Vol. 65 (106), 2025, pp.55-76 -Primer semestre / enero-junio
ISSN-L 0459-1283 e-ISSN - 2791-1179
Depósito legal: pp. 195202DF47
Artículo
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El último revolucionario: Ernesto, texto dramático de Rafael Minvielle
Recibido: 11/06/2024 Aceptado: 25/10/2024
Resumen
Este artículo realiza un análisis textual de la obra seleccionada. En el marco de tal
metodología, se trabajará en función de las macroestructuras semánticas; esto es, de los temas
y de las macroproposiciones en cuanto categorías de base. Lo anterior tiene como objetivo
demostrar que El mundo dramático de Ernesto, obra escrita y publicada en 1842 por el
español avecindado en Chile, Rafael Minvielle, fue una creación que reveló y divulgó las
ideologías que reproducían o resistían al poder a partir de sus dos figuras protagónicas. En
consecuencia, la lectura desarrollada se sustenta en la premisa de que la composición
dramática de Minvielle, directamente influida por el contexto de producción y como
instrumento político al servicio de la reciente nación, inculca un conjunto de valores y
aspiraciones que interpretan el sentir del país; el cual, hacia la fecha de la publicación del
texto, salía de una etapa de transición e inestabilidad (lucha revolucionaria por la
independencia, previo a los años 20, más la posterior guerra civil de 1829-30), y buscaba
principios que le permitieran proyectarse con seguridad al porvenir civil y político.
Palabras clave: Minvielle, macroestructuras semánticas, macroproposiciones,
composición dramática.
Jorge Rueda Castro
Profesor asociado del Dpto. de Lingüística y Literatura,
Facultad de Humanidades, Universidad de Santiago de
Chile. Realiza clases de literatura en la carrera de
Pedagogía en Castellano y en el magíster en Literatura
latinoamericana y chilena. En este programa de postgrado
tiene a su cargo las asignaturas “Literatura latinoamericana
y chilena del siglo XIX y “Dramaturgia chilena siglo XIX”.
Sus trabajos de investigación tratan sobre dramaturgia
chilena y expresiones culturales de los mundos populares.
jorge.rueda@usach.cl
https://orcid.org/0000-0001-5255-8928
Universidad de Santiago de Chile,
Chile
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Artículo
The last revolutionary: Ernesto, dramatic text by Rafael Minvielle
Abstract
This article carries out a textual analysis of the selected play. Within the framework of such
methodology, we will work in terms of semantic macrostructures; that is, themes and macro-
propositions as basic categories. The above aims to demonstrate that El mundo dramático de
Ernesto, a work written and published in 1842 by the Spaniard living in Chile, Rafael
Minvielle, was a creation that revealed and disseminated the ideologies that reproduced or
resisted power through its two main characters. Consequently, the reading developed is based
on the premise that Minvielle's dramatic composition, directly influenced by the context of
production and as a political instrument at the service of the recent nation, instills a set of
values and aspirations that interpret the country's feelings. At the time of the publication of
the text, the country was emerging from a period of transition and instability (revolutionary
struggle for independence, prior to the 1920s, plus the subsequent civil war of 1829-30), and
was looking for principles that would allow it to project itself with certainty into the civil and
political future.
Key words: Minvielle, semantic macrostructures, macropropositions, dramatic
composition.
Le dernier révolutionnaire : Ernesto, texte dramatique de Rafael Minvielle
Résumé
Cet article propose une analyse textuelle de la pièce sélectionnée. Dans le cadre de cette
méthodologie, nous travaillerons sur la base des macrostructures sémantiques, c'est-à-dire les
thèmes et les macropropositions comme catégories de base. L'objectif de ce qui précède est
de démontrer que El mundo dramático de Ernesto, pièce écrite et publiée en 1842 par
l'Espagnol d'origine chilienne Rafael Minvielle, est une création qui révèle et diffuse les
idéologies qui reproduisent ou sistent au pouvoir à travers ses deux personnages principaux.
Par conséquent, la lecture développée repose sur l'hypothèse que la composition dramatique
de Minvielle, directement influencée par le contexte de production et en tant qu'instrument
politique au service de la nation récente, inculque un ensemble de valeurs et d'aspirations qui
interprètent les sentiments du pays ; Au moment de la publication du texte, le pays sortait
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d'une période de transition et d'instabilité (lutte révolutionnaire pour l'indépendance avant
les années 1920, puis guerre civile de 1829-30), et cherchait des principes qui lui
permettraient de se projeter avec confiance dans l'avenir civil et politique.
Mots-clés: Minvielle, macrostructures sémantiques, macropropositions, composition
dramatique.
L'ultimo rivoluzionario: Ernesto, un testo drammatico di Rafael Minvielle
Riassunto
Questo saggio effettua un'analisi testuale dell'opera selezionata. Nell'ambito di tale
metodologia, lavoreremo sulla base di macrostrutture semantiche; vuole dire, degli argomenti
e macroproposizioni come categorie di base. Quello detto ha come scopo dimostrare che Il
mondo drammatico di Ernesto, un'opera scritta e pubblicata in 1842 dallo spagnolo, residente
in Cile, Rafael Minvielle, fu una creazione che rivelò e diffuse le ideologie che riproducevano
o resistevano al potere tramite le sue due personaggi principali. Dunque, la lettura sviluppata
si basa sulla premessa che la composizione drammatica di Minvielle, è direttamente
influenzata dal contesto di produzione e come strumento politico al servizio della nazione
recente e trasmette un insieme di valori e aspirazioni che interpretano il sentimento del paese;
verso la data di pubblicazione del testo, stava uscendo da una fase di transizione e di
instabilità (lotta rivoluzionaria per l'indipendenza, prima degli anni '20, più la successiva
guerra civile (1829-30), e cercò principi che gli avrebbero permesso di proiettarsi in sicurezza
nel futuro civile e politico.
