https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3291
Vol. 64 (105), 2024, pp.511-546 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
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Artículo
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Lo que pueden decir de la comida chilena los diccionarios fundacionales.
Segunda parte
RESUMEN
Esta es una investigación de lexicología histórica hispanoamericana centrada en el campo
semántico de los alimentos. Se proponen tres objetivos: analizar la información relacionada
con la normativización; dar cuenta del tratamiento de las voces del campo semántico de la
alimentación y presentar la función lexicográfica de estos artículos. Se tienen dos fases
metodológicas: un cotejo con repertorios lexicográficos, estudios y corpus para determinar
la vigencia y codificación de las voces y el análisis lexicológico y semántico de aspectos
como la significación, la extensión semántica y la polisemia. Los resultados dan cuenta de
dos funciones: el normar y el mostrar. Se norma, producto de un modelo racionalista de
estandarización. A su vez, se muestra, por lo que la función de estos artículos es dar cuenta
de la realidad hispanoamericana, para que sea conocida y divulgada. En conclusión, a partir
de esta muestra se presenta claramente la tensión entre normar y mostrar.
Palabras clave: lexicología histórica, campo semántico, alimentación, función
lexicográfica.
Recibido: 26/05/2024 Aceptado: 14/08/2024
Soledad Chávez Fajardo
Es profesora en la Universidad de Chile desde 2004. Enseña
Lingüística Románica, Historia de la Lengua española y
Lexicografía española. Se dedica a la lexicografía, tanto en
la elaboración de diccionarios como en su historiografía y
crítica. Hizo una Maestría en Lexicografía Hispánica en la
Real Academia Española (2004) y un Magíster en
Lingüística (Universidad de Chile, 2009). Su doctorado fue
en Estudios Hispánicos (Universidad Autónoma de Madrid,
2021). Es miembro de número de la Academia Chilena de la
Lengua (sillón 14) desde 2021. Actualmente está
investigando en lingüística misionera en Chile, lexicología y
en historiografía de la lingüística aplicada. Es autora de los
libros Diccionarios del fin del mundo (Fondo de Cultura
Económica, 2022) y Elementos de lexicografía
hispanoamericana fundacional (UJaen, 2022).
schavez@uchile.cl
https://orcid.org/0000-0001-8173-8979
Universidad de Chile,
miembro de número de la Academia Chilena
de la Lengua (sillón 14) desde 2021
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Artículo
What foundational dictionaries can say about Chilean food.
Part two
ABSTRACT
This research examines Hispanic American historical lexicology, specifically focusing on the
semantic field of food. The study sets forth three objectives: (1) to analyze the information
related to regulatory frameworks, (2) to examine how lexical items in the semantic field of
food are treated, and (3) to present the lexicographic function of the related dictionary entries.
The methodology follows two phases: first, a comparative analysis using lexicographic
repertoires, studies, and corpora to verify the validity and categorization of the lexical units;
second, a lexicological and semantic analysis to explore aspects such as meaning, semantic
extension, and polysemy. The findings reveal two primary functions of the analyzed entries:
norming and representation. The standardization process reflects a rationalist model,
focusing on regulatory efforts. Simultaneously, the articles serve to represent and disseminate
the Latin American reality, ensuring that regional linguistic and cultural diversity is
acknowledged and shared. In conclusion, this study highlights the inherent tension between
the need to regulate language and the desire to showcase the rich and varied culinary lexicon
of Latin America.
Keywords: historical lexicology, semantic field, food, lexicographic function.
Ce que les dictionnaires fondamentaux peuvent dire de la cuisine chilienne.
Deuxième partie
RÉSUMÉ
Il s'agit d'une enquête de lexicologie historique hispano-américaine centrée sur le champ
sémantique de l'alimentation. Trois objectifs sont proposés : analyser les informations
relatives à la normativisation ; rendre compte du traitement des mots du champ sémantique
de l'alimentation ; et présenter la fonction lexicographique de ces articles. Il y a deux phases
méthodologiques : la comparaison avec des répertoires lexicographiques, des études et des
corpus pour déterminer la validité et la codification des mots, et l'analyse lexicologique et
sémantique d'aspects tels que la signification, l'extension sémantique et la polysémie. Les
résultats montrent deux fonctions : normaliser et montrer. Il est normalisé, produit d'un
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modèle rationaliste de normalisation. En même temps, elle est montrée, de sorte que la
fonction de ces articles est de rendre compte de la réalité hispano-américaine, afin qu'elle soit
connue et diffusée. En conclusion, à partir de cet échantillon, la tension entre normaliser et
montrer est clairement présentée.
Mots-clés: lexicologie historique, champ sémantique, alimentation, fonction
lexicographique.
Cosa possono dire i dizionari fondamentale sul cibo cileno. Seconda parte
RIASSUNTO
Questa è una ricerca di lessicologia storica ispano-americana focalizzata sul campo
semantico del cibo. Si propongono tre obiettivi: analizzare le informazioni relative alla
normativa; avere conto del trattamento delle voci nel campo semantico dell’alimentazione e
presentare la funzione lessicografica di questi articoli. Si prevedono due fasi metodologiche:
il confronto con repertori lessicografici, degli studi e i corpora per accertare la validità e la
codifica delle voci e l'analisi lessicologica e semantica di aspetti quali significato, estensione
semantica e polisemia. I risultati mostrano due funzioni: normazione e visualizzazione. È
standardizzato, il prodotto di un modello razionalista di standardizzazione. A sua volta, viene
mostrato, quindi che la funzione di questi articoli è quella di rendere conto della realtà
latinoamericana, affinché sia conosciuta e diffusa. In conclusione, da questo campione viene
chiaramente presentata la tensione tra regolare e mostrare.
Parole chiavi: lessicologia storica, campo semantico, cibo, funzione lessicografica.
O que os dicionários fundamentais podem dizer sobre a comida chilena.
Segunda parte
RESUMO
Trata-se de uma investigação sobre lexicologia histórica hispano-americana centrada no
campo semântico da alimentação. Este trabalho tem três objectivos: analisar a informação
relacionada com a normativização; dar conta do tratamento das palavras no campo semântico
da alimentação; e apresentar a função lexicográfica destes artigos. As fases metodológicas
são duas: a comparação com repertórios lexicográficos, estudos e corpus para determinar a
validade e a codificação das palavras, e a análise lexicológica e semântica de aspectos como
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Artículo
significação, extensão semântica e polissemia. Os resultados apresentam duas funções:
normalizar e mostrar. É normalizado, produto de um modelo racionalista de normalização.
Ao mesmo tempo, é mostrado, porque a função destes artigos é dar conta da realidade
hispano-americana, para que seja conhecida e divulgada. Em conclusão, a partir desta
amostra, a tensão entre normalizar e mostrar é claramente apresentada.
Palavras-chave: lexicologia histórica, campo semântico, alimentação, função
lexicográfica.
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1. Introducción
Los procesos estandarizadores que han primado en Hispanoamérica, como lo refieren
Rojas (2013) o Chávez Fajardo (2021a), entre otros, han sido de carácter racionalista
(Geeraerts, 2003), algo que se puede detectar claramente en el contenido de las codificaciones
allí publicadas (diccionarios, gramáticas, ortografías, manuales, textos escolares y afines).
En otras palabras, ha prevalecido el modelo que norma la lengua española siguiendo una
lengua ejemplar (Coseriu, 1990), es decir, un estándar o pauta de referencia para las
variedades. Esta lengua ejemplar se ha entendido como una variedad monocéntrica (sobre
todo la variedad centro-norteña española) y su referente ha sido la Real Academia Española
y cada una de sus publicaciones. Por esta razón, los diccionarios fundacionales
, por lo
general, se ceñían a una ejemplaridad y su función era, las más veces, dar cuenta de las
incorrecciones, barbarismos, disparates, vulgarismos, entre otras calificaciones que han dado
los propios autores. Como sea, hay mucho más que estas calificaciones en este tipo de
productos lingüísticos. En efecto, al leer estos diccionarios se puede detectar que existe una
tensión entre normar y describir o entre validar y censurar una palabra diferencial o un
determinado uso. En un número relevante de estos diccionarios el contenido es, grosso modo,
dar cuenta de lo diferencial, sea para darlo a conocer y para que la regia entidad reconozca
estas voces. También para dar cuenta de lo diferencial para censurar la diatopía, porque ya
existen sinónimos” o referentes similares dentro de la lengua ejemplar. Asimismo, en estos
diccionarios hay una concentración de información normativa para que el usuario pueda
conocer y usar la lengua ejemplar de la mejor manera posible. Por lo tanto, en estos
diccionarios hay concentrada una información valiosísima en donde la cancelación y la
defensa de ciertos usos conviven en esta interesante dicotomía.
