Vol. 64 (105), 2024, pp.247-272 -Segundo semestre / julio-diciembre
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De la cocina a la narrativa en Tierras de pan llevar. Un
acercamiento léxico a la gastronomía tradicional hondureña
RESUMEN
En la obra Tierras de pan llevar nos proponemos estudiar las voces que en torno a la
alimentación se encuentran dispuestas para caracterizar desde la definición lexicográfica el
conqué
1
y el cómo del alimento. Partimos de las afirmaciones de María Águeda Moreno
(2008) quien considera que la entrada del artículo lexicográfico guía el proceso de búsqueda
sobre el término representado, también sostiene que la presencia de una entrada en un corpus
da testimonio de la pertenencia al sistema lingüístico que trata de inventariarse, y es
justamente lo que intentamos demostrar. El método de análisis consiste en la identificación
de las referencias a la gastronomía tradicional en la obra de Rafael Heliodoro Valle;
posteriormente son consultados los diccionarios de la lengua española y los propios de
autores hondureños para conocer el cómo y cuándo de sus incorporaciones. La investigación
revela cómo en esta obra la gastronomía hondureña es una muestra constante en la que se
representan los signos de la cultura e identidad a través de este léxico. Finalmente, las voces
1
Definido en el Diccionario de Americanismos como el alimento que acompaña a las tortillas,
elemento fundamental en la gastronomía hondureño: “Comida, como frijoles o carne, que acompaña a la tortilla
de maíz”.
Águeda Chávez García
Es profesora investigadora en la Universidad Nacional
Autónoma de Honduras. Posee un Máster en Lexicografía
Hispánica por la Universidad de León, España, la Real
Academia Española y la Asociación de Academias de la
Lengua, también, un Máster en Formación de Profesor en
la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera por la
Universidad Internacional Iberoamericana de Puerto Rico;
Licenciada en Letras con Orientación en Lingüística por
la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Sus
áreas de investigación son la lexicografía y la literatura en
relación con la lengua y la cultura. Pertenece al Grupo de
Investigación en Estudios de Lingüística, Semiología,
Literatura y Cultura. Actualmente es la jefa del
Departamento de Humanidades y Artes en la regional de la
UNAH en Danlí, El Paraíso, en donde se desempeña como
profesora titular.
agueda.chavez@unah.edu.hn
https://orcid.org/0000-0002-7065-2114
Grupo de Investigación en Estudios de
Lingüística, Semiología, Literatura y Cultura
Universidad Nacional Autónoma de Honduras
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de origen náhuat relacionadas con el maíz conforman un corpus abundante, los que de
manera prioritaria han sido constatados en los diccionarios.
Palabras clave: Tierras de pan llevar, alimentación, definición lexicográfica,
gastronomía hondureña.
Recibido: 11/04/2024 Aceptado: 09/07/2024
From cooking to narrative in Tierras de pan llevar. A lexical approach to
traditional Honduran gastronomy
ABSTRACT
In Tierras de pan llevar, we aim to study the voices related to food, which are employed to
characterize the "what" and "how" of food from a lexicographical perspective. We begin with
the assertions of María Águeda Moreno (2008), who argues that the entry in a lexicographical
article guides the search process regarding the represented term. She also claims that the
presence of an entry in a corpus attests to its belonging to the linguistic system being
inventoried, which is precisely what we seek to demonstrate. The method of analysis consists
of identifying references to traditional gastronomy in the work of Rafael Heliodoro Valle;
subsequently, we consult Spanish language dictionaries and those specific to Honduran
authors to understand how and when these terms were incorporated. The research reveals
how, in this work, Honduran gastronomy serves as a constant representation of cultural and
identity markers through this lexicon. Finally, Nahuat-origin terms related to maize form a
significant corpus, which has been primarily verified in the dictionaries.
Keywords: Tierras de pan llevar, food, lexicographical definition, Honduran
gastronomy.
De la cuisine à la narration dans Tierras de pan llevar. Une approche lexicale de
la gastronomie traditionnelle hondurienne
RÉSUMÉ
Dans l'œuvre Tierras de pan llevar (Terres de pain à emporter), nous nous sommes attachés
à étudier les voix utilisées pour caractériser la définition lexicographique du quoi[1] et du
comment de la nourriture. Nous partons des affirmations de María Águeda Moreno (2008),
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qui considère que l'entrée de l'article lexicographique oriente le processus de recherche sur
le terme représenté. Elle affirme également que la présence d'une entrée dans un corpus
témoigne de l'appartenance au système linguistique inventorié, et c'est précisément ce que
nous essayons de démontrer. La méthode d'analyse consiste à identifier les références à la
gastronomie traditionnelle dans l'œuvre de Rafael Heliodoro Valle ; ensuite, les dictionnaires
de la langue espagnole et ceux des auteurs honduriens sont consultés pour savoir comment
et quand elles ont été incorporées. La recherche révèle comment, dans cette œuvre, la
gastronomie hondurienne est un échantillon constant dans lequel les signes de la culture et
de l'identité sont représentés à travers ce lexique. Enfin, les voix d'origine náhuat liées au
maïs constituent un corpus abondant, qui a été privilégié dans les dictionnaires.
Mots-clés: Pain et beurre, alimentation, définition lexicographique, gastronomie
hondurienne.
Dalla cucina alla narrazione in Terre di pane trasportato. Un approccio lessicale alla
cucina tradizionale onduregna
RIASSUNTO
Nel lavoro Le terre di pane trasportato, ci proponiamo di studiare le voci che intorno al
alimentazione sono predisposti a caratterizzare a partire dalla definizione lessicografica il
con cosa [1] e il come del cibo. Partiamo dalle dichiarazioni di María Águeda Moreno (2008),
chi ritiene che l'ingresso dell'articolo lessicografico guidi il processo di ricerca sul termine
rappresentato. Sostiene anche che la presenza di un ingresso in un corpus testimonia
l'appartenenza al sistema linguistico che tenta di fare l’inventariio, ed è proprio questo quello
che stiamo cercando di dimostrare. Il metodo di analisi consiste nell'individuazione dei
riferimenti alla gastronomia tradizionale nell'opera di Raffaello Eliodoro Valle;
Successivamente sono stati consultati i dizionari della lingua spagnola e quelli degli autori
onduregni per sapere come e quando furono incorporati. L'indagine rivela come in questo
lavoro la gastronomia onduregna sia un campione costante in cui attraverso questo lexico
vengono rappresentati i segni della cultura e dell’identità. Infine, le voci di origine nahuatl
legate al mais compongono a corpus abbondante, che è stato verificato principalmente nei
dizionari.
