textual y los conocimientos previos. En consecuencia, la comprensión lectora avanza desde
niveles literales hasta niveles más complejos, como el crítico, en un diálogo constante entre
autor, lector y contexto.
De acuerdo con la OCDE (2018), la capacidad de un estudiante para entender, utilizar,
reflexionar y mostrar interés por los textos escritos se relaciona directamente con su éxito
académico. Cassany (2006) enfatiza que esta habilidad no solo repercute en el desempeño
escolar, sino también en la capacidad de los estudiantes para desenvolverse eficazmente en
la sociedad. Por ello, invertir en estrategias de enseñanza que fomenten una comprensión
lectora profunda no solo mejora el rendimiento académico, sino que también empodera a los
estudiantes para participar activamente en la sociedad del conocimiento.
En Colombia, el Ministerio de Educación Nacional (MEN) ha implementado diversas
estrategias para optimizar la calidad educativa, como las pruebas SABER (3°, 5°, 9° y 11°),
programas de fortalecimiento docente como Todos a Aprender y Modelo Singapur, y el plan
nacional de fomento de la lectura Leer es mi cuento (Herrera Pérez, 2020). Sin embargo, los
resultados de las pruebas estandarizadas evidencian que la deficiencia en comprensión lectora
sigue siendo uno de los principales retos del sistema educativo. El avance en esta
competencia depende en gran medida de que los estudiantes experimenten el placer por la
lectura, lo cual requiere un compromiso sostenido de todos los actores escolares.
La brecha educativa es aún más marcada en las zonas rurales, donde, pese a los
esfuerzos institucionales, persisten dificultades relacionadas con la consolidación de
competencias lectoras (ICFES, 2022). El municipio de Belalcázar, en el departamento de
Caldas, ejemplifica esta situación. Mediante la observación directa de la práctica docente en
instituciones de básica primaria adscritas al modelo flexible Escuela Nueva, se han
identificado problemáticas como la deserción, la inasistencia recurrente y la baja priorización
familiar del estudio (Guzmán Rodríguez y Camacho Coy, 2020; Rodríguez Mateus, 2022;
Rentería Córdoba, 2023). A ello se suman la dispersión geográfica, la limitada infraestructura
tecnológica y la escasez de recursos pedagógicos, factores que dificultan el desarrollo de la
comprensión lectora (MEN, 2013).
Ante este panorama, los Recursos Educativos Digitales (RED) emergen como
herramientas con alto potencial para diversificar estrategias pedagógicas y fortalecer la