Parole chiavi: Minvielle, macrostrutture semantiche, macroproposizioni,
composizione drammatica.
O último revolucionário: Ernesto, uma peça de Rafael Minvielle
Resumo
Este artigo realiza uma análise textual do trabalho selecionado. Dentro da estrutura dessa
metodologia, trabalharemos em termos de macroestruturas semânticas, ou seja, temas e
macroproposições como categorias básicas. O objetivo é demonstrar que El mundo dramático
de Ernesto (O mundo dramático de Ernesto), peça escrita e publicada em 1842 pelo espanhol
nascido no Chile Rafael Minvielle, foi uma criação que revelou e disseminou as ideologias
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que reproduziam ou resistiam ao poder por meio de seus dois personagens principais.
Consequentemente, a leitura desenvolvida baseia-se na premissa de que a composição
dramática de Minvielle, diretamente influenciada pelo contexto de produção e considerada
como um instrumento político a serviço da nova nação, inculca um conjunto de valores e
aspirações que interpretam os sentimentos do país. Na época da publicação do texto, o país
estava saindo de um período de transição e instabilidade (luta revolucionária pela
independência antes da década de 1920, mais a subsequente guerra civil de 1829-30) e
buscava princípios que lhe permitissem projetar-se com confiança no futuro civil e político.
Palavras-chave: Minvielle, macroestruturas semânticas, macroproposições,
composição dramática.
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Introducción
Al igual que los protagonistas de sus dos obras dramáticas conocidas (Ernesto y Yo
no voy a California), el español Rafael Minvielle Lamaneta, escritor, traductor y educador,
mostró una personalidad audaz e itinerante. Acorde con la información biográfica entregada
por Miguel Luis Amunátegui (1888) y, posteriormente, por Ventura Pascual y Beltrán (1944),
Minvielle, nació el 2 de julio de 1800 en San Felipe de Játiva, ciudad de la provincia de
Valencia. A la edad de 8 años y huérfano de padre, fue llevado por su hermana mayor a
Francia donde recibió una educación laica que años después, como joven liberal, lo impulsó
a participar en acciones revolucionarias en plena restauración francesa. En este contexto,
regresó a España, que pronto abandonó por los recelos que despertaron en los círculos
tradicionales sus antecedentes políticos. En 1823 se trasladó a Argentina y, como intelectual
inquieto abrió en Buenos Aires, en 1829, el Colegio Mercantil, “que rejentó varios años, i en
el cual se educaron don Bartolomé Mitre i otros magnates de gran fuste” (Amunátegui, 1888,
p. 319). No obstante, y dado el marco del gobierno autoritario de Juan Manuel de Rosas,
viaja a Santiago de Chile ―hacia 1837― donde radica hasta su muerte (acaecida el 31 enero
de 1887).
Como político e intelectual, Minvielle se incorporó en 1838 a la segunda expedición
que combatió en contra de la Confederación Perú Boliviana, en calidad de oficial de
intendencia del ejército chileno: “Durante su permanencia en el territorio invadido, publicó
un periódico titulado La Aurora Peruana, que apareció en 1838, dos veces por semana, para
justificar las operaciones bélicas de Chile (Amunátegui, 1888, p. 324).
De regreso, y en su
madurez letrada, su nombre creció en medio de la inquieta intelectualidad nacional y
extranjera, la cual generó para el país actividades científicas, académicas y políticas de
relieve. En Santiago, según palabras de Nicolás Peña, “don Rafael Minvielle también se
destacó como educacionista, como excelente profesor de matemáticas y obras didácticas. Fue
Según Collier y Satier (1999), esta guerra (1837-1839) tuvo como causa la rivalidad entre las naciones
comprometidas en el hecho bélico por la disputa comercial del pacífico: puerto chileno de Valparaíso y puerto
peruano del Callao. A la fecha, Chile había alcanzado una importante primacía comercial en el continente. Esta
posición comenzó a ser amagada por la unificación de Perú y Bolivia.
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miembro, además de la Facultad de filosofía y humanidades” (1912, Prólogo LXXXV).
Recibió la carta de ciudadanía chilena.
En 1842, año en que se creó la Sociedad Literaria de Chile, Minvielle publicó y
estrenó en Santiago, el 9 de octubre, su drama Ernesto.
