un libro en castellano; no fue solo historiador, sino también el primer literato paraguayo.
Otro escritor fue Pedro Vicente Cañete, quien Viriato Díaz Pérez (1939) resalta como
«…brillante escritor de monografías históricas, jurídicas y doctrinales.». Luego se da un
período de “absoluto silencio” hasta mediados del siglo XIX en el que, según Plà (1971)
«Asunción, en medio de su aislamiento mediterráneo, produce estos dos grandes escritores
y, también, llegó a fundar treinta pueblos…» (p. 5).
El guaraní predomina en la sociedad asuncena; pero, no se conocen obras en la lengua
indígena, sino que aparecen en castellano las de estos dos escritores: Ruy Díaz y Pedro
Vicente Cañete. Una minoría habla el castellano, por aquello de ser orgullosos descendientes
de bizarros españoles; sin embargo, he aquí que se da el fenómeno que atraviesa la vida y
cultura del Paraguay, el cual es el uso de ambas lenguas: el guaraní para expresar los
sentimientos, lo coloquial y el castellano para lo administrativo y formal. Estamos en
presencia de los orígenes del bilingüismo. En síntesis, en este periodo colonial existen una
filología y lexicografía sobre el guaraní, mas no del castellano debido a que, tanto en
Asunción como en las Misiones, el guaraní es la lengua que se habla o escribe. Sin embargo,
existe una convivencia guaraní-castellano, es decir, el bilingüismo.
Debemos aclarar que, además del guaraní misionero y el guaraní asunceno, existe el
guaraní de aquellos indígenas que no se “redujeron” y huyeron a la selva. “Son seis diferentes
lenguas guaraníes y son: Mbyá, Paǐ Tavyterǎ, Avá guaraní, Aché, Guaraní Occidental y
Guaraní Ñandéva.”, según Zanardini (2020, p. 7).
2. La independencia y gobiernos sucesivos
Al finalizar la Colonia se van perfilando los sucesos que marcarán la historia de un
Paraguay independiente del imperio español y de la sujeción a Buenos Aires. Es Gaspar
Rodríguez de Francia, hijo de una aristócrata asuncena y padre español quien, entre otros,
dirige los acontecimientos de la revolución del 14 y 15 de mayo del 1811, que sellaron la
independencia del Paraguay. Francia es un lector voraz de la Ilustración, doctorado en
teología en Córdoba, Argentina. Los próceres de esta revolución «Son vástagos de familias
tradicionales, apegadas al castellano…sueñan con la actualización cultural…se desvelan por
la creación de escuelas, bibliotecas y periódicos», según J. Plà (1971, p. 10).