En esta dinámica, el campo semántico de los alimentos es un espacio ideal para analizar
el funcionamiento lexicográfico que se acaba de mencionar. Como se verá a lo largo de este
Aurora Camacho Barreiro (2008) en la propuesta de periodización que hizo para la historia de la lexicografía
en Cuba habló de una primera etapa, que es la fundacional, algo que se aleja de la nominación “precientífica”
que se ha solido utilizar en este caso. El adjetivo “fundacional”, en relación con los primeros trabajos
lexicográficos y filológicos monolingües en Hispanoamérica, es pertinente hasta que este tipo de trabajo quedó
en manos de filólogos y lingüistas (es decir, a mediados del siglo XX). En Chávez Fajardo 2022, se ha seguido
trabajando con el adjetivo “fundacional” al hacer referencia al trabajo que se hizo desde la década del treinta
del siglo XIX en Hispanoamérica y que da cuenta de una producción no menor.
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Artículo
estudio, los artículos lexicográficos relacionados con este campo suelen tener alguna de
estas características, según el lexicógrafo:
a) Dar cuenta de un referente “innecesario”, por lo que se presenta un equivalente
“castizo.
b) Dar cuenta de un extranjerismo que debe censurarse o hispanizarse, o bien,
mantenerse, por no existir un equivalente idóneo.
c) Dar cuenta de un referente que no ha sido lematizado aún en el diccionario académico
y que debe incorporarse en este, o bien, que en el diccionario académico está presente,
pero con una definición insuficiente.
En relación con esto, la presente investigación busca tres objetivos. El primero es
aportar en un campo específico de los estudios de lexicología histórica del español de
América y, sobre todo, del español de Chile. En efecto, se ha detectado que un número
relevante de artículos lexicográficos relacionados con este campo semántico forman parte de
un acervo cultural olvidado o restringido a un espacio reducido de hablantes, o bien, a un
léxico pasivo en la actualidad. A su vez, la información relacionada con la historia de su
normativización o cómo se fueron asentando y presentando algunas de estas palabras es
escasa. El segundo es dar cuenta de cómo la lexicografía desde la hispanoamericana
fundacional hasta nuestros días ha tratado las voces relacionadas con este campo semántico.
Por último, el tercer objetivo busca dar cuenta de la función lexicográfica de los artículos
lexicográficos de dicho campo en la lexicografía fundacional chilena.
Para llevar a cabo estos propósitos, se ha seleccionado un diccionario-base: el
Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas, del sacerdote diocesano
Manuel Antonio Román. Román publicó este diccionario entre 1901 y 1918 en cinco
volúmenes. Es considerado el diccionario hispanoamericano más extenso de la lexicografía
fundacional. Contiene más de quince mil entradas y los volúmenes en total suman casi tres
mil páginas. Se ha venido trabajando con este diccionario, justamente, por su extensión y por
la profusión de detalles e información presentes en el campo léxico de los alimentos. De esta
forma, el artículo lexicográfico dedicado al campo de los alimentos de Román será la punta
del iceberg en donde se podrá determinar si los discursos contemporáneos daban cuenta, o
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no, de la misma información. Por lo tanto, a lo largo del análisis se consultaron otras obras
lexicográficas y afines.
Desde el punto de vista de la metodología que se ha implementado en esta
investigación, se han establecido dos fases metodológicas: la primera, implica un cotejo,
sobre todo, con repertorios lexicográficos, así como con corpus y recursos en línea para
determinar la vigencia y codificación de las voces en cuestión. Se ha trabajado sobre todo
con las herramientas que tiene la RAE, idóneas para tal efecto: el Corpus del Diccionario
Histórico (CDH), el Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española (NTLLE) y el
Fichero del Nuevo Diccionario Histórico de la Lengua Española (FDH). También se ha
recurrido al Léxico Hispanoamericano de Peter Boyd Bowman y al Corpus Diacrónico y
Diatópico del Español de América (CORDIAM). También, para verificar la vigencia, se ha
consultado el Diccionario de americanismos de la Asociación de Academias de la Lengua
Española (ASALE). A su vez, se han consultado algunos diccionarios hispanoamericanos,
sobre todo si las voces en cuestión no han aparecido referidas en las herramientas
mencionadas. Por ejemplo, a la par con Román, el Diccionario etimológico de las voces
chilenas derivadas de las lenguas indígenas americanas de Rodolfo Lenz (1979 [1904-
1910]) será una herramienta de consulta fundamental, sobre todo para los indigenismos o
posibles indigenismos, que son bastantes. Tal como se ha comentado en Chávez Fajardo
(2021a), en una segunda etapa de la investigación se deberán consultar, además, repertorios
gastronómicos chilenos, los que ayudarán a dilucidar ciertos aspectos que no se resuelven
con las herramientas lingüísticas mencionadas, como el Novísimo manual del cocinero
práctico (1892) o el Manual del cocinero práctico chileno (1900), entre otros documentos
que pueden encontrarse en Memoria Chilena, el sitio abierto que tiene la Biblioteca Nacional
de Chile para todo público. En la segunda fase, se trabajará desde la lexicología y la semántica
aspectos como la significación, la extensión semántica, la polisemia y la posible homonimia;
en rigor, todo lo que una voz pueda dar de sí en los textos analizados.
2. Propuesta de análisis
El propósito de esta investigación es continuar trabajando con la propuesta de
tipologización de las unidades léxicas del campo semántico de la comida, algo que se
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presentó, ya, en Chávez Fajardo 2021a. Para ello, se continuarán analizando las tres
primeras letras del Diccionario de Román. Se ha de hacer la salvedad que, de seguir con la
ortografía de la época, serían las cuatro primeras letras, al considerarse el dígrafo <ch> como
letra independiente. Esta selección arroja el 26,6 % del Diccionario, lo que es una muestra
representativa no idónea, porque solo considera el primer volumen (1901-1908) y parte del
segundo volumen (1908-1911). Es decir, se ha trabajado con el Román lexicógrafo en el
rango de 1901 a 1911, dejando de lado al Román que va de 1913 a 1918 (el del tercer al
quinto volumen). Sin embargo, al tener esta investigación un carácter de “en curso” reflejará
los segundos resultados tentativos que no pudieron presentarse en Chávez Fajardo (2021a).
A continuación, se presentará una tabla que da cuenta de lo trabajado en el Diccionario de
Román en comparación con su total:
Letra
Número de entradas
Porcentaje
A
1224
7,89 %
B
582
3,75 %
C
1858
11,97 %
Ch
380
2,45 %
D
772
4,97 %
E
1020
6,57 %
F
367
2,36 %
G
399
2,57 %
H
323
2,08 %
I
447
2,88 %
J
125
0,81 %
K
14
0,09 %
L
455
2,93 %
Ll
72
0,46 %
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M
948
6,11 %
N
200
1,29 %
Ñ
78
0,50 %
O
249
1,60 %
P
1965
12,66 %
Q
202
1,30 %
R
999
6,44 %
S
937
6,04 %
T
1107
7,13 %
U
123
0,79 %
V
452
2,91 %
W
21
0,14 %
X
3
0,02 %
Y
65
0,42 %
Z
136
0,88 %
15523
100 %
Parte trabajada
4044
26,06 %
Tabla 1: lemario del Diccionario de Román, considerando números de entradas y equivalente en
porcentaje.