El argumento de esta creación alude
a Ernesto Guzmán, un soldado realista español que abandona su ejército para luchar junto a
las fuerzas criollas en Ayacucho (Perú, diciembre 9 de 1824), por la consolidación de la causa
libertaria americana. Años después, el protagonista regresa a su ciudad natal, Valencia, con
el propósito de formalizar el matrimonio con su prima Camila, enlace suspendido por la
participación del protagonista en la campaña militar en América. El padre de la joven se
opone al casamiento, pues no perdona la defección del ex soldado, lo que lleva al protagonista
al suicidio. La segunda de las obras, Yo no voy a California, la escribió en 1848. El propósito
de este texto fue persuadir a los jóvenes americanos de la inconveniencia de aventurarse en
la búsqueda de oro en California, la que se describe como un espacio peligroso, no solo por
la inseguridad del entorno en la que se vivía sin ley, sino también por la persecución de que
eran víctimas los aventureros del sur de América.
No abundan estudios sobre las dos obras en cuestión. Acerca de Ernesto, la cual toma
como objeto de análisis la presente comunicación, “fue un gran triunfo para el autor y la
crítica de la época” (Peña, 1912, Prólogo LXXXIV). Crítica que reconoció aspectos de
importancia e interés en función de valores de formación ciudadana y moral social. Por
ejemplo, Amunátegui, comentó que el autor defiende en Ernesto la tesis “de que el militar es
un hombre dotado de intelijencia, de corazón i de albedrío, i no un esclavo sumiso, una
especie de arma forjada de bronce o de acero, en manos de su superior” (Amunátegui, 1888,
p. 316). El historiador Manuel Salvat M., sistematiza lo que, en su momento, expresaron al
respecto Manuel Talavera en el Nro. 15 de El Semanario de Santiago, y Domingo Faustino
Fecha de estreno según consta en la portada de la primera edición del texto (Santiago de Chile. Imprenta del
Progreso, 1842). El análisis y la citación textual que el presente estudio hará de Ernesto se ajustará a esta edición,
por lo que se ha mantenido la ortografía original. Aludo al año de la fundación de la Sociedad Literaria en Chile,
ya que corresponde al marco artístico-intelectual del Romanticismo hispanoamericano, en el que predominó la
idea de la construcción de la nación con un carácter utópico vinculado al liberalismo político. Para Norberto
Pinilla, la escuela romántica nació en Chile vinculada a este despertar de las letras nacionales” (1942, p. 16).
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Sarmiento, en el Nro. 82 del diario El Progreso: “Para Talavera el drama es filosófico y es
socialista, palabra esta última que, según Sarmiento consiste en la necesidad de hacer
concurrir la ciencia, el arte y la política al único fin de mejorar la suerte de los pueblos”. Y
agrega: “Para Talavera, el militar, siguiendo las ideas del autor (Minvielle), entraría como
todo ciudadano a balancear el bien y el mal” (Salvat, 1978, p. 194). Salvat suma en su escrito
la siguiente opinión de Sarmiento: “Ernesto sucumbe ante el imperio despótico de la opinión
pública; se somete a las exigencias de la sociedad y muere convicto y confeso de haber obrado
mal, defendiendo la libertad americana(1978, p. 194). La propia opinión de Salvat interpreta
la obra Ernesto al interior de una problemática jurídica, a partir de la acción desertora del
protagonista. No obstante, argumenta que “Nada de raro tiene que los militares ‘liberales’
hubieran preferido alistarse en las filas de los independentistas y se sintieran ‘políticamente’
identificados con ellos” (1978, p. 195).
Años posteriores, Fernando Debesa escribió sobre Ernesto:
Rafael Minvielle desdeñó las facilidades del amorío romántico, y se lanzó con
valentía en un conflicto que le concernía y le preocupaba. Pensemos en su situación
personal. Español avecindado en Francia, se vuelca sin duda a las ideas renovadoras
emanadas de la revolución. Luego, en Buenos Aires y en Chile, colabora con los
gobiernos republicanos, volviéndole las espaldas a la monarquía española y a su patria.
(1979, p. 6)
Dos estudios más recientes dedican las siguientes apreciaciones sobre el texto de
Minvielle. Para Tania Faúndez, esta composición dramática:
Revela de forma adelantada las consecuencias (el juicio social) de la guerra, más que
la acción de la guerra. Minvielle rechaza las grandes individualidades históricas y en
cambio utiliza a un sujeto moderno para hablar del nacimiento de las naciones
hispanas. Reflexiona críticamente sobre la arbitrariedad de los imperios, del
despotismo español y de los múltiples aspectos filosóficos que implican al sujeto en
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medio de la guerra […]. Por medio de la colisión entre el individuo (Ernesto) y la
sociedad se patentan los dolores del héroe nómada y suicida. (2014, p. 55)
En fin, y a propósito de la adaptación y puesta en escena de Ernesto (realizadas por
la compañía Teatro de Chile & Manuela Infante para el festival Santiago a Mil en el marco
de las celebraciones del Bicentenario chileno de 2010), Marghe Lavasi comentó:
Operando un paralelismo entre sujeto (considerado como cuerpo pulsional) y nación,
en la obra se expresa la relación contradictoria, hecha de lucha y convivencia, entre
emoción/afectividad y razón, entre control y descontrol, entre lo real e ideales
ilustrados, que es hallable tanto en el pasado histórico como en la actualidad: el
cuerpo vivo, hecho de pulsiones y deseos, del sujeto libre. (2014, p. 1)
En el contexto de las apreciaciones críticas hasta aquí expuestas, el presente artículo
estudia Ernesto a partir del presupuesto de que la composición (directamente influida por el
contexto de producción y como instrumento político al servicio de la reciente nación), inculcó
un conjunto de valores y aspiraciones que interpretaron el sentir del país, el cual, hacia la
fecha de la publicación del texto, salía de una etapa de transición e inestabilidad (lucha
revolucionaria por la independencia, previo a los años 20, más la posterior guerra civil de
1829-30),
y buscaba principios que le permitieran proyectarse con seguridad al porvenir
civil y político. Lo anterior refleja la motivación del presente estudio: analizar la obra Ernesto
en la que predominó la idea de la construcción de la nación con un carácter utópico.
