico tan relevante culturalmente como es
este.
Palabras clave: historia léxica, léxico culinario, México, siglo XVIII.
Recibido: 13/03/2024 Aceptado: 25/06/2024
José Luis Ramírez Luengo
Es doctor en Filología Hispánica por la Universidad de
Deusto (España), y actualmente desarrolla su labor
docente e investigadora en la Universidad Complutense
de Madrid (España). Ha investigado e impartido
docencia también en la Universidad de Jaén, en la
Universidad de Alcalá (España) y en la Universidad
Autónoma de Querétaro (México), así como invitado en
diferentes instituciones de enseñanza superior de
Europa e Iberoamérica. Es también académico
correspondiente en Madrid de la Academia Mexicana
de la Lengua, la Academia Hondureña de la Lengua y
la Academia Guatemalteca de la Lengua, así como
académico honorario de la Academia Ecuatoriana de la
Lengua. Su ámbito de investigación fundamental lo
constituye la historia de la lengua española en la época
moderna, muy especialmente en América, así como el
contacto lingüístico del español con el portugués desde
un punto de vista histórico y la configuración de la
ortografía moderna; sobre tales temas ha publicado casi
dos centenares de trabajos.
joseluis.ramirezluengo@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-5564-2372
Universidad Complutense de Madrid, España
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America in the kitchen: lexical indigenisms in the culinary vocabulary of eighteenth-
century Mexico
ABSTRACT
The lexical history of gastronomy has become an increasingly prominent subject in scholarly
literature; however, substantial gaps remain, particularly with regard to the Americas, a
region that, from a linguistic perspective, remains largely uncharted. This study seeks to
address this gap by contributing to the historical description of the Mexican culinary lexicon
through an examination of the indigenous terms found in Recetario mexiquense, authored by
Dominga de Guzmán in the 18th century. The primary objective is not only to inventory and
analyze these indigenisms but also to evaluate their significance in the dialectalization of this
culturally significant lexical field. By focusing on the intersection of language and cuisine,
this research aims to shed light on the historical processes that have shaped the Mexican
culinary lexicon, offering a deeper understanding of the ways in which indigenous linguistic
elements have influenced and enriched this domain. Through this exploration, the study
underscores the importance of examining gastronomic terminology as a reflection of broader
cultural and linguistic dynamics, providing valuable insights into the historical development
of regional lexicons.
Keywords: lexical history, culinary lexicon, Mexico, 18th century.
L'Amérique dans la cuisine : indigénismes lexicaux dans le vocabulaire culinaire du
Mexique du XVIIIe siècle
RÉSUMÉ
L'histoire lexicale de la gastronomie est un sujet de plus en plus présent dans la bibliographie,
mais la vérité est qu'il reste encore beaucoup de recherches à faire sur ce sujet, surtout en ce
qui concerne l'Amérique, qui se présente comme un domaine pratiquement inconnu de ce
point de vue. Dans cette optique, le présent travail vise à contribuer à la description historique
du lexique culinaire mexicain à travers l'étude des indigénismes présents dans le Recetario
mexiquense de Dominga de Guzmán (XVIIIe siècle), dans le but non seulement d'inventorier
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et d'analyser ces mots, mais aussi d'évaluer leur importance dans la dialectalisation d'un
champ lexical aussi important sur le plan culturel comme celui-là.
Mots-clés: histoire lexicale, lexique culinaire, Mexique, XVIIIe siècle.
L'America in cucina: gli indigenismi lessicali nel vocabolario
culinario del Messico del XVIII secolo
RIASSUNTO
La storia lessicale della gastronomia costituisce un tema sempre più presente nella
bibliografia, ma la verità è che c'è ancora molto da indagare a questo proposito, soprattutto
moltissimo nel caso dell'America, che si offre come una pratica sconosciuta da questo punto
di vista. In questa linea, il presente lavoro si propone di contribuire alla descrizione storica
del lessico culinario messicano attraverso lo studio degli indigenismi presenti nel Ricettario
messicano, di Dominga de Guzmán (XVIII secolo), con lo scopo tanto di inventariare e
analizzare tali parole, quanto di valutarle l’importanza nella dialettalizzazione di un ambito
lessicale molto culturalmente rilevante come questo.
Parole chiavi: storia lessicale, lessico culinario, Messico, XVIII secolo.
América na cozinha: indigenismos lexicais no vocabulário culinário do México do
século XVIII
RESUMO
A história lexical da gastronomia é um tema cada vez mais presente na literatura, mas a
verdade é que ainda muito a ser pesquisado a esse respeito, especialmente no caso da
América, que é um campo praticamente desconhecido desse ponto de vista. Nesse sentido, o
presente trabalho tem como objetivo contribuir para a descrição histórica do léxico culinário
mexicano por meio do estudo dos indigenismos presentes no Livro de receitas mexiquense
(século XVIII) de Dominga de Guzmán, para não só inventariar e analisar tais palavras, mas
também para avaliar sua importância na dialetização de um campo lexical culturalmente tão
relevante como esse.
Palavras-chave: história lexical, léxico culinário, México, século XVIII.
