Vol. 64 (105), 2024, pp.557-560 -Segundo semestre / julio-diciembre
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Reseña
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https://doi.org/10.56219/letras.v64i105.3294
Sara Mesa. Un amor. Barcelona: Editorial
Anagrama. Colección Narrativas Hispánicas,
2020, 185 págs.
En el año 2023, la directora y guionista catalana y española Isabel Coixet, la misma
de Mi vida sin (2003) y La vida secreta de las palabras (2005), dirigió la película Un
amor, cinta que fue nominada a siete premios Goya, de los cuales no obtuvo ninguno. Pero,
atención, esta reseña no va de dicho film, sino de la novela en la que se basó: Un amor, de
la escritora madrileña Sara Mesa, publicada en 2020 y de la cual ya se han realizado más de
diez ediciones, considerada por los diarios El País, El Cultural y La Vanguardia como la
mejor novela de ese año.
Hacer la reseña de un libro, una película o una obra de teatro, no es en modo alguno
una tarea exenta de riesgos. Supone deslizarse por la delgada línea que separa lo sugerido
de lo explícito y gfico. Quien esto suscribe es consciente de ello e intentará no traspasar
esa línea, porque nada es más contrario al interés por leer un libro, por ejemplo, que el
hecho de que a uno le resuman el contenido del mismo y le revelen demasiadas pistas. Y
mucho menos el final. Es más: tal proceder debería estar sancionado y penado por ley.
Un amor consta de dos partes y su historia transcurre en La Escapa, un caserío de la
llamada España vaciada, que bien podría ubicarse en Aragón, o en Castilla La Mancha
José Rafael Simón Pérez
Investigador independiente
taller1976@gmail.com
https://orcid.org/0009-0004-9420-9805
Docente de Castellano, Literatura y Latín y Magíster en
Lingüística, egresado del Instituto Pedagógico de
Caracas (IPC), en 1995 y 2003 respectivamente.
Adscrito a la cátedra de Lingüística General del
Departamento de Castellano, Literatura y Latín del IPC
(hasta el año 2018).
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(molinos incluidos), Castilla y León, o en la misma Extremadura. O en cualquier país, da
igual. Es un caserío de calles sin asfaltar, polvorientas. Allí llegan y habitan especímenes de
la “hojarasca” del mundo: la chica de la venta, deseosa de irse a una ciudad que le provea
mayores oportunidades; Píter, sí, Píter, no Peter, el hippie que se define a mismo como
artesano del vidrio; los gitanos, el clan que padece en sus carnes los estigmas de su estirpe;
los viejos esposos Joaquín y Roberta, ella huyendo de manera forzada de sus vivencias y
recuerdos y él explicando y justificando siempre los comportamientos de ella, otrora
maestra de escuela; el casero, dueño del cuchitril donde se instalará la protagonista
femenina y representación exagerada de la masculinidad más tóxica (tal vez la novela
admita también una lectura en clave feminista, es solo una presunción).
Y en La Escapa también quedan los vestigios ruinosos de la casa habitada por dos
hermanos, quienes en su interior dieron rienda suelta a su amor incestuoso. Y en esas
paredes todavía se pueden distinguir las frases acusatorias escritas por los vecinos. Y los
fines de semana se acerca hasta el poblado una familia que ocupa un “chalecito” heredado,
entre otras razones porque no fue posible venderlo. Parece la típica familia modélica y
funcional, vaya usted a saber qué procesión latirá en su seno.
En resumidas cuentas: perdedores, algunas personas “al margen de…”, “hojarasca”,
intentando lo humanamente imposible: huir de sí mismos.
Y luego están Natalia (Nat) y Andreas, los protagonistas del asunto. Ella, una traductora,
rebelde, antisistema, que llega a La Escapa huyendo a raíz de un incidente ocurrido en su
antiguo trabajo. Y él, que de alemán tiene lo que quien suscribe este escrito tiene de mago,
geógrafo de profesión, devenido en un pequeño agricultor y, en consecuencia, proveedor de
frutas y verduras para toda la comarca. Ambos viven con sus mascotas: el perro Sieso,
“obsequio” del casero y la gata Li respectivamente (Sugiero indagar acerca de las distintas
acepciones de la palabra “sieso”).