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Parole chiavi: Terre del pane da asporto, Cibo, definizione lessicografica,
gastronomia onduregna.
Da culinária à narrativa em Terras de pão para carregar. Abordagem lexical da
gastronomia tradicional hondurenha
RESUMO
No trabalho Terras de pão para carregar, propomos estudar as vozes que se organizam em
torno dos alimentos a fim de caracterizar, a partir da definição lexicográfica, o com que [1]
e o como dos alimentos. Partimos das afirmações de María Águeda Moreno (2008), que
considera que a entrada do artigo lexicográfico orienta o processo de busca do termo
representado. Ela também argumenta que a presença de uma entrada em um corpus atesta a
afiliação ao sistema linguístico que está sendo inventariado, e é exatamente isso que estamos
tentando demonstrar. O método de análise consiste em identificar as referências à
gastronomia tradicional na obra de Rafael Heliodoro Valle; em seguida, os dicionários de
língua espanhola e os de autores hondurenhos são consultados para descobrir como e quando
as referências foram acrescentadas. A pesquisa revela como, nesse trabalho, a gastronomia
hondurenha é uma amostra constante na qual os sinais de cultura e identidade são
representados por meio desse léxico. Por último, as vozes de origem Náhuat relacionadas ao
milho constituem um corpus abundante, que foi priorizado nos dicionários.
Palavras-chave: Terras de pão para carregar, alimento, definição lexicográfica,
gastronomia hondurenha.
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Introducción
Alrededor de un elemento tan variado y esencial como la alimentación, se tejen
relaciones y prácticas culturales que no pueden permanecer al margen de la lengua y la
literatura. En la obra que nos ocupa, Tierras de pan llevar (1939) del prolífico Rafael
Heliodoro Valle, es evidente la relación de la literatura con la gastronomía, un vínculo que
en este trabajo abordamos desde la lexicografía después de contextualizar la obra en su
aspecto literario. Nos centramos en la lexicografía desde un enfoque cualitativo, descriptivo
y diacrónico con el objetivo de identificar y describir las voces que relacionadas con la
gastronomía son registradas por el autor, quien desde una narrativa propiamente primitivista
se deleita en las descripciones superlativas de los lugares y los manjares que, al estilo de la
ambrosía y el néctar, alimentos del Olimpo, también forman parte del sustento corporal y
espiritual de los personajes: ‶Todo un compendio de cultura regionalistas tratado con ternura,
nostalgia y candor de “hombre-niño” y, de vez en cuando, con chispazos de un humorismo
inteligente y juguetón″, según Sara Rolla (2003, p. 62).
Para María Águeda Moreno (2008): ″La entrada del artículo lexicográfico sirve como
vehículo de búsqueda de información sobre la palabra que representa″ (p. 259). Esto es lo
que pretendemos hacer, un rastreo de la significación del corpus haciendo acopio a los
recursos lexicográficos descritos en el siguiente apartado. Finalmente, el léxico gastronómico
quedará dispuesto siguiendo el criterio etimológico y de incorporación.
Metodología
Tras la búsqueda e identificación en Tierras de pan llevar de los términos de la
gastronomía, seleccionamos el corpus léxico para luego clasificar las voces de los alimentos
que tienen como base al maíz y que, además, fueron registradas por Alberto Membreño en el
diccionario Hondureñismos de 1895 (utilizamos la quinta edición de 1982). De las demás
voces se hace alusión oportuna de acuerdo con lo que arroja la búsqueda en los diccionarios.
Posteriormente, se contextualizan desde la etimología tomando las incorporaciones en ese
diccionario, y para destacar aquellas de origen náhuatl que no se incluyeron recurrimos a
constatarlas en el trabajo de Atanasio Herranz Proceso de nahuatlización y nahuatlismos de
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uso en Honduras (2017). Además, estas voces son cotejadas en el Mapa de diccionarios de
la Real Academia Española
2
para conocer cuándo y cómo fueron incorporadas, y finalmente,
recurrimos al Diccionario de Americanismos (2010) de la Asociación de Academias de la
Lengua Española en el que se constata la evolución de estas voces.
Biografía de Rafael Heliodoro Valle (1891-1959)
Nacido en las postrimerías del siglo XIX en Comayagüela, ciudad que junto con
Tegucigalpa desde 1937 forman la capital de Honduras. Rafael Heliodoro Valle honra la lista
de las figuras prominentes de las letras del continente americano, conocido por su aporte
intelectual como El humanista de América. Periodista, maestro, historiador, cronista,
bibliógrafo, diplomático, narrador y poeta, el más grande polígrafo hondureño del siglo XX.
Su infancia transcurre al calor del seno familiar, muy cercano a su abuela paterna. Desde muy
joven la vena literaria por la vía materna, por el Padre Reyes, autor de las pastorelas, le
alcanza con muestras de gran talento. A la edad de 16 años ya escribía para un diario local
desde donde sus dotes de historiador y biógrafo despertaba la curiosidad al ocuparse de
figuras importantes de la historia de Honduras, xico y Centroamérica, en general. (Carías,
M., 2003; Chapa, 2019, Rolla, S., 2003).
A los 17 años viaja por estudios a México, la que se volvería su segunda patria, desde
allí desarrolla su vida intelectual. Para la mexicana María de los Ángeles Chapa, biógrafa de
Valle, las revistas y periódicos más sobresalientes de Hispanoamérica fueron testigos de su
talento: Su pluma honrada y su mensaje provisto siempre de perfecta claridad convirtieron
a Valle en un vigoroso vínculo literario entre los pueblos americanos (Chapa, 2019). La
misma autora destaca cómo Valle desbordado por la admiración y afecto entrañable por
México logra plasmar en sus obras la esencia sociocultural del pueblo mexicano.
Heliodoro Valle, a través de las obras El anecdotario del abuelo, El perfume de la
tierra natal, Flor de Mesoamérica y Tierra de pan llevar aporta una visión profunda de su
patria como símbolos de identidad nacional. Es esta última obra la que nos ocupa, para
2
Este Mapa de diccionarios permite consultar simultáneamente seis ediciones representativas del
diccionario académico, estas son: la de 1780, 1817, 1884, 1925, 1992 y 2001. La 23ª. edición se ha consultado
en la versión disponible en línea.