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1. Introducción: la reconstrucción histórica del léxico gastronómico hispánico
Si, ante el abandono en el que tradicionalmente se encontraba el estudio lingüístico
de los textos culinarios del pasado (Gemmingen, 1995), señalaba hace veinte años Polo Cano
(2005, p. 496) que resulta necesario ampliar los trabajos diacrónicos a la tipología
coquinaria para que en el conocimiento histórico del español se pueda dar cabida a toda la
realidad lingüística de las obras gastronómicas, hoy se puede decir que, afortunadamente,
tal llamada de atención ha sido ya atendida por parte de los investigadores, de manera que,
en lo que se refiere a esta cuestión, la situación actual es muy otra. Así, es posible detectar,
de un tiempo a esta parte, una multiplicación de los trabajos que tienen por objetivo describir
desde diversos puntos de vista el léxico que identifica en distintos momentos del pasado el
mundo de la alimentación y de la cocina en general, entre los que se debe señalar a manera
de ejemplo las pioneras aportaciones de Eberenz (2014, 2016), así como Dalle Pezze y Sartor
(2021), Dalle Pezze, De Beni y Sartor (2022) y muy especialmente los abundantes estudios
de Torres Martínez (2012, 2014, 2017, 2020, 2021, 2022, entre otros).
De este modo, si bien es verdad que a día de hoy se cuenta ya con una información
relativamente abundante que permite ir construyendo de manera más completa la historia
léxica de la cocina española, no lo es menos que la enorme amplitud del tema y la necesidad
de tratar aspectos muy variados determina que sea aún mucho lo que se desconoce al
respecto, y no cabe duda de que entre estos ámbitos poco atendidos por la bibliografía se
encuentra lo que tiene que ver con lo dialectal, y más concretamente con el vocabulario
americano sobre esta temática: en efecto, una rápida revisión de los estudios disponibles
constata que, con la notable excepción de Torres Martínez (2021b) y las notas puntuales de,
por ejemplo, Fontanella de Weinberg (1987), la práctica totalidad de los trabajos existentes
se centra en analizar corpus peninsulares, por lo que el devenir léxico de tradiciones
culinarias de gran relevancia y originalidad como la mexicana o la peruana permanece aun
completamente ignorado. Así las cosas, salta a la vista que esta ampliación diatópica al
continente americano constituye uno de los grandes retos a los que se enfrenta el estudio
histórico del vocabulario culinario, pues solo a partir de estos análisis y de la consecuente
integración del enfoque dialectal a tal estudio será posible comprender la riqueza que, en el
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amplio mundo hispánico, encierra un ámbito tan rico y tan culturalmente significativo como
es este.
2. El presente estudio: objetivos y corpus de trabajo
Como forma de paliar parcialmente los vacíos señalados en el párrafo anterior, el
presente estudio pretende contribuir a la descripción histórica del léxico culinario mexicano
por medio del estudio de los indigenismos que aparecen en el Recetario Mexiquense de
Dominga de Guzmán
, una obra de la segunda mitad del siglo XVIII que registra múltiples
recetas propias del Altiplano Central de México y que constituye, por ello, un material de
primera relevancia para el conocimiento de la situación que presenta la cocina del país en la
época mencionada
. El propósito fundamental del estudio, por tanto, no es sino conocer la
incidencia que tienen las lenguas autóctonas americanas en la configuración del vocabulario
gastronómico del México tardocolonial, y para ello se pretenden cumplir los siguientes
objetivos: a) detectar todos los indigenismos léxicos que se emplean en el texto; b) llevar a
cabo el estudio de estos vocablos de acuerdo con factores relevantes para su interpretación
histórica, tales como su origen etimológico o su clasificación onomasiológica; y c) analizar
el carácter de americanismo que desde un punto de vista de uso y dinámico de este concepto
(Ramírez Luengo, 2017) presentan estos elementos, como forma de valorar la importancia
que poseen en los procesos de dialectalización que afectan históricamente a este campo
léxico.
Por lo que se refiere a la autora del texto, cabe indicar que la información existente
acerca de Dominga de Guzmán es escasa, o más bien prácticamente nula: residente al menos
durante la segunda mitad del siglo XVIII (1749-1779) en Tenango del Valle en el Valle de
Toluca, actual Estado de México y probablemente hija de María Apolonia Fernández de
Uribe y Francisco Guzmán (León García, 1994), no cabe duda de que forma parte de cierta
élite socioeconómica novohispana (León García, 1994). Acierta, por tanto, Pérez San Vicente
En concreto, para el estudio se ha utilizado la edición moderna del texto que publica CONACULTA en 1999
(Guzmán, 2015); a las páginas de tal edición remiten todas las referencias de los ejemplos citados a lo largo del
trabajo.
Tal importancia justifica que se haya empleado en trabajos dedicados a la antropología de la alimentación
(Barros, 2008); sin embargo, desde el punto de vista lingüístico y con la excepción ya mencionada de Torres
Martínez (2021b) se trata de un texto prácticamente inexplorado.
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(2015, p. 21) cuando define a la cocinera como miembro de una familia de posibles,
acomodada, por su enclave y alcance que ahora diríamos mexiquense que se caracteriza,
además, por su profundo conocimiento coquinario pues maneja [...] igualmente bien las
recetas rurales, la cocina del campo, la ilustrada y la urbana”− y por su capacidad didáctica
para transmitirlo, todo lo cual justifica sin duda la consideración de su recetario como un
tesoro de la cocina mexicana (Pérez San Vicente, 2015, p. 15).
Pasando ya a este, se trata de un conjunto de 63 folios divididos en cinco cuadernos,
a los que se suman otros cuatro cuadernillos con 30 folios más que integran 93 y 14 notas,
recetas y recados en pequeños trozos de papel que han sido numerados como páginas que
completan 107 (Pérez San Vicente, 2015, p. 16), donde se despliega un total de 259 recetas
gastronómicas, así como un conjunto menor de procedimientos para teñir y determinadas
notas que aportan información acerca de los negocios agropecuarios de la familia (Pérez San
Vicente, 2015)
. Con todo, no cabe duda de que la parte fundamental del texto lo constituye
el apartado gastronómico, por lo que tiene razón una vez más Pérez San Vicente (Guzmán,
2015, p. 6) cuando lo define como un libro doméstico, personal y colectivo, que resume la
riqueza de la gastronomía mexicana plural: hispánica, árabe, criolla, mestiza, indígena y
precolombina, desde sus orígenes hasta el siglo XVIII, en un aserto que muestra bien a las
claras su indudable interés a la hora de reconstruir históricamente este ámbito de la cultura
y, en consecuencia, el léxico de especialidad que lo caracteriza en el ámbito novohispano
colonial.
