de fin de año (p. 33), más dañado que coco sin agua (179), más dañino que aguacate en ayunas (p.
179), más duro que sancocho de piedras (p. 102), más empalagoso que la miel (p. 180), más
enguayabado que un bocadillo (p. 228), más flojo que un merengue (p. 181), más floriada que
crispeta bogotana (p. 39), más inofensivo que un puré de papa (p. 182), más mala que la carne de
cabeza (p. 235), más pobre que un desayuno con chitos (p. 129), más ordinaria que lechona enlatada
(p. 154), más ordinaria que una aguadepanela en las rocas (p. 155), más ordinaria que una paleta de
mondongo (p. 153), más ordinario que un helado de mazamorra (p. 155), más ordinario que un té
de cilantro (p. 158), más ordinario que un tinto en las rocas (p. 156), más peligrosa que una aguja en
un tamal (p. 236), más peligrosa que una sopa de anzuelos (p. 236), más peligrosa que una sopa de
tachuelas (p. 236), más peligroso que un caldo de agujas (p. 237), más pisado que un patacón (p. 281),
más preparada que una bandeja paisa (p. 245), más preparada que una caspiroleta (p. 245), más
preparada que una ensalada (p. 245), más preparada que una torta (p. 245), más preparado que un
encurtido (p. 245), más rajada que yuca asada (p. 44), más sudado que sancocho costeño (p. 46), más
saludable que una papa al vapor (p. 260), más tapada que lata de sardinas (p. 104), más tieso que
pan viejo (p. 46).
Caribeñol (2012?): más baboso que bulto de ñame (p. 75); más claro que el agua del caño de la ahuyama (p.
75); más chupada que pepa de mamón (p. 76); más chupado que mango en boca de vieja (p. 76); más
espelucada que doscientas barras de cilantro mal despachado (p. 76); más flojo que la arepa, se está
quemando y no se voltea (p. 76); más malo que el arroz de a peso, que en vez de pegarse en el caldero
se pegaba en la tapa (p. 77); más maluco que boli de mondongo (p. 77); más ordinario que boli de
pescado (p. 77); más ordinario que cerveza en bolsa y con pitillo (p. 77); más perdido que cuchillo de
pelar la yuca (p. 78); más perdido que mango maduro en boca de puerco (p. 78); más pesado que
llavero de coco (p. 78); más pesado que vender leche con la vaca al hombro y el ternero en el cuello
(p. 78); más resbalosa que yuca rucha (p. 78); más relajado que una libra de carne para 50 personas
(p. 78); más simple que sancocho de huesos (p. 79); más sudado que olla de guarapo (p. 79); más
viejo que comprar un bollo por la cerca (p. 79); más viejo que raspar cucayo (p. 79).
Dichos costeños o refranes costeños (2015?): más apiñados que sardinas en lata; más baboso que bulto de
ñame; más chupada que pepa de mamón; más espelucada que doscientas barras de cilantro mal
despachado; más flojo que la arepa, que se está quemando y no se voltea; más malo que el arroz de
a peso, que en vez de pegarse en el caldero se pegaba en la tapa; más ordinario que boli de pescado;
más ordinario que cerveza en bolsa y con pitillo; más perdido que cuchillo de pelar la yuca; más
pesado que vender leche con la vaca al hombro y el ternero en el cuello; más relajado que una libra de
carne para 50 personas; más resbalosa que yuca rucha; más viejo que raspar cucayo.
Refranes, dichos, agüeros y creencias populares (2020): más dañino que un chocolate a medianoche (p. 84),
más ordinario que marrano comiendo ponqué (p. 85).
Asimismo, presentamos las comparaciones estereotipadas con alimentos registradas
en otros repertorios léxicos no incluidos en la Tabla 5, por limitaciones de espacio.
Pinzón, Carlos Ernesto y Fandiño, Graciela (1973): más agrio que un limón (p. 67), más derecho que un palo
de coco (p. 67), más limpio/a que pepa de guama (p. 68), más rajada que una yuca asada (p. 68), más
seguro que un mango en la boca de un perro (p. 68).
De la Espriella (1978): más duro que un sancocho de tuerca (p. 99), más fresca que una lechuga (p. 99).
Sierra García (1994): más dañado que coco sin agua (p. 325), más llenador que cartarroja con arepa (p. 326),
más peligroso que una aguja en un sancocho (p. 326), más peligroso que un chocolate crudo en ayunas
(p. 326), más tapado que una caja de sardinas (p. 327), más quebrado que un bulto de canela (p. 327).
Cuesta Ramírez (2010): más amarrado que culo de salchichón (p. 130), más pesado y malsano que la carne de
marrano (p. 132), más pelado que pepa de guama (p. 133), más peligroso que un chocolate crudo
(p, 133), más peligroso que una sopa con vidrios (p. 133), más peligroso que una sopa de alfileres (p.
133), más preparado que un ajiaco bogotano (p. 133), más preparado que un sancocho ginebrino (p.
133), más preparado que una gallina criolla (p. 133).
Trillos Verjel (2011): más fresco que una papaya (p. 185), más limpio que pepa de guama (p. 185).