De los 4044 lemas que comprenden de la a hasta la ch, se han seleccionado las 81 palabras
correspondientes al campo de la alimentación. A su vez, a partir de la información presente
en la microestructura, sobre todo en la definición e información específica (tal como
explicaciones de carácter enciclopédico, sinonimias, ejemplificación y citas), se
tipologizaron las funciones de estos artículos de la forma tal como está dispuesta en la tabla
siguiente, ya presentada en Chávez Fajardo (2021a), en donde la función I, II y parte de la
función III ya fueron trabajadas. Todo lo ensombrecido en la Tabla 1, por lo tanto, es lo ya
trabajado, frente a lo que queda por seguir analizando. A su vez, y como una forma de dar
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cuenta de la progresión de la investigación, también se ha ensombrecido lo que queda por
hacer. En este artículo, en rigor, se presentará la función III (Dar cuenta del referente: “en
Chile existe este alimento”), como se puede apreciar en la Tabla 2:
I
El Diccionario de Román y la
RAE
1. Dar cuenta de que en el DRAE aparece lematizada la
palabra en cuestión.
2. Dar cuenta de que en el DRAE no aparece el sentido
chileno, el que es presentado en el Diccionario de
Román.
3. Pedir a la RAE que lematice la palabra en cuestión
4. Dar cuenta de que en el DRAE la palabra se escribe
de tal o cual manera, entendida como la forma correcta.
5. Opiniones de Román respecto a las adaptaciones que
la RAE hace de los extranjerismos.
6. Actitud crítica o irónica con la RAE.
7. Pedir que la RAE enmiende la definición o parte de
la definición.
II
Aspectos de normatividad y
corrección
1. Incorrecciones para Román.
2. Cuestiones de adaptación de palabras de procedencia
no hispánica.
3. Cuestiones de normatividad.
III
Dar cuenta del referente: “en
Chile existe este alimento”
1. Alimentos dulces: a) golosinas; b) postres.
2. Alimentos semilíquidos de consistencia espesa.
3. Azúcar: a) derivados a partir de la remolacha.
4. Bebidas alcohólicas.
5. Carnes: a) casquería; b) preparaciones de carnes.
6. Cereales: a) métodos de cocción de cereales.
7. Comidas frías.
8. Condimentos.
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9. Frutas: a) frutas; b) preparaciones con frutas.
10. Guisos.
11. Harinas: a) fritos de masa; b) masas horneadas.
12. Hongos.
13. Huevos: a) preparaciones de huevos.
14. Maíz: a) presentaciones del maíz; b) preparaciones
con maíz.
15. Pan: a) preparaciones con pan; b) tipos de panes.
16. Papas: a) tipos de papas; b) preparaciones con papas.
17. Quesos: a) tipos de quesos.
18. Tipos de cocción.
19. Utensilios.
20. Verduras.
IV
Referentes de otras zonas
1. Respecto a la cocina mapuche.
2. Respecto a referentes no lematizados o tardíamente
lematizados en el DRAE.
3. Respecto a referentes de otros países
hispanoamericanos.
4. Respecto a toda América.
V
Referentes de ámbitos
específicos
a) Mundo de la marina.
VI
Cuestiones semánticas
1. Sinonimia.
2. Imposibilidad de sinonimia.
3. Transiciones semánticas.
4. Remisiones.
VII
Palabras de origen no
hispánico
1. Anglicismos.
2. Galicismos.
3. Indigenismos.
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Artículo
VIII
Informaciones etimológicas y
de procedencia
1. Historia de un alimento y su preparación.
2. Propuestas etimológicas.
Tabla 2: tipología y las funciones de los artículos lexicográficos
Está demás decir que, en la medida de que la investigación siga su curso, aparecerán
más matices y tipos en esta propuesta de clasificación. Tal es el caso del campo III (Dar
cuenta del referente: “en Chile existe este alimento”), donde los subcampos detectados hasta
la letra <c>, claro está, no serán los campos y subcampos definitivos. Lo mismo para el
campo V (Referentes de ámbitos específicos), puesto que hasta la <c> solo se ha encontrado
un ámbito específico (la marina), algo que, de seguro, se ampliará a medida que se avance
con el análisis del resto del abecedario. Lo mismo con las palabras de origen no hispánico,
las que pueden extenderse, sin duda alguna, a otras lenguas. Hasta ahora, y con la muestra
seleccionada, se han recabado las siguientes palabras siguiendo el orden de los campos y su
secuencia, en donde una vez más se ha ensombrecido lo que se ha trabajado en Chávez
Fajardo (2021a) y lo que queda por trabajar en esta investigación:
I
I.1. ajiaco, calandraca, ciquitroque, curasao
I.2. alfajor, cajetilla, chacolí
I.3. blanquillo, burdeos, champaña, chuchoca, chuño, cocada, color, colorera
I.4. carne blanca
I.5. bistec, budín, burdeos, cavial o caviar, cognac
I.6. broa, budín
I.7. chancaca
II
II. 1. bayonesa, chuchoca, conserva
II. 2. queso catrintre, cavial o caviar, champaña, chinchibí, cognac, consommé [sic.] y
consumado, curasao
II. 3. cidra, chacolí
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III
III. 1.1. bolada
III. 1.2. alfajor, cajetilla, cocada, helado de bocado, huevo chimbo, capuchina
III. 2. chercan, cocho
III. 3.1. chancaca
III. 4. chacolí, chicha de uvas, chicha de manzanas, chicha de jora, chinchibí, chuflay,
chupilca, cominillo
III. 5. carne blanca, carne de Castilla
III. 5.1. contri, chunchules
III. 5.2. charqui
III. 6.1. culincar, culincado
III. 7. causeo
III. 8. color
III. 9.1. blanquillo, durazno de bocado
III. 9.2. charqui
III. 10. ajiaco, alverjado, carbonada, cazuela, charquicán, charquicán de carne,
charquicán frito, charquicán de trilla, chauchau, chupe, cutitín, cutriaco
III. 11.1. churrasca
III. 11.2. empanada calduda
III. 12. callampa
III. 13.1. huevos a la copa
III. 14.1. cabrito, harina de llalli, choclo, chuchoca, covín
III. 14.2. choclo
III. 15.1. caballeros pobres
III. 15.2. catuto, chocosa, chocosero
III. 16.1. anquento, chuño
III. 16.2. anquento, buña
III. 17.1. queso catrintre
III. 18. curanto
III. 19. colorera
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Artículo
III. 20. cilantro o culantro
IV
IV. 1. buña, chercan, culincar
IV. 2. broa
IV. 3. causa, cocada
IV. 4. chimbo, chinchibí, choclo, chuchoca, chupe, churrasco
V
V. 1. calandraca
VI
VI. 1. ají, alverja, bocado, caballeros pobres, caramelo, chacolí, chancaca, charqui,
chauchau, chercan, choclo, chunchules, chupilca, ciquitroque, cocaví o cocavín,
cocinería, cominillo, cornezuelo, curanto, cutriaco
VI. 2. causeo, chercan, colorera, contri
VI. 3. alfajor, caramelo, carbonada, carlota rusa, chacolí
VI. 4. bocado, calduda, causa, chercan, cidra, coñac, cutriaco
VII
VII. 1. bistec, budín, chinchibí, chuflay, cocoa
VII. 2. champaña, cognac, consommé, huevos a la copa
VII. 3. amchi, anquento, buña, callampa, causeo, chancaca, charqui, chercan, choclo,
chuchoca, chunchules, chuño, chupe, chupilca, cocaví o cocavín, covin, culincar,
curanto, cutitín, cutriaco, huevo chimbo
VIII
VIII. 1. bayonesa
VIII. 2. anquento, causa, causeo, chancaca, charqui, chercan, chuchoca, chuflay,
chupilca, cocaví o cocavin, cutitín, cutriaco, churrasca, churrasco
Tabla 3: voces correspondientes a la tipología y las funciones de los artículos lexicográficos.
3. Análisis de la función III En Chile existe este alimento
Una de las cuestiones más interesantes en esta investigación tiene que ver con detectar la
enciclopedia alimenticia y gastronómica que está escondida dentro de un diccionario, sobre
todo en la lexicografía fundacional hispanoamericana. Como ya se ha afirmado en Chávez
Fajardo (2021a), si bien se escapan de los espacios estrictamente lexicológicos, hay dos hitos
que explican una baja de frecuencia en el uso de ciertas voces relacionadas con este campo.