A quien lea el libro le corresponderá averiguar el tipo de relación establecido entre
ambos personajes, Nat y Andreas, el particular inicio de dicha relación (“… que lo deje
entrar…”, es una frase que no deja de repetirse en la mente de Nat), así como la
profundidad de la misma. Y también tendrá que averiguar el papel que tienen Sieso y Li en
la trama de la obra, que lo tienen, y de no poco peso. Quizá a través de ellos es que se
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puede llegar a comprender mejor a Nat y a Andreas, y al resto de personajes, y a las
circunstancias que entrelazan y determinan sus vidas.
Y en las inmediaciones de La Escapa, hay un cerro no muy alto, El Glauco. Nat
relaciona ese nombre con el término glaucoma y con el sentido de la vista en general. El
susodicho centro vendría a ser entonces una especie de vigilante o de espía, ese ojo a medio
camino entre ser omnisciente y testigo de todo lo que ocurre (y de lo que no, que tal vez sea
más relevante) en los predios de La Escapa, de todo lo que hacen y les pasa a los personajes
anteriormente mencionados.
Aunque hay otra interpretación posible, ya sabemos que si hay una característica
que define al texto literario, es su carácter polimico. Dispense quien lee esta travesura del
Profesor de Literatura que fui, soy y seré. El glaucoma como conjunto de enfermedades del
ojo puede ocasionar la pérdida progresiva de la visión. Resulta entonces muy posible que
Nat no pueda ver o distinguir a dónde la están llevando sus pasos, ni las consecuencias de
sus actos. Vale decir: Nat no es consciente de su particular descenso a los infiernos, cuyos
detalles no vamos a revelar aquí. Ni más faltaba.
Estimado/a lector/a: si está buscando una novela que gire en torno a un asesinato o en la
cual se desencadenen grandilocuentes acontecimientos, de antemano y con todo respeto le
advierto que Un amor no es ese texto (a estas alturas ya usted debería saber que los
asesinatos solo ocurren en los edificios).
Muy por el contrario, es esta una novela de lo cotidiano, de las peripecias diarias, de
nuestras propias contradicciones como seres humanos, de la exacerbación de los instintos.
Uno de esos textos donde parece que no pasa nada. Y pasa. Y mucho, en La Escapa, que
me recuerda al Ortiz de Casas Muertas, del venezolano Miguel Otero Silva; al Macondo de
Cien Años de Soledad, del colombiano Gabriel García Márquez; o a la Comala de Pedro
Páramo, del mexicano Juan Rulfo.
Mención aparte para el lenguaje. A mi modo de ver, el uso del mismo es lacónico y
austero, en consonancia con el paisaje circundante. Leyendo algunas frases visualizaba a
Macario y Luvina de El Llano en Llamas, también de Rulfo.
De más reciente data es la conexión que podemos establecer entre la novela de
Mesa y Los asquerosos, novela de Santiago Lorenzo, editada por Blackie Books en 2018.
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En las dos hay un personaje que emprende un viaje físico y psicológico al mismo tiempo,
al mundo rural. Aunque hay diferencias notables: en esta última el personaje central es un
joven llamado Manuel, quien huye a un caserio abandonado luego de asesinar a un policía;
aquí sí, involuntariamente, si me permiten el término, en medio de una manifestación en la
cual no tenía ni arte ni parte.
Sirvan estas humildes cuartillas, con sus mil trescientas veinticinco palabras, como
una tangencial aproximación a Un amor, de Sara Mesa. Y si después de su lectura nos
interesamos por otras de sus creaciones, pues mejor todavía. Porque déjeme decirle,
estimado/a lector/a, que esta periodista y filóloga hispánica afincada desde la niñez en la
ciudad andaluza de Sevilla también es la autora de las novelas Cuatro por cuatro (2013,
finalista del Premio Herralde de Novela), Cicatriz (2015), Cara de pan (2018) y La familia
(2022), así como de los volúmenes de cuento La sobriedad del galápago (2008), No es fácil
ser verde (2009) y Mala leche (2016). Algunas de estas obras se han hecho merecedoras de
diferentes reconocimientos como el Ojo Crítico de Narrativa, Premio Cálamo
Extraordinario, Premio Andalucía de la Crítica, entre otros galardones.
Finalmente, es una obviedad decir que los invito a leer. Con toda seguridad, la
lectura hará que esta vida loca de hoy duela un poco menos.