3. Los indigenismos en el léxico gastronómico del México dieciochesco: los datos del
Recetario de Dominga de Guzmán
No es necesario hacer hincapié en que la llegada y posterior asentamiento de los
españoles por las tierras americanas constituye un fenómeno de primera magnitud histórica
que va a tener importantes repercusiones y una enorme trascendencia en múltiples campos
de la vida, desde la política y la geografía hasta la filosofía y la forma de entender el mundo,
Para una descripción formal del manuscrito, véase el apartado que dedica a la cuestión León García (1994);
por su parte, el contenido es también minuciosamente estudiado en este trabajo (León García, 1994), a lo que
se suman los comentarios que, sobre las recetas culinarias, aparecen en Pérez San Vicente (2015).
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pasando por cuestiones no menores como la demografía, la ciencia o, naturalmente, la
gastronomía: en efecto, la convivencia de los emigrados hispánicos con las culturas
autóctonas americanas y, sobre todo, la apropiación por parte de los primeros de técnicas y
productos propios de estas tierras producen una transformación radical en las costumbres
gastronómicas que van a terminar por generar las ricas tradiciones que, a este respecto, se
descubren hoy en los diversos países de Hispanoamérica (Barros, 2008, Bak-Geller Corona,
2013, Pérez San Vicente, 2015). Al mismo tiempo, estos procesos que se acaban de
mencionar dejan también su huella en la lengua española que pasa a los nuevos territorios,
en la cual es posible detectar unos cambios de indudable relevancia que, a la par que la
dialectalizan, la convierten en una herramienta de expresión apta para enfrentarse a las
necesidades comunicativas que impone la naciente sociedad colonial.
Por lo que toca al Altiplano Central mexicano y a pesar de que es todavía mucho lo
que queda por estudiar al respecto, los trabajos desarrollados sobre esta cuestión en los
distintos niveles del sistema (Company, 2007; Ramírez Luengo, 2011, en prensa) demuestran
fehacientemente que el proceso de dialectalización que se viene señalando se ha producido
en momentos previos de la Colonia y es ya una realidad en el siglo XVIII. Así las cosas, no
sorprende que en la escritura de Dominga de Guzmán sea posible detectar una serie de
características morfosintácticas
que identifican hoy y muchas identifican ya en la Centuria
Ilustrada al español de la región, tales como, por ejemplo, el abundantísimo empleo del
diminutivo (“los encuentros de las alitas que hacen hombritos; lavarás el pellejito y
amarras sobre los agujeritos que tuviere, p. 36) y su aplicación a bases no habituales en
otras variedades (hartito, pp. 29, 36, 48, 56; nadita, pp. 56, 64; tantito, pp. 29, 56, 79)
(Company, 2007), ciertos usos del posesivo presentes actualmente en este país y cuyo empleo
se registra en la época tardocolonial (Company, 2007) (“con su tapita que se les quitó, p.
32; le echarás si es día de carne su espaldilla salada, p. 41), la concordancia del adverbio
medio (medios fritos, p. 37) o la aparición del denominado hasta mexicano (“hasta que esté
Dado que en la edición estudiada se modernizan las grafías, no es factible aportar datos sobre el nivel fónico,
si bien en Ramírez Luengo (2011) así como en los corpus documentales de la época (Company, 1994) se
constata la imposición, ya en esta etapa, de los principales fenómenos que identifican actualmente a la variedad
regional del español.
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bien frito el jamón le echarás la cebolla muy menudita, p. 60) y de expresiones como nomás
(“se fríe jitomate nomás, p. 55; que hierva nomás, p. 75) o luego luego (“se echan los
chiles y se sacan luego luego, p. 74).
Pasando ahora al léxico, es importante mencionar que como era de esperar tales
procesos de dialectalización en modo hacen también acto de presencia en el vocabulario que
utiliza en su recetario la autora mexiquense, reflejando así la americanización de este nivel
lingüístico: en efecto, el hecho de que el corpus seleccionado guarde relación con un ámbito
culturalmente tan marcado y con tanto peso de la realidad autóctona como es la gastronomía
no puede sino favorecer que en él se plasmen todas los procesos lingüísticos por medio de
los cuales el español expresa los realia desconocidos, de manera que no resulta difícil
registrar en sus páginas unidades léxicas que ejemplifiquen las principales estrategias
empleadas con este cometido. De este modo, vocablos como ajonjolí (pp. 29, 37, 50),
chícharo (pp. 45, 46) o durazno (pp. 77, 86) parecen cumplir en estos momentos de forma
rigurosa la definición que se facilita de la prelación en concreto, la preferencia por el
empleo de un elemento concreto frente a distintos sinónimos (Ramírez Luengo, 2021, p.
75)
, mientras que la existencia exclusiva de casos americanos de amelcochado (p. 75),
pipián (p. 59) y martajar (pp. 51, 70, 87) en CORDE permite interpretar tales elementos
como ejemplos de la estrategia de creación, entendida como la elaboración de nuevas voces
a partir de los mecanismos lexicogenésicos de la lengua (Ramírez Luengo, 2021, p. 75)
; al
mismo tiempo, constituyen claras muestras de modificación por cuanto exhiben la
resemantización de diferentes unidades léxicas patrimoniales para su aplicación a los
nuevos referentes (Ramírez Luengo, 2021, p. 75) los términos bobo (p. 31), panocha (pp.