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respondernos cómo a través de un texto narrativo se logra describir amorosamente los
parajes montañosos, los rodeados del mar, la campiña engalanada por los cultivos, la gente y
sus tradiciones y, por si fuera poco, las descripciones al pan
3
que sustenta a los hondureños.
Si bien para Sergio Ramírez (1970) la obra no será un testimonio de la realidad, también
afirma que la visión de Valle no viene de tomar partido ni mucho menos; simplemente está
sobre la superficie de las cosas, sobre sus colores y sus aromas y la inocencia es la constante,
porque nada se desentraña, ni se trastoca (s. p.). Finalmente, su obra literaria es testimonio
de una profunda conexión con la realidad e identidad hondureña, abordando temas como la
naturaleza, las costumbres, la justicia social y la patria en todo su conjunto, conexión que
mantuvo hasta el día de su fallecimiento en la ciudad de México, el 29 de julio de 1959.
Una olla de algo más (de) vaca que carnero
Es en documentos coloniales donde se registran las bondades de la tierra americana,
de donde el hombre, con sus habilidades, ha logrado sustraer el ingrediente principal para el
alimento milenario, cada vez más variado, el pan diario”. En los diferentes tomos de los
Documentos para la historia de México se constata que en esos lugares se goza de muchas
“tierras de pan llevar”, a esta referencia histórica alude literariamente Heliodoro Valle. De
esta manera, desde un paralelismo, desde el título de la obra, presenta a Honduras como un
país de buenas tierras para la producción agrícola y ganadera de aquel momento. La expresión
Tierra de pan llevar ingresa al Diccionario de la lengua castellana en la edición de 1884
como La destinada á la siembra de cereales ó adecuada para este cultivo (Mapa de
diccionarios, RAE), y así se mantiene hasta la última edición actualizada en línea.
La gastronomía ha jugado un papel fundamental en la historia de la humanidad. Su
presencia se registra en disciplinas tan clásicas como la literatura y la lexicografía, las cuales
actúan como ventanas a través de las cuales podemos observar el mundo y ver cómo se
reflejan los modos de pensar y de actuar al calor del alimento. Los escritores han sido capaces
de registrar no solo los lugares de recolección y producción, como la tierra y el mar, sino
3
Pan es tratado aquí como lo define el Diccionario de la lengua española (2014) en su versión en línea:
Alimento o sustento. Ganarás el pan.
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también las experiencias humanas asociadas al hambre, la saciedad, la escasez, la bonanza,
la gula, la mezquindad, la buena sazón, los utensilios, los aliños, la mesa compartida, y todo
aquello que cabe en los campos léxicos de la gastronomía. Esto se convierte en una forma
implícita de reflexionar sobre los elementos que conforman la cultura a partir de una
necesidad básica: el sustento material del cuerpo.
En contraposición a la multiplicación de los panes, el siguiente texto alude a la
escasez: “Era un viejo que pescaba solo en un bote en el Gulf Stream y hacía ochenta y cuatro
días que no cogía un pez.” (Heminway, 1989, p. 1). Así, desde el inicio de la obra como en
El viejo y el mar o incluso más atrás, como en la obra más universal, El Quijote, el autor
después de ubicar geográficamente la escena ‒En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no
quiero acordarme‒ describe la alimentación del hidalgo, el protagonista: “Una olla de algo
más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los
viernes, algún palomino de añadidura los domingos consumían las tres partes de su hacienda”
(Cervantes, M. 2004, Cap. I).
En las diferentes formas de expresión de esta disciplina nos encontramos con esos
factores que conducen a un aspecto de la alimentación o de la condición humana alrededor
de él, solo a manera de esbozo: El lazarillo de Tormes, La buena Tierra, Las baladas del ajo,
Las nanas de la cebolla, Hombres de maíz, Como agua para chocolate, Yerma, El diario de
Tita, Las mil y una noches, Marcelino pan y vino, Oliver Twist. Los miserables, entre otros.
En el área propiamente del léxico culinario, Martha Torres (2014) destaca algunos
trabajos en España que revisan específicamente esta línea de investigación:
Gemmingen (1995), sobre la lengua culinaria del Siglo de Oro; Castro Martínez (1996),
en torno al papel de la alimentación en las crónicas castellanas bajomedievales; Leiva
Córdoba (2001), que publica un vocabulario cordobés de la alimentación atendiendo a
los siglos XV y XVI4; Gemmingen (2004), acerca del Arte cisoria (1423) de Enrique
de Villena; Polo Cano (2007 y 2012), sobre el Libro del arte de cozina (1607) de
Domingo Hernández de Maceras o Torres Martínez (2012), en torno al Nuevo arte de
cocina (1745) de Juan Altamiras. Además, Eberenz (2014: 34) cita las contribuciones
de López Quero (2005), sobre la sátira en el léxico gastronómico del Cancionero de
Baena, y de Ruiz Otín (1989), acerca del vocabulario de la alimentación en castellano
medieval. (p. 298)
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En los trabajos latinoamericanos sobre el vínculo que establece la gastronomía con
la lengua se encuentran aportes importantes como el de María Luisa Rodríguez (1964) con
el Léxico de la cocina popular de Colombia; más adelante, el de María Gabriela Pauer (2001),
En torno a cuestiones fraseológicas de la Argentina: locuciones y frases gastronómicas del
español rioplatense; el de Yanet Acosta (2011), en La gastronomía como elemento
comunicativo en los personajes de las novelas de Isabel Allende; Ana-María Paunescu (2015)
sobre la narrativa en Recetas, silencios y sentimientos en obras de Laura Esquivel; también
un estudio dirigido por Rita de Maeseneer (2010), en él se realiza un abordaje de los contextos
culinarios en la literatura del Caribe hispano y de México del siglo XVI al siglo XX; y el más
reciente, el trabajo de Juan Carlos Díaz Meneses y Lirian Ciro (2023) sobre Consideraciones
generales sobre un glosario ilustrado de gastronomía colombiana. En este proponen la
selección léxica como un recurso para definir los platos típicos de cada región de Colombia.
A estos trabajos se suman los diccionarios gastronómicos de Ricardo Muñoz Zurita:
Diccionario enciclopédico de la gastronomía mexicana (2012) y el Diccionario de los chiles
nativos de México (2015); Rafael Cartay en 2016 publicó El diccionario de cocina
venezolana y, el más reciente, El sabor chapín. Diccionario gastronómico guatemalteco
(2023) a cargo de la Academia Guatemalteca de la Lengua, en él se describen los platillos
salados.