Aspiraciones como orden, respeto a la ley y a la institucionalidad, se manifiestan como temas
Finalizada la guerra por la independencia de Chile, (abril de 1818), el país vivió entre 1829 y 1830 una guerra
interna, también conocida como Revolución de 1829 o Reacción Conservadora. Fue el enfrentamiento que
terminó con la denominada Organización de la República de Chile promovida después de la lucha
independentista. El 6 de abril de 1830 aconteció la batalla de Lircay, donde el general Ramón Freire (bando
liberal) fue derrotado por José Joaquín Prieto, consolidándose el fin del gobierno liberal que tuvo aspiraciones
federalistas y el comienzo de la denominada época portaliana. El régimen diseñado en 1833, tal como lo
concibieron sus principales políticos e ideólogos como Diego Portales, Mariano Egaña y Andrés Bello, debía
evolucionar hacia futuras libertades en la medida que no pusieran en riesgo el orden social y la estabilidad
política. Por lo mismo, logró concretar un ideario político de obediencia de la sociedad civil frente a la autoridad.
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centrales del texto, precisamente aspiraciones que no representa Ernesto como protagonista,
lo que hace que la obra sea exponente del imaginario y aspiraciones cívico-sociales de la
época.
Por ende, en lo que sigue, 1) se hará referencia a la estructura dramática del texto con
el fin de caracterizar las fuerzas en conflicto en cuanto provocadoras de la agonística entre
los personajes centrales. Se continuará, 2) con la determinación de los temas y el análisis de
las macro proposiciones presentes en discurso textual en cuanto representaciones ideológicas
de las fuerzas en lucha, lo que posibilitará la lectura de aquéllas en función de un código
capaz de superar los principios que movilizaron las acciones independentistas, en contra del
antiguo régimen colonial y las posteriores divisiones internas provocadoras de la guerra. Para
van Dijk , “la elección de temas y macro proposiciones semánticas [al interior de un discurso]
son formas de significado directamente relacionadas con las creencias, las actitudes y las
ideologías” (2003, p. 149). Esta clave ideológico-política, posibilitará 3) entender la función
utilitaria del texto Ernesto, al ponerse al servicio del bien común anhelado por la patria
después de las luchas revolucionarias arriba acotadas. De este modo y acorde con Bowen,
quien piensa que las formas de comprender la expresión teatral de épocas pasadas “no son
inmutables ni permanentes sino, más bien, situadas y contingentes” (2006, p. 29) creemos
que en la obra Ernesto, en síntesis, confluyen categorías conceptuales que se entienden como
instrumentos de alcance pragmático.
Desarrollo
1) Fuerzas en conflicto y agonística
La acción dramática del texto describe la situación de Ernesto Guzmán, cuya lucha
está dirigida a vencer el peso de una opinión y representación sociales que lo condena por su
defección militar en América. Dentro de la exposición de motivos promotores del acontecer,
dos son las situaciones que aparecen como antecedentes históricos de la acción y que
enmarcan el itinerario dramático del conflicto del protagonista: a) la deserción y b) la partida
de Chile. La primera situación, expresada como recuerdo en el presente de la acción, Ernesto
la lleva a cabo en nombre de la libertad, cuyo espíritu romántico le impide combatir “en
contra de los que peleaban por su emancipación… sobre todo, servir al déspota Fernando,
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era cooperar a la ruina de la libertad; e idólatra de esta diosa benéfica, no podía menos de
defenderla” (p. 5). La referencialidad temporal del discurso nos remite a 1820, fecha clave
para fijar la llegada del protagonista a América dentro de los límites históricos del conflicto:
Fui a Colombia a principios del año 20, de capitán en uno de los cuerpos realistas que
el gobierno mandaba a contener la insurrección de las colonias. Que mui poco tiempo
después de haber servido en las filas españolas las abandoné… me embarqué
disfrazado en un buque mercante que iba a Valparaíso. Llegado a Chile, ofrecí mis
servicios al gobierno de aquella República… los aceptó; combatí en favor de la
independencia americana. (pp. 4-5)
Quien habla, es un emisor que, si bien se identifica con valores seculares de la
ilustración, sobresalen contenidos pasionales e impresiones sensibles que terminan por
nublar la luminosa razón en cuyo nombre pareciera hablar: “En cualquiera ocasión en que se
luche entre la libertad y la tiranía, no vacilaré un momento; volaré en defensa de la primera
a combatir la tiranía; porque la detesto(p. 26, destacado mío). La impulsividad del acto
está reflejada en la generosidad que demuestra el protagonista al abanderizarse por una causa
que no es la de su patria, pero que lo interpreta, sobre todo, espiritual y pasionalmente. Este
rasgo definirá la trayectoria y lucha dramáticas del personaje principal.