Tal preferencia americana por estos vocablos en el corte cronológico seleccionado en concreto, 1649-1879,
es decir, un lapso temporal que abarca los cien años previos y posteriores al periodo de escritura del recetario
(Pérez San Vicente, 2015) queda demostrado por las siguientes frecuencias de empleo que ofrece CORDE (en
casos por millón de palabras): para ajonjoli, 0'05 CMP en España frente a 0'79 CMP en América; en cuanto a
chicharo, 0'05 CMP frente a 0'61 CMP; por útimo, durazno ofrece 0'23 CMP y 5'91 CMP en España y América
respectivamente.
Por lo que se refiere a pipián voz endohispánica derivada probablemente de pepita, según el DCECH (1980-
1991, s.v. pipiripao), cabe mencionar que el repositorio académico ofrece una aparición española de 1674 que
podría poner en duda la naturaleza propiamente americana del vocablo.; sin embargo, el hecho de que tal
aparición se registre en un entremés (Los nadadores de Sevilla y Triana) en el que, con una enorme profusión
de voces amerindias, se remeda el habla de negros de un individuo de Lima parece reforzar, en realidad, la
hipótesis que se plantea en estas líneas.
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80, 98) y tortilla (pp. 35, 69)
, así como los compuestos con complemento locativo rosa de
Castilla (p. 100) y vinagre de Castilla (pp. 37, 68).
Junto a todo lo anterior, se hace preciso señalar que también la estrategia de la
incorporación, el empleo de vocablos tomados de otras lenguas, fundamentalmente [...] las
amerindias (Ramírez Luengo, 2021, p. 75), se hace presente en el corpus, y más
concretamente en forma de préstamos lingüísticos procedentes de determinadas lenguas
europeas tales como los galicismos acitrón (pp. 29, 61), betabel (pp. 34, 49) o gigote (p.
61), así como el lusismo mascabado (p. 113) (DLE, 2014, s.v. acitrón, betabel, gigote,
mascabado) o bien de las propias del continente americano, algo que en el fondo no
constituye sino la confirmación desde el punto de vista léxico del carácter plural que, para la
gastronomía mexicana del siglo XVIII, defiende Pérez San Vicente (Guzmán, 2015). En este
sentido, si se acepta que la creación de esta se produce a resultas de la fusión de la tradición
hispánica que traen los nuevos pobladores con la autóctona que caracteriza a los pueblos
amerindios, no cabe duda de que la presencia de préstamos amerindios en este vocabulario
refleja precisamente el peso de lo indígena en tal proceso de mestizaje cultural, cuya
importancia se pone de manifiesto bien a las claras, en el caso concreto de este corpus, en la
notable cantidad de vocablos que se toman de los idiomas autóctonos
: aguacate, arepa,
atole, ayate, cacahuacintle, cacahuate, camote, chicha, chilcoscle, chile, chiquigüite,
chirimoya, chocolate, cigarro, clemole, comal, ejote, guajolote, guayaba, ixtle, jícama,
jitomate, machigüe, maguey, maíz, mamey, metate, mezcal, nixtamal, papa, payanado,
En concreto, los valores español y americano de tales vocablos son los siguientes: para bobo, 'tonto, falto de
entendimiento o razón' (España) frente a 'pez de los ríos de Guatemala y México' (América) (DLE, 2014, s.v.
bobo); para panocha, 'panoja, mazorca del maíz' (España) (DLE, 2014, s.v. panocha) frente a 'azúcar poco
refinado, con forma de cono truncado' (América) (DAMER, 2010, s.v. panocha); para tortilla, 'alimento
preparado con huevo batido' (España) frente a 'torta aplanada hecha con harina de maíz' (América) (DLE, 2014,
s.v. tortilla). Resulta interesante incorporar también a este listado el caso de clavetear, que frente al valor
español de 'sujetar algo con clavos, herretear' (DLE, 2014, s.v. clavetear) presenta en el recetario el significado
de 'añadir frutos secos y especias variadas a la comida' (“se parte en cuartos y se va claveteando por todas partes
con pasas, almendras, piñones, acitrón, p. 36; “se coge la carne de vaca y se hace cecina ancha y se clavetea
de pimienta gorda; p. 119), en una acepción que no se recoge en ninguno de los diccionarios de americanismos
consultados (DAMER, 2010; DMEX, 2022; Morínigo, 1998).
Aunque no es del todo sencillo demostrar este aserto, quizá pueda servir como punto de comparación el hecho
de que en los 144 textos que componen el corpus dieciochesco de los Documentos Lingüísticos de la Nueva
España (Company, 1994) se detecten apenas 48 indigenismos (Ramírez Luengo, en prensa), mientras que, en
el recetario aquí analizado, de una extensión mucho menor, se documentan cincuenta.
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pípilo, pita, pitahaya, popote, pulque, saucle, tamal, tamalayote, tejocote, tepalcate,
tepetate, tequesquite, tezoncle, tlaco, tlacoyo, tomate, tornachile, zacate y zapote
.
Más allá de la simple enumeración de los vocablos, parece oportuno llevar a cabo su
estudio desde diversos puntos de vista, de manera que se pueda apreciar de un modo más
profundo el aporte de las lenguas indígenas a la conformación del léxico de especialidad de
la gastronomía mexicana ilustrada. A este respecto, resulta de interés analizar en primer lugar
la distribución de tales elementos desde un punto de vista onomasiológico, pues, tal y como
se ha indicado en anteriores ocasiones, este hecho permite comprobar qesferas de la
realidad en este caso, del ámbito culinario parecen mostrar cierta predilección por esta
específica estrategia de americanización (Ramírez Luengo, en prensa); así pues, partiendo
de la clasificación propuesta en Ramírez Luengo (2019) y adaptándola parcialmente a la
naturaleza de los datos del corpus, es posible obtener los siguientes resultados (tabla 1):
Tabla 1
Distribución por campos léxicos de los indigenismos del corpus
CAMPO LÉXICO
CASOS
VOCES
Flora
23 (46 %)
aguacate, cacahuacintle, cacahuate, camote,
chilcoscle, chile, chirimoya, ejote, guayaba, jícama,
jitomate, maguey, maíz, mamey, papa, pitahaya, saucle,
tamalayote, tejocote, tomate, tornachile, zacate, zapote
Prod. manufact.