Ahora me pongo a contemplar la claridad de los recuerdos
Con este título Rafael Heliodoro Valle inicia uno de los sesenta relatos: El tesoro de la
señora Morejón, donde, además, el recuerdo alcanza para la familia: En la vieja casa de mi
abuelo, que de día perfumaban los naranjos y de noche alegraba con intermitentes júbilos el
alcaraván del trópico, contar este sucedido a una de las señoras (2004: p. 82). Paul Ricoeur
en La memoria, la historia y el olvido (2004) examina cómo los recuerdos que se alojan en
la memoria se entrelazan con la identidad personal, la narrativa y la comprensión del mundo;
este autor analiza, además, la relación estrecha entre la memoria individual y la memoria
colectiva, así como la forma en que construimos y damos sentido a nuestros recuerdos. Por
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tanto, no es de extrañar que eventos tan importantes en la niñez y la adolescencia de Valle
se plasmen en sus relatos.
Si los recuerdos son fundamentales para nuestra comprensión del tiempo y de nosotros
mismos, lo que comemos forma parte de ello. Así las cosas, es lo que encontramos en los
variados relatos que nos ocupan. Las bebidas, los alimentos y hasta los intrumentos son parte
de este corpus léxico que se ambienta en el terruño, la familia y el día a día de las gentes.
Sara Rolla (2003) se refiere a Tierras de pan llevar así:
Éste es un índice elocuente del carácter evocativo y, hasta cierto punto, elegiaco que,
en general, tiene el texto. El valor aspectual de este tiempo -propio de la rememoración
de acciones habituales- nos remite a toda una época dorada de la vida del autor (su
niñez) y también la infancia de su pueblo. (p. 63)
Por otro lado, y desde el enfoque léxico, para que estos recuerdos se mantengan, los
diccionarios cumplen la función de almacenar la información, de ser esa memoria colectiva
que cuenta lo que representan las palabras para los individuos de acuerdo a su época, a la
infancia de los pueblos a la que se refiere Rolla. Hasta las voces más inverosímiles han
llegado al caudal de los dicionarios. En este sentido, Luis Fernando Lara sostiene que Con
la aparición de los diccionarios monolingües, también comenzó un proceso reflexivo a
propósito de la lengua, es decir, la acumulación de palabras contenidas hizo que estos libros
se fueran volviendo depósitos de memoria social que resguardan experiencias valiosas
(Tagle, A. L., 2020).
Estas experiencias valiosas se encuentran en las definiciones de los diccionarios que,
para María Águeda Moreno esta se encuentra en estrecha relación con la cultura:
En los inicios de la práctica lexicográfica, el enunciado lexicográfico nace como
consecuencia de representar un discurso sobre la cultura. Es decir, el proceso de
significación que asocia un nombre con un objeto atiende a la competencia de la
comunidad lingüística, al conocimiento social que se tiene de las palabras de la lengua.
(2008: p. 259)
No en vano, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y
la Cultura (Unesco) certificó en el 2023 como Memoria del Mundo al Diccionario de la
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Lengua Moxa de Pedro Marbán. Según destaca el portal de la Agencia Boliviana de
Información, este libro data de hace 321 años y ha sido resguardado por el Museo Nacional
de Etnografía y Folklore (Musef) de Bolivia. El autor del texto Arte Vocabulario Cathecismo
Menor y Mayor de la Lengua Moxa, el jesuita Pedro Marbán, tenía como principal objetivo
cristianizar; sin embargo, para los lingüístas estudiosos del escrito, el jesuita “logró captar
importantes claves para entender la organización de los sistemas de parentesco, relaciones de
género, las construcciones míticas, políticas, agrícolas, hidráulicas, entre otras, de estas
sociedades a partir de sus ontologías” (Agencia Boliviana de Información, 2023).
Suerte de panizo que haze unas mazorcas
Para dar paso a lo que encontramos en el corpus seleccionado en la narrativa de la
obra de Rafael Heliodoro Valle, primero contextualizamos teóricamente la etimología en los
diccionarios como herramienta para caracterizar el origen de las palabras. Según Fajardo
Aguirre (1999), desde el siglo XVII hasta nuestros días, los diccionarios etimológicos ha
sido los propulsores de la investigación etimológica” (p. 155). En 1611 Sebastián de
Covarrubias, emulando el trabajo de San Isidoro con la lengua latina, publicó El Tesoro de
la lengua castellana o española, considerado el principal gran diccionario etimológico, y
monolingüe, del español en los Siglos de Oro (Lope Blanch, 1977; Carriazo Ruiz, 2017). Es
en ese diccionario en donde aparecen por primera vez veintitrés voces americanas, según
López Blanch (1980), entre ellas: cacique, hamaca, caimán, maíz, también pita, tuna, coca,
canoa y nopal. Para este autor, Covarrubias proporciona
no sólo una definición o descripción más o menos detallada, sino también una
explicación etimológica, no siempre acertada. En este caso se encuentran acal,
Araucana, cacique, hamaca, huracán, mechoacán, México (y mexicano), Motezuma,
Perú (y perulero), mico y Tenochtitlan. Para las diez restantes ofrece sólo una
definición más o menos afortunada, pero no arriesga etimología alguna. (p. 467)
En cuanto al maíz, Covarrubias (en Blanch López, J. M. 1977) lo define como Suerte
de panizo que haze unas mazorcas, y en ellas unos granos amarillos o roxos, tamaños como
garbanços, de los cuales modilos haze pan la ínfima gente (p.p. 307-308). Observamos que
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ya había llegado la información desde América a España sobre el grano, las variedades y
los usos. En este caso la alusión al pan y quienes lo consumen es importante atender.
Después de este diccionario de inicios del siglo XVII seguirán los demás trabajos en
los que las etimologías son de sumo interés. Ya en el siglo XIX y XX destacan importantes
trabajos de voces en los que con mucho afán tratan de establecer las etimologías de las
palabras de mayor uso. Entre estos, sobresale en España el de Roque Barcia, El primer
diccionario etimológico de la lengua española (1880-1883), probablemente el más conocido
de todos (Carriazo, 2017). Por ese mismo momento, en Honduras Alberto Membreño publicó
en 1895 Hondureñismos. Vocabulario de los provincialismos de Honduras, en el cual
recopila 1263 entradas, más un suplemento de otras 67. En este recoge voces no solo propias
de Honduras, sino que atribuye centroamericanismos como de uso único (Herranz, 1989).