La segunda situación, relacionada con la partida de Chile, igualmente se actualiza sólo
por el discurso del personaje que la describe en cuanto objeto evocado. Sin embargo, este
componente de la estructura dramática del texto ya ha desencadenado el conflicto central, en
el sentido de que existen sectores de la sociedad española que reprueban la conducta de
Ernesto por su historia de traición e indignidad. Su tío que reside en Valencia, don Pedro
Guzmán, lo expresa en estos términos:
¡Ernesto! ¡Qué mal has pagado a tu pobre familia lo mucho que te quiere! ¡A tu patria
los honores con que te distinguió en los primeros pasos de tu carrera militar!... El
humo de la batalla de Ayacucho se interpone como una sombra siniestra, ¡como el
espectro de la culpa! (p. 13)
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La acción dramática propiamente tal comienza cuando el discurso de entrada de la
acotación del acto primero la sitúa, espacial y temporalmente, “en Valencia, á mediados del
año de 1833” (p. 2). Hasta aquí ha encaminado sus pasos el protagonista con el propósito de
casar con su prima Camila, con quien se había comprometido antes de emprender su viaje
como militar realista a América. Ha confiado para regresar en una amnistía general que ha
dictado la reina Cristina. Sin embargo, su o le aclara lo peligroso que representa que su
sobrino haya ingresado a España: “Sí, Ernesto: dio la reina la amnistía ofrecida; pero con
restricciones. Entre otras, no comprende a los españoles que desertaron de las filas del Rey
para servir en las de los Independientes” (p. 16). La condición social de Ernesto, por tanto,
es crítica. La opinión blica es ya imparable, pues se revela hasta en un diario que lee
Eduardo Vergara, amigo chileno del protagonista que lo acompaña en el viaje a España:
Ha llegado de América un español, un hijo de Valencia que desertó de las filas del
Rey pasándose a la de los patriotas, y que no se avergonzó de pelear en Ayacucho
contra sus banderas. Este caballero ha llegado de un modo misterioso… olvidando
que la amnistía del 15 de octubre pasado le excluye, y que el honor nacional se halla
altamente ofendido. (p. 23)
Tal antecedente (que se expresa ya como opinión social que se ha hecho pública), más
la negativa don Pedro a concederle la mano de su hija Camila, instala el conflicto central que
afecta a la figura de Ernesto. La opinión social y pública que acosa al protagonista se ha
vuelto, entonces, consenso general.
Los objetos deseados al interior de esta agonística dramática, llevan a la confrontación
de los proyectos que sostienen las fuerzas en conflicto y cuyo corolario no se conocerá hasta
el desenlace. Las acciones pensadas por Ernesto se dirigen a vencer la resistencia de don
Seguimos este concepto como aquella sumatoria de contenido circulante en la vida de un territorio, en el
sentido que le otorga la opinión unitaria de los ciudadanos respecto de asuntos de la res pública. En palabras de
Aguilar: “Esta abstracción de contenidos psicológicos y sociales empíricos, no sólo da carácter ‘público’ a la
opinión, sino hace posible entenderla y valorarla como una interlocución en la que los individuos se relacionan
en su generalidad de ‘hombre’, de ‘sujeto’, de ‘ser nacional’, y no en su singularidad empírica clausurada”
(2017, p. 133).
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Pedro; y éste llevasus esfuerzos a dificultar hasta lo imposible la realización del proyecto
de su sobrino. Por ende, el plan de Ernesto comprende dos etapas: la persuasión y la propuesta.
La primera la concibe como el medio por el cual el protagonista intentará salvar con
argumentos racionales el peso de la opinión pública. Alude para esto a la necesidad de
combatir y salvaguardar el valor de la libertad de los pueblos. Creerá que, demostrada así su
inocencia, logrará casar con Camila:
Yo opino que la guerra exterior es el azote y la expresión de la crueldad de los
pueblos; la conquista el abuso y la idea de la inmoralidad de los hombres: No hai más
lucha que entre la libertad y el despotismo; y el hombre que piensa sin dudas, el
hombre ilustrado, no vacila cuál de estos estandartes ha de seguir. (p. 14)
Ernesto deja ver en sus palabras un idealismo que devela la creencia de que la utopía
de la libertad justifica todos los actos humanos. Los argumentos que utiliza para intentar
torcer la opinión pública que lo determina, se plantea como una estrategia discursiva propia
de los ilustrados (como el mismo Ernesto lo declara); discurso que sustentó los actos
revolucionarios independentistas de América. Pero el tiempo ha transcurrido. Y después de
algunos lustros parece no haber demasiado lugar para este pensamiento.
La segunda etapa de la agonística dramática, en cambio, es el camino extremo que
escoge el joven para alcanzar el objeto de búsqueda; huir con su prima. Pero Camila rechaza
esta propuesta: “ERNESTO (con resolución). [Quiero] Que me sigas, que abandones esta
casa de opresión. CAMILA. ¡Insensato! ¿Qué pretendes? ¿Quieres que amargue los breves
días que a mi pobre padre le quedan de vida? ¿Quieres que le empuje al sepulcro?” (p. 41).