12 (24 %)
arepa, atole, chicha, chocolate, cigarro, clemole,
machigüe, mezcal, nixtamal, pulque, tamal, tlacoyo
Enseres/utensilios
9 (18 %)
ayate, chiquigüite, comal, ixtle, metate, pita, popote,
tepalcate, tepetate
Fauna
2 (4 %)
guajolote, pípilo
Cabe indicar que en ocasiones los vocablos no se presentan en la obra de Guzmán con la grafía actual, por lo
que, para facilitar la comprensión de los mismos, se ha procedido a su normalización de acuerdo con el DLE
(2014), el DAMER (2010) y el DMEX (2022): así, se presentan las formas cacahuacintle, machigüe, payanado
y pípilo por cacaguacincle, machigüis, pallanado y pipil, documentadas en el texto. Por lo que se refiere a
clacacollos, este elemento se ha identificado con el tlacoyo, no solo porque tal identificación encaja en principio
en el contexto de aparición (“se envuelven como clacacollos amarrados con ixtle, p. 44), sino también porque
la etimología náhuatl de este vocablo (tlatlaolli, de acuerdo con DLE, 2014, s.v. tlacoyo y con DAMER, 2010,
s.v. tlacoyo) permite pensar en una evolución como la presente en el recetario, algo que parece verse reforzado,
además, por la existencia de variantes del estilo de tlatlaoyo o clacoyo (DEGM, 2012).
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Prod. minerales
2 (4 %)
tequesquite, tezoncle
Medidas y moneda
1 (2 %)
tlaco
Otros
1 (2 %)
payanado
TOTAL
50 (100 %)
Fuente: el autor
Como se puede comprobar, los indigenismos pertenecen en su inmensa mayoría, casi
el 90%, a realidades específicas como la flora (46%), los productos manufacturados (24%) y
los enseres y utensilios (18%), a lo que se suma la aparición de vocablos aislados en otros
ámbitos, si bien en todos los casos de forma muy puntual y con porcentajes que no alcanzan
nunca el 5% del total. De este modo, si bien es verdad que los resultados del corpus se pueden
entender como consecuencia de la necesidad que tiene el español de dar nombre a unos
referentes desconocidos que carecen de él en la lengua (Ramírez Luengo, 2019, p. 258), no
lo es menos que la propia conformación histórica de la gastronomía mexicana explica
parcialmente la situación que, respecto a estos elementos, se detecta en el recetario: en efecto,
si la muy temprana incorporación de múltiples vegetales autóctonos a la dieta de los
emigrados explica esta sobreabundancia de indigenismos relacionados con la flora, el hecho
de que no se produzca el mismo proceso con demasiados animales americanos
justifica la
muy escasa presencia de elementos en el apartado fauna; al mismo tiempo, el aprendizaje por
parte de los españoles de las técnicas culinarias americanas determina que en su lengua se
introduzcan numerosos vocablos relacionados con ellas, y tanto para nombrar las
preparaciones y los productos propios de esta tradición gastronómica (productos
manufacturados) como para referirse a los instrumentos con que se llevan a cabo
(enseres/utensilios). Por lo tanto, se puede concluir a la vista de todo esto que los resultados
que ofrece el corpus, en modo alguno caprichosos, se deben entender como un claro reflejo
de los procesos históricos que configuran la gastronomía mexicana, algo que parece
confirmar una vez más la importancia fundamental e insustituible de las informaciones
Más allá de casos puntuales como la llama (lama glama), el cuy (cavia porcellus) o muy especialmente el
pavo (meleagris gallopavo), no por casualidad presente en el recetario con dos de sus denominaciones nahuas:
guajolote y pípilo.
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históricas a la hora de interpretar los datos que ofrece la lingüística (Ramírez Luengo, en
prensa).