También hace esfuerzos por identificar las etimologías, aunque, al igual que Covarrubias,
comete muchas imprecisiones. Las voces de los diferentes campos léxicos son registradas
con descripciones y ejemplos, en algunos casos. Esta obra, de manos de un abogado de
profesión y filólogo de vocación lo convierten en el primer estudioso, de manera exhaustiva,
del léxico hondureño.
Por otro lado, y más reciente, Atansio Herranz elabora un estudio acucioso de los
nahualtismo de uso en Honduras en el cual inicia con una exposición detallada del proceso
que siguieron estas voces con el acentamiento de dos grupos prehispánicos: los pipiles y los
nahuas. Seguidamente, presenta un diccionario con más de 1,500 entradas con ejemplos de
los nahuatlismos usados en Honduras. En cuanto a las etimologías en los diccionarios, María
Águeda Moreno (2008) sostiene que El lexicógrafo ofrece esta labor con el fin de ayudar al
lector a comprender el significado de la voz registrada, puesto que la etimología se concibe
como conocimiento verdadero del sentido de las palabras (262). De manera que estos
últimos trabajos, de Membreño y Herranz, junto al Mapa de diccionarios de la RAE servirán
para indagar el corpus que nos hemos propuesto.
Nacaome, es decir, “Carne de dos gentes
Así define Valle el nombre del municipio actual de Nacaome, al sur de Honduras, en
el relato Nacatamal de Nacaome. Alberto Membreño (1901) cita lo que escribió el padre
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Vásquez en sus Crónicas cuando se refiere a las calamidades y al despoblamiento de este
pueblo: Nacaome quiere decir “que ha de quedar en dos el pueblo”. Los componentes de la
palabra son nacatl, carne, y ome, dos (p.74) . Esto como alusión a las ocupaciones de Valle
en estos relatos, ya que por ahora nos interesa la voz nacatamal. Para futuros estudios,
resultará interesante analizar la toponimia hondurena relacionada con la gastronomía, por
ejemplo: Aguacatal, Chilamate, Jilote, Pacayal, El pataste, Los Comales, Pitahayas, El
Molino. El Zapote, Mata de plátano, entre otros.
Por otro lado, la dieta del pueblo hondureño, en consonancia con las característica de
los pueblos mesoamericanos, se basa en el “sagrado” grano de maíz, que es la piedra angular
de la cocina. En torno a este grano, la lista de comidas, bebidas, utensilios, acompañantes,
salsas, panes y postres es extensa de acuerdo con el proceso de maduración del grano (tierno,
sazón, y seco). Entre los platos principales y sus acompañamientos elaborados a partir del
maíz seco se encuentra el nacatamal y sus varidades: el tamal de viaje, pisque, shepe o ticuco;
el tamalito de frijoles, con loroco y de cambray; también las indispensables tortillas, pupusas,
tacos, pastelitos de perro, enchiladas y las catrachas.
Las salsas para espesar los guisos van desde un maíz común hasta el maíz especial
conocido como “tizate”, que al ser triturado se convierte en una harina llamada pinol de
donde se hacen las “torrejas de pinol” y sirve para enhuevar el pescado de la Semana Santa.
A partir de estas salsas se elabora el tradicional arroz de maíz con gallina india o pollo, así
como el champinol; también estas se utilizan para espesar otras sopas como la de
albóndigas y las capirotadas.
La variedad de panes y postres es abundante, incluyendo rosquillas, tustacas u
hojaldras, quesadillas, rosquetes, mazapanes, marquesotes, totopostes y las torrejas de pinol.
Las bebidas ocupan un apartado especial debido a su uso en las festividades: la chicha, el
pozol, el pinol, el chilate y el atol dulce, chuco o agrio, este último preparado de los granos
tiernos al igual que los tamalitos, las riguas o tortillas de maíz tierno y las montucas.
Alrededor del maíz, el agradecimiento por el alimento a la Madre Tierra a través de
la práctica de rituales ha sido constante. Estas manifestaciones no fueron bien recibidas por
aquellos que trajeron, desde más allá del océano, el trigo como elemento de conquista
alimentaria, avalado además por la Iglesia como único grano para consagrar el Cuerpo de
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Cristo. Para Olga Joya (2021), estos viajeros trataron de imponer el cultivo del trigo
eliminando los cultivos nativos: entre estos alimentos trataron de erradicar productos como
el maíz y el amaranto de su dieta, alegando su filiación con rituales diabólicos (p. 22). Estas
prácticas religiosas, consideradas inapropiadas para los conquistadores, aún se llevan a cabo
en algunas comunidades, como en aquellas en las que se celebra el Guancasco
4
; o la
Compostura, una ofrenda a la Tierra previo a la siembra en donde la chicha, el chilate y la
gallina en pinol son infaltables.
Análisis del léxico culinario en la obra de Rafael Heliodor Valle
5
El corpus que hemos identificado se refiere a la comida, la bebida y los postres con
mayor frecuencia; los utensilios, las alusiones a lugares donde se prepara y consume el
alimento ocupan un lugar importante. A continuación, presentamos el corpus identificado en
Tierras de pan llevar:
chilate (p. 13
6
), rosquillas con café (p. 13); sasafrás (p. 13); roquillas en miel (p. 13), horchata
(p. 22), lechón en el horno (p. 27), torrejas (p. 27), buñuelos (p. 27); ponche (p. 28), jícara
(p. 37), fogones (p. 61), cuajada, (p. 61), champinol (p. 70), nacarigüe (p. 70), sopa de
mondongo (p. 74), sopa de tapado (p. 74), café (p. 80), nacatamal (p. 93), pan en horno de
barro (p. 76), amasadora (p. 80), guisandera (p. 97), chicharrón (p. 97), huacal (p. 99), pinole
(p. 99), tortillas (p. 104), pozole (p. 130), tamal (p. 131).