El incumplimiento de ambas etapas lleva al protagonista al suicidio, acción con la que
se cierra el texto.
2) Fuerzas en lucha y representaciones ideológicas
Si comparamos las dos situaciones que aparecen como antecedentes históricos y que
preceden a la acción de Ernesto en Valencia, ambas revelan las contradicciones de un mundo
en donde las ideas transitan desde un pensamiento anacrónico a otro renovado. Este
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movimiento generado desde dos tiempos, dos tipos de sistemas de juicios y dos acciones
paralelas, refleja ―desde el punto de vista ideológico― la existencia de dos planos de
realidad antagónicos: la realidad de Ernesto, anclada en el pasado revolucionario y la
histórica del presente, que se mueve al ritmo de la superación de los principios e ideas que
continúan configurando el imaginario que defiende con vehemencia el protagonista. La
apreciación equivocada de las ideas de Ernesto, la representa la figura de su primo, Julio
Guzmán, hermano de Camila, que “ha seguido la carrera del foro” (p. 15), y a quien su padre
caracteriza como “uno de los jóvenes más aprovechados de Valencia…, hijo obediente […],
siempre al corriente de los asuntos políticos, y que tiene esperanzas de una pronta
regeneración” (pp. 15-16). Este rasgo de la composición del texto, puede interpretarse
―acorde con el plan de desarrollo establecido para el presente estudio― como expresión de
una concepción de mundo enmarcada entre códigos ideológicos en oposición. Después de
todo, el entorno de producción de la creación de Minvielle, Chile de 1842, se encuentra
determinado por ideas y procesos sociales en tensión que, acorde con Berman, fue la
atmósfera de la sensibilidad moderna: “Ser modernos es vivir una vida de paradojas y
contradicciones […]. Es ser, a la vez, revolucionario y conservador. La humanidad moderna
se encontró en medio de una gran ausencia pero, al mismo tiempo, una notable abundancia
de posibilidades” (p. 8).
Frente a un sistema de ideas que ya no tiene cabida, porque sus argumentos y juicios
respondieron al momento histórico de la emancipación independentista americana, el nuevo
camino de construcción social que emerge, y que encarna el joven jurista, apunta al respeto
de la institucionalidad, de la legalidad, la consideración al orden y a la prosecución del bien
común. Julio Guzmán destaca que este ideal se puede alcanzar sin necesidad “de fuertes
sacudimientos” (p. 24). Y complementa el personaje:
Someterse a las ideas que imperan es un homenaje forzoso en la vida social; es un
tributo que todo hombre está obligado a pagar; mientras que contrariarlas, pretender
destruirlas, es luchar en vano, es lanzarse en un mar proceloso sin brújula ni timón.
Es todavía más: es hollar la justicia; porque la justicia de los pueblos no es más que
la expresión de las reglas como base de su conducta. (p. 24)
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Ahora, el conflicto dramático del texto se centra en el contraste de dos posiciones
ideológicas. La bandera de lucha que enarbola Ernesto se hace en detrimento del orden y de
la justicia, los cuales ―en el discurso de Julio― deben ser signos de un nuevo pacto social
con valor de verdad. La impulsividad de Ernesto lo lleva a defender e imponer un sistema de
ideas ya anacrónico. Su lucha se debate entre un antes, cuyos principios tuvieron eco, y un
después, donde esos fundamentos representan un desfase: han decaído por no responder a las
recientes necesidades políticas y sociales. Superada la lucha en contra la sujeción colonial,
Julio continúa y confirma:
La independencia de América es un hecho sancionado por el tiempo y por la
conveniencia mutua, y un hecho fecundo en bienes para todos. Americanos y
españoles pueden vivir amigos y el común interés es un vínculo más poderoso que el
de la fuerza. (pp. 25-26)
El conflicto entre un código de pensamiento caduco, en extremo idealista, y otro
práctico y actualizado, se plantea en términos de ideología y estrategia cívico-políticas. El
utopismo idealista, previo al año 20, por el que luchó Ernesto, es ya impracticable en la etapa
histórica que determina la producción del texto en estudio. En este segundo momento, los
valores del consenso, unidad, y justicia miran hacia la prosecución del bien común y de la
convivencia social dentro del orden para alcanzar el progreso; por esto mismo, se
convirtieron en “mecanismos que aseguraban el control mutuo y el moldeamiento existencial
en un mundo que prometía más solidez y estabilidad. Recordemos también que el ideal de
orden implicaba fortalecer una estructura que facilitaba el progreso” (Retamal, 2016, p.
258).
Interpretamos como no casual el año en que está ambientada la acción dramática de Ernesto: 1833. En el plano
histórico de la nación chilena fue el año en que se promulgó la Constitución de 1833 por el presidente José
Joaquín Prieto (vencedor de la guerra interna de 1829-30). En las ideas centrales de esta constitución tuvo una
participación relevante Diego Portales, quien reformó el orden político anterior y profundizó elementos
fundamentales para la centralización y ejercicio del poder. Sobre el nuevo sistema de gobierno, optó por una
república presidencialista, donde el jefe de Estado dominaba a las fuerzas armadas, era colegislador junto con
el Congreso y sometía a su arbitrio a las cámaras de diputados y senadores. Podía vetar y aplicar el Estado de
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Julio Guzmán, representa el punto de vista de la nueva sociedad, la que promueve
una ecuación que busca construir la estabilidad social e institucional en cuanto etapa histórica
que asiente el futuro con firmeza. La evolución emparentada con el avance del progreso debe
ser la divisa que guíe a la nación para conducir a la sociedad al cumplimiento de las
expectativas de fortalecimiento y bienestar colectivo.