Al mismo tiempo, si los resultados que se detectan en el corpus desde un punto de
vista onomasiológico se pueden explicar a partir de la estrecha relación que, según se acaba
de señalar, se establece entre lingüística e historia, esta misma idea ayuda también a
comprender la situación que, por lo que se refiere a los orígenes etimológicos de los
indigenismos, ofrece en su recetario Dominga de Guzmán. Así, la revisión de esta cuestión
en un corpus lexicográfico de referencia (DLE, 2014; DAMER, 2010; DCECH, 1980-1991;
DEGM, 2012; Morínigo, 1998) permite establecer la tabla que se muestra a continuación
(tabla 2):
Tabla 2
Orígenes etimológicos de los indigenismos del corpus
ETIMOLOGÍA
CASOS
VOCES
Náhuatl
38 (76 %)
aguacate, atole, ayate, cacahuacintle, cacahuate,
camote, chilcoscle, chile, chiquigüite, chocolate, clemole,
comal, ejote, guajolote, ixtle, jícama, jitomate, machigüe,
metate, mezcal, nixtamal, pípilo, popote, pulque, saucle,
tamal, tamalayote, tejocote, tepalcate, tepetate,
tequesquite, tezoncle, tlaco, tlacoyo, tomate, tornachile,
zacate, zapote
Lengua antillanas
6 (12 %)
guayaba, maguey, maíz, mamey, pita, pitahaya
Quechua
3 (6 %)
chirimoya, papa, payanado
Cumanagoto
1 (2 %)
arepa
Cuna
1 (2 %)
chicha
Maya
1 (2 %)
cigarro
TOTAL
50 (100 %)
Fuente: el autor
Como se puede comprobar, el náhuatl constituye con mucho el idioma más
representado en el corpus, pues una inmensa mayoría de los indigenismos tres de cada
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cuatro tiene su origen en este sistema lingüístico; junto a esta lengua, pero a una distancia
más que considerable, se pueden citar los seis vocablos procedentes de las Antillas,
equivalentes a un 12% del total, y los tres préstamos quechuas, mientras que el resto de los
códigos lingüísticos presentes en el corpus en concreto, el cumanagoto, el cuna y el maya
tienen una presencia puramente anecdótica, reducida en todas las ocasiones a una única
unidad léxica. Pues bien, tal y como se señaanteriormente, es obvio que tal estado de cosas
no resulta casual, sino que guarda una vez más relación con determinados hechos históricos:
así, no cabe duda de que el abrumador predominio del náhuatl responde claramente al papel
prestigioso que ocupa este idioma en el ecosistema lingüístico de la Nueva España durante
toda la época colonial (Ramírez Luengo, 2007), pero también al intenso y continuado
contacto de los españoles del Altiplano Central con una cultura autóctona que, expresándose
en esta lengua, va a contribuir en gran medida a la configuración de la gastronomía de
México; en cuanto a las voces de los otros códigos lingüísticos, no es difícil percibir que en
este caso concreto su aparición guarda una estrecha relación con el traslado y la incorporación
de productos procedentes de diversas zonas del Nuevo Mundo al actual territorio mexicano,
por lo que parece posible concluir que estos resultados lingüísticos no constituyen sino el
reflejo (léxico) del proceso de mestizaje cultural que, a partir de múltiples influencias y
realidades externas que se incorporan a la sociedad novohispana, terminan por producir una
cocina novedosa y original que muestra ya en la época colonial su potente personalidad
.
En clara relación con esta última idea, conviene también tener en cuenta la relevancia
que poseen estos indigenismos para conformar la identidad léxica que, en este ámbito
concreto de la realidad, presenta el español dieciochesco del Altiplano Central mexicano, lo
que implica necesariamente analizar el estatus de americanismo que tales vocablos presentan
en la época. A este respecto, la ambigüedad que encierra la interpretación del americanismo
(Chávez Fajardo, 2021) obliga una vez más a explicitar cómo se entiende aquí este concepto
Desde un punto de vista lingüístico, además, este hecho constata los trasvases de vocabulario y las
influencias mutuas que establecen entre las distintas variedades americanas del español y, por tanto, la
compleja historia que se esconde tras los usos léxicos que regionalmente muestran en el momento actual tales
variedades” (Ramírez Luengo, en prensa). Se descubre, por tanto, un proceso léxico que resulta paralelo al que
se produce en el caso de los realia a los que los indigenismos hacen referencia, pues en ambas ocasiones
elementos foráneos se incorporan a la vida mexicana gracias a que los españoles los trasladan desde su solar
originario.
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y qué consecuencias metodológicas tiene para su estudio tal definición: en efecto, el hecho
de que partiendo de Company (2007) se considere como americanismo todo elemento
lingüístico que, a resultas de su uso muy frecuente y cotidiano, distancia la variedad
americana respecto del español europeo” (Ramírez Luengo, 2017, p. 609) determina no solo
la clara diferenciación entre este y el indigenismo
, sino también la existencia de distintos
subtipos de americanismos puros, semánticos y de frecuencia (Company, 2007, pp. 30-34)
y sobre todo el carácter dinámico del concepto, pues el hecho de que el ámbito geográfico de
uso de un vocablo pueda variar a través del tiempo supone necesariamente que también su
valoración como americanismo pueda sufrir cambios en un momento concreto (Ramírez
Luengo, 2017).
De este modo, si bien es verdad que CORDE no ofrece datos acerca de todos los
vocablos del corpus (cacahuacintle, chilcoscle, chiquigüite, clemole, ejote, machigüe,
nixtamal, payanado, pípilo, saucle, tlacoyo), lo cierto es que el empleo de este repositorio y
la aplicación de los criterios metodológicos expuestos ya en Ramírez Luengo (en prensa) al
listado de indigenismos que se detectan en el recetario permiten confirmar que, durante el
lapso temporal en que este se enmarca (1649-1879), parecen tener el estatus de
americanismos puros los vocablos arepa, atole, ayate, cacahuate, chicha, comal, guajolote,
ixtle, jícama, jitomate, metate, mezcal, papa, pitahaya, popote, tamalayote, tejocote,
tepalcate, tepetate, tequesquite, tezoncle, tlaco, tornachile y zacate, a los que es posible
añadir también camote, chile, mamey, pulque y tamal, que cuentan con una única ocurrencia
española en todo el periodo mencionado y que se pueden considerar, por ello, desconocidos
también en este territorio
. Frente a esta abundancia de americanismos puros, se descubren
Por cuanto este concepto se establece a partir de un criterio etimológico y el primero deriva del uso, lo que
implica que no todo indigenismo pertenezca necesariamente al amplio y variado conjunto de los americanismos.