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Lo mismo con el desconocimiento de una serie de alimentos y preparaciones. Uno de estos
hitos es la migración campo-ciudad desde la primera mitad del siglo XX. Esto incidió
directamente como factor para una baja de frecuencia de producción, consumo y de
conocimiento de una serie de referentes que tienen relación con el campo de la alimentación.
Un segundo hito, a partir de las lógicas y dinámicas neoliberales a partir de la dictadura de
Pinochet, es la instalación de grandes transnacionales en territorio chileno, por lo que muchos
usos, alimentos y costumbres han ido desapareciendo en pos de una alimentación más
uniforme, algo que puede entenderse como “la cultura de la comida procesada y citadina”. A
su vez, el movimiento slow food de los últimos años se ha ido posicionando en Chile y, en
ello, se han rescatado” muchísimas comidas y alimentos, pero aún queda mucho por hacer
en Chile, por lo que esta investigación una vez finalizada será un verdadero aporte.
3.1. Guisos
3.1.1. Panamericanismo y variaciones en ajiaco
En el caso del ajiaco, derivado de ají, la primera aparición de la voz en un diccionario
es en la primera edición del Diccionario provincial de voces cubanas de Esteban Pichardo
(1836), como
Agiaco. “n.s.m.vz. ind. Comida compuesta de carne de vaca o puerco, trozos de
plátano, yuca, calabaza y con abundancia de caldo cargado de sumo (sic.) de limón y
agí picante, de donde toma su nombre. Es el equivalente de la olla española; pero
acompañado del casabe y nunca del pan. Su uso es casi general mácsime en lo interior,
aunque se escusa en mesas de alguna etiqueta”.
En el CDH se presentan las primeras textualizaciones para Cuba (1840, en El
cucalambé de Nápoles Fajardo) y Colombia (1858, en Manuela de Díaz Castro). En el Léxico
hispanoamericano la primera textualización es en 1866 para Bogotá (Museo de cuadros de
costumbres y variedades). Las primeras referencias en la tradición lexicográfica española
reflejan, justamente, las fuentes e informantes de los autores, por lo que suele ser una
descripción de determinado guiso en determinada zona. Por ejemplo, en el NTLLE en
Vicente Salvá (1846) es primera vez que aparece la voz en un diccionario, y hace referencia
al guiso “de Nueva Granada”. Le sigue Adolfo de Castro y Rossi (1852), haciendo referencia
al guiso cubano, quien cita a Pichardo. El diccionario de la editorial Gaspar y Roig (1852)
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también toma la descripción del guiso colombiano y Domínguez, en la edición de 1869,
sigue la descripción del guiso cubano.
En Chile, el primer diccionario de chilenismos publicado, el de Zorobabel Rodríguez
(1875) define el ajiaco como tenemos, en cambio, ajiaco, que es un verdadero chilenismo
y que denota, ya que no una salsa, un guiso cuyo ingrediente principal es el ají” (s.v. ají,
ajiaco). La tradición académica lematiza ajiaco en el Suplemento de la duodécima edición
de 1884, en donde se generaliza la descripción del referente: “Especie de olla podrida usada
en América, que se hace de legumbres y carne en pedazos pequeños” (cfr. NTLLE),
definición que se mantiene al día de hoy y que contiende con otra similar, creo que
innecesariamente. Justamente Manuel Antonio Román da noticia de esta lematización, así
como la incorporación en la edición usual de 1899 de la voz:
ajiaco. m. Admitido (aunque con significado un poco distinto del que aquí le damos)
en el Suplemento de la 12.a edición del Dicc., ha pasado en la 13.a al cuerpo de la
obra. (Román 1901-1908)
Tal como se trató en Chávez Fajardo 2021a, la función de este artículo de Román, a su vez,
es informar que en el DRAE aparece lematizada la palabra en cuestión. Sin embargo, el matiz
de “significado un poco distinto del que aquí le damos” da cuenta de las variaciones de un
guiso prácticamente panamericano. No la describe tampoco Echeverría y Reyes (1900),
porque solo se limita a decir que es un “Guisado popular”. Medina (1928) se limita a
parafrasear al DRAE en su definición, a la que agrega como adenda: “y se sazona con ají”.
No será hasta el Diccionario Ejemplificado de Chilenismos, proyecto dirigido por Félix
Morales Pettorino que se defina con el detalle del guiso chileno: “Caldo con carne de vaca o
puerco cortada en trozos pequeños, papas, cebolla rebanada en plumas, y huevos, cuyo
principal aliño es un condimento picante” (1984), algo que continuará el Diccionario de Uso
del Español de Chile (DUECh, 2010).
En relación con el panamericanismo de ajiaco, existe una detallada explicación en
Dihigo (1928) para el ajiaco cubano. Lo mismo, por la naturaleza de este diccionario, que se
asemeja a un diccionario de americanismos, con algunas de las descripciones proporcionadas
por algunos diccionarios hispanoamericanos revisados por el autor. Lo mismo en Santamaría
(1942), en donde aparece la primera referencia dentro de la lexicografía a un guiso en
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Tabasco, México. En Malaret (1946) se refiere a un caldo para Colombia, Cuba, México,
Chile y Perú, con una especial descripción del ajiaco colombiano. Que ajiaco siga siendo
una denominación para un guiso con diversas preparaciones a lo largo de América se
comprueba con su lematización en el Diccionario de americanismos de la ASALE (2010).
3.1.2. Entre normatividad y descripción: alverjado
Tal como se hacía referencia en Chávez Fajardo (2021a), una de las funciones de un
diccionario como el de Román era, fuera de dar cuenta de las palabras características de Chile
o de Hispanoamérica, ser un diccionario normativo, de consultas, de dudas. Por lo mismo,
las palabras relacionadas con el campo semántico de los alimentos también tendrán este
tratamiento. Por lo general, son cuestiones de variantes, algunas consideradas incorrectas por
el sacerdote. Tal es el caso de alverjado:
alverjado, m. Guiso de alverjas. Como lo que en Chile se llama alverja (véase esta
voz) no es tal sino guisante, es claro que no puede admitirse otra voz más, procedente
de tan mal origen. (Román 1901-1908).
Tanto alverja como arveja es el uso general, al día de hoy, para referirse al guisante
. Sin
embargo, Román penaliza un uso que terminó por imponerse. Hay que hacer la salvedad de
que este arvejado o alverjado como sustantivo, Román lo menciona sin dar detalles
culinarios. En efecto, la función de este artículo, más que dar cuenta de una preparación
Respecto a arveja y su posición dentro del continuum léxico, se analizó en Chávez Fajardo (2021b). Como
sea, se hará referencia a los aspectos más relevantes de esta monografía léxica. En rigor, etimológicamente
esta arveja y todas sus variantes vienen de la ervilia latina, étimo derivado de ervum (lo más probable es que
fuese Vicia ervilia). Corominas (1944) afirmaba que este debe haber sido el significado original, el de arveja
con el valor del actual guisante estándar, sobre todo por la documentación de Juan Ruiz y los glosarios de El
Escorial y Toledo, así como en algunas zonas. El problema radica en llamar con la misma voz (y sus
variantes), al menos, a dos referentes distintos. En lo que respecta a arveja hispana, es la nominación que se le
da a la especie Pisum sativum, planta cuyas semillas también se llaman guisantes, chícharos, entre otros, en
amplias zonas de España y México, sobre todo. La contrariedad, lo menciona Román (1901-1908), primero en
reflexionar acerca de esto, es que ha sido arveja el nombre para muchos otros tipos de plantas del orden
fabales, entre ellas, la algarroba europea (Ceratonia siliqua), la almorta (Lathyrus sativus), el yero (Vicia
ervilia), la veza (Vicia sativa) y la algarroba (Vicia sativa). La unidad léxica empezó a lematizarse como
alverja, así en Autoridades, con la cita de Alonso de Ovalle para Chile (cfr. NTLLE). El argentino Tobías
Garzón (1910) será quien haga la descripción más objetiva de la unidad léxica, sin ningún freno normativo.
En alverja comenta: “muy conocida entre nosotros con este nombre y el de arveja, y en España con el de
guisante, voz cuasi inusitada en nuestro país”, así como una nota de uso: “Nosotros usamos indistintamente
alverja y arveja, pero, familiarmente, más el primero”.