En total, nuestro corpus se compone de 27 términos, entre unidades léxicas
monoverbales y pluriverbales; de estos, seis corresponden al ámbito de las bebidas: chilate,
4
El Guancasco, originalmente consiste en el encuentro entre dos comunidades de descendencia lenca
que buscan un acuerdo de paz en el que además de una danza se ofrece comida y bebida por parte del pueblo
que recibe. Actualmente el encuentro se realiza en la festividad del santo Patrón del pueblo que recibe y el que
posteriormente deberá pagar la visita. Son varias las comunidades en donde esta tradición ha tomado carácter
de oficialidad desde las autoridades civiles al iniciar las ferias patronales con manifestaciones de tradición
indígena como esta. (Paz, 2018)
5
“Traigan pozole, que ya la luna está en la laguna. Si les estorba, suprimamos la luna, pero traigan
pozole…” (Valle, 2004: p. 130). Rafael Heliodoro Valle encuentra los momentos precisos en esta narrativa para
incorporar la gastronomía como parte del imaginario colectivo: suprimir la luna, pero que no falte el pozole es
una muestra generosa.
6
Registramos solamente una página identificada ya que no nos interesa enfatizar la frecuencia de uso.
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café, horchata, ponche, pozole y pinole: siete corresponden a platos elaborados
7
:
nacatamal, tamal, lechón en horno, sopa de mondongo, sopa de tapado, champinol y
nacarigüe; tres a acompañantes: la cuajada, el chicharrón y las tortillas; dos a los postres,
las rosquillas en miel y torrejas; a los ingredientes, el sasafrás; de los panes, pan en horno
de barro, buñuelos, rosquillas; de los utensilios, dos, huacal y jícara; dos, a las ocupaciones:
amasadora y guisandera; y de lugares para cocinar, el fogón.
Por otro lado, una característica distintiva de estas bebidas es que tres son elaboradas
a base del maíz: el pozol, el pinol y el chilate. En cuanto a los platos elaborados, cuatro
corresponden a sopas y dos a comida seca, siendo tres de ellos con base en el maíz. El
nacatamal y tamal se utilizan como sinónimos, al igual que el champinol y el nacarigüe, estos
últimos con el maíz como espesante. El nacarigüe ha sido considerado como una “comida
india”, es decir, de raíces hispanas (Prats, 1987, p. 79). Los postres y los panes son elaborados
con harina de maíz. En cuanto a los utensilios, huacal y jícara corresponden a sinónimos.
Indudablemente, este corpus nos conduce al léxico culinario; sin embargo, haremos
una segunda lista partiendo de los términos registrados por Alberto Membreño en su
diccionario Hondureñismos (1982), los que, además, comparten al maíz como ingrediente
principal, a excepción de huacal y jícara que por su importancia como utensilios para tomar
estas bebidas los ubicamos en la lista. Se han omitido otros sinónimos considerando que con
uno de estos términos es válido aludir al otro. Entonces, tenemos: chilate, pozole, nacatamal,
nacarigüe, rosquillas, jícara. Es de hacer notar que algunos no fueron incorporados por
Membreño en su diccionario Hondureñismos, pero sí se constatan en este en las definiciones
de otras voces.
En el relato Fantasmas de Camaguara, así se refiere el autor a la bebida tradicional
hecha de maíz: humeaba de contento el chilate oliente a cáscara de sasafrás (Valle, 2004:
p. 13). También se refiere a las rosquillas como acompañantes y a las jícaras en donde se
sirve esta bebida. En Hondureñismos (1982), el chilate se caracteriza por ser bebida
semejante al atol: se hace de maíz dorado (medio tostado) ó sancochado. En azteca chilatl,
agua de chile, y chilatolli, atol con chile. En esta acepción observamos que se recogen tres
7
De acuerdo a la definición del Diccionario de la lengua española, versión en línea, en su tercera
acepción: Comida preparada para ser consumida
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formas de preparación del maíz: dorado, tostado el que puede ser poco, medio o muy
tostado‒ y el sancochado. También al definir la etimología, no solo aporta la de chilate, sino
también la de un tipo de atol (chilatl, agua de chile; chilatolli, atol con chile). Consultado el
Mapa de diccionarios académicos, esta voz es incorporada hasta en la 22.
a
edición en 1992
con la marca diatópica para América Central; definida como Bebida común hecha con chile,
maíz tostado y cacao. En Herranz (2017), la etimología es más precisa, del nahua chilli,
chile, y atl, agua. La define como Bebida hecha con chile, maíz tostado y cacao, hervidos
con agua. Actualmente no se le agrega chile, y al ser una bebida simple se usa el dulce de
rapadura o panela para acompañarla. La forma de tomarlo es que por cada trago de atol, se
le da una mordida al dulce (Chávez, 2006: p. 59). Además de la rapadura se ha extendido la
variedad de acompañantes dulces como los que se describen en las múltiples recetas que
circulan en recetarios de Internet
8
.
En la siguiente figura apreciamos el servido del chilate de maíz blanco en una vasija
de guacal, utensilio ancestral para servir esta bebida. En la imagen se observa que el chilate
es acompañado de nuégados, un postre que es preparada con trozos de plátano maduro y frito
rehogados en miel, tradición que es común también en El Salvador. El chilate es acompañado,
en el caso de Honduras, también con otro tipo de mieles, descritos anteriormente.
Figura 1
Chilate servido en guacal, acompañado de nuégados
Imagen tomada de Platos típicos de Ahuchapán (2021).
8
En La Prensa, uno de los diarios de mayor circulación del país, se describe en la sección Buen
Provecho la receta del chilate y de sus diez acompañantes, entre ellos el ayote, la roquilla, papaya, los mangos,
las torrejas, todos ellos cocinados en la miel del dulce de rapadura o dulce extraído de la caña:
https://www.laprensa.hn/recetas/semana-santa-recetas-de-chilate-y-sus-10-dulces-acompanantes-seman-santa-
DD12881424
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Pozole no es registrado por Membreño. Herranz (2017) lo describe como pozol del
nahua pozolli, espumoso, esponjoso: Bebida hecha de masa de maíz nixtamalizada con agua
y a la que puede añadirse azúcar, cacao o leche. Esta definición destaca el proceso de
nixtamalización, que consiste en cocinar el maíz en agua con cal o ceniza. También aporta
otras formas de escritura: pozole y posol.
El Diccionario de la lengua española incluye "pozole" en su 22.
a
edición, lo define
como una bebida hecha de maíz morado y azúcar, con la marca de uso exclusivo para México.
Sin embargo, en la siguiente edición, la 23.
a
de 2001, aparece únicamente para Honduras con
la misma definición. En ambas ediciones se agrega otra acepción para México, se refiere a
un guiso a base de maíz tierno, carne y chile con mucho caldo.