En concreto, en el corpus académico camote se registra exclusivamente en un texto de Mayans y Siscar,
mientras que chile, mamey y pulque aparecen en diferentes obras de Leandro Fernández de Moratín; el único
caso español de tamal, por su parte, se detecta en el entremés citado en la nota 5, en el que como se mencionó
anteriormente se parodia el habla de un negro limeño. Es cierto que, junto a estas, es posible señalar otras
apariciones de estos elementos en textos que CORDE identifica como españoles entre otros, la Historia del
Nuevo Mundo de Bernabé Cobo (1653), las Conquistas de las Islas Filipinas de Fray Gaspar de San Agustín
(1698), la Historia de la conquista de la provincia del Itzá de Juan de Villagutierre Sotomayor (1701) o el
Estadismo de las Islas Filipinas de Joaquín Martínez de Zúñiga (1803-1806), pero tese que en todos los
casos se trata de obras referidas a Filipinas o que tratan temáticas americanas y que, por tanto, pueden presentar
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apenas seis americanismos de frecuencia (aguacate, chirimoya, guayaba, maguey, pita,
zapote)
, mientras que tomate constituye el único indigenismos que se puede interpretar
como americanismo semántico, habida cuenta de que según demuestra la clara oposición
que hace Dominga de Guzmán entre este vocablo y jitomate (pp. 44, 50, 101) − presenta ya
en el recetario su valor mexicano actual, diferente al español (DMEX, 2022, s.v. tomate). A
la vista, pues, de que los vocablos de origen amerindio del corpus no responden exactamente
igual al concepto de americanismo y de que existen incluso algunos (chocolate, cigarro,
maíz) cuya generalización por toda la hispanofonía los transforma en esta época en voces
generales, se hace posible establecer ahora la capacidad dialectalizadora que, en estos
momentos, presentan tales elementos (tabla 3):
Tabla 3
Peso dialectal de los indigenismos del corpus
PESO DIALECTAL
CASOS
VOCES
Alto
40 (80 %)
arepa, atole, ayate, cacahuacintle, cacahuate, camote,
chicha, chilcoscle, chile, chiquigüite, clemole, comal,
ejote, guajolote, ixtle, jícama, jitomate, machigüe,
mamey, metate, mezcal, nixtamal, papa, payanado,
pitahaya, pípilo, popote, pulque, saucle, tamal,
tamalayote, tejocote, tepalcate, tepetate, tequesquite,
tezoncle, tlaco, tlacoyo, tornachile, zacate
Medio
7 (14 %)
aguacate, chirimoya, guayaba, maguey, pita, tomate,
zapote
Bajo
3 (6 %)
chocolate, cigarro, maíz
TOTAL
50
Fuente: el autor
usos léxicos derivados de estas circunstancias que no se den en la España de la época, por lo que tales ejemplos
no resultan probatorios.
En concreto, los datos siempre en casos por millón de palabras (CMP) que ofrece CORDE respecto a la
frecuencia de uso de estos elementos son los siguientes: para aguacate, 2'82 en América y 0'08 en España; para
chirimoya, 2'73 en América y 0'08 en España; para guayaba, 2'29 en América y 0'11 en España; para maguey,
2'12 en América y 0'21 en España; para pita, 6'25 en América y 1'23 en España; finalmente para zapote, 2'47
en América y 0'23 en España. Respecto a este último vocablo, nótese que las ocho apariciones españolas que
ofrece el repositorio académico en el periodo analizado proceden de Leandro Fernández de Moratín, de manera
que cabe preguntarse si se debe considerar como americanismo de frecuencia o, por el contrario, su uso
exclusivo en un único autor y, por tanto, su previsible desconocimiento general en la Península Ibérica obliga
más bien a interpretarlo como americanismo puro.
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Como se puede apreciar a partir de lo expuesto en la tabla anterior, la mayor parte
de los indigenismos del recetario en concreto 40 de ellos, el 80% del total se emplean en
la época tardocolonial únicamente en América (americanismos puros) y poseen por ello una
alta capacidad dialectalizadora
, a lo que se puede añadir, además, otro 14% que presentan
un peso más limitado desde este punto de vista, bien porque su empleo se da también en
España esto es, constituyen americanismos de frecuencia o bien porque, a pesar de ser
conocidos en esta región, presentan en América un significado diferente (americanismos
semánticos); finalmente, solo tres de las voces analizadas carecen en el siglo XVIII de todo
valor dialectalizador, pues su generalización en el español de esta centuria resultado, cabe
indicar, de la generalización paralela que han experimentado sus referentes por todo el mundo
hispánico supone la pérdida de su capacidad de identificar geográficamente a un hablante,
en una clara muestra de los procesos de desamericanización (Ramírez Luengo, 2017b) que
afectan diacrónicamente a determinados vocablos de origen amerindio. Así pues, se constata
una vez más a la luz de estos datos el carácter diatópicamente restringido que presentan en la
época tardocolonial la mayor parte de los indigenismos del corpus, lo que no solo confirma
la importancia que poseen estos préstamos amerindios en los procesos de creación de una
identidad lingüística regional, sino que además demuestra la personalidad que, también desde
un punto de vista léxico, exhibe en el siglo XVIII un ámbito de la realidad mexicana tan
original y tan relevante culturalmente como es el de la gastronomía.
4. Unas primeras conclusiones: los indigenismos en el vocabulario gastronómico
mexicano, o las consecuencias léxicas de un mestizaje cultural
De este modo, tras desarrollar el análisis que se ha expuesto en el apartado anterior,
parece posible extraer una serie de conclusiones sobre la presencia de indigenismos en el
vocabulario de la gastronomía mexicana del siglo XVIII que, además de evidenciar desde el
punto de vista lingüístico el profundo proceso de mestizaje cultural que se encuentra en el
origen de esta, aportan datos de indudable interés sobre la dialectalización léxica que existe
Cabe señalar que conforman este grupo no solo los elementos cuyo carácter de americanismo puro se ha
demostrado con los datos de CORDE, sino también aquellos que no cuentan con información en el repositorio
académico, pues su nula aparición en los abundantísimos fondos españoles que atesora este corpus parece
constituir un indicio de su desconocimiento en la variedad lingüística de este territorio.