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culinaria, es normar acerca de un uso. Quien detalló el guiso fue Morales Pettorino (1984)
y dando la preferencia normativa general en Chile de arvejado por alverjado: “Guiso
preparado a base de una presa, regularmente de ave, cocida en aceite y un poco de agua,
acompañada de aliños, arvejas, salsa de tomates y papas, cebollas y zanahorias picadas”.
Como sea, al a de hoy, estos usos alternos arvejado o alverjado al día de hoy se tratan como
adjetivos, sobre todo acompañando a una preparación con carne, como pollo o cordero
arvejado
. Es algo que el mismo Morales Pettorino indica al final de su artículo: “U.t. con
CN que indica el ingrediente principal: ave, carne, cordero, chancho, locos, luche, pato, pollo,
vacuno(1984). Por esto mismo, el Diccionario de Uso del Español de Chile (DUECh, 2010)
tiene dos artículos lexicográficos al respecto: uno con arvejado como sustantivo: “Plato
consistente en un trozo de carne acompañada con arvejas, cebolla y otros vegetales” y un
arvejado, -a como adjetivo: “Referido a un trozo de carne o pescado, preparado con arvejas,
cebolla y otros ingredientes”.
3.1.3. Carbonada, charquicán y chupe ausentes en el DRAE
3.1.3.1. Respecto a la carbonada, guiso popular en Sudamérica (cfr. el Diccionario de
americanismos de la ASALE), la función en el diccionario de Román, junto con dar cuenta
de que “En Chile existe este alimento”, tiene que ver, por lo demás, con precisar que lo que
se conoce en Chile no es ninguno de los alimentos definidos en la décima tercia edición del
DRAE (1899, ver NTLLE). En efecto, Román en su artículo informa que la acepción al guiso
no aparece en esta edición del DRAE, estrategia usual en los diccionarios fundacionales:
Carbonada, f. Dos aceps. culinarias le da el Dicc.: “carne cocida hecha pedazos, y
después asada en las ascuas o parrillas; bocado hecho de leche, huevo y dulce, y
después frito en manteca”. Aquí llamamos carbonada el guiso hecho de carne, frita o
cocida primero y luego dividida en pedazos menudos, con caldo y papas, partidas
también en pedazos pequeños, y ordinariamente con agregado de arroz, zapallo en
trozos menudos y choclo en rajas o en granos partidos. Se hace también sin caldo.
(Román 1901-1908).
Las primeras referencias que se tienen de carbonada, tanto en el Léxico hispanoamericano
como en el CDH son para Argentina (Una excursión a los indios ranqueles, de Lucio
Como en esta receta: http://www.economiaynegocios.cl/noticias/noticias.asp?id=559656
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Mansilla de 1870). La acepción que hace referencia al guiso americano aparecerá en la
edición usual de 1925 (cfr. NTLLE). Dentro de la lexicografía española le antecede a esta
carbonada Alemany (1917) (cfr. NTLLE). La referencia lexicográfica más temprana en
Hispanoamérica es en el Diccionario Rioplatense Razonado, de Daniel Granada (1890):
“Guisado compuesto de carne partida en pedazos menudos, rebanadas de choclos, zapallo,
papas, etc. (todo en pedazos), y arroz”. Cita, además, Granada, a Ricardo Palma, quien
informa lo mismo: “Lo propio en el Perú, según D. Ricardo Palma”. No se ha determinado
qué texto de Palma puede ser, porque sus Neologismos son de 1896 y sus Papeletas de
principios del siglo (1903) y en ambos no aparece dicho guiso.
3.1.3.2. En charquicán, el que Román define como:
Charquicán, m. Guiso en que entra como parte principal el charqui o tasajo. Los hay
de varias clases; pero los principales son: el charquicán común o general, para el cual
el charqui se asa y se muele primero y enseguida se cuece con papas, cebolla y demás
verduras o condimentos que se le quieran agregar, dejando el todo espeso, sin caldo;
el charquicán de carne, el que se hace con carne de vaca, asada primero, y en seguida
cocida como en el anterior; el charquicán (o charqui) frito, el que se hace friendo
primero el charqui y sin caldo, quedando así s seco que los dos anteriores; el
charquicán de trilla, que suele llevar más verduras, porque, siendo para todas las
personas que concurren a una trilla, tiene que ser más abundante y barato. (Román,
1908-1911).
En donde Román sublematiza, por lo demás, algunas variedades, como el de carne (el más
común al día de hoy), el frito o el de trilla. En este caso, el objetivo del artículo es presentar
un referente que aún la RAE no incorpora en su lemario. Lenz también lematiza charquicán
en su Diccionario etimológico (1910), haciendo la distinción en la misma definición del tipo
de carne que entra en su preparación: “un guiso de charqui (ahora se da el mismo nombre
también cuando se prepara con carne fresca o cocida), con papas, cebolla, choclo, porotos
verdes, ají y condimentos”. Asimismo, hace referencia al charquicán frito y al charquicán
de trilla. Ya hay antecedentes en la lexicografía paraacadémica del XIX, como en Salvá
(1846), con marca diatópica “América” y definido como “Guiso hecho con charqui, ají,
patatas, judías y otros ingredientes” (cfr. NTLLE); el de la editorial Gaspar y Roig (1953)
con la descripción que hizo Alcedo (1749) en su momento: “guiso que se hace del charque,
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sazonándolo con pimiento, ajonjolí, cacahuete y papas” (cfr. NTLLE), algo que también
utiliza Domínguez en el Suplemento de su diccionario (1869) o Zerolo (1899) como “un guiso
popular, que se hace de charqui, ají, patatas, etc.” (para ambos, cfr. NTLLE).
La RAE incorporará charquicán primero en la tradición manual (1927) para luego ser
lematizado en la edición usual de 1936 (cfr. NTLLE). Este guiso, con leves diferencias, es
usual en Perú (cfr. Ugarte Chamorro, 1997), Noroeste de Argentina (cfr. Academia Argentina
2004), Bolivia (cfr. Fernández y Gómez, 1964) y Chile mismo.
3.1.3.3. Respecto a chupe, guiso de origen peruano, ha sido registrado desde 1775 en el
CORDIAM y en el Léxico Hispanoamericano: “contentándose con ganar un real un día con
otro, que es suficiente en El Cuzco y Huamanga para llenar las barrigas con un chupe que se
compone de mote y bastantes papas, con muy poca carne” (Alonso Carrió de la Vandera, El
lazarillo de ciegos caminantes). Dentro de la lexicografía, el primero en lematizar el guiso
fue Salvá (1846), con la marca diatópica América y definido como un “Guisado muy común
y gustoso de carne con papas, chuño y pimiento, a que se añade a veces queso y huevo” (cfr.
NTLLE), le sigue (y con la misma definición) el de la editorial Gaspar y Roig (1853),
Domínguez (Suplemento de 1869, cfr. ambos en NTLLE). Desde la lexicografía
hispanoamericana fue Juan de Arona, en su Diccionario de peruanismos (1882), el primero
en definir chupe como:
El más popular de los guisados nacionales después de sancochado. Tiene alguna
analogía con la cazuela chilena y con el pebre. Se hace simplemente de papas en
caldo, en cuyo estado no pasa de chupe cimarrón, o con pescado para que constituya
el de viernes, o con carne, llamándose entonces asado de papas, o finalmente con
camarones, leche, queso, huevos, pescado, ají, tomate y algún otro ingrediente más.
Aderezado de la última manera compone el más complejo, el más historiado, el más
aristocrático, el más monumental de los chupes; y con tamaño copete, abigarrado de
mil colores, preséntase en las grandes y memorables comilonas.
Un cambio en la definición se da en Zerolo (1899): “Amer. Un guiso muy común, hecho de
patatas con mucho caldo, algo picante, queso fresco, huevos, pescado o camarones y choclo,
o sea maíz tierno. Cuando solo tiene patatas o papas y caldo, se llama chupe cimarrón” (cfr.