Por su parte, el Diccionario de Americanismos (2010) define "pozole" como un
término de origen nahua (similar a la descripción de Herranz) y amplía su uso, además de
México, para todo Centroamérica.
Figura 2
Pozol servido en guacal
Imagen tomada del blog Buen Provecho (s. f.).
Nacatamal, según Membreño (1982), este término proviene de nacatamalli, de
origen azteca. Lo define como un "tamal relleno de carne de cerdo". Es importante destacar
que no especifica que el tamal está hecho de masa de maíz. En cuanto al término "tamal", lo
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describe como "la bola de maíz molido y cocido en agua", sin proporcionar una etimología
específica. Membreño agrega que se utiliza para la mesa cuando lleva carne y tocino de cerdo
en su interior. Además, menciona las variedades, indicando que se le llama tamalito cuando
es de maíz tierno, y que al tamal de maíz seco al que se le agrega frijol cocido antes de cocerlo
se le llama tisuco (actualmente se llama ticuco).
Herranz (2017) incorpora Tamal, del nahua tamalli, tamal. ‶Alimento pico hecho
con masa de maíz rellenada con carne, generalmente de cerdo, con garbanzos, alcaparras y
otros ingredientes que se envuelve con hojas de mazorca o de banano y se cuece en agua con
sal y manteca de cerdo″. Observamos en esta descripción que Herranz describe un tamal
mestizo, evolucionado, en el cual los garbanzos y las alcaparras representan la incorporación
de ingredientes al nacatamal tradicional que, además de carne fue incluyendo arroz y papas,
así como la cebolla, chile dulce, el ajo, cominos y el achiote prehispánico
9
con lo que se
prepara el “recado”
10
. Herranz también proporciona información sobre la envoltura del tamal,
que puede ser en hojas de maíz, banano o plátano. Estos están listos para cocer después de
haber sido previamente aliñados con sal y manteca de cerdo o manteca vegetal. Dependiendo
de la preparación de la masa, el nacatamal puede ser colado o enteroso. La diferencia se da
en la cocción previa de la masa, siendo el nacatamal colado aquel cuya masa aliñada ha
sido previamente cocida (Chávez, 2006: p. 28).
La palabra nacatamal también ingresa al diccionario en su 22.
a
edición, con la
marca para Honduras, México y Nicaragua, y se define como "tamal relleno de carne de
cerdo". Sin embargo, en la siguiente edición de 2001 mantiene las marcas diatópicas, pero
modifica la definición, ahora como "tamal relleno de cerdo o de pollo y otros ingredientes".
Esta información se amplía para México y Centroamérica (excepto Guatemala y Costa Rica,
en este último solo se marca para el Norte), y a los ingredientes se les suma la salsa picante.
9
El Diccionario de americanismos define achiote, del nahua achiotl o achiyotl, y este de achi, grano,
semilla, para varios países americanos como “Pasta tintórea de color rojo oscuro que se extrae de la semilla
pulverizada del achiote, y que, disuelto el polvo en agua hervida, se utiliza para colorear ciertos alimentos”.
También registra achote y axiote como sinónimos.
10
El diccionario de Americanismos lo registra para Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua
como Aderezo líquido y espeso usado para condimentar carnes” También registra el sinónimo “recaudo”
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Además, se mencionan los sinónimos nacatambuche y sacatamal (Diccionario de
Americanismos, 2010).
Figura 3
Nacatamal
Imagen tomada del blog Tips para tus viajes (s. f.)
El término nacarigüe no está incluido en la edición de Membreño que estamos
utilizando. Según Herranz (2017), su etimología proviene del náhuatl nácatl, que significa
carne, y de una segunda etimología desconocida. Herranz proporciona dos acepciones: una
para el "maíz amarillo molido y tostado que se usa como salsa para ciertas comidas de carne";
y la segunda, como "comida hecha de costilla de cerdo, con sal, pimienta, cebolla y chile
dulce picados, a los que, una vez guisados, se les añade harina de maíz tostado". Además,
Herranz menciona un color más para el maíz, además del morado y el blanco.
Nacarigüe fue incorporado como "potaje de carne y pinole" en la 22.a edición del
diccionario al que nos referimos, con la marca únicamente para Honduras. Sin embargo, en
la siguiente edición de 2001, se mantiene la marca diatópica, pero se modifica la definición,
refiriéndose únicamente al "maíz amarillo molido y tostado que se usa como salsa para ciertas
comidas de carne". Es importante mencionar que actualmente el nacarigüe también se
elabora con gallina india o pollo común.
Champinol, sinónimo de nacarigüe, es una palabra compuesta de chancho y pinol:
“De chancho y del nahuatlismo pinole Según Herranz (2017), proviene de chancho
(americanismo para nombrar al cerdo) y del nahuatlismo "pinole". Chancho fue incorporado
al diccionario en la edición de 1925 con la referencia a cerdo, mientras que pinol se registra
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como sinónimo de pinole para Guatemala, Honduras y Nicaragua, definido como harina
de maíz tostado.
Al igual que el nacarigüe, el champinol también incorpora la gallina, como se refleja
en el Diccionario de Americanismos (2010): "Comida hecha con costilla de cerdo frita o
carne de gallina y revuelta después con pinol y especias".
Jícara no es definido por Membreño, sin embargo, se hace referencia a ella en la
descripción para Cumba, aquí la jícara se incorpora desde la sinonimia: Cumba Jícara grande
de boca angosta. Hay veces que las cumbas prestan el oficio de batidoras. Los términos
usados por Rafael Heliodoro Valle, como jícara o huacal indistintamente para el utensilio
usado para tomar las bebidas tradicionales y el agua, son incorporados en el Diccionario de
la lengua española. Nos ocupamos de jícara que, aun siendo sinónimo de guacal, merece
atención al ser ingresado desde la 1.
ª
edición en 1780 con la grafía xícara, Vaso de loza en
forma de un cubilete pequeño, en que se toma el chocolate.
En esta edición la marca diatópica no se incorpora, sino hasta la edición de 1992, para
América Central y México, con una acepción más en donde se alude a fruto: Fruto del
jícaro. La etimología no aparece antes de la 23.
a
edición: náhuatl xicalli 'vaso hecho de la
corteza del fruto de la güira'. Güira funciona como sinónimo para el árbol de caro (esta
voz, güira, definida en esa misma edición como palabra antillana).