3) Alcance pragmático del texto
Por lo anterior, Minvielle reconoce en la confrontación de estos puntos de vista a los
sectores sociales que, si bien adhieren al año de 1833 y al medio y escenario humano de
Valencia, aplican simbólicamente a la realidad del contexto de producción y representación
de la obra en Chile. El modo específico elegido por el dramaturgo para representar el
conflicto y, luego, zanjarlo, obedece a la concepción de mundo que comparte el autor como
programa ideológico de la época. Desde la lectura interpretativa que postula este artículo,
Ernesto, como creación literaria, materializa una imagen de la realidad en la cual se expresa
con energía el signo ideológico del orden, la legalidad jurídica y la transformación progresiva.
Este signo proyecta un modelo cívico y social que fomenta las virtudes morales al servicio
del bien común, saltándose los remanentes de un ideario que se apoya todavía en la
experiencia ya lejana de la emancipación y la cercana entropía política de la guerra civil de
1829. El reforzamiento de la identidad nacional, que fue interés de Chile en la década del 40
del siglo XIX, hizo de la literatura un adyuvante en este proceso. La creación de la Sociedad
Literaria, liderada por José Victorino Lastarria, es el más claro ejemplo.
Al fin y al cabo, la
Sitio, entre otras facultades extraordinarias como la de suspender la Constitución. Lo anterior se utilizó con la
finalidad de imponer el orden público y el progreso nacional. En palabras de Bravo Lira: Toda la obra de
Portales parece condensarse en estos dos aspectos que van continuamente entrelazados: la lucha por la paz
interior, frente a los intentos subversivos, y la lucha por establecer el gobierno, situado por encima de teorías y
banderías e identificado con los grandes intereses de la patria (1999, p. 180). Y complementa: Desde el fin de
la monarquía las sublevaciones, alzamientos, cuartelazos y rebeliones militares se habían hecho cada vez más
frecuentes en América española. De ahí la inestabilidad de los gobiernos que caían derribados uno en pos de
otro. Chile no fue la excepción. Portales puso término al militarismo, que desnaturaliza el papel de la fuerza
armada al mezclarle, en banderías políticas, poniéndola al servicio de una facción. Gracias a Portales el ejército
-entonces la única fuerza armada- volvió a estar al servicio de la patria y a ser el principal apoyo del gobierno”
(1999, p. 188).
Bajo el impulso de José Victorino Lastarria, se organizó en Santiago la Sociedad Literaria, que llegó a jugar
un importante papel en la renovación y difusión de ideas y en la formación intelectual de la sociedad:
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identidad nacional legitimada tiene relación con poseer una historia compartida, con un
sustento simbólico común a las personas del espacio que se ha determinado como nación
(Mandoki, 2007).
El texto de Minvielle evidencia así la relación de la literatura con la realidad, según
la programática adscripción a escribir la patria independiente desde una nueva fuerza
simbólica y como objeto de representación en la teatralidad, estéticamente constituida, que
haga converger rasgos de carácter histórico pero, sobre todo proyectivo. Esto último, en
convergencia con la premisa del presente estudio, es lo que evidencia el propósito creativo-
pragmático del autor. La intención utilitarista del texto lleva al protagonista a la derrota
destructiva, en cuya agonística se dan cita todas las fases que dejan al descubierto un proceso
de deterioro del sector social representado por la ideología que caracteriza al protagonista.
Hacia el final de la obra, la lucha de Ernesto es presentada como una acción absolutamente
minoritaria y de contenido extemporáneo, situación que confina al personaje al desencanto y
la soledad: “Ahora me sirviera de martirio el ver trocados en adversarios a mis amigos. Ahora
ya no hai amigos ¿Puedo yo tenerlos?(p. 35). Este aspecto de la acción del texto profundiza
aún más el conflicto que Ernesto aspira a superar, ya que aparece como una lucha vulnerable:
su batalla es personal. La libra solo. Ha encontrado alguna muestra de comprensión, pero no
de apoyo activo: “Te compadezco porque comprendo tu dolor […]. Mi cariño para contigo
no se ha disminuido, y te repito que sin absolverte ni condenarte, deploro tu situación(pp.
23-25), expresa su primo Julio.
El empecinamiento de Ernesto por atacar cualquier vestigio de colonialismo en la
sociedad, lo sitúa al margen de causas en beneficio del bien común, a las que tributan los
otros sectores sociales, simbolizados ―sobre todo― en el pensamiento de Julio. La posición
ideológica de éste convoca a un sector de la sociedad, quizás mayoritario al momento de la
escritura de la obra, que mira el futuro de la nación eliminando acciones radicales. Por el
“Pretendíamos fundar en nuevos intereses y en nuevas ideas nuestra futura civilización” (Lastarria, 1967, p. 74).