NTLLE). Desde Chile, Manuel Antonio Román cita a Arona para el chupe, y precisó: “Tal
es el chupe peruano descrito por Arona y que también se conoce en Chile, poco más o menos
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en la misma forma. El nombre proviene del quichua chupe o chupi, que significa este mismo
guiso (1908-1911). La tradición académica empieza a lematizarlo en los diccionarios
manuales con la marca de Chile y Perú y definido como un “Guisado muy común, semejante
a la cazuela chilena. Se hace con papas en caldo, a que se añade carne o pescado, mariscos,
leche, queso, huevos, ají, tomate, y a veces algo más” (1927) y con esa misma definición
entró en el usual de 1936 (cfr. ambos en el NTLLE). La extensión del guiso y sus variedades
se confirma con Malaret (1946) y con algunos diccionarios diferenciales, fuera de Perú y
Chile, para Argentina (Academia Argentina 2004), Bolivia (Fernández Naranjo y Gómez de
Fernández 1964), Colombia (Alario di Filippo 1964) y Panamá (Aguilera Patiño 1951). Esta
diatopía se presenta en la edición usual de 1992 y con una modificación en la definición:
“guisado hecho de papas en caldo, al que se le añade carne o pescado, mariscos, huevos, ají,
tomates y otros ingredientes” (cfr. NTLLE). En la edición de 2001 se modifica la diatopía a
“Área Andes”, Chile y Panamá y se agrega otra acepción para un chupe de Venezuela: “Sopa
hecha con caldo de gallina, pollo o camarones al que se le añade leche, granos de maíz,
trocitos de patata y queso” (cfr. NTLLE).
3.1.4. Tan buena y apetecida: cazuela
En el caso de la cazuela, guisado popular en Chile hasta el día de hoy, lo que se
destaca es la actitud de Román ante la preparación chilena:
cazuela, f. “Guisado que se hace en la cazuela (cierta vasija de cocina), compuesto de
varias legumbres y carne picada”. Definición que se queda muy corta para nuestra
sabrosa cazuela de ave, y aun para la de cordero o de vaca. La de ave, sobre todo, es
tan buena y apetecida, que hasta los extranjeros tratan de aprender a hacerla y de
aclimatarla en sus cocinas. (Román 1901-1908).
En efecto, desde Autoridades cazuela ha tenido una acepción que bien engloba la preparación
chilena: “el guisado que se hace en ella [en la cazuela] compuesto de varias legumbres y
carne picada”, sin modificaciones hasta la actual edición del Diccionario de la Lengua
Española (DLE) (cfr. NTLLE). La particularidad de la cazuela chilena se confirma en
algunas precisiones que se han detectado en algunos diccionarios extra académicos, como en
la apreciación (incompleta) que hace Salvá en su Nuevo Diccionario (1846): “Chile. Guisado
de gallina hecha pedazos y cocida con caldo”, información que mantiene el diccionario de la
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editorial Gaspar y Roig (1853) como “provincial de Chile” y Domínguez en su Suplemento
(1869), ya como “americanismo” (cfr. todos en NTLLE). Zerolo (1895) la desarrolla más;
con las marcas diatópicas de “América” y “Chile”, la define como: “Variedad de cazuela,
guisado en que a la carne, gallina, etc. se añade maíz tierno, ají y otras legumbres del país”
(cfr. NTLLE). Desde de la lexicografía hispanoamericana, se han presentado algunas
especificaciones como en Muñoz y Muñoz (1982) para Bolivia: “Plato de sopa preparado
con carne de cordero, generalmente maíz, legumbres, ají y otros condimentos. Es una especie
de guisado que se prepara de varias maneras”. Morales Pettorino (1984) para Chile, definida
como “Plato típico chileno, que consta de caldo, carne (de ave, cordero, vaca o chancho),
papas y verduras cocidas. Ugarte Chamorro (1997) para Perú como: “Sopa concentrada de
carne, papas, arroz y varias clases de verduras”. Lara (2010) para México como “Guiso a
base de carne y verduras, que tiene muchas variantes en México o el Diccionario de
Americanismos de la ASALE (2010), con la marca diatópica para Perú, Bolivia y Chile:
“plato compuesto de caldo, carne, papas y verduras cocidas, al que se pueden añadir otros
componentes, como choclo o zapallo”.
3.1.5. Cocina olvidada: chauchau, cutriaco y cutitín
3.1.5.1. El guiso chauchau o chauchao Román lo define
como un “derivado de chaucha en
la acep. argentina de vaina tierna de poroto. Es un guiso en que domina esta verdura,
acompañada de papas y choclos picados y de los aliños correspondientes. Es igual al
cutriaco (1908-1911). Lenz (1910), por su parte, defin el chauchau como alimento con
dos acepciones: “Entre marineros, la comida, el rancho. 2. Un ‘causeo’ (véalo), comida
fiambre [Sur]”. Lenz hizo una propuesta etimológica en donde chauchau vendría del pidgin
english: El Standard Dictonary dice 1. chow-chow, made up different ingredients, mixed,
miscellaneous. 2. A mixture; an olla podrida…food, especially food cut and broken up in
Chinese fashion, hence, also a lucheon. La palabra fue importada por los marineros”.
Hay un chauchau palanqueta que Ortiz describe en su Catauro (1923): “equivalía decir: xaoxao palanqueta,
y debió de ser un dulce o pastelito de torta de casabe, gofio y melado, que aun decimos palanqueta y el
chauchau se aplicó así al pastel, por derivación indiana, como al chino, se le dijo por derivación castiza. Esto
aparte de que los chinos en sus puestos de frutas y freidurías, son los que suelen hoy día hacer y vender las
palanquetas” (ver Fichero DHLE).
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Poca información se tiene al respecto del guiso chauchau. Desde la tradición de
diccionarios de americanismos, se encuentra un chauchau que Malaret (1946) marca para
Argentina y define como “guiso en que domina la verdura llamada chaucha” y en el
Suplemento de 1942 Malaret lo marca para Perú como “la comida”. Morínigo (1966) lo
extiende para Perú y Chile. Santamaría (1942), tal como describe Román, define una
acepción como cutriaco, también para Argentina y otra acepción que sigue lo descrito por
Lenz como rancho de marineros. Morales Pettorino en su Diccionario ejemplificado de
chilenismos (1985) bajo chauchao (con esta variación) define como “Guiso ordinario,
especialmente hecho de carne y abundante cebolla, vainas de porotos tiernos, choclos,
tomates o papas fritas, todo picado y acompañado por los aliños correspondientes”. También
como “la comida” que Malaret marpara Perú. La baja en la frecuencia del guiso que
describió Román y Lenz lo confirma su ausencia en el Diccionario de uso del español de
Chile (2010)
.
3.1.5.2. El mencionado cutriaco, en algunos casos presentado como sinónimo de chauchau,
es un plato escasamente documentado en Chile y Argentina. En Chile es, como define
Román, un “guiso, generalmente en forma de carbonada, y que tiene mucha verdura, como
ser porotos en vaina, choclo picado, etc.(1901-1908). De Román tomó Lenz la información
para su Diccionario (1910). Una definición similar tomó Santamaría (1942): “En Chile, guiso
generalmente en forma de carbonada con mucha verdura, especialmente ají, sal, grasa y
pedacitos de carne”. Félix Morales Pettorino (1984) para Chile define cutriaco como “cierto
guiso semejante al chauchao”, con información solo referida a Román y Lenz. El CDH
presenta solo un caso de 1953, en Las mil y una noches argentinas, del folklorólogo Juan
Draghi Lucero. En uno de los cuentos, “El santo del naranjo” se describe una escena rural:
“Esa noche le sirvió gran tortilla frita de huevos de ñandú con cebollitas, como le gustaba a
él. Zapallitos, choclos recién cortados, cutriaco gordo y espeso y torta con chicharrones” (p.
238), en donde se hace referencia al cutriaco cuyano, definido en el Diccionario del habla
En un texto que rescata comida chilena patrimonial, publicado el año 2018 (El menú de Chile), hay un
chauchau del que no se tiene referencia, también conocido como chincolito: trozos de carne de cerdo fritos en
su propia grade (p. 73).
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de los argentinos (2004) como un “guiso modesto, hecho con sobras de otras comidas o con
algunos pocos ingredientes, generalmente trozos de carne, tomate, papa y cebolla”,
definición que toma el Diccionario de americanismos (2010) de ASALE.