Es importante señalar que la marca para designar que el lema pertenece a América en
las primeras ediciones de este diccionario académico no se encuentra como tal, sino que habrá
que encontrarla en la definición, si se ha incorporado. Según Gloria Clavería (2021) esta
información en los diccionarios contiene precisiones de tipo geográfico como las Indias
(occidentales), América, América meridional, América se(p)tentrional, Nueva España, Perú,
reino de Méjico, reino de Chile o nuevo reino de Granada (pp. 80-81). Es a partir de 1884
cuando la marcas como Am., Am. Cen. Ant. Mej., comienzan a asomarse, y más
recientemente se da la incorporación de las marcas para cada país (Hond., El Salv., Nic.,
Ven., Méx., por ejemplo). En el caso de jícara se marca ‒Amér.‒ hasta la edición de 1925.
Guacal, para Membreño (1982) etimológicamente de Uacalli, azteca. Se refiere al
árbol, de la misma familia del caro que produce unos frutos redondos de cuya cáscara se
hacen los guacales dividiendo por la mitad el fruto. Herranz (2017), amplía el étimo: Del
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nahua huacalli, angarilla; de huacqui, cosa seca y calli, casa. En la edición del Diccionario
de 1925 es incorporado para América Central y con esta misma descripción. También
incorpora la variante huacal, que es la que registró Rafael Heliodoro Valle.
Rosquilla. Esta palabra no es descrita por Membreño (1982) por ser una voz
incorporado al español peninsular. En Tierras de pan llevar se hace referencia a las
variedades y formas de consumo de este pan: rosquilla pingüe, rosquilla de aliño, rosquilla
con café y rosquilla en miel. En la búsqueda para conocer la descripción de la rosquilla, como
postre, registrado en esta obra como la “rosquillas en miel”, de mucha trascendencia en la
cocina hondureña, encontramos que en ninguna de las ediciones que contempla el Mapa de
diccionario y la edición de 2014 se describe que la masa para la preparación de la rosquilla
proceda del maíz. Si bien la harina puede ser de trigo y de otras semillas, en la documentación
que ejemplifica a rosquete, una variedad de la rosquilla, Quesada Pacheco en el Diccionario
histórico del español de Costa Rica de 1995 registra la procedencia y forma de la harina
como Dulce de harina de maíz gruesa con huevo batido, en forma rombal o rectangular, de
consistencia dura. Cartago, 1668: una fanega de trigo que gasté en los rosquetes (Tesoro de
los Diccionarios Históricos de la Lengua, 2021).
Rosquete también es registrado por Membreño (1982), sin referirse al étimo, como
Pan de harina de maíz amasada con manteca de res y dulce, hecho en forma de rosca y
cocido en el horno. A este tipo de pan con el que se hacen las rosquillas en miel tienen como
igrediente fundamental la cuajada o el queso fresco; la referencia al dulce, es al que resulta
de procesar la caña de azúcar, conocido también como dulce de rapadura o “panela”.
Figura 4
Rosquillas en miel
Imagen tomada del blog Recetas de Honduras (s. f.)
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La búsqueda de la incorporación del rosquete nos arrojó al Diccionario de
Autoridades (1734) que, aunque no fue considerado como referencia, nos pareció interesante
al encontrar una similitud con la voz melindre, registrada en un ejemplo de 1680 como
Cierto género de frutilla de sartén hecha con miel y harína, mui delicada y gustosa. Y
tambien se llama assí cierta especie de pasta hecha de azúcar, harína y huevos, de que
se forman unos bocaditos en figura de rosquillas, corazones y otras cosas. Pudo decirse
del Griego Melhydros, que significa Agua miel. Latín. Tragemata delicatula. PRAGM.
DE TASS. año 1680. f. 48. La libra de melindres de pasta real, a quatro reales.
Consideramos que en la siguiente actualización del Diccionario de la lengua española
o en el de la del Diccionario de Americanismos debería incorporarse rosquilla en miel
11
como
postre a base de rosquillas de cuajada
12
cocinadas en miel de rapadura con canela en raja.
Figura 5
Rosquetes
Imagen tomada del blog Honduras.com (s.f.)
Nota. En algunas regiones no les agregan el merengue, que resulta de batir suficientemente las
claras de huevo con azucar; los tamaños también varian desde los más pequeños a los más grandes.
Algunos varían con un colorante adicional encima.
11
Son variadas las recetas que hacen referencia a este postre, en algunas varían los ingredientes siendo
los básicos la miel y la canela. Ver https://tiempo.hn/postres-navidad-conoce-las-deliciosas-rosquillas-miel/
12
Las rosquillas de cuajada también deberían definirse ya que son especiales para este tipo de postre.
Rosquillas de cuajada. Pan en forma de rosca elaborada con harina de maíz nixtamalizado, cuajada o queso
fresco, manteca, sal y agua.
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Conclusiones
El análisis realizado de la obra Tierras de pan llevar de Rafael Heliodoro Valle
proporciona una visión detallada desde el enfoque lexicográfico, destacando el proceso que
va desde la selección de la tierra hasta la concreción del alimento ingeniosamente terminado,
lo cual nos permite encontrar elementos valiosos que contribuyen al (re)conocimiento de la
cultura e identidad hondureña a través de un corpus léxico importante, aportado desde de la
gastronomía. El maíz emerge como un ingrediente fundamental en muchas de las
preparaciones culinarias mencionadas en la obra, como el pozol, pinol, chilate, nacatamal,
entre otros, resaltando así su relevancia en la gastronomía local y su papel como parte del
patrimonio inmaterial, memoria e identidad del hondureño. Por otro lado, a pesar de la
evolución en las recetas, se observa un marcado interés por preservar y promover las
tradiciones culinarias.
El análisis de las definiciones lexicográficas revela las variaciones en el tiempo y los
variados usos de las palabras, ofreciendo una valiosa perspectiva sobre cómo estas palabras
reflejan la evolución cultural y lingüística de las sociedades. Asimismo, la inclusión de datos
socioculturales y regionalismos en los diccionarios enriquece la comprensión de las palabras
en su contexto cultural. De esta manera, la obra de Rafael Heliodoro Valle demuestra la
importancia del léxico gastronómico, especialmente en relación con el maíz, campo en donde
se encuentran numerosos nahuatlismos, los que se consideran sustrato del español hablado
en Honduras y como reflejo de las acciones socioculturales arraigadas en el tiempo.
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