En esta misma sintonía, el movimiento cultural chileno de 1842 asumió la tarea de educar a la sociedad para re-
fundar la nación y hacer nacer su literatura: “[…] para los jóvenes de 1842 la literatura no es sólo la expresión
imaginaria, sino toda expresión escrita, y aún más, toda actividad intelectual que tenga un fin edificante que
tienda a transformar los residuos de la mentalidad de la Colonia en una nueva conciencia nacional. La literatura
es para ellos, entonces, parte de la actividad política y ésta parte de la actividad literaria” (Subercaseaux, 2007,
p. 50).
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contrario, la racionalidad debe ser el principio que oriente el proceso de convivencia
republicana en la sociedad posible. El camino que se delinea a partir del discurso de Julio
Guzmán, es el de la flexibilización de las posiciones ideológicas exacerbadas, tendiendo
hacia la integración más que a la división.
En cuanto cuerpo social, político y moral, en Chile de la época está vivo en el recuerdo
colectivo la adopción del sistema de gobierno federalista (desencadenante del conflicto
interno de 1829-30). El intento por erradicar el riesgo de la anarquía e imponer un programa
político ordenado, basado en la ley, la institución y la normativa social, convierte el drama
de Minvielle en la manifestación literaria del compromiso por defender una organización
asentada en la razón y, especialmente, en el ideal del “progreso-motor-de-la-historia”
(Hopenhayn, 2004, p. 12), tan propio de las naciones independientes del siglo XIX. De aquí
que desconozca por inconducente los arrebatos de un idealismo utópico ya superado y que el
mundo de la composición dramática se organice en función de lo viejo y lo nuevo.
El sector de realidad convocado por la acción del protagonista responde a principios
y creencias que se inspiran en la libertad absoluta, en la voluntad de realización y en la
obediencia a los sentidos y pasiones que insuflan de ardor el espíritu combatiente de Ernesto
Guzmán, sin reparar en las consecuencias que ocasionen sus actos. Recordemos nuevamente
la declaración del personaje donde se concentra esta fuerza: “En cualquiera ocasión en que
se luche entre la libertad y la tiranía, no vacilaré un momento; volaré en defensa de la primera
a combatir la tiranía; porque la detesto (p. 26, destacado mío). Por el otro lado, en
oposición a esta postura, aparece en la otra porción del mundo social, referida en este análisis,
que se identifica con la observancia del acontecer evolutivo, que preserva el sentido de unidad
nacional y del progreso, ambos aspectos emanados desde el perfeccionamiento de la
institucionalidad legal y el comportamiento social ordenado y juicioso. Esta confrontación
define, a nuestro parecer, el punto de vista pragmático-ideológico del texto.
En la condición de relato teatral, con marcas de “enunciación performativa”
(Bottinelli, 2015, p. 58), postulamos de modo conclusivo que la escritura dramática de
Minvielle en Ernesto, fue un instrumento de metáfora social y política, que mostró los dos
campos de valores comentados en el presente análisis con el fin de alcanzar unidad y
comunión colectivas para el país independiente. A partir de las representaciones ideológicas
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en agonística, sostenidas por, respectivamente, Ernesto y Julio, el dramaturgo ofrece una
lectura simbólica para poner de relieve las posturas encontradas que las interpretamos como
aquellas que coexistieron en el interior de la sociedad chilena de la época. Como intelectual,
Minvielle vio con urgencia la necesidad de superar los principios de los viejos ideales
independentistas; constató tensiones y rupturas sociales, e instaló, por lo mismo, un signo de
incertidumbre acerca del éxito de la empresa de consolidación institucional en la que se
encontró empeñado el Estado chileno hacia mediados del siglo XIX.
Conclusión
A partir de la interpretación propuesta, el texto Ernesto proyecta elementos de interés
nacional porque amplía el escenario de imágenes del país identificadas, únicamente, con las
luchas por la independencia de los pueblos americanos y lo lleva a alcances que tocan el
medio ideológico y cívico de Chile al momento de escritura y representación de la obra. Su
afán pragmático se manifiesta en el deseo por contraponer valores, pensamientos y conductas
para sacar a luz las contradicciones sociales y espirituales de una realidad vico-política que
debe superar la inestabilidad. El movimiento de dos planos ideológicos paralelos,
representados en los primos Guzmán, constituye un mensaje que refleja, igualmente, la
existencia de dos planos de realidad antagónicos: la realidad de Ernesto inspirada por
principios ya extemporáneos y otra, encarnada por Julio, que se mueve al ritmo del progreso
y que deja al descubierto el desfase histórico y espiritual que vive su primo que viene desde
América.
El mundo dramático de la composición deja ver, por lo anterior, un alcance pragmático
que se condice con el marco de producción del texto. Las ideas del protagonista Ernesto
entran en conflicto con el presente histórico del contexto. Como figura e imagen de último
revolucionario de la independencia americana, su ideario es ya inadecuado. Los
pensamientos de su joven primo, Julio, en cambio, adquieren forma de un programa que
pretende dilucidar el conflicto entre lo nuevo y lo viejo. Creemos, en fin, que el autor
Minvielle trató de inculcar un conjunto coherente de valores y aspiraciones que interpretaron
el sentimiento de la nación que salía de una etapa de transición y buscaba, en el presente
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histórico de la escritura de la obra, apoyos que le permitieran proyectarse con seguridad
hacia el porvenir.
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