3.1.5.3. Para el guiso cutitín hay variantes en lo que respecta al referente y escasos
documentos. Román lo define como un: Guiso de cochayuyo con frangollo o algún otro
aliño. Ú. En algunas partes de Chile(1901-1908). Rodolfo Lenz (1910), junto con hacer
referencia al guiso que menciona Román, menciona: “una preparación de harina tostada que
se come para acompañar carne asada, como “bifteque”, para Lanquihue. Walterio Meyer, en
su Voces indígenas del lenguaje popular sureño (1952), define cutitín como “Harina tostada
con manteca y ají” y Ester Rivadeneira, en su artículo “Folklore de la provincia del Bío Bío”
(1959), define como Román: “Guiso de cochayuyo con frangollo”. Hay un silencio en los
textos hasta 2015, con Caldero de hervores y sueños (Espinoza y Núñez editores) un recetario
de mujeres mapuches de La Pintana en Santiago de Chile, en donde una recuerda, en relación
con el cutitín: “Mi mamá hacia chicharrones en la olla, les echaba algo de pimentón y un
poco de harina. Yo creo que eso era comida mapuche, porque a ella se lo había enseñado una
señora mapuche” (2015, p. 35).
3.2. Harinas
3.2.1. Fritos de masa
La polisemia de churrasca, sobre todo en diatopías, como mujer hermosa y agradable
en Argentina o en Aragón; mujer desenvuelta en Álava o mujer relajada en La Rioja o un
tipo de tabaco en las Alpujarras, entre otros sentidos (cfr. Fichero), refleja la homonimia y
polisemia de un significante como este. En Chile, a su vez, da cuenta de una fruta de sartén
(tal como se ha definido desde siempre estas preparaciones en el DRAE):
Churrasca, f. Hojuela de masa, algo ancha y delgada, que al cocerse o freírse se
encoge y pierde su lisura. Se formó del castellano churrusco (o zurrusco), m.: “pedazo
de pan demasiado tostado o que se empieza a quemar”.
Esta churrasca no había estado lematizada en diccionario alguno ni tampoco aparecido en
corpus hasta Román mismo. Le siguen Alemany (1917) y Santamaría (1942) con la misma
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definición de Román. En Chile la vitalidad de la churrasca se ha mantenido a lo largo del
tiempo: Yolando Pino Saavedra en sus Vocablos (1966) defin churrasca como “Pan
delgado asado sobre las brasas” y la instaló como usual en el centro y sur del país (cfr.
Fichero) y lix Morales Pettorino (1985) la restringió a las zonas campesinas y la definió
como una: masa de harina en forma de pan delgado o sopaipilla/ que se prepara asándola
sobre las brasas”. Si bien el Diccionario de Uso del Español de Chile (2010) también limitó
las churrascas como propias de zonas rurales, la preparación está cada vez más extendida a
zonas urbanas y no ha sido lematizada en más diccionarios que los mencionados.
3.2.2. Masas horneadas
Un adjetivo vigente hasta el día de hoy es el caldudo, da, en especial para la
empanada con relleno caldoso, jugoso. En Chile ha derivado en un nombre específico: la
calduda o, en rigor, caldúa, con la consiguiente delimitación de la oclusiva sonora en
posición intervocálica. Aparece lematizada en el primer diccionario de chilenismos, el de
Zorobabel Rodríguez, con una interesante experiencia personal del autor:
Empanada ordinaria, que según la ley del grito es siempre con pasa, aceituna y huevo;
pero que no tiene comúnmente nada de eso, sino mucha cebolla, muchísimo ají y unas
cuantas pizcas de carnaza. En conjunto, sin embargo, (y quien esto escribe puede dar
fe porque más de una mañana de invierno ha caído en la tentación) es de chuparse los
dedos propiamente, y no en sentido figurado. Las caldudas son además un artículo en
que el arte culinario santiaguino no ha podido ser hasta ahora ni superado ni igualado.
La capital de la república debe sentirse orgullosa de ello, como lo estarán
indudablemente las caldudas de haber encontrado en Guajardo un poeta digno de
catarlas y de cantarlas. Del romance que lleva por título ¡A las calduditas mi alma!
Son las estrofas que, con permiso de los lectores, pasamos a copiar: “Madrugue por
la mañana/Quien quiera salir de duda/Y tómese una calduda/A ver si quita la gana./
Una fábrica arribana/Las trabaja con peras;/Mas por cierto vinagreras/Paralizó su
trabajo,/ Y a esta la echaron abajo/Las fábricas pequeneras.” […]” (1875: calduda o
caldúa)
Años después, en España, Zerolo (1899) tomó de Rodríguez, citándolo, calduda con la
definición de “especie de empanada con aceitunas, huevo y ají” (cfr. NTLLE), sin especificar
el ingrediente más relevante de las caldúas: el pino, picadillo preparado sobre todo con carne
picada y cebolla. En el poema que Rodríguez cita de Guajardo, se hace mención a las
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“fábricas pequeneras”, por lo demás. El pequén es otro tipo de empanada, pero rellena solo
de cebolla y ají. Manuel Antonio Román las equipara, de hecho:
Calduda, f. Del adj. caldudo, da, de invención chilena, pues el castizo es caldoso, sa
(que tiene mucho caldo), ha formado el pueblo este vocablo, que él estropea más aún
diciendo caldúa; en realidad es un simple adj. sustantivado, pues se subentiende
empanada. Con estos antecedentes ya puede darse por definida la calduda chilena,
como que no es sino una empanada caldosa, aunque aliñada de tal manera, que todo
el que la toma no puede dejar de saborearse con ella. Su lujo extraordinario consiste
en ir también aliñada “con pasa, aceituna y huevo”, como la pregonan sus vendedores.
Véase Pequén, con el cual es igual en todo más que un mellizo con su melliza (1901-
1908).
A su vez, como es su tenor, Román normó respecto a la formación del adjetivo, el que, para
seguir el patrón peninsular, debería ser caldoso, no caldudo ni menos caldúo. El segundo
autor chileno en hacer referencia a este tipo de empanada es el salesiano Camilo Ortúzar
(1893), quien sin más lematiza caldúo, entendiéndolo como una incorrección y con la
equivalencia castiza “caldoso” como la correcta, así como la colocación empanada caldúa.
Echeverría y Reyes (1900), más descriptivo, se limita a definir caldúa, como un nombre:
“empanada jugosa”.
Así como Zerolo, la tradición lexicográfica española no ha hecho referencia al pino
que compone la empanada calduda, sino a algunos ingredientes de este, como el huevo, las
aceitunas y el ají, quedando una definición deficitaria. Es lo que se encuentra en Alemany
(1917) y en la tradición académica donde, desde la edición del usual de 1925, se define
calduda de esta misma forma (cfr. NTLLE). Lo mismo Medina (1928), siendo que es este un
diccionario de chilenismos, Malaret (1946) o Moliner (1966-67). Calduda se extiende a otros
países por lo demás: para Bolivia, Muñoz y Muñoz (1982) la lematizan como una “especie
de empanada con mucho caldo en el interiory se hace una referencia a las empanadas
salteñas, específicamente (es decir, las que tienen, además de alguna carne, papas). Por su
parte, Álvarez Vita (1990) la lematiza para Chile y Perú como una empanada, mas con la
definición insuficiente que ha primado en la lexicografía europea. A su vez, la tradición
académica ha ampliado la diatopía de calduda a Perú y ha quedado solamente para este país
en el DLE y en el Diccionario de Americanismos (2010), por lo demás. Si bien en este último
aparece caldúa para Chile, puesto que es esta la forma hablada que ha terminado por
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imponerse en la norma, desde Ortúzar y Echeverría y Reyes, pasando por Malaret (1925,
cfr. Fichero), Santamaría (1942) hasta el Diccionario de uso del español de Chile, DUECh
(2010).