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en estos momentos en el español novohispano, y más específicamente en este ámbito de la
realidad. Tales conclusiones son las que se exponen brevemente a continuación.
Así, es importante mencionar en primer lugar que los datos del corpus confirman la
idea, expuesta ya en trabajos previos (Company, 2007; Ramírez Luengo, 2011, en prensa),
de que los procesos de dialectalización que dan como resultado la aparición de una variedad
del español característica del Altiplano Central mexicano han tenido lugar ya en la Centuria
Ilustrada, pues en el texto se detecta una serie de fenómenos propios de tal español en el nivel
morfosintáctico y muy especialmente en el léxico, donde el empleo de las cuatro estrategias
básicas de americanización (Ramírez Luengo, 2021) esto es, la creación (amelcochado,
pipián, martajar), la prelación (ajonjolí, chícharo, durazno), la modificación (bobo,
panocha, tortilla, vinagre de Castilla) y la incorporación (chicha, guayaba, papa, zopote)
sin duda se ve favorecido por el hecho de que la obra estudiada se dedique a un ámbito
culturalmente tan marcado y tan imbricado con la realidad del territorio como es la
gastronomía. Por lo que se refiere a tales estrategias, resulta especialmente destacable la
presencia reiterada en el texto de la incorporación, que conlleva el empleo de una elevada
cantidad de voces de origen amerindio un total de 50 y que se puede entender como el
reflejo lingüístico de la indudable trascendencia que tienen, para la conformación de una
cultura culinaria mestiza como es la mexicana, los aportes de los diversos pueblos autóctonos
con los que interactúan los emigrados europeos.
Pasando ya al análisis lexicológico de los vocablos mencionados, es interesante
señalar en primer lugar su concentración en ciertas esferas específicas de la realidad como,
por ejemplo, la flora, los productos manufacturados y los enseres y utensilios; por supuesto,
tales resultados no son en modo alguno casuales, sino que guardan una estrecha relación con
la propia conformación histórica de la gastronomía mexicana, y más concretamente con la
contribución indígena a ella, a la que incorporan numerosos platos y vegetales propios del
Nuevo Mundo y no tanto animales, de ahí la escasa presencia de la fauna entre los
indigenismos del corpus, así como una serie de herramientas necesarias para su preparación.
Por lo que se refiere a los orígenes etimológicos de las voces amerindias, el recetario
estudiado arroja una vez más unos datos poco sorprendentes, con un claro predominio del
náhuatl y una presencia más limitada o puramente testimonial de otros sistemas lingüísticos
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(lenguas antillanas, quechua, cumanagoto, cuna, maya), en una situación que se explica
desde los procesos constitutivos del español de América (Ramírez Luengo, 2007), pero que
también responde a factores relacionados con la historia culinaria de México, tales como la
profunda contribución de la población nahuahablante a este ámbito o la incorporación al
mismo de productos procedentes de otras zonas del continente que sin perder su nombre
autóctono antillano, quechua o cumanagoto trasladan los españoles a la Nueva España
durante el extenso periodo colonial.
Por otro lado, el hecho de que muchos de estos indigenismos constituyan voces
diatópicamente restringidas permite analizar su carácter de americanismo entendido este
concepto desde una perspectiva dinámica y basada en el uso (Ramírez Luengo, 2017) y,
por lo tanto, calibrar el peso que tales elementos poseen en la dialectalización léxica del
español novohispano del siglo XVIII. De este modo, si la aplicación de principios
metodológicos ensayados ya en otros estudios sobre la cuestión (Ramírez Luengo, en prensa)
constata la existencia de americanismos puros (arepa, guajolote, papa, pitahaya),
americanismos semánticos (tomate) y americanismos de frecuencia (aguacate, chirimoya,
maguey) en este listado así como de voces generales que, tras experimentar un proceso de
desamericanización (Ramírez Luengo, 2017b), han perdido ya todo su valor de índice o
marcador dialectal (chocolate, cigarro, maíz), este mismo hecho demuestra que la mayor
parte de las voces registradas en el corpus poseen un alto peso dialectalizador, en unos
resultados de reafirman la importancia que poseen tales vocablos para la conformación de
una identidad léxica regional, y más en un ámbito tan culturalmente significativo como es el
que se está analizando en estas páginas.
En definitiva, no cabe duda de que un análisis como este demuestra no solo el evidente
interés que poseen los libros de cocina para el mejor conocimiento de la diacronía de las
distintas variedades dialectales que conforman el español americano, sino también la
necesidad de atender a esta tipología textual en las investigaciones que tengan como
propósito ofrecer una más completa reconstrucción de esta cuestión. Junto a esto, quizá la
conclusión más importante que pone en evidencia esta aproximación al léxico del recetario
de Dominga de Guzmán sea la profunda imbricación que existe, en este ámbito nocional
concreto, entre lo lingüístico y lo histórico: así, si se acepta que, como bien señala Pérez San
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Vicente (Guzmán, 2015), la gastronomía de México se presenta desde sus mismos orígenes
como una realidad plural, resultado de un proceso de mestizaje cultural entre las tradiciones
europea y autóctona, no puede sorprender que tal mestizaje se refleje también
lingüísticamente en el discurso coquinario dieciochesco, que va a utilizar para su
configuración, junto a vocablos propiamente hispánicos, una colección relativamente
abundante de indigenismos que contribuyen a dotar al español del Altiplano Central
mexicano de la época de una indiscutible personalidad, sin duda tan destacable como la que
muestran en estos mismos momentos las comidas que se descubren en las mesas de los
novohispanos.
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