3.3. Hongos
La primera referencia al quechuismo callampa como el “hongo parásito de pequeño
tamaño, con sombrero convexo y aplanado, pie cilíndrico, corto y grueso, de color
blanquecino; es comestible” (DA 2010), es decir la familia de las agaricaceae y los Agaricus
campestres aparece en Guaman Poma de Ayala (1599, cfr. Léxico Hispanoamericano), al
hacer una enumeración acerca de “cómo tenían bastimento de comida”. Le sigue Álvaro
Alonso Barba, en el Arte de los metales (1640, cfr. CDH), en donde se extiende el uso de
hongo a los no comestibles, incluso a los venenosos. En Chile Zorobabel Rodríguez (1875)
lo lematizó como cayampa (dando cuenta del yeísmo) y lo definió como “hongo de comer”
y normando para que se use el castizo seta. Lo mismo Román:
callampa, f. Del quichua ccallampa, que es el nombre genérico de todos los hongos
tanto comestibles como venenosos. Ú. En todo Chile. El equivalente castizo, además
de hongo, es seta, que designa los comestibles y venenosos, y cagarria y crespilla, que
designan solamente los primeros (1901-1908).
Así como Rodríguez, Zerolo (1898), Rodríguez Navas (1918, cfr. NTLLE) y Santamaría
(1942) lematizaron cayampa. Rodolfo Lenz (1910) definió callampa como el nombre vulgar
“de los hongos, grandes y comestibles del grupo de los himenomicetes (Agacirus y Pholiota
spec.) del país”. Asimismo, el uso se había extendido a “los champignons importados, sean
secos o en conserva (Agaricus campestris)” y a “cualquier hongo comestible”. Se ha
generalizado a “hongo de cualquier especie formado por una columna carnosa que sostiene
un sombrerillo” (cfr. DUECh 2010). La diatopía del quechuismo es para Perú, Bolivia y el
noroeste de Argentina (cfr. DA 2010). Su primera lematización en el diccionario académico
fue en la edición usual de 1925 con la diatopía de Chile, para ir modificándola con los años
(cfr. NTLLE).
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3.5. Huevos
3.5.1. Preparaciones de huevos
La unidad pluriverbal huevo pasado por agua, es decir, el cocido ligeramente, con la
cáscara, sin que llegue a cuajar por completo (DLE), es un uso peninsular que aparece
lematizado en Terreros (ci. 1787) y en la tradición académica en la edición usual de 1817
(cfr. NTLLE). Se conoce, también, en España, las unidades pluriverbales huevo en agua o
huevo en cáscara. En Chile, hasta el día de hoy es usual la unidad pluriverbal huevos a la
copa para este mismo procedimiento. Si bien Román, el primer chileno en lematizarlo en un
diccionario, lo canceló por innecesaria y prefirió la expresión huevos pasado por agua:
copa (huevos a la). Aunque originariamente parece haber venido de la expr. francesa
oeufs à la coque, que significa “huevos en cáscara pasados por agua”, como de ordinario
se sirven estos en copa, no hay por qué desechar la expr. castellana, que en sí nada tiene
que sea contrario al idioma (1901-1908).
Que el uso es el generalizado en Chile se comprueba con Morales Pettorino (1986) y en el
Diccionario de Uso del Español de Chile (2010). El DA también lo marca para Ecuador y
Bolivia sin referencias lexicográficas hasta el momento del cotejo. Al día de hoy, los huevos
a la copa no han aparecido lematizados en obra académica alguna. Otras formas que se
encuentran lematizadas en diccionarios hispanoamericanos (sean diferenciales o de
americanismos) son: huevo abotonado para Guatemala (Sandoval, 1941) y para México
(Santamaría, 1959); huevo amelcochado para Guatemala (Sandoval, 1941); huevo ceroso en
Salvador y Costa Rica (Sandoval, 1941); huevo melcochado para Cuba (Sandoval, 1941);
huevos pasados para México (Santamaría, 1942); huevos tibios para Colombia, Guatemala,
Honduras, México, Nicaragua, Venezuela (Membreño, 1897; Malaret, 1946; Valle, 1948;
Alario di Filippo, 1964; Tejera, 1993; Van der Gulden, 1995) y huevos tiernos para Costa
Rica (Quesada Pacheco, 1996). Esto da cuenta de la riqueza en la variación en la nominación
de este referente.
4. Conclusiones
Tal como se ha venido reflexionando anteriormente (cfr. Chávez Fajardo, 2021a), no
hay que olvidar que los diccionarios, desde una óptica discursiva y pragmática, se entienden
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como discursos que contienen actos de respuesta. En rigor, estos artículos lexicográficos se
pueden entender como actos perlocucionarios, porque buscan generar una modificación en
el comportamiento del hablante (cfr. Lara, 1997). En ellos abundan los verbos ilocutivos: se
advierte, se ordena, se objeta, se aprueba, se censura. Sin embargo, la finalidad va más allá
de los espacios de la ilocución, pues se busca generar una respuesta en el receptor
. Esta
respuesta va desde la modificación de un artículo lexicográfico en el diccionario académico,
pasando por el reconocimiento de una realidad lingüística obviada, oculta o silenciada por
las codificaciones oficiales de turno hasta el conocimiento de cierta norma lingüística.
Justamente, el campo semántico que se acaba de presentar, el de los alimentos, entra en esta
dinámica, con una relevante tipología de actos perlocucionarios e ilocucionarios.
En relación con estas reflexiones, esta investigación en curso tiene dos propósitos:
a) Por un lado, analizar los componentes de un artículo lexicográfico relacionado con el
campo semántico de los alimentos, siempre a partir de la información que aparece en
el Diccionario de chilenismos y de otras voces y locuciones viciosas del sacerdote
diocesano chileno Manuel Antonio Román.
b) Por otro lado, presentar una propuesta de tipologización de esta información,
tipologización que, por motivos de espacio, se ha desarrollado en parte.
En relación con el primer propósito, se han detectado dos funciones en este tipo de artículos
lexicográficos, funciones que tienen que ver con el normar y el mostrar.
a) El normar es una función transversal en este tipo de diccionarios. Tal como se ha
visto en otros estudios relacionados con la lexicografía hispanoamericana fundacional
(Chávez Fajardo, 2022), al analizar la información tratada por Román, lo que se
detecta es un modelo altamente racionalista de estandarización, en donde abunda la
intención perlocucionaria anteriormente referida y la relevancia de lo que se está
informando recae, las más veces, en las formas estandarizadas en que un alimento
debe escribirse o nominarse; las formas en las que debe adaptarse si la palabra es un
Un ensayo que ayuda a entender cómo es la dinámica desde un punto de vista pragmático es el de Darío
Rojas 2010 “Estandarización lingüística y pragmática del diccionario: “forma y función” de los diccionarios
de provincialismos chilenos”.
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extranjerismo; qué palabra debe utilizarse, de haber sinonimia o posible sinonimia,
casi siempre con el foco en el español normado por la RAE. En efecto, siguiendo a
González Stephan (1995) y a Velleman (2004 y 2014), lo que se encuentra en estas
codificaciones son escrituras disciplinarias, textos de misión civilizadora, como
gramáticas, constituciones y manuales de urbanidad, por ejemplo, en donde el
referente académico será constante.
b) El mostrar es una labor etnográfica clave para dar cuenta de la realidad
hispanoamericana. En el caso de Román, esto se da con la finalidad de que la
información presente en el lemario sea divulgada y, de cumplir con las condiciones
lexicológicas necesarias que pide la RAE, que estos lemas sean incorporados en los
repertorios académicos. El rescate de una serie de alimentos y usos alimenticios es
uno de los grandes aportes de este proyecto de investigación los que, en una pequeña
parte, se han visto en este estudio.
El propósito de un número importante de estos artículos lexicográficos es dar noticia de que
el DRAE en su décimo tercera edición lematizó cierta palabra o que la información que
aparece de determinado alimento es insuficiente o que una palabra debe lematizarse por una
serie de importantes razones. Otras veces, Román mismo reconocía la imposibilidad de
imponer una voz peninsular porque en el uso la palabra americana ya está asentada o no
puede tener equivalencia o sinonimia. En síntesis, la tensión entre normar y mostrar; entre
corregir y dar a conocer, se presenta constantemente en estos artículos lexicográficos y esta
muestra es la segunda parte de una punta del iceberg de una investigación de más largo